Post Info TOPIC: Amado y Amada, Resumido I
gladysruth

Fecha: 18:03 06/05 2006
RE: Amado y Amada, Resumido I
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VII.IV.4p



Todo sucedió, por ende, Daniel, entre vos y yo, como nuestro Padre Celestial en nuestro Señor Jesucristo y en nuestra Señora María en el Espíritu Santo desde toda la eternidad dispusiera convenía que así terminara ocurriendo.

Como óptima consecuencia de todo cuanto con anterioridad a ello en la humanidad apartada del origen fuera observando con el paso del tiempo de su estadía fuera de Él, humanamente habría de ocurrir, ocurriera.

Y óptima causa de lo que era necesario que ocurriera hacia el final del Plan de Salvación trazado dentro del Plan Original de Creación, al ver al formularlo que habría de verse momentáneamente interrumpido, para corregir el desvío que habría de observarse, tendiente a hacer volver a toda la Humanidad al mismo, o bien, a la mayor parte posible de la misma.

Permitiendo necesariamente todos los padecimientos que por este amor ambos, y numerosas otras personas, nos viéramos y se vieran obligados a padecer desde el sí dado en Ushuaia en 1991, a permitirle que todo ocurriera por mi medio como necesitaba que fuera para único cumplimiento de Su voluntad no solo en mí si no en todos los bautizados en Cristo en el Espíritu Santo.

Pero más aún desde el nuevo sí que a raíz de lo sucedido el 8 de febrero del 2002 me viera y sintiera llamada a seguirte dando, Padre, Jesús Amado, en Cristo en vos, Daniel, en mi familia, en nuestra comunidad parroquial, en nuestro pueblo cristiano y católico, en mí.

En todos los bautizados en Cristo en el Espíritu Santo, de los que llegada esta final hora del Plan de Salvación nuestro Maestro, Rey y Amado en el Padre en el Espíritu Santo necesitaba disponer a pleno e incondicionalmente, como de Él mismo dispusiera hacía 2000 años hasta las últimas consecuencias, para terminar de llevar a cabo Su obra. La obra de Salvación en la obra Original de Creación, que en el origen pensara para sacarnos de aquí y hacía 2000 años viniera a terminar de implementar de la palabra y escrito en los hechos.

Para en esta final hora venir y ser una vez más Vos mismo, Padre, en Vos, Señor Jesús, en nuestro conjunto, para por nuestro incondicional servicial medio en el Espíritu Santo, terminar de llevar a buen término el Plan Original de Creación tal y como en el principio te agradara concebirlo para toda la Humanidad. Plan tendiente a hacernos a tu imagen y semejanza Divina en el Espíritu Santo.

Padecimientos permitidos y asumidos conciente, voluntaria y libremente en el Espíritu Santo, tras ver y entender lo que el Señor se proponía alcanzar por medio de todo ello a través de nuestra servicial exposición y paso por cuanto más necesitara hacernos pasar a partir de allí, no solo por vos y por mí, Daniel, sino por todos los bautizados en Cristo en el Espíritu Santo que veía y entendía fueran igualmente llamados y enviados a pasar junto con nosotros por todo ello.

A fin de permitirle al Señor que solo así, por nuestro actual pontificio sacrificial medio, terminar de llevar a cabo en el Espíritu Santo lo que hacía dos mil años si bien totalmente consumado en Vos, Señor, no pudieras aún por aquel entonces terminar de consumar en lo humano debido a la extrema ceguera, sordera, dureza de corazón y entendimiento en la que vieras y entendieras nos encontrábamos.

Permisión realizada, por ende, de mi parte, en el Espíritu Santo, dentro de la misma permisión realizada al Padre por nuestro Señor Jesucristo hace 2000 años, aceptando caer totalmente en las manos del enemigo durante el último tramo de su testimonio entre los hombres. Por ende, de igual manera nosotros, Daniel. Sobretodo a partir de lo que necesariamente conviniera sucediera entre vos y yo como sucediera aquel 8 de febrero.

Momento de crucifixión y levantamiento en cruz de nuestro amor junto con ambos en nuestros corazones para gloria del Padre en el Hijo en el Espíritu Santo en todos nosotros. ¡Gloria a Dios!

Para por medio de tal permisión y aceptación incondicional permitirte, Padre, terminar de vencer a dicho espíritu enemigo dentro del corazón del hombre, a partir del permitirte terminarlo venciendo primeramente en ambos. En nuestros corazones y mutuo amor, Daniel amado.

Para permitirte, Señor, que solo así pudieras terminar venciendo en nosotros por nuestro sacrificial medio inicial también en tal sentido a dicho espíritu enemigo, poniendo al descubierto públicamente ante todo el pueblo y humanidad todo lo malo existe igualmente en nosotros como en todos, en coexistencia en nuestro ser con todo lo bueno, Padre, Jesús Amado, habido también en Vos en ambos.

Habiendo de ser solo así, y a tal fin que permitieras tu crucifixión entonces, como nuestra crucifixión y crucifixión de nuestros corazones y amor ahora en manos de dicho espíritu enemigo coexistente con el Tuyo dentro de todo hombre, en que habrías de terminarlo venciendo y echando fuera del corazón de la humanidad de una vez y para siempre.

Desde el vencerlo primeramente en Vos, Señor Jesús, y en todos cuanto desde entonces en tu imitación te siguieran. Para querer te permitiéramos en esta última hora, terminarlo de vencer definitivamente por nuestro servicial medio en el Espíritu Santo. Desde el terminarlo venciendo en y con el resurgimiento de la auténtica concepción y amor que en la concepción de dicho Plan Original de Creación te agrada concebir, querer y predestinar. Amor de pareja que con la caída y destierro del Reino de los Cielos quedara perdido y sepultado tal y como lo concibieras, quisieras y predestinaras sea.

Para mediante su resurgimiento final de las cenizas bajo las que en el origen quedara sepultado, como apagado y perdido para siempre, terminar de llevarlo también ahora a su total consumación de la palabra en los hechos a través de la mutua nueva entrega de Tu parte, del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, en aquella misma entrega inicial que realizaras del uno al otro como manifestación plena de tu amor en su plena mutua manifestación de amor. Agradándote como te agrada crear y dar a la mujer para y al varón. Y al varón para y a la mujer. De similar manera a como veía y entendía el Cantar de los Cantares decía y dice que el amado es para la amada y la amada para el amado.

Tal me dieras verlo y entenderlo así, Señor, que yéndome a recluir a Piedra del Águila por los días siguientes a aquel 8 de febrero, con el corazón destrozado, no pudiendo ver ni entender aún nada de todo esto, al clamarte pidiéndote me hicieras ver, oír y entender por qué había sucedido todo lo que terminara sucediendo con vos, Daniel amado, cuando hacia mediados del año anterior me habías dado a ver y entender, Señor, que vos no solo eras el varón que más amaba con toda la fuerza de mi ser, sino que me terminara enamorando de vos de la manera en que lo hiciera, trayéndome insistentemente de vuelta desde Ushuaia a ese primer y último fin, de que te conociera y me enamorara de vos –y viceversa- para en función de tal conocimiento y amor llevarme y enviarme finalmente a abrirme, y abrirte, abrirnos al conocimiento y puesta en los hechos del designio de amor y procreación que tenía pensado llevar a cabo por nuestro medio para toda la humanidad, fuera eso lo que me inspiraras que llegado ese tiempo querías lograr también por nuestro medio para toda Ella.

Es decir, vi y entendí que siendo también toda esa contrariedad proveniente no de tu parte para con ambos pero permitida al enemigo de tu parte, Señor, por así convenir que fuera para que todo fuera entre los dos como lo tenías concebido, querido y predestinado desde toda la eternidad y para toda la eternidad, y no así conforme a nuestro propio querer ni a los tiempos humanos ni mundanos, lo que te proponías hacer con todo ello también por medio de ambos era producir el reencuentro, el resurgimiento de debajo de las cenizas, más bien de debajo tierra, el mismo amor en tu mismo Amor puesto en el principio de tu Plan de Creación y existente, por ende, en el corazón de Adán y Eva antes de la caída.

Amor, que luego de la salida fuera del Plan Original de Creación quedara también totalmente desvirtuado en su concepción y consumación entre los hombres. Sobre la cual y el cual, durante los miles de años del paso del hombre por este lugar del Abismo y de la Muerte, terminaran tejiéndose todo tipo de falsas concepciones, llegándoselo a ver, tener y enjuiciar de parte del enemigo como algo malo, sucio, no querido, Padre, por Vos para el hombre sino como la tentación en la que el enemigo en el principio llevara a caer en primer lugar a Eva y por su medio luego a Adán, para sacándolos de tu amor y de tu gracia dejarlos sometidos en pecado en el mismo fuera de la gracia y bendición inicial tenida en Vos.


(Continúa en la respuesta siguiente)



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gladysruth

Fecha: 18:05 06/05 2006
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(Continúa VII.IV.4p)


Amor, por ende, muy manipuleado, golpeado, torturado, tratado de aniquilar religiosamente de mil maneras, por creer y querer que así lo querías Vos, Señor: que fuera aniquilado. Concepciones erróneas que llevaran a caer el hombre en todo tipo de enfermedades psíquicas, físicas, espirituales. Cuando tratándolo de destruir, siendo como era que originalmente proviniera y provenía de Vos para con el querer del hombre, en tu querer y agradarte que el hombre no estuviera solo y fuese plenamente feliz en Vos, en tu amor, al que se le fueran adhiriendo todo tipo de escorias e impurezas provenientes de las erradas creencias y prácticas de parte del enemigo que en esta hora querías igualmente terminarlo de liberar por medio de su crucifixión junto con nosotros, para hacerlo surgir tras el paso por tu misma cruz y muerte, por medio de la nuestra durante estos cinco años transcurridos desde entonces, totalmente purificado, renovado, resucitado en ambos, con ambos, por ambos y para ambos en Vos en el Espíritu Santo para gloria de tu Nombre, del Reino de los Cielos y de toda la Humanidad renovada en su amor en Vos. Amén.

Siendo esa la razón por la cual toda la vida me habías querido llevar a buscar, esperar y guardar para un varón que me inspirabas entre todos los demás me tenías predestinado en Vos, y para el que también en Vos, en y con tu mismo Espíritu en ambos, me tenías predestinada. Vislumbrando su venida y llegada final a mi vida muy lejana en el tiempo, como hacia el término de mi camino en Vos, Señor, en este mundo.

Varón que, también por tal razón, no antes ni después sino cuando en tus exactos tiempos de predestinación, Señor, tenían que ser para mayor bien no solo de ambos sino de toda la Humanidad, finalmente el año anterior, Señor, habías igualmente querido terminarme de llevar a ver y entender eras vos, Daniel. Que siempre fueras y habías sido vos. Solo que hasta allí se me impidiera llegar a verte, oírte, sentirte y reconocerte como tal, profundamente ciega, sorda y dura de entendimiento y corazón como con respecto a vos, amor, y a nuestro amor, convenía también al Plan de Salvación que hasta allí fuera mantenida bajo la misma ceguera, sordera y dureza de corazón y entendimiento introducido por dicho espíritu enemigo en el corazón de la Humanidad en un principio.

Porque en el principio, con la introducción de dicho espíritu enemigo dentro del corazón de la Humanidad al quedar todo roto dentro del mismo, dividido de punta a punta por la mitad entre bien y mal, entre Dios y el demonio dentro de todo hombre, también el amor que en el principio te agradara, Padre, poner de tu mismo Amor en el Espíritu Santo en el corazón del varón y la mujer, amor de mutua entrega y correspondencia amorosa, para que fuéramos fecundos y pobláramos la faz de la tierra, quedó roto entre ambos.

Quedando desde entonces Adán y Eva, el varón y la mujer, en un estado de amor y comprensión también a medias. No pleno. Sino más bien enfrentados, enemistados, faltos de mutuo entendimiento, competencia, sentimiento de superioridad o inferioridad, de dominio y esclavitud el uno respecto del otro.

Siendo en esta hora, y por medio de la plena consumación del designio que quisieras, Señor, llevarnos a protagonizar en Cristo en el Espíritu Santo, como conejillos de indias, con todo lo bueno y todo lo malo que necesariamente tuvieras que permitir fuera descargado y despertado sobre ambos y nuestro amor no solo desde el exterior sino desde nosotros mismos, desde la coexistencia con Cristo de dicho espíritu enemigo, del Maligno, dentro de nuestro propio corazón, cuando igualmente querías, Señor, volver a repararlo todo entre el varón y la mujer, echando fuera de nuestro corazón, amor y relación todo lo que vieras y entendieras no era ni es Tuyo sino de dicho espíritu enemigo. Esto es: espíritu de orgullo, espíritu de rencor, de resentimiento, de venganza, de rebeldía, de egoísmo, de celos…de maldad en general.

Siendo justamente por ello y para ello que a partir de esa hora nuestro corazón y amor tenía que ser necesariamente crucificados también en Cristo en el Espíritu Santo junto con los dos –como crucificados en Cristo cada uno ya estábamos, vos desde tu ordenación sacerdotal, yo desde el sí dado en Ushuaia. A fin, de permitirte también de esa forma, por medio de su paso previo por la cruz, Señor Amado, que terminaras de purificar en nuestro amor, corazón, ser todo lo que no era ni es Tuyo, sino del enemigo.

De manera tal que terminando de purificar nuestro amor, corazón y ser para que a partir de allí en y entre vos y yo, amor, todo fuera y sea solo del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, haciéndolo nacer de nuevo junto con nosotros en Vos tras nuestro previo paso por la cruz en el Espíritu Santo, terminar de dar muerte a todo lo habido del amor viejo en nuestro amor, conforme a su concepción según el criterio de los hombres y de este mundo, haciéndolo renacer de lo Alto en espíritu y en verdad en el Espíritu Santo junto con ambos. EL Hombre Nuevo y la Mujer Nueva en el Amor Nuevo, cimentado a pleno nuevamente en tu mismo Espíritu, Padre, en nuestro espíritu en el Espíritu Santo a como en el principio lo concibieras, quisieras y predestinaras para Adán y Eva, para el varón y la mujer, quedando desde entonces todo malogrado.

Para de ese modo, por medio de nuestra final liberación de la cruz en la que con Vos, en Vos, por Vos y para Vos, Cristo Amado, para tu exacto querer para con ambos, nos encontrábamos crucificados por causa de dicho espíritu enemigo, por haberse introducido y para echarlo del corazón del hombre, resucitados en Vos junto con nuestro amor, retomar y terminar de consumar el Plan Original de Creación desde este mismo lugar del Abismo y de la Muerte en el que quedáramos desterrados por medio de la final total consumación en cruz en Vos, Cristo Amado, en el Espíritu Santo del Plan de Salvación, tal y como lo pensaras, quisieras y predestinaras, Padre, para toda la Humanidad. Querida terminar de configurar así a tu imagen y semejanza desde el amor entre nosotros en sus más variadas manifestaciones.

Retomando el Plan Original de Creación por medio de la total consumación del Plan de Salvación en el punto exacto en el que estando en el origen Adán y Eva en el Paraíso por su caída en tentación y prostitución fuera de tu voluntad, Padre, quedara interrumpido. Suspendido. Para terminarlo de llevarlo a su plenitud en el Espíritu Santo durante los próximos mil años.

Luego del necesario paso previo también de toda la Humanidad por el mismo paso por la cruz que junto con nuestro amor vos y yo, Daniel, nos viéramos llevados a pasar en Cristo en el Espíritu Santo durante los últimos diez años, pero principalmente durante los últimos cinco, como muestra, demostración de lo que llegada esta hora final, Señor, estabas preparando y llevando a cabo en y para toda la Humanidad en su paso por este lugar del Abismo y de la Muerte.

Pero, para que esta demostración como querer Tuyo, Padre, Jesús Amado, para con nosotros, Daniel, volviera a ser y verse consumado a pleno en la pareja humana y su mutuo amor, con la que y el que quisieras terminar de coronar todo el edificio querido construir para y con la Humanidad como piedra viva del mismo, viera y entendiera que de similar manera a como hacía 2000 años le habías querido llevar a creer a dicho espíritu enemigo introducido y existente en el corazón de todo hombre que te entregabas, que “él venciera”, viera y entendiera, Señor, que a partir de ese momento querías volverle a hacer creer lo mismo a partir del permitirle seguirte teniendo crucificado por medio del seguirnos teniendo crucificados en el Espíritu Santo junto con nuestros corazones y amor, para terminarlo de vencer.

Es decir, para, no obstante la total oposición encontrada de parte del mismo tanto hace 2000 años como desde entonces hasta el presente, para permitirte terminar de consumar la restauración del Reino de los Cielos en el corazón de la Humanidad por medio de la restauración del amor primero habido y perdido entre el varón y la mujer, manteniéndolo en su propio engaño de creer haberte vencido tanto entonces como ahora, de cualquier manera seguir haciendo tu obra en medio de tu pueblo, entre los hombres y en el mundo en el Espíritu Santo por medio del permitirle tu momentánea crucifixión como la nuestra.

Para terminarlo de vencer en el Espíritu Santo, tras el sometimiento y paso también de nuestro amor bajo el poder del mismo por las más ardientes, extremas y aparentemente interminables de las pruebas de depuración, demostrando ante el final conocimiento de la humanidad entera tu triunfo total y final sobre el mismo permitiendo nuestra final liberación de la cruz para la final consumación de nuestro amor tan largamente esperado y postergado.


(Continúa en la respuesta siguiente)




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gladysruth

Fecha: 18:07 06/05 2006
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(Continúa VII.IV.4p)



Cruz, en la que no obstante haber ya resucitado y encontrarte reinando sentado a la derecha del Padre en el Reino de los Cielos, le permitieras seguirte manteniendo ante el conocimiento y visión de todos los hombres durante estos dos mil años en todos aquellos que fueran llamados a vivir crucificados con Vos, en Vos, por Vos y para Vos en el Espíritu Santo. Solo por así convenir permitírselo. Hasta tanto terminabas de preparar todo en el mundo y en el corazón de la Humanidad para tu venida final en Gloria en el Espíritu Santo del amor vuelto a derramar a pleno en todos los corazones.



Viendo y entendiendo asimismo que todo era necesario que fuera así, para en esta última hora, por medio de todo eso cuanto pensaras, querías y predestinaras llevar por medio de nuestra total entrega y aceptación en cruz, en Vos, en Cristo, bajo el poder del enemigo dentro y fuera de nosotros, permitirte ser igualmente Vos mismo, Jesús Amado, en el Espíritu Santo quien tal y como hacía 2000 años le manifestaras a tus apóstoles, y por su medio a nosotros, no habrías entonces de presentar tu defensa de las acusaciones que te harían y se te hicieran, dejándote llevar y hacer casi sin pronunciar palabra, porque llegada la hora iba a ser el Espíritu Santo, que enviarías desde el Padre, tu Abogado Defensor. Es decir, quien defendería tu causa. Dando a conocer quien era y es el Justo, quien el condenado y cual el pecado.

Defensa que quisieras llevarme a ver y entender, Señor, era también la que querías terminar de llevar a cabo en el Espíritu Santo por nuestro sacrificado medio, Daniel, junto con el de nuestro amor. De todo lo cual desde 1997 me fueras dando a ver y entender llegada la hora tenía que dar testimonio no solo ante el pueblo al que me enviaras, Señor, si no a toda la Humanidad, del testimonio de vida en Vos, con Vos, por Vos y para Vos que desde Ushuaia me llevaras a vivir junto con todos mis seres amados, los varones amados, principalmente con vos, Daniel, con la comunidad de San Antonio de Papua de Plottier, la Iglesia Católica en todo su conjunto.

Porque habría de ser justamente por medio de dicho testimonio que quisieras y querías terminar de venir a presentar también tu propia defensa ante los tribunales religiosos y humanos en el Espíritu Santo. Ante los tribunales religiosos y humanos tanto de hace 2000 años como de los que existieran y a los que se vieran expuestos desde entonces todos aquellos que siguiéndote en el mismo amor a la voluntad del Padre, al Reino de los Cielos y a toda la Humanidad, se vieran llevados a comparecer, ser sentenciados y condenados a muerte por tu causa de parte del enemigo en el corazón de los hombres a cargo de los mismos.

Siendo también a tal inexorable fin que antes de la consumación final en gloria de nuestro amor, Daniel, viera y entendiera de tu Espíritu a mi espíritu, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, tener que dar pormenorizado testimonio de todo cuanto viera, oyera, pensara, sintiera, entendiera, creyera y fuera llevada a padecer igualmente por tu causa, Señor, a raíz del sí dado a tal fin en Ushuaia, crucificándome desde entonces con Vos para el único y total cumplimiento de tu voluntad en mí y no la mía, por ende, también de todo lo que nos viéramos llevados a padecer junto con vos, Daniel, como con los demás varones amados, mi familia, comunidad, la Iglesia Católica en su momento.

Porque por medio de la presentación de nuestra propia defensa, de mi propia defensa en el Espíritu Santo, sería tu misma defensa, Jesús Amado, como la de todos los que en estos dos mil años te siguieran y debieran padecer del juicio y los tribunales religiosos y humanos lo mismo que entonces Vos padecieras por amor a la voluntad del Padre, del Reino de los Cielos y de toda la humanidad.

Habiendo de ser así y entonces, que todo cuanto manifestaras entonces en tu palabra se terminaría consumando en los hechos. Siendo por ende condición sine qua non el que antes que nada y que todo diera este testimonio. Viendo y entendiendo así que, por más que viera y entendiera ya que nuestro amor era el principio y fin de todo cuanto fuera enviada a decir y hacer ante los hombres de parte de Dios, Daniel, aún incluso del mismo, y para que al final pudiera llegar a ser posible de cualquier manera no obstante todo impedimento permitido también por tal razón poner al enemigo en el camino de su realización y consumación final, tenía que terminar de presentar este testimonio ante toda la Humanidad entera. Ante todos los tribunales religiosos y humanos de este mundo.

Porque de lo contrario, tu defensa, Jesús Amado, que expresaras haber de ser presentada por el Espíritu Santo, habría de quedar sin ser presentada ante todos los hombres. Lo cual no era posible. Porque, si no lo hacía entonces la humanidad nunca habría de poder llegar a ver y entender todo el sentido de cada una de tus palabras y acciones de entonces. Cuanto más aún de tu final entrega en manos del enemigo por medio de tu entrega en manos de los hombres de la manera en la que lo aceptaras e hicieras mansamente como cordero llevado al matadero. Confiando que en esta hora me ibas a enviar para terminar presentando también tu defensa en el Espíritu Santo por el previo paso conjunto con vos y todo nuestro pueblo por lo mismo que vos, Jesús Amado, entonces pasaras para que pudiéndolo padecer y sentir todo en carne propia pudiera ver y entender y de ese modo terminar presentando tu defensa por medio de nuestra y mi propia defensa en el Espíritu Santo.

Testimonio por medio del cual querías demostrarle una vez más a los hombres que parecían terminar dudando de ello, de que tu palabra, Padre, Jesús Amado, es viva y eficaz, De manera que todo lo que dice lo cumple. No pudiendo llegar a presentarme ante Vos, Padre, Jesús Amado, para darte detallada cuenta de la misión venida a realizar de tu parte en el más diverso de los todos, sin haber hecho lo que entonces en la palabra manifestaras. Siendo también por ello para lo que estaba aquí y me habías enviado en tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo.

Viendo y entendiendo, por consiguiente, no poder terminarme entregando nunca a nuestro amor, Daniel, si primero no decía y ponía por obra todo cuanto en este sentido fuera viendo y entendiendo igualmente se me enviara y estaba aquí. Hasta tanto la defensa de nuestro Señor no quedara totalmente presentada en el Espíritu santo ante el mundo entero. Poniendo de total manifiesto en el Espíritu Santo ante el conocimiento de todos quien es el Justo, quien el condenado, cuál el pecado.

De modo que todo en nosotros y entre nosotros, por malo que hubiera sido y llegara a ser, amor, ha sido, es y será para Gloria de nuestro Padre Celestial en Nuestro Señor Jesucristo y en nosotros en el Espíritu Santo, como del Reino de los Cielos, y de toda la Humanidad nuevamente en Él. Amén.

Tal fuera y es así, que por medio de todo lo malo que necesariamente como conejillos de indias nos viéramos expuestos a experimentar entre todas las idas y venidas de nuestro amor, como en la consumación de este designio de amor y procreación tenido por nuestro Padre no solo para nosotros si no para toda la Humanidad, tras la constante posterior oración y meditación espiritual de lo acontecido, pudo el Señor irme dando constantemente a luz en el Espíritu Santo respecto a qué fuera lo que en el principio de nuestro origen y salida de Él como durante nuestra estadía y final en este lugar del Abismo de la muerte sucediera, sucede y sucederá en la plena consumación del Plan de Salvación trazado para hacernos volver al Original en Él, en su Amor, del que nos saliéramos.

Viendo y entendiendo así, orando y meditando lo que personalmente padeciera y sentía, como en lo que igualmente vos, Daniel, amor, tendrías que haber padecido y sentido al tener que tomar la decisión de hacer ante la presencia de algunos miembros de nuestra comunidad y pueblo lo que por lo manifestado te obligara a terminarme haciendo.

No porque personalmente lo quería ni lo hubiera querido así, si no por terminar viendo y entendiendo en el Espíritu Santo luego de ello estando en Piedra del Águila que así convenía que fuera, para reviviendo lo sucedido por nuestro Señor hacía 2000 años de manos de todos los hombres, incluido sus apóstoles, poder llevárseme a ver y entender en carne propia qué fuera lo que entonces Él viviera y sintiera, a raíz de lo vivido y sentido personalmente como consecuencia de lo sucedió esa noche y a partir de allí durante los siguientes cuatro años.


Consuelen, dice Yavé, tu Dios,
Consuelen a mi pueblo.
Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón,
y díganle que su jornada ha terminado,
que ha sido pagada su culpa,
pues ha recibido de manos de Yavé
doble castigo por todos sus pecados.

Una voz clama:
“Abran el camino a Yavé en el desierto;
en la estepa tracen una senda para Dios;
que todas las quebradas sean rellenadas
y todos los cerros y lomas sean rebajados:
que se aplanen las cuestas
y queden las colinas como un llano.”
Porque aparecerá la gloria de Yavé
y todos los mortales a una verán
que Yavé fue el que habló.

Una voz dice: “Grita”.
Y yo respondo: “¿Qué he de gritar?”
La voz dice: “Toda carne es hierba,
y toda su delicadeza como flor del campo.
La hierba se seca y la flor se marchita
Cuando sobre ella pasa el soplo de Yavé.”
La hierba se seca y la flor se marchita,
más la palabra de nuestro Dios
permanece para siempre.

Sube a un alto cerro
tú que llevas a Sión una buena nueva,
¡Haz resonar tu voz, grita sin miedo,
tú que llevas a Jerusalén la noticia!
Diles a las ciudades de Judá:
“¡Aquí está su Dios!”
Sí, aquí viene el Señor Yavé, el fuerte,
el que pega duro y se impone.

Trae todo lo que ganó con sus victorias,
Delante de él van sus trofeos.

Como pastor, lleva a pastar a su rebaño,
y su brazo lo reúne
toma en brazos a los corderos,
y conduce a las paridas.”
(Is. 40, 1-11)



Palabra de Dios



¡GLORIA A VOS, PADRE OMNIPOTENTE,
SEÑOR JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS,
ESPÍRITU SANTO, DADOR DE TODAS LAS GRACIAS,
MARÍA, MADRE ESPIRITUAL DE LA NUEVA HUMANIDAD,
POR LOS SIGLOS ETERNOS!
AMÉN



(Sigue en la respuesta siguiente)

Los abrazo en Jesús y María en el Espíritu Santo.

Bendiciones para todos.


¡LA PAZ ESTE CON USTEDES!



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gladysruth

Fecha: 15:22 06/10 2006
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VII.IV.5p



Doliéndote y doliéndome como te doliera y me doliera, viéndome llevada a negarte y obligarte a negarme, amor, por tercera vez, como Pedro negara a nuestro Señor. Por muy seguro que estuviera y estaba de que él no lo iba a dejar solo ni negar.

Vi y entendí quisieras igualmente propiciar, Señor, que las cosas sucedieran así, Daniel, entre lo dos, para que viéramos y comprendiéramos, de que fuera de Vos, Señor, no podíamos ni teníamos que estar seguros de nosotros mismos, ni de nada. Porque, todo aquello en lo que creíamos y estábamos totalmente seguros podía darse vuelta y derrumbarse de la noche a la mañana sin siquiera darnos tiempo a darnos cuenta de ello. Habiendo de suceder así, cuando el día final del paso de la Humanidad por este lugar del Abismo y de la Muerte llegue.

Viendo y entendiendo, por ende, que en todo cuanto en este designio de amor y procreación, Señor, nos llevaras a pasar, amándonos como nos amabas y amábamos, fuera siempre con miras a terminar haciéndonos a tu misma imagen y semejanza en el Espíritu Santo, y mayor bien en nuestro amor y manera de relacionarnos unos con otros. Por tremendamente malo que en su momento nos haya parecido tener que padecerlo. Queriendo, necesitando y llevándonos a someter nuestro amor, junto con nuestros caracteres, con nuestra carne, con nuestro ser todo, al más ardiente de los hornos.

Para templarlo y templarnos en Vos, en tu mismo Ser y en tu mismo Amor también en el amor de pareja echo renacer así nuevamente en ambos, y desde ambos para toda la Humanidad perdida del Reino de los Cielos en el principio. Templándolo y templándonos como el más puro de los aceros. Forjándonos, y forjando nuestro amor, nuestra relación, en la paciencia, en la esperanza, en la fe, en la fidelidad. Pero, sobretodo, en el más auténtico de los amores.

Viendo y entendiendo haber sido lo mismo que hacía 2000 años quisieras hacer e hicieras con tus amados apóstoles, sometiéndolos junto con Vos, en Vos, por Vos y para Vos a la más terrible de las pruebas, durante las horas más decisivas de tu misión y paso entre los hombres.

No para ridiculizarlos, por medio del testimonio llevado a poner y dejar por escrito también luego por ellos mismos para todos los hombres de la tierra, respecto a su relación con Vos, Jesús Amado, exponiendo al descubierto todo lo malo, propio del espíritu enemigo visto, oído y entendido existía también aún en sus maneras de pensar, sentir, querer y obrar, que junto con lo igualmente existente en toda la restante humanidad, te llevara a tener que dejarte someter y pasar necesariamente por todo el mal que aceptaras y tuvieras que padecer por amor a ellos y a todos hasta la muerte y muerte en cruz.

Solo para hacerlos y hacernos ver, oír, entender y creer que todo eso mismo que quedara públicamente expuesto existía en Vos como en todos ellos, en quien más y en quien menos, propio no Tuyo sino de Satanás, de dicho espíritu enemigo que en el principio supiera como tentarnos con la adquisición y poder de todo poder para arrancarnos de Vos, de tu Plan, de tu lado y traernos encadenados a su poder y voluntad dentro de la nuestra a este valle de sombras y miserias, existía y existe en todos nosotros; en toda la humanidad sin acepción de persona, por muy santa y a salvo que la misma pueda llegar a sentirse y creerse.

Por muy santos y consagrados a Vos, Señor, que nos tuviéramos y ya creyéramos. Permitiéndole al enemigo mantenernos en el engaño que así de santos y consagrados a Vos como éramos y estábamos en nosotros ya no había ni podía haber nada malo. Llevándonos a cometer tranquilamente todo tipo de males y desviaciones tanto con nosotros mismos como, peor aún, con los demás, desde nuestra engañosamente creída enmascarada ya alcanzada plena santidad. Cuando nada mas lejos de la verdad. Siendo entonces cuando el enemigo logra hacernos caer y seguirnos teniendo sometidos a su voluntad y gobierno sobre nosotros bajo el peor y más ciego de los engaños.

Viendo y entendiendo tener que hacérselos y hacérnoslo ver, oír y entender, mediante el tomarlos, someterlos y exponerlos públicamente también con Vos en esa hora. la hora de las tinieblas, y la hora de la Verdad, a todo lo mismo que estabas llamado y fueras enviado a dejarte someter y pasar en este mundo en manos del enemigo desde su oculta existencia y gobierno del mismo desde lo más arraigado del corazón del hombre quitado de Vos, Padre, en el principio. Siendo también a todos ellos, así como a todos nosotros, a quienes igualmente te referías, junto con a Vos mismo, al decirles que al llegar a Jerusalén el Hijo del Hombre iba a ser levantado en cruz.

Es decir, no solo Vos, sino también ellos, los doce, como tu Madre, todo el pueblo, toda la Humanidad salida en el origen de Vos para crucificando a dicho espíritu enemigo existente dentro de nosotros poder volver un día al Reino de los Cielos revestidos y coronados de tu misma Gloria, Padre, Jesús Amado, para reinar y morar con Vos eternamente en el Cosmos entero.

Ellos no sabían ni podían llegar a ver ni entender lo que tus palabras querían significar e implicaban entonces en toda su extensión y comprensión. Pues, no era solo a Vos a quien te estabas refiriendo cuando decías lo que decías. Sino a todos ellos y nosotros, tu Amada Humanidad entera, por la que dejaste el Reino de los Cielos para venir en su final búsqueda y encuentro, a quien te referías al decir el Hijo del Hombre. Al Hombre –en tanto varón y mujer- mismo, que fuera sacado del Paraíso, para por el paso por la cruz hacerlo volver a Allí. Junto a Vos, Padre Santo.

Por medio del tomar la decisión y dar el sí inicial a Vos, Padre, a someterte y someternos a todos nuevamente a tu gloriosa voluntad y Plan de reinado eterno pensado, querido y predestinado por Vos para todos los hombres.

Tomar tal decisión y dar concientemente el sí inicial, en la permisión de dejar mansa y obedientemente crucificar y levantar junto con Vos, por medio de tu inicial aceptación realizada en nombre de todos ellos y nosotros, nuestra humanidad, nuestra carne, nuestro corazón, con todo lo bueno y malo habido en el mismo.

Para dar muerte a todo lo malo existente en Vos, en ellos y en nosotros. En tu, su y nuestra carne, humanidad. No propio de Dios ni de los Seres que podían y podrían reinar en gloria junto con, Padre, en el Espíritu Santo, en el Reino de los Cielos. Sino del Amo de las tinieblas que nos sacara y apartara milenariamente de Vos, sumidos en la peor de las cegueras, sorderas, dureza de corazón, entendimiento y maldad en la que lograra dejarnos y mantenernos sometidos a sí en la más absoluta de las inconsciencias.

Quitándonos la conciencia original que en el principio, Padre, teníamos en Vos, de saber ser en Vos que éramos y somos seres plenos, dichosos, gloriosos, eternos, amorosos, excelsos. Dejándonos sumidos en la peor de las inconsciencias al punto tal que difícilmente te fuera, Jesús Amado, lograrla penetrar y vencer por medio de todas tus poderosas palabras y milagros pronunciadas y realizados hasta allí para horadarla, penetrarla, haciendo entrar tu Luz, en nuestro ser para llenarnos nuevamente de tu misma Luz Divina y Celestial, espantando las terribles tinieblas en las que interiormente quedáramos sumergidos.

Inconsciencia respecto de Vos, de nuestro origen, pertenencia y destino final en Vos. En virtud de la cual, vieras y entendieras no quedarte otra que hacerles y hacernos por medio de hacerte de parte de dicho espíritu enemigo el peor de los males.

Para solo así poder terminar de hacerles y hacernos ver y entender lo que de otra manera, por las buenas, a través de las simples palabras no podían ni podríamos ver ni entender respecto a lo que quisieras venirnos a revelarnos –ser Seres Divinos, Celestiales, en tu misma Divinidad, en el Espíritu Santo, Padre, Jesús Amado- que por la gran ceguera, sordera, dureza de corazón y entendimiento, y terrible mentira en la que el enemigo lograra insumirnos y dejarnos, vieras y entendieras no podían ni podríamos llegar a ver y entender, para creerlo, y creyéndolo hacer lo mismo que Vos contra el gobierno y poder de dicho espíritu enemigo ejercido en todo momento sobre nosotros.

Para por medio de nuestro total sacrificio entrar en la vida de los Seres Eternos llegando a ser solo entonces santos en la Casa Paterno Materna en el Espíritu Santo, y no así mientras estemos en este cuerpo aún más terrenal y celestial y en este mundo. Que sometido bajo el gobierno de dicho espíritu enemigo nos lleva a vernos y estar sometidos a su misma condición de pecado: de no creerle a Dios para creerle a él en el anteponer y hacer siempre y solo nuestra voluntad en su voluntad, Padre, Jesús Amado, por sobre la Tuya para nosotros.

Compartir igualmente tu Gloriosa dicha de volver a nuestro Origen Divino en el Espíritu Santo, por sobre todo el mal existente en nosotros bajo dicho esclavizador, mentiroso, engañador y opresor espíritu enemigo que lograra hacernos ver y tener bien por mal y mal por bien, sacándonos y manteniéndonos alejados y de espaldas a Vos y de cara al mismo, a toda su maldad, eternamente.

Siendo necesario crucificarte, crucificándolos y crucificándonos con Vos, en el Espíritu Santo, Jesús Amado, para devolvernos la conciencia perdida en el principio. Crucificando todo lo malo y pecador, tendiente al pecado de quererte, quererlos y querernos volver a engañar y apartar de tu voluntad, Padre, en la constante búsqueda del enemigo de seguirnos manteniendo en el engaño y la mentira.


(Continúa en la respuesta siguiente)




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gladysruth

Fecha: 15:25 06/10 2006
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(Continúa VII.IV.5p)



Siendo por ende estrictamente necesario hacer pasar a todos tus apóstoles, y por su medio a todos nosotros, por la pública exposición junto con Vos de todo eso malo, propio del pensamiento, sentimiento, visión, audición, entendimiento, manera de ser, querer y obrar de los hombres y de este mundo no en Vos, Padre, conforme a cuando estaba en el Paraíso, en el Reino de los Cielos, en Vos en el Espíritu Santo, sino propio en él ya de Satanás, sus criterios y gobierno de las tinieblas. Que desde que nos sacara de Vos lograra darlo vuelta todo dentro de nosotros, llevándonos a verlo, oírlo y entenderlo, por ende, realizarlo, todo dado vuelta.

Para por medio de su pública exposición junto con Vos, de su traición, de su negación, de su abandono, de su incredulidad, de sus dudas y poca fe, de su dureza de entendimiento, de su ceguera, sordera, maldad –puesta de manifiesto al preguntarte si hacían bajar fuego del cielo para matar a otros hombres, por ende, igualmente hijos tuyos, Padre, sus hermanos- hacerles y hacernos ver que todos, absolutamente todos los hombres estábamos tanto en Vos, Padre, Jesús en el Espíritu Santo como en Satanás en dicho espíritu enemigo.

De manera tal que luego de dejarlos y dejarnos para volver junto a Vos, Padre, en el Reino de los Cielos, consumada por tu parte ya plenamente tu misión entre los hombres y el mundo contra Satanás y sus fuerzas oscuras, para de allí pasar a confiar y poner la continuidad y plenitud de tu misma misión en sus y nuestras manos hasta su consumación total por nuestro medio en Vos, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, no cometiéramos el error de dejarnos volver a engañar y perder el rumbo venido nuevamente a marcar, dejándonos caer nuevamente en manos de dicho espíritu enemigo.

Lo cual habría de tratar y lograr hacer siempre, en la medida en la que así quisiéramos terminárselo permitiendo, no tanto desde afuera, sino desde adentro de nosotros mismos. Desde su misma existencia, poder y gobierno ejercido no desde afuera sino desde nuestra propia humanidad, carne, corazón. En donde, al igual a como con Vos, Señor Jesús, durante toda tu vida, pero puesto totalmente más de manifiesto durante los cuarenta días en el desierto y los últimos días de tu paso por este mundo, intentara hacer, al dejarlos y dejarnos solos intentaría hacer con ellos y con nosotros.

Tentándote como te tentara, por ende tentándolos y tentándonos en todo momento desde el mismo poder y conocimiento que como Hijos de Dios en el Hijo único de Dios sabía tenías, tenían y teníamos en el Espíritu Santo, para que lo usaras, lo usaran y usáramos para tu, su, nuestro propio provecho según tu, su, nuestra propia conveniencia, parecer y querer para gobernar el mundo no Divinamente sino divinamente, no como Dios sino como dios, según tu, su, nuestro propio y humano criterio en su propio y maligno criterio dentro del tenido como propio de la humanidad.

Tratándonos de hacer plenamente conciente del terrible peligro al que teniendo tu mismo poder y conocimiento Divino en el Espíritu Santo habríamos de llegar a vernos y sentirnos tentados por el mismo incesantemente, sin tregua, día y noche. Queriendo hacerles y hacernos saber que tendríamos que tratar de estar y mantenernos siempre despiertos porque ante el más mínimo descuido o bajada de guardia, acechándolos y acechándonos día y noche, habría de estar siempre tentándolos y tentándonos para llevarnos a terminar haciendo su voluntad en la nuestra por sobre la Tuya, Padre Santo, Jesús Amado.

De manera tal que teníamos que estar siempre despiertos, en vigilia, como centinelas puestos en lo más alto de la almena para no caer en tan terrible tentación de terminar usando el poder y conocimiento que vinieras especialmente a darnos, Padre, en Vos, Jesús Amado, en el Espíritu Santo desde el Reino de los Cielos, en total oposición a ese otro poder y conocimiento proveniente también de Vos, Señor, pero no dado por Vos sino proporcionado por dicho espíritu enemigo al llevar al hombre a robártelo de la fuente de todo poder y conocimiento Divino que en el Reino de los Cielos lo daba y da.

No perdiendo nunca de vista nuestro origen Celestial y terrenal en Vos, Padre, en el principio, y en Vos, Jesús Amado, nuevamente en la cruz hace 2000 años, de total y permanente renuncia, entrega, pobreza, servicio, humildad, mansedumbre, obediencia, mortificación y santo martirio.

Santo martirio. De morir uno mismo para que nadie más en el mundo entero siga estando ni muriendo bajo el poder de dicho espíritu enemigo. Y no así pecador martirio, de poner una bomba y matar a uno, decena, cientos o miles de otros hombres hijos tuyos, Padre, y hermanos nuestros, en un totalmente errado sentido de martirio, propio de ese mismo espíritu enemigo homicida de los hombres, proveniente en nada de Vos. Por mucho y más que sea en tu Nombre que engañosamente se piense, sienta, crea y diga que se hace.

No llegando a creernos ni sentirnos nunca absolutamente seguros de nosotros mismos, ni superiores en lo más mínimo a los demás por ser en Vos que supiéramos ya estábamos y estemos. Sino absolutamente seguros sí, solo de Vos y en Vos.

Para lo cual, vieras y entendieras tener que tomar la decisión por todos ellos y nosotros de entregarlos y entregarnos al sacrificio en manos de dicho espíritu enemigo en manos de los demás hombres que aún no podían ver ni entender, mucho menos creer, tampoco nada de todo esto, exponiéndolos junto con Vos a todo lo mismo que en ese momento junto con ellos habrías de verte, verse y vernos necesariamente expuesto y expuestos en Cristo.

A fin de cualquier manera hacerles y hacernos ver, oír, entender y creer lo que por solo por medio de las palabras no pudieras ni podías hacerles y hacernos ver, oír, entender y creer durante los tres años previos que convivieran con Vos, en el real sentido en el que en Vos en el Espíritu Santo necesitabas imperiosamente que lo hicieran y lo hiciéramos para terminar de llevar a cabo el Plan de Salvación por su y nuestro conjunto medio en Vos en el Espíritu Santo.

En la medida en que por tal necesario sacrificio supiéramos y aprendiéramos a llegar a ser y obrar ya no como niños o jóvenes movidos por todo tipo de caprichos y tentaciones, sino como Hijos e Hijas adultos, mayores como Vos, no tanto en nuestra carne, sino en nuestro espíritu en tu mismo Espíritu en el Espíritu Santo.

Luego de haber compartido y convivido con ellos mucho tiempo, tratándole de hacer ver y entender tales cosas y no pudiendo. Acompañándote en todo momento y lugar, escuchándote decir y viéndote hacer cuanto dijeras e hicieras para hacerles ver, oír y entender lo que habías venido a decirles. Y por la extrema ceguera en la que se encontraban y nos encontrábamos bajo el poder, conocimiento y creencia introducidos y en los que éramos tenidos por dicho espíritu enemigo, no pudieras.

Viéndolos, oyéndolos y entendiéndolos –como igualmente hoy me llevaras a ver, oír y entender en el Espíritu Santo de igual manera seguíamos encontrándonos- más aferrados, llevados y dominados por dicho espíritu enemigo que a Vos, y por Vos, Padre, Jesús Amado. En su y nuestra manera de pensar, sentir, ser, ver, oír, entender, querer, creer y obrar. Viéndolos, escuchándolos y entendiéndolos, más arraigados a las enseñanzas sembradas por dicho espíritu enemigo en su corazón que a Vos y todo cuanto durante esos tres años quisieras hacerles ver, oír y entender por medio de todas tus enseñanzas, y no pudieras.


(Continúa en la respuesta siguiente)




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gladysruth

Fecha: 15:27 06/10 2006
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(Continúa VII.IV.5p)



Viendo y entendiendo que, malo como desde su salida del Reino de los Cielos, el hombre, la humanidad, en tanto varón y mujer, quedara convertido, bajo el sometimiento, enseñanzas y sistema de premios y castigos introducido y aplicado por dicho espíritu enemigo sobre sí, hasta tanto el mismo amor, verdad y espíritu del Reino de los Cielos no volviera a reinar plenamente en su corazón, destituyendo de su entronamiento mantenido hasta el momento por dicho espíritu enemigo desde que en el origen lograra sacarlo de Vos, fuera de sí y el glorioso plan pensado para el mismo en Vos, junto a Vos, en el Reino de los Cielos, la única y mejor manera por medio de la cual poder hacerles y hacernos ver, oír y entender lo que por la manera Divina, la buena, inicialmente no pudieras, era la propia de dicho espíritu enemigo convertida desde entonces en propia de los hombres y del mundo en este lugar del Abismo y de la Muerte: la exposición pública.

Siendo además de ese modo, no a ellos, ni a nosotros entonces a quienes quisieras golpear y golpearas, exponer públicamente al desnudo junto con Vos ante el conocimiento de todos con el aceptar terminarlo haciendo de esa única manera que dicho espíritu enemigo en ellos y en nosotros te dejáramos.

Sino a dicho espíritu enemigo entronado e instalado muy zoronda, tranquila y seguramente tanto dentro de ellos, entonces, como de nosotros ahora haciendo que pareciéramos estar en Vos, Padre, Señor Jesús, cuando en realidad si no en todo en mucho de nuestros pensamientos, sentimientos, visón, audición y entendimiento de todas las cosas, manera de ser, querer, creer y obrar era en dicho espíritu enemigo en quienes más dominantemente seguíamos estando y estamos por muy consagrados a Vos que nos encontremos y creamos. Peor aún cuanto más nos creemos. Porque cuanto más nos creemos, más seguros nos sentimos, por ende, más engañados estamos.

Y particularmente en nuestro caso, Daniel, en lo que respecto a nuestro amor de pareja, y a todo amor de pareja, dentro de este designio veía y entendía también hacía. Siendo aún más un amor según los hombres y el mundo, por ende, según dicho espíritu enemigo, que según Dios. Amor, por ende, que tenía que ser probado al extremo para que solo así pudiera llegar a ser en ambos, del uno respecto del otro, a como Vos, Señor, en el principio lo pensaras, querías y predestinaras ser entre Adán y Eva, y en todo o en mucho dejara de serlo desde su caída y destierro del Paraíso. A fin de refinarlo en tu mismo Amor en el Espíritu Santo, despojándolo de todo lo que vieras y entendieras aún tenía en mucho y más de dicho espíritu enemigo que de Vos y de tu mismo verdadero Amor en ambos.

Espíritu enemigo del hombre y de nuestro amor, al que estando en 25 de Mayo me dieras a ver y entender también, Señor, en el Espíritu Santo, llegaba la hora y estaba ahí, en la que de igual manera a como en su momento también Vos vieras y entendieras tener que hacer y finalmente hicieras en el Templo de Jerusalén ante la visión, audición e incomprensión de todos, tenía que terminar de poner totalmente al descubierto en toda la humanidad, Jesús Amado, Daniel amado, desde la inexorable previa pública exposición primera de su existencia en ambos, por muy consagrados a Vos, Padre y Jesús Amado, que por tu sacerdocio ministerial y nuestro sacerdocio bautismal nos encontráramos.


“Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y también a los cambistas, sentados detrás de sus mesas. Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo con ovejas y bueyes, y derribó las mesas desparramando el dinero por el suelo. A los que vendían palomas les dijo: “Saquen eso de aquí y no hagan de la Casa de mi Padre un lugar de negocios.”

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “Me devora el celo de tu Casa.”

Los judíos intervinieron: “¿Qué señal milagrosa nos muestras para justificar lo que haces?” Jesús respondió: “Destruyan este templo y yo lo reedificaré en tres días.”

Ellos contestaron. “Ya demoraron cuarenta y seis años en la construcción de este templo. Y tú, ¿piensas reconstruirlo en tres días?”

En realidad, Jesús hablaba de este otro Templo que es su cuerpo. Solamente cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron lo que él había dicho y creyeron tanto en la Escritura como en estas palabras de Jesús.

Jesús se quedó en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, y muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que alguien le informara de los otros, porque él sabía lo que hay en el hombre.” (Jn. 2, 13-24)

Palabra de Dios


Hasta ese momento, desde el mismo día en que anunciaras, Señor, en Nazaret tu misión, muchas veces los hombres, azuzados inconscientemente en su interior por ese espíritu enemigo y los propios demonios que cada uno tenía y tenemos, quisieron ponerte las manos encima y tenderte todo tipo de trampas para acusarte y condenarte a muerte.

Pero, lleno del Espíritu Santo, por sobre el poder también de dicho espíritu enemigo en tu misma carne, en tu misma humanidad, tras terminarlo venciendo definitivamente como durante los cuarenta días en el desierto lo terminaras venciendo en el Padre por el Espíritu Santo, se los impidieras. Al ver y entender en el Espíritu Santo que aún no había llegado tu hora como para permitírselos.

Permitirles destruir el único verdadero Templo en el que Vivía encarnado Dios. En tu caso, Jesús Amado, Dios Padre, en el Espíritu Santo, venido directamente del Reino de los Cielos. En nuestro caso, en donde vivías y vives encarnado Vos, Dios Padre y Dios Hijo en Dios Espíritu Santo. Dios Espíritu Santo a quien, por ende, venimos a representar todos nosotros. Todos los hombres. La Humanidad entera.

Por ser la que creada y existente en Vos en tu mismo Espíritu en su espíritu en el Espíritu Santo, fuera también de Vos mismo y del Reino de los Cielos de quien originalmente saliera y estaba, existía en este mundo. Siendo, por ende, este, el Templo de nuestro ser en Vos al que tanto entonces como ahora te referías y referís. Mucho más allá aún por encima y dentro de este simple cuerpo carnal que es nuestro cuerpo. Cuerpo dentro del cual no solo moras Vos, Padre, Jesús Amado en el Espíritu Santo, sino también Satanás y todas sus fuerzas oscuras.

Cuerpo que por lo tanto necesita perentoriamente ser destruido, como entonces permitieras se destruyera aquel otro Tuyo. Para por medio de su final total destrucción, de similar manera a como la oruga entrada en su capullo muta en su interior para terminar saliendo y emergiendo del mismo convertida en la más bella de las mariposas, permitirle volver a emerger glorioso desde dentro del mismo, a nuestro verdadero cuerpo humano celestial en Vos en el Espíritu Santo.

Cuerpo celestial humano con el que desde tu final paso por la necesaria pasión, juicio, crucifixión, muerte y final Triunfal Resurrección de entre los hombres y este mundo de debajo del poder, conocimiento y gobierno ejercido sobre los mismos por dicho espíritu enemigo dentro de este otro cuerpo, habremos y ya estamos reinando gloriosamente resucitados en Vos, con Vos, por Vos y para Vos sentados a la derecha del Padre en el Reino de los Cielos

La hora, por ende, de las tinieblas, pero al mismo tiempo de Tu hora, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo. La hora de la Luz. La hora de la triunfal manifestación final ante los apóstoles y toda la Humanidad de la plenitud de tu Gloria. De quienes somos dentro de este cuerpo todos los hombres. Auténticos Hijos e Hijas de Dios en el Hijo y la Hija, en Jesús y María, en el Espíritu Santo.

Siempre y cuando, les dejemos ser. Y no optemos, por el contrario, por propia voluntad y en total conciencia ya de lo que hacemos, en seguir siendo y obrando por medio de este otro cuerpo como auténticos hijos e hijas del Amo de las tinieblas en dicho espíritu enemigo introducido en el origen en nuestro mismo cuerpo terrenal para desde entonces pasarnos a gobernar y llevar de un lado hacia el otro según su propio querer, golpeándonos contra una cosa y otra. Haciéndonos creer y manteniéndonos en el engaño de ser conforme a nuestro propio querer conforme al que obrábamos cuando obrábamos y obramos en contra del original Tuyo para con nosotros, Padre Celestial.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 




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gladysruth

Fecha: 15:29 06/10 2006
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(Continúa VII.IV.5p)



Cuerpo Celestial Humano con el cual terminarte de manifestar ante los apóstoles, en aquel mismo momento, al habérteles de manifestar Gloriosamente Resucitado del sepulcro y de la muerte, luego del inexorable paso previo por todo ese horror de la pasión, juicio, condenación, crucifixión y muerte en manos de Satanás por medio de todo lo malo existente en el corazón del hombre aún poderosamente gobernado por el mismo, que habría de llevarte a terminar asesinando como sabías habría de hacerlo.

Habiendo de estar justamente tu victoria final sobre el mismo, en dejarte hacer, y poner públicamente de manifiesto todo el mal existente en el corazón del hombre, provinente no del hombre mismo, sino de Satanás que era en su corazón en donde se instalara a gobernar el mundo, y lo gobernaba. Atrayendo y absorbiendo desde tu corazón, y en tu corazón, todo el mal existente en el corazón de todo hombre sobre la faz de la tierra.

Combatiéndolo y venciéndolo, no desde afuera sino desde adentro mismo del hombre, Desde donde veías y entendías los tenía poderosa, ciega, sorda y endurecidamente sometido bajo su pernicioso y mortal gobierno, esclavizado a sí por medio de todo tipo de ilusorios y falsos encantos, placeres y gloria.

Y manifestándote Gloriosamente Resucitado ante toda la Humanidad, en esta última hora del paso de la misma por este lugar del Abismo y de la Muerte. Manifestándote Gloriosamente Resucitado sentado y reinando junto al Padre en el Espíritu Santo, por medio de todo cuanto viera y entendieras me enviaras dejarte terminar de hacer por mi medio, y por medio de todos cuantos finalmente creyeran también en esto, en el Espíritu Santo.

Siendo no yo, sino Vos, Jesucristo Crucificado y Resucitado quien volviera a terminar de manifestar y poner por obra de tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo la verdad total venida a descubrir desde el Padre a tu Amada Humanidad perdida del Reino de los Cielos, sirviéndote solo a tal fin, Señor mío y Dios mío, como de un vientre espiritual en el Espíritu Santo para terminarla de concebir y dar a luz para la Humanidad entera en el Espíritu Santo.

Por impura e indigna de Vos y de ello, Señor, que en todo tiempo me sintiera y siento. Que si Vos concibieras, quisieras y predestinaras hacerlo así, Señor, sirviéndote de una jarra de no muy buen material y débil, ¿quién es el hombre para ponerlo en tela de juicio o pedirte explicaciones de ello?

Habiendo de ser así como concibieras, quisieras y predestinaras desde la misma diestra del Padre atravesar los cielos, las nubes, en el Espíritu Santo, revestido nuevamente de la misma Gloria del Padre que en el principio tenías junto a Vos, Padre, sin necesidad de moverte nuevamente de Allí, coronado de Gloria, para volver a manifestarte finalmente Glorioso no solo ya ante tus amados apóstoles sino ante toda la Humanidad.

Por medio de tu final manifestación en la final manifestación en esta última hora de los auténticos hijos e hijas de Dios en el Espíritu Santo. Como por medio de Pablo en su momento quisieras igualmente dárnoslo a saber.

Viendo y entendiendo, así, Señor, que tu hora, la hora a la que varias veces te refirieras, tanto en aquel momento de hacía 2000 años como en el actual, era y habría de ser así mismo la hora de la Verdad. Como Vos sos la Verdad, por ende, tu hora. Tu hora entonces en Vos mismo, y tu hora ahora en todos quienes creyéramos y creamos en cuanto vinieras a anunciarnos desde el Padre en el Espíritu Santo.

La hora de poner de manifiesto a la Humanidad entera quién es quién. ¿Quién es el Justo? Sos Vos, Jesús Amado. ¿Quién el condenado? Es Satanás. ¿Cuál el pecado? No haber creído ni creer en Vos.

La hora, por consiguiente, de hacer y dejarte, como dejarme y dejarnos hacer, Daniel, familia, comunidad, pueblo amado en el Espíritu Santo, de parte del enemigo existente dentro de nosotros mismos, lo que desde tu misma Gloria junto al Padre fueras Enviado, como enviados en Vos, con Vos, por Vos y para Vos por el bautismo en el Espíritu Santo por el Padre igualmente fuéramos, para tu contundente triunfo final, Padre Eterno, sobre dicho espíritu enemigo apoderado y entronado dentro del corazón del hombre, enraizado hasta lo más profundo de su ser.

Poniéndolo y dejándolo totalmente al descubierto dentro de todo hombre, ante el conocimiento de la Humanidad entera.

La hora, por ende, de ya no impedirle al maligno por medio de los hombres que te terminara haciendo todo el mal que no solo desde tu concepción en el vientre por siempre virgen de María Santísima, nuestra Madre, sino desde toda la eternidad, al tomar también el mismo conocimiento del Plan de Salvación, Padre, que trazaras para rescatar a tu Amada Hija perdida del Reino de los Cielos –la Humanidad-, tomando conocimiento, por ende, de tu venida, Jesús Amado, preparada ya desde entonces.

De manera tal que, viendo acercarse la hora de esa que vieras y entendieras habría de ser la última Pascua en lo humano para Vos, Señor, habrías y tendrías que ser Vos Mismo quien te dejaras caer y entregar, conciente, voluntaria, mansa y obedientemente en el entero sometimiento de tu voluntad a la Tuya, Padre Eterno, en manos de dicho espíritu enemigo en su existencia aún también dentro de Vos, en tu carne, en tu humanidad, como en la de todos los demás hombres.

Viéndole y sintiéndole estar siempre latente en tu propia carne, tratándote de tentar hasta el final en el huerto de Getsemaní para llevarte a manifestar al Padre preferir hacer tu voluntad –es decir, la de no tener que pasar por todo eso que ya se venía sobre Vos y estaba ahí- que la Suya.

Pero, imponiéndose finalmente la voz y el querer del Padre en el Espíritu Santo en Vos, Señor, por sobre la voz y querer tentador de dicho espíritu enemigo, que viera y entendiera humano como todos existía también no fuera sino dentro de Vos. Poderosamente enraizado en la humanidad carnal de tu corazón. Siendo por ello que viera y entendiera también que sabiéndolo como lo sabías de Vos mismo, en su momento expresaras a tus apóstoles: “Recen para no caer en tentación, porque el espíritu es fuerte, pero la carne es débil.”

Habiendo de ser dentro de tu mismo corazón, dentro de Vos mismo, por ende, dentro de nuestro mismo corazón, dentro de nosotros mismos, y no afuera –contestándole ni haciéndole la guerra exterior a nadie- en donde habrías, por ende, habríamos y tenemos, que librar tu última, nuestra última, más encarnizada batalla contra Satanás y sus fuerzas oscuras que gobiernan el mundo desde el corazón del hombre.

Manifestándote finalmente, Padre, que si no era posible hacer pasar ese cáliz –todo ese mal y batalla interior que finalmente vieras y entendieras te esperaba llevar a cabo en esa hora contra el enemigo, más interiormente que exteriormente; para que interiormente el mismo no te terminara haciendo caer en la tentación de querer librarte y bajarte de la cruz que vinieras a buscar y llevar por toda la Humanidad caída bajo su poder- como parte de tu voluntad, Padre, de la misión que fueras enviado a realizar entre los hombres, para darles ejemplo de lo que de ahí en más esperabas, Padre, también de todos ellos, de todos nosotros, que se hiciera entonces tu voluntad, Padre, y no la Tuya, Jesús Amado.

La hora de desoír todas las demás voces. Tanto exterior como interiormente. Para sobretodo a partir de allí ser solo Tu voz, Padre Eterno, la única que se terminara imponiendo y escuchando hasta el final en tu corazón.

La hora, por ende, de saber ser y tener en Vos mismo, Jesús Amado, en Vos Padre, en tu corazón Divino, Jesús, en el Espíritu Santo, un corazón manso y humilde en total contraposición con tu también corazón carnal que al igual que el corazón carnal de todos los hombres, sometido al imperio del Amo de este mundo y sus fuerzas oscuras desde su caída bajo su poder en el origen, era y no dejaba de instarte constantemente a ser y demostrar tener un corazón rebelde y soberbio semejante al suyo contra tu voluntad y Plan tenido para la Humanidad entera, Padre Eterno.

Un corazón en el cual terminara venciendo hasta el fin el bien sobre el mal. Vos, Padre, sobre Satanás, en el Espíritu Santo, de una vez y para siempre. Viendo y entendiendo que aunque eras Santo en Vos mismo, no lo volverías a ser en toda la plenitud en que en el Reino de los Cielos lo eras y sos, no considerándote, por ende, santo –siendo como eras y sos el único Santo por excelencia- hasta tanto no terminaras de despojarte para siempre de Satanás y su imperio de la muerte, por medio del terminar de dar totalmente muerte al mismo en tu corazón, dando muerte a tu corazón carnal, humano, mundano.

Para solo así pasar a tener un corazón humano enteramente Divino, Santo, en el Espíritu Santo y ya en nada en dicho espíritu enemigo. Un corazón humano enteramente Divino, plegado y adherido plena y nuevamente en un todo solo al Tuyo, Padre, por medio de la única observancia y cumplimiento de tu voluntad, Padre, y no la del enemigo en la tuya, Jesús Amado.

“Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Hazlos santos según la verdad: tu Palabra es la verdad.

Así como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo, y por ellos voy al sacrificio que me hace santo, para que ellos también sean verdaderamente santos.” (Jn. 17, 16-19)

Palabra de Dios


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 15:31 06/10 2006
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(Continúa VII.IV.5p)



Para lo cual, vieras y entendieras, Jesús Amado, para hacer que la hora de las tinieblas llegara a partir de ese momento sobre Vos, tus apóstoles, el pueblo y humanidad, para terminar de llevar a cabo en total sometimiento a la voluntad del Padre lo que fueras enviado y vinieras a cumplir entre los hombres para su rescate y liberación definitiva y universal de dicho espíritu maligno apoderados de ellos –de nosotros, de nuestra humanidad-, tenías que dejar suelto a dicho espíritu enemigo.

Tenías que soltarlo, tanto dentro como fuera de tu Humanidad, para que descargara sobre Vos, sobre tus apóstoles, sobre tu pueblo y humanidad, todo cuanto a partir de allí habrías de permitirle descargara, por así convenir permitírselo para consumación total del Plan de Salvación trazado para sacar a la Humanidad de debajo del poder del mismo de una vez y para siempre.

Viendo y entendiendo ser también exactamente eso, lo que desde los últimos meses de estadía en 25 de Mayo me hicieras ver y entender a partir de allí necesitabas y querías que te dejara hacer por mi medio en el Espíritu Santo para presentar tu defensa en contra de dicho espíritu enemigo, ya no solo ante tus amados apóstoles, sino ante toda la Humanidad.

Que te permitiera hacer tal cosa, antes del encuentro y consumación final del amor y procreación con el varón amado que también a tal fina tenías predestinado al igual que yo en Vos, en tu mismo Espíritu y Corazón en el Espíritu Santo.

Varón del que también a semejanza de José respecto de María y del anuncio que ella recibiera de tu parte, Señor, y a su vez le compartiera, al principio me habría se habría de negar no queriendo tener que ver ni saber nada más de mí ni de todo ello que también llevaba en mi vientre espiritual para dar a luz en su momento en Vos, Amado nuestro Jesucristo en el Espíritu Santo para toda la Humanidad. Pero, que habiendo habido también en él como en José en todo momento respecto de mí y mi amor el más grande de los sí, al final, de igual manera a como José hiciera, habría de decirte que sí, Señor, en el Espíritu Santo diciéndome que sí.

Porque también para el paso previo por todo ello, en tu mismo paso previo por toda la amargura, la angustia, la afrenta, la extrema humillación, la estigmatización, el dolor de la más horrorosa de las pasiones, crucifixiones y muertes dadas por Satanás en este mundo a los hombres, antes de la Gloria final de la triunfal Resurrección, aceptara beber y bebiera en Ushuaia aquella gloriosa noche inicial en el compromiso extremo de nuestro amor, Jesús Amado, de tu misma copa bebida entonces por Vos, hasta su última gota.

La gota de la mayor de las amarguras y angustias total. Como de igual manera antes que la gloria final del amor en Vos con dicho varón amado, prometido y predestinado, tenía que saber beber hasta la última gota. Por terriblemente ácida, odiosa, dolorosa que con tan solo vislumbrarlo me resultaba.

Porque solo así habría de permitirte terminarme de hacer ver, oír y entender, Jesús Amado, en el Espíritu Santo lo que todo aquello significara para Vos, por ende, quisieras significar para todos tus apóstoles de entonces, como para sus actuales sucesores, autoridades y laicos del pueblo en particular al que a tal fin me enviaras en la Iglesia Católica, como para todo tu Pueblo primero y último y en la Humanidad entera en el Espíritu Santo.

Permitiéndote ser así Vos mismo, de tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo quien viniera a terminar de presentar tu defensa ante tu Amada, la Humanidad, contra dicho espíritu enemigo que la tenía cautiva. Para de ese modo terminarlo de vencer y rescatarla toda a una de su infernal poder de una vez y para siempre.

Tenía que dejarlo suelto y obrar libremente dentro de mí, sin contenerlo ni impedírselo ya, sabiendo que no obstante ello no habría de dejar de estar igualmente y por sobretodo en Vos, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, jamás, habiendo de ser cuando mucho más grande habrías de estar en mí y conmigo ante el mismo y los demás hombres por totalmente vencida y destruida que pareciera terminar quedando ante la visión y entendimiento de los demás por dicho espíritu enemigo.

Dejándolo obrar libremente en mí, para desde mí permitirte suscitar y sacar de sí en los demás el mismo mal espíritu enemigo existente en el corazón de todos los hombres. A fin de hacer que lo que tenía que producirse se produjera para exponerlo públicamente al desnudo mediante la pública desnudez de todos nuestros pecados, comenzando con dar a conocer, ya no solo a vos, Daniel amado, ni solo a vos, pueblo católico, sino a tu Pueblo, Padre, Jesús Amado, en toda la Humanidad en el Espíritu Santo, todo lo malo y pecador existente también en mí. Como en todo nosotros, en todo este pueblo, por muy bautizados y consagrados en Cristo que todos nos encontráramos como nos encontrábamos y encontramos. De manera tal que nadie estuviera ya seguro de sí mismo.

Viendo y entendiendo fuera lo que entonces quisieras hacer e hicieras al hacerte un látigo para expulsar con el mismo a los comerciantes del Templo. Dejando de obrar de la manera Divina en la que hasta allí en un todo tan solo obraras, manifestando a los hombres todo tu amor, tu paciencia, tu dulzura, tu bondad, tu ternura, tu comprensión, para pasar a obrar de la manera en que no Dios, no Vos, sino dicho espíritu enemigo obra y ejerce todo su poder e imperio en este mundo a través de nuestra humanidad. A través del espíritu de la ira. Siendo como la ira no es propia de Dios sino de dicho espíritu enemigo en los hombres.

Queriendo hacer y haciendo lo mismo a través de las duras palabras que luego les dirigirías igualmente a los maestros de la Ley y fariseos. Sabiendo haber de suscitar con tal airado acto y palabras el mismo mal espíritu de ira existente dentro de ellos a tal punto que esa vez sí habrías de permitirles caer en lo que sabías que como consecuencia de tales insoportables y chocantes actos y palabras cuestionando y poniendo en tela de juicio su misma autoridad y poder recibido de parte de Dios y tenido hasta el momento sobre y frente al pueblo, dicho espíritu enemigo gobernante aún de su corazón por encima de Vos, Padre, Jesús Amado, les habría de llevar a maquinar.

Palabras, que fueran estas:

“Por eso, hay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas!
Ustedes cierran a los hombres el Reino de los Cielos. No entran
ustedes ni dejan entrar a los que se presentan.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes recorren mar y tierra para lograr la conversión de un pagano y, cuando se ha convertido, lo hacen hijo del demonio, mucho peor que ustedes.

¡Ay de ustedes, guías ciegos! Ustedes dicen: Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sí. ¡Torpes y ciegos! ¿Qué vale más? ¿El oro del Templo o el Templo que lo convierte en un tesoro sagrado? Ustedes dicen: Si alguno jura por el altar, no queda obligado; pero si jura por las ofrendas puestas encima, queda obligado. ¡Ciegos! ¿Qué vale más lo que se ofrece, o el altar que hace santa la ofrenda? Y el que jura por el altar, jura por el altar y por lo que se pone sobre él. Y el que jura por el Templo jura por él y por Dios que habita en el Templo. Y el que jura por el Cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo de todo, sin olvidar la menta, el anís y el comino, y, en cambio, no cumplen lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Estas son las cosas que deberían observar, sin descuidar las otras. ¡Guías ciegos! Cuelan un mosquito, pero se tragan un camello.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes llenan el plato y la copa con robos y violencias y, por encima echan una bendición. ¡Fariseo ciego! Haz que sea puro el interior y, después, se purificará también el exterior.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas! Pues ustedes son semejantes a sepulcros bien pintados que tienen buena presencia, pero por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre. Ustedes también aparecen exteriormente como hombres religiosos, pero en su interior están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos. Ustedes dicen: Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos consentido que mataran a los profetas. Así que ustedes mismos lo confiesan: son hijos de quienes asesinan a los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!

¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo lograrán escapar de la condenación del infierno? Desde ahora les voy a enviar profetas, sabios y maestros, pero ustedes los degollarán y crucificarán, y a otros los azotarán en las sinagogas o los perseguirán de una ciudad a otra.

Pues tiene que recaer sobre ustedes toda la sangre inocente que ha sido derramada en la tierra, desde la sangre del Santo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Barequías, al que mataron en el altar dentro del Templo. En verdad les digo que todo esto recaerá sobre la actual generación.” (Mt. 23, 13-36)

Palabra de Dios


No callándote ni cuidándote de expresarles ya nada de todo cuanto veías y entendías estaba terriblemente mal dentro de ellos y en sus prácticas y creencias religiosas. Por medio de las cuales veías y entendías tenían sometido al pueblo a cosas que en su gran mayoría ni ellos mismos podían cumplir ni cumplían. Dando más valor e importancia a cosas que en comparación con el verdadero Templo que eras y sos Vos en Vos mismo y en todos nosotros, no tenían ni tienen para el Reino de los Cielos y los Seres Celestiales la más mínima de las importancia. Sino solo para el juicio y los seres humanos.

Habiendo de demostrar tener suma consideración de ese simple edificio de piedra que en un santiamén podía venirse abajo y si Vos querías no volverse a construir nunca más, pero demostrando no haber de tener la más mínima consideración de lo que estaban ya maquinando hacer con el verdadero Templo en el que moraba Dios, el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

Diciéndoles finalmente todo lo que airadamente les terminara diciendo, porque, habiéndotelo ya anunciado el Padre por medio de Moisés y Elías en el Tabor en el momento de tu Transfiguración ante Pedro, Juan y Santiago, antes de subir a Jerusalén, encontrándote ya en el lugar, vieras y entendieras en el Espíritu Santo que llegaba la hora de las tinieblas y ya estaba ahí, en la que ya no tenías que seguir sujetando ni dentro Tuyo ni en los demás ese espíritu enemigo de Dios y de los hombres que llevara y llevaba a poner a los hombres contra Dios y entre sí, manteniendo y perpetuando un engañoso estado de paz conveniente a dicho espíritu enemigo de total injusticia por el imperio de unos y el sometimiento de otros.

Engañoso estado de paz propio del enemigo y de este mundo, de los hombres, durante el cual todo parecía estar falsamente bien, prevaleciendo en el fondo y en lo visible todo tipo de malos entendidos, malas interpretaciones, discordias, represalias, enemistad, conflictos, peleas. Porque mientras no llegara a volver a haber verdadera Justicia Divina de igualdad de derecho entre todos los hombres, sin distinciones ya de ninguna índole, nunca iba a reinar la verdadera Paz. La Paz conforme a como Vos en el Reino de los Cielos la concibieras, quisieras y pusieras en un principio también en nuestros corazones. Cuando aún estábamos en Vos. Verdadera Paz en Vos en el Espíritu Santo, por ende, que todos anhelamos, buscamos y esperamos ansiosamente solo en Vos volver a reencontrar y abrazar.

No descansando entonces Vos, Jesús Amado, Maestro Amado, ni yo ahora, en tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo hasta tanto no ver, entender y creer haberla terminado de reencontrar y abrazar para todos los hombres. Para toda la Humanidad en la más total igualdad sin diferencias de superioridad ni inferioridad ya de la más mínima índole. Conforme a tu querer y no al querer humano. Amén. Amén. Amén.

Llegando la hora de dejarlo totalmente suelto. Por haber de ser así como habrías de terminar de ponerlo al descubierto y vencerlo para siempre dentro del corazón del hombre. Liberándolo del mismo de una vez y para siempre.

Aunque aún por aquel tiempo la humanidad tendría que seguir esperando aún otros dos mil años más, para que tal descubrimiento y vencimiento terminara de consumarse en toda la humanidad por medio del testimonio y defensa de tu causa, Señor Jesús, que habrías de enviarme a terminar de dar en tu mismo Nombre, Persona y Espíritu en el Espíritu Santo, por medio de los hechos que habrías de llevarnos a vivenciar a partir de esa hora durante los cinco años siguientes junto con vos, Daniel amado y con toda mi familia, en primer lugar, así como con toda la comunidad de San Antonio de Padua de Plottier y todo el pueblo católico en el mundo entero, para gloria de Dios Padre.

Conviniendo finalmente dejarlo totalmente suelto tanto en Vos como en los demás, a tu alrededor, como ese otro momento en mí en el Espíritu Santo estando en 25 de Mayo a imitación Tuya también en todo ello viera y entendiera me llamabas y enviabas a dejar hacer como tu servidora en el Espíritu Santo en ese momento. Dejándolo obrar y llevar a cabo libremente todo el mal que quisiera y le permitieras dejar hacerte, hacerles, hacerme, hacernos, en nuestro más basto conjunto en Cristo, para mayor bien y gloria también de toda la restante Humanidad, tu Amada, nuevamente junto a Vos en el Reino de los Cielos, querida terminar de rescatar definitivamente del mismo de esa única manera. Amén.



¡GLORIA A VOS, PADRE, SEÑOR JESUCRISTO, ESPÍRITU SANTO, POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN. AMÉN. AMÉN.

(Continúa en la siguiente respuesta)

Los abrazo en Jesús y en María en el Espíritu Santo.

Bendiciones para todos.


¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!


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gladysruth

Fecha: 11:18 06/12 2006
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VII.IV.6p



Espíritu enemigo que, luego de padecerlo luchar encarnizadamente con Vos, Señor Jesús, entre su querer y el Tuyo, como dos leones embravecidos, tiniendo de rojo mis entrañas durante toda la vida pero principalmente durante los dos años y medios que pasara en Ushuaia, creyera y me sentía totalmente segura de haber vencido y expulsado ya de mí en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, con el sí final aquella victoriosa noche final en Ushuaia te diera. Siendo finalmente Vos, Jesús Amado y no el diablo, quien terminara venciendo e imponiéndose con tal total consentimiento y respaldo en mi ser y querer desde entonces, sintiéndome consubstanciar a partir de ese momento cada vez más y más con Vos en el más absoluto de los todos en el Espíritu Santo.

Pero, si veía y entendía me pedías volverlo a soltar dentro de mí, ¿significaba entonces que aún estaba en mí, que no lo había expulsado totalmente de mi con el sí final que te había dado en Ushuaia tal como lo creyera y sintiera? ¿Qué aún no lo había vencido?

Vi y entendí que vencido sí. Que en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en mí a partir del sí que aquella gloriosa noche te diera, semejante a la misma que pasaras en el huerto de Getsemaní en oración con el Padre, de similar manera a como en ese momento lo vencieras haciendo imponer terminantemente en Vos la voluntad del Padre por sobre la tuya, como de igual manera hiciera aquella noche en Ushuaia haciendo imponer con mi sí terminantemente tu voluntad, Padre, Jesús Amado, sobre la mía, sí lo había vencido en el Espíritu Santo.

Pero no expulsado de mí. Porque de hecho era y sería un huésped indeseable de todo ser humano en este mundo, más aún de todo amante y enamorado del Reino de los Cielos que no nos dejaba ni habría de dejarnos –como con Vos y en Vos mismo, en tu misma humanidad, con tu misma humanidad quisieras demostrarnos con tu necesario sacrificio final para terminarlo solo de vencer con tu muerte física, no lo hiciera- hasta el día en que nuestra humanidad y cuerpo, nuestra morada, termine de mutar, de cambiar, transformándose definitivamente de un cuerpo terrenal y mortal en un cuerpo celestial e inmortal en el Espíritu Santo.

Mientras que hasta tanto ello no sea el más real de los hechos también para nosotros como quisieras demostrarlo con tu propia total transformación, más bien, transfiguración final de gloriosa Resurrección, queriéndonos demostrar con ello que habiendo sido posible para Vos, humano como al igual que todos nosotros fueras y eras, tras despojarte de toda tu Divinidad primera en el Reino de los Cielos al lanzarte a este abismo en nuestra búsqueda y encuentro, también para nosotros habría de serlo si realmente creíamos en ello, dicho espíritu enemigo habría de seguir estando conviviendo con nosotros en Vos, Padre, Jesús Amado, compartiendo la misma morada que en este mundo cohabitamos.

Suelto él y encadenado, por ende, tu mismo Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo en nosotros, recluido en las celdas más remotas de nuestro inconsciente ser. O bien, por el contrario, encadenado y recluido él en las celdas más remotas de nuestro conciente ser, suelto, en total libertad de acción y gracia tu Santo Espíritu dentro de nosotros, en nosotros.

Siendo, por consiguiente, lo que en Ushuaia había finalmente hecho en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en el Espíritu Santo respecto del mismo, Señor. Te había dado el sí para soltarte, comenzar a aletear y obrar libremente en mi ser en el Espíritu Santo, haciendo y deshaciendo dentro de mí de la manera en la que mejor lo creyeras necesario y conveniente para terminarme de hacer a tu imagen y semejanza Divina en le más absoluto de los todos, echando fuera de mí todo lo que supieras no era Tuyo sino del diablo en mí, dejándome hacer día y noche en tus manos como el barro en manos del alfarero.

A fin de que pudieras hacer y sacar de mí todo lo mejor de lo mejor no solo para mí, sino también para Vos, para el Reino de los Cielos y para toda la Humanidad. Atando, encadenando, haciendo descender y recluir a Satanás en las celdas más recónditas de mi ser. No queriendo volver a tener que ver ni saber del mismo nunca más en mi vida. Suplicándote día y noche desde entonces no permitieras, Amado mío, que volviera a engañarme y hacer caer en ninguna de sus sutilezas, engaños, trampas y mentiras.

De manera tal que tras tu definitivo triunfo logrado dentro de mí por sobre el mismo en Ushuaia, en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, con mi sí, lo había encadenado, bien encadenado, echado y recluido a las máximas profundidades de mi abismo interior. Desde donde, no obstante haberlo ya vencido con Vos, al hacerme una con Vos en el Espíritu Santo en Ushuaia, de similar manera a como también con Vos en todo tiempo siguiera haciendo desde que antes de dar inicio a tu misión pública entre los hombres y ante el mundo lo vencieras al término de los cuarenta días que pasaras sumido en oración y meditación como los dos años y medio que también en Ushuaia estuviera antes de dar inicio a mi misión en tu misma misión pública entre los hombres y ante el mundo, igualmente lograra y lograba, aunque débilmente, desde su profunda reclusión en mi ser seguir haciendo oír su tentadora voz.

Buscando en todo tiempo confundirme, llevarme al error y perder nueva y definitivamente de tu amor, gracia y santidad, Jesús Amado, llamándome a soltarlo, a dejarlo suelto por ser todo eso otro a lo cual también veía y sentía él me llamaba a hacer y dejar ser en mi ser, parte también de mi ser. Llamado de su parte que en mi caso veía, entendía y sentía pasaba principalmente por lo sexual. Sabiendo como sabía ser ese mi punto débil. Mi talón de Aquiles.

Sexualidad, que personalmente contuviera en mi ser toda la vida. Sexualidad que en todo tiempo le sintiera llamarme a no reprimirla sino dejarla ser.

Contención y represión que por mi parte pasaba por ver, entender, sentir, creer y querer toda la vida guardarme en virginidad y castidad en la medida de lo posible primero y principalmente solo para Vos, Jesús Amado, o humanamente, si así igualmente lo querías para mí, como desde que tuviera uso de razón viera y entendiera de Vos se me dictaba guardarme en el Espíritu Santo para un varón que me tenías predestinado y para el que me tenías predestinada en tu mismo Espíritu, corazón y amor desde toda la eternidad y para toda la eternidad.

Buscándolo y tratando de esperarlo exigiéndome al extremo toda la vida por esperarlo de esa única manera, que en Vos, Jesús Amado, veía y entendía era la única manera concebible, por ver y entender tener que ser como a Vos mismo en dicho varón a quien tenía que buscar y esperar guardada en virginidad y castidad de similar manera, casto, e incluso virgen, como toda la vida viera, entendiera y creyera Vos fueras y eras. Pues, no podía ser que habiendo sido Vos, casto, y virgen creía, siendo Tuya y totalmente unida a Vos como desde pequeña me sintiera y supiera, no podía ser que yo fuera de otra manera.

No obstante serlo. No obstante haber permitido, Señor, también desde los diez años que fuera tomando justa conciencia de no ser una santa sino una pecadora lo que había en mí. Viéndome y sintiéndome llamada y llevada tempranamente por la curiosidad y tentación a comenzar a explorar y sentir placer con tocar mi cuerpo. Lo cual, luego de saber por el catecismo ser visto y tenido como pecado, como un pecado que si caía en ello tenía que confesar ante un sacerdote, provocándome terrible vergüenza la sola idea de ponerme ante un hombre para confesarle tal debilidad, que me hacía verme y sentirme como el ser más falso y pecador de toda la tierra. Por aparentar ante todos ser una santa, sabiéndome tenida por todos como tal, cuando en lo oculto yo sabía que no lo era. Peor aún. Temía nunca llegarlo a ser.

Cada vez que al sentirme llevada a caer en ello una y otra vez por más que me propusiera firmemente no volver ni querer caer en ello nunca más, pidiéndote, Jesús Amado, me dieras las fuerzas necesarias para ser más fuerte en Vos que esa otra fuerza que veía y sentía terminaba siendo siempre más fuerte que yo, llevándome a caer incesantemente en lo mismo, causándome gran placer en su momento, pero el más odioso de los ascos y la más grande de las broncas conmigo misma, por ser tan débil, por no poder ser más fuerte que esa odiosa fuerza contraria que arrastrándome a caer en ello una y otra vez me hacía ver y sentir no virgen, ni casta, ni puro como veía y entendía Vos eras y me querías, Jesús Amado, a semejanza tuya, María, Madre mía.

Hasta que tras suplicarte, implorarte, clamarte no permitieras volviera a caer en ello nunca más, pidiéndote que antes de volver a ser tan débil como para ser arrastrada a lo mismo me dieras muerte, un día, hacia los trece años sentí la dicha, el gozo inexpresable de haber llegado a ser lo suficientemente fuerte gracias a Vos, Jesús, como para aplastar bajo mi pies tal fuerza y debilidad que terminara haciéndome ver y sentir como un ser sin voluntad, como una esclava, la peor de las esclavas, si no lograba tener fuerzas suficientes como para sobreponerme e imponerme en Vos, Jesús y María, sobre tal pecado de una vez y para siempre.

¡Qué alivio tan grande comencé a experimentar y experimentara a partir de tan grandioso triunfo luego de ello durante años! Para desde entonces hasta el 2001 volver a caer en ello en tan pocas veces como las podidas contar con los dedos de una mano entre muchos años de por medio entre una caída y otra. Caídas entre las cuales se produjera aquella otra también única vez que lo hiciera con otra persona, con aquel hombre a los 23 años, de la más odiosa manera aún en la que terminara resultando.

Llegando a ver y sentir el sexo como la peor de todas las vanidades. Como algo totalmente secundario en la vida de una persona y en la relación de una pareja. Viendo y entendiendo que lo más importante de todo era que antes que nada primara y mediara en la pareja un amor más espiritual que carnal. Comunión total de espíritus. Creyendo que solo el amor que nacía, se alimentaba, crecía y expandía en una comunión de espíritus entre dos seres era verdadero llegando a ser eterno.


Cimentado en los pequeños gestos y detalles. En los besos y caricias. En el estar tomados de la mano, o recostado el uno contra el pecho del otro contemplando juntos una puesta de sol o el ocaso, recostados sobre la arena, sobre la hierba fresca en medio de una pradera llena de sencillas, multicolores y aromáticas flores…compartiendo y viviendo a pleno juntos la palabra de Dios encarnada en nuestra propia vida y en nuestro propio amor…

Hasta que quisieras, Señor, concederme la gracia de conocerte y enamorarme de vos, Daniel amado, como terminara enamorándome. Hasta el tuétano. Concediéndome junto con la gracia de este amor, llevarme a ver, entender y creer que si bien el verdadero amor se fundamenta en todo eso, de igual manera lo hace en la confluencia, plasmación y plena manifestación final de todo ese amor en el más maravilloso acto sexual experimentado por ser humano jamás: como degustación final del más delicioso de los frutos del más bello y auténtico de los amores nacido, alimentado, crecido y tendiente en y hacia tu mismo Amor, Jesús Amado, puesto en el Espíritu Santo en nuestros corazones dentro del mismo Plan Original de amor y procreación que en el principio pensaras, quisieras y predestinaras llevar a cabo en tu Amada Humanidad entera. Amén. Amén. Amén.


(Continúa en la respuesta siguiente)



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gladysruth

Fecha: 11:19 06/12 2006
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(Continúa VII.IV.6p)


Amor en el que veía y entendía en Vos, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo en y con ambos, me haría ver y sentir en tus amados brazos, Daniel amado, la mujer más dichosa de la tierra, haciéndote en los míos asimismo el varón más dichoso de la misma.

Amor plenamente en Vos, Señor Jesús, en el Espíritu Santo, que sin embargo hasta el 2001 no podía aún llegar a ver, entender, sentir, concebir y creer así en Vos, si no solo en la primer parte de su concepción, viendo y entendiendo como hasta el 2001, e incluso hasta el 2002 y 2003, siguiera viendo el acto sexual como algo malo, no querido por Vos, Señor, para los hombres.


Por ver y entender que según la concepción imperante fuera la causa de tentación, caída, pérdida y destierro de la humanidad de tu lado en el Paraíso. Hasta que comenzaras a hacerme ver y entender, Señor, estando en 25 de Mayo que no residiera en ello la causa de perdición del hombre del Reino de los Cielos. Sino en haber desobedecido éste tu mandato original de no comer, es decir, tomar del fruto del árbol prohibido, que no era el sexo, sino el poder y conocimiento Divino respecto de todas las cosas.

Pero hasta allí, había creído que la culpa de todo la había tenido y la tenía el sexo. Siendo por medio del mismo que dicho espíritu enemigo hiciera y hacía caer a los hombres fuera de tu voluntad, Padre Eterno, en perdición y pecado. No queriendo caer ni llevarte a caer, Daniel amado, luchando en todo tiempo a brazo partido contra vos y contra mí misma, en la misma causa de tentación y pecada en la que creía en el origen Eva cayera y llevara a caer a Adán, a toda la Humanidad y Creación consigo fuera del Plan de Creación de Dios para con ambos y toda ella.

Más aún, viéndome y sintiéndome llamada constantemente por dicho espíritu enemigo a hacer mi propio querer por sobre el Tuyo. A vivir mi vida. El amor. A olvidarme de todo esto otro que estaba realizando y quería realizar en paralelo, que desde Ushuaia creía obsesamente Vos me enviaras a hacer, siendo en Vos que lo hacía cuando en realidad no era así sino solo producto de mi imaginación y figuraciones mías...

...no tratándose de otra cosa que de la peor de las enfermedades y locuras dentro de las que me encontraba atrapada, volviéndome vieja y estéril totalmente encerrada y abocada de lleno en el discernimiento y ejecución de tal cosa por toda la humanidad, que a la humanidad no le importaba ni le habría de importar jamás en lo más mínimo...

...viendo y dejando pasar los días, los meses, los años...la juventud... no llegando a amar ni ser amada, ni ser madre jamás, creyendo y esperando en la consumación de una promesa Divina que al final nunca vería realizada; habiendo de verme y sentirme el ser más infeliz, fracasado, frustrado, estéril y arruinado de la tierra; viéndome y quedándome sola para siempre...

…pasando todo tipo de privaciones, de renuncias, de sacrificios, de carencias... ¿para qué? ¿por un sueño imposible...por una utopía... por un falso ideal...? ¿Valía la pena?...

...¿Estigmatizarme, vivir y morir crucificada como Vos, Jesús Amado, mi Maestro, Rey y Señor, cuando, de qué sirviera tu sacrificio por una humanidad, que en su inmensa mayoría ni siquiera le importara que te sacrificaras por amor por ella como lo hicieras? ¿Qué sentido entonces sacrificarme por una humanidad que siendo la misma por la que hacía 2000 años te sacrificaras no habría de importarle tampoco mi sacrificio por ella en absoluto?...

Una mujer estúpida, eso era lo que era...vivir para nada...desperdiciar mi vida clavada a una cruz para nada...al final...al igual que Vos, Jesús Amado...para nada...porque si las cosas en el mundo no cambiaran con Vos y tu sacrificio por el mismo, mucho menos cambiarían con las que personalmente pudiera llegar a hacer, habiendo de seguir permaneciendo como permanecieran durante milenios…

Sí. En todo tiempo había sentido y me había sentido bajo su tentación constante, afilada, punzante, dolorosa... Llevándome a detenerme la más de las veces a cuestionarme seriamente si no era ni habría de ser así. Si valía la pena seguir adelante...si todo esto que creía estar haciendo en Vos, Jesús Amado, era verdad...y si era verdad... si al final tendría sentido y no me vería terriblemente engañada, defraudada, frustrada, decepcionada...

Obteniendo como única respuesta de tu parte, Jesús Amado, que eso no lo podía ni podría saberlo a ciencia cierta, sino solo en la fe, hasta el final. Siendo algo que me pedías permitirte hacer por mi medio para toda la humanidad solo creyendo. Si creía. Si tenía fe. Porque también de eso se trataba todo eso. Si te creía y creía en Vos, tenía que creer que todo era verdad y que al final todo se consumaría como viera y entendiera manifestármelo para llevárselo a manifestar a los demás de tu Espíritu a mi espíritu en el Espíritu Santo, aunque ese espíritu enemigo latente igualmente tentadoramente siempre en mí en mi carne y en la razón tratara de hacerme ver y creer todo lo contrario.

Porque de hecho, vi y entendí, también a tal respecto pasaras por lo mismo. ¿Cuándo?. Vi y entendí en innumerables momentos a lo largo de toda tu vida en este mundo. Pero, sobretodo en aquel momento, el peor y aparentemente más eternamente prolongado momento de padecimiento insufrible tenido que pasar desde el momento en que te dejaras encadenar por el enemigo en el huerto de Getsemaní hasta aquel momento clavado y colgado en la cruz en el que viéndote y sintiéndote final y momentáneamente decepcionado, como si todo hubiera sido el más grande de los fracasos...

...ver y sentir pasar las horas sumido en la más intolerable de las afrentas y humillaciones sin causa de tu parte como para verte sometido a todo ello, sino solo por amor, fe y esperanza en y por la voluntad del Padre como en y por toda tu Amada Humanidad... llevándote finalmente a exclamar: “¡Padre, ¿por qué me has amandonado?” Luego de lo cual todo se terminara cumpliendo tal y como el Padre te lo prometiera, saliendo gloriosamente resucitado del sepulcro, manifestándote finalmente victorioso, tal y como desde el Padre les habías dicho sería, a tus amados apóstoles.

De manera tal que, aunque el enemigo me siguiera tentando tanto desde su reclusión en lo más profundo de mi ser como desde los demás a dudar, detenerme, volverme atrás en lo que desde Ushuaia hasta allí hiciera y estaba haciendo en Vos, sin tener ninguna manifestación visible jamás, ni tener ninguna certeza científica de ser realmente tu misma misión la que estaba llevando a cabo y no algo que al final no desembocaría en nada fructífero para mayor bien y liberación de toda la humanidad, sino creyendo que siendo en Vos en quien tenía puesta toda mi confianza, mi amor, mi esperanza, sin duda al final también conmigo, luego, con nosotros, Daniel, vi y entendí, todo habría de acontecer tal y como se me permitiera vislumbrarlo, creerlo, anunciártelo y anunciárselos.

Si caminaba y me mantenía caminando siempre y solo en la fe en la consecución de algo que aunque en lo visible y humano aún no era, viera ni veía, pero sabiendo, por ende, creyendo que en lo invisible y Divino ya era un hecho totalmente consumado desde toda la eternidad y para toda la eternidad, la fe adquirida y fortalecida día a día al golpe de las más ardientes pruebas, en la paciencia y perseverancia haría que al final todo llegara a ser posible de la manera en que lo creyera.

Por totalmente abandonada, solitaria, fracasada, frustrada, decepcionada, engañada, arruinada, envejecida, desgastada, acabada, aniquilada, muerta y sepultada que al término de todo ello al igual que Vos me terminara viendo y sintiendo, durante el necesario paso previo por la pasión, crucifixión y muerte de nuestro propio querer en nosotros y en nuestro amor, Daniel amado, para que en un todo se terminara consumando solo de acuerdo al Tuyo, Señor, como Vos, Jesús Amado, en un todo lo querías, no solo para nosotros, sino para la humanidad entera.

Habiendo, por ende, de vernos y sentirnos al final, amor, el varón y la mujer más bendito, lleno de gracia y dichoso de toda la tierra, en Dios, con Dios, por Dios y para Dios en el Espíritu Santo en ambos, si creíamos. Si creíamos. ¿Creías, amor? ¿Podías creer en todo esto que a durísimas penas trataba de compartirte para que te dispusieras y abrieras a pleno también en la espera de su consumación final en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo en el Espíritu Santo, junto conmigo?

Pero, para que ello al final pudiera llegar a ser posible también para nosotros –por ende, para toda una multitud junto con nosotros, Daniel- como para Vos, Amado nuestro Jesucristo, lo fuera, luego del necesario paso previo en mansedumbre, fidelidad y obediencia total a la voluntad del Padre por la pasión, juicio, crucifixión y muerte, al salir y manifestarte gloriosamente resucitado de la muerte y del sepulcro ante tus apóstoles y la restante humanidad, no viéndote al final decepcionado en nada conforme lo creyeras y anunciaras acontecería, teníamos, Daniel amado, pueblo amado, que padecer mucho. Tanto o más, de lo que con aquellos primeros doce entonces padecieras.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 




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gladysruth

Fecha: 11:23 06/12 2006
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(Continúa VII.IV.6p)



Comenzando con dejarme hacer de tu amada parte, Jesucristo Amado, como tu amiga, amada, novia, esposa, todo cuanto más, y antes del amor y de ser madre, necesitabas por mi medio igualmente hacer para mayor bien y gloria no solo de tu Nombre, y mía junto a Vos, sino de toda la Humanidad nuevamente en Vos en el Espíritu Santo.

Dejándote, como el Amado, Novio y Esposo en el Espíritu Santo que dejaras a dicho espíritu enemigo del Reino de los Cielos existente en todo corazón humano desde nuestra caída y destierro del Paraíso, por ende, también en el mío, por mucho y más que desde Ushuaia me permitieras verlo, sentirlo y creerlo total y definitivamente vencido en mí por Vos, Jesús Amado, a raíz de tu triunfo final logrado sobre el mismo aquella gloriosa noche en aquel departamentito frente a la bahía de Ushuaia, nuevamente suelto dentro de mí. Pero teniendo esta vez total conciencia de que todo lo malo que a partir de allí habría de pasarme, no era ni sería nunca de tu parte que me acontecería sino del mismo. Por así convenir permitírselo para terminar de ponerlo al descubierto dentro de todo hombre. Exposición pública por medio de la cual te habría de permitir, Señor, terminarlo de vencer definitivamente en la conciencia y conocimiento de tu Amada Humanidad.

Para desde su existencia totalmente suelta nuevamente dentro de mí llamarlo a soltarse y dejarlo suelto de igual manera en los demás. Principalmente en todos cuantos directa o indirectamente fueran llamado y enviados junto conmigo como bautizados en la persona de Cristo, tanto a nivel familiar, comunitario como popular, a tener y tomar parte con vos y conmigo, Daniel amado, en la consumación y presentación final ante toda la restante humanidad de este testimonio en Cristo Jesús en el Espíritu Santo, llamados y enviados a llevar a cabo también como pareja humana como paso necesario previo en Cristo para la gloriosa triunfal resurrección y consumación final de nuestro amor en el Espíritu Santo.

Dejándome, dejándote, dejándonos, desnudar, levantar y exponer previa y universalmente en cruz junto con nuestro mutuo amor en la persona de Cristo en el Espíritu Santo, con todo lo santo y todo lo pecador existente en nosotros y en nuestro amor, a fin de terminar dando muerte con ello a todo lo viejo, propio de Satanás y no así Nuevo, de Cristo, de Dios, existente aún en nosotros y en nuestro amor, para terminar de dar muerte así al varón y mujer viejo en dicho espíritu enemigo en ambos, resucitando finalmente como nuestro Señor Jesucristo de la cruz con nuestro amor para manifestárnoslo finalmente como un varón y una mujer nueva en Dios en un amor igualmente nuevo.

Para por medio del vencerlo y expulsarlo de ambos en el Espíritu Santo, vencerlo y expulsarlo del corazón de todo el pueblo al que en la Iglesia Católica a tal fin nos llamaras y enviaras a pertenecer. Para venciéndolo y expulsándolo ante el conocimiento de todos del corazón de este pueblo, vencerlo y expulsarlo del corazón de tu Amada Humanidad en todo su conjunto. Terminándola de liberar así del encubrimiento del mismo dentro de ella.

Tenía que dejarte hacerme, Y tenías que dejarme hacerte desde el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo en mí, Daniel amado, en representación igualmente en vos de todos los demás apóstoles, sacerdotes, pueblo y humanidad entera.

Teníamos que dejarnos hacer, Amor de los Amores, Amado, Novio, Esposo nuestro, Jesucristo, en el Espíritu Santo, de la misma manera en la que durante las horas de tu Pasión en manos de tus verdugos, te dejaras despojar de las sagradas vestiduras llevadas hasta allí ante los hombres en medio de tu pueblo, dejándote levantar y exponer en cruz casi al desnudo ante la visión y consideración de todos, como si fueras un pecador, sin serlo. Con la gran diferencia en nosotros respecto de Vos, Jesús Amado, de dejárnoslo hacer desde tu permisión a así hacérnoslo al enemigo, como pecadores que no obstante la santidad recibida en el Espíritu Santo en Vos por nuestra consagración, seguíamos y seguiríamos siéndolo hasta el día de nuestra partida de este mundo.

Dejarte hacernos en el Espíritu Santo, permitiéndote ponernos a partir de allí en manos del espíritu enemigo introducido y coexistente aún en el corazón de todo hombre –varón y mujer-. Habiendo de ser a Vos mismo a quien se lo estarías permitiendo hacer nuevamente en nosotros, Jesús Amado, por medio del permitírselo hacer igualmente con nosotros, comprometidos con Vos, como en el Espíritu Santo, ambos nos encontrábamos.

Permitírselo volver a hacer, Señor, con Vos, desde nosotros mismos. Desde su coexistencia aún con Vos, igualmente dentro nuestro.

Viendo y entendiendo en esa hora tener que ser yo misma en Vos, Jesús Amado, quien por medio del testimonio llamada y enviada a dar por Vos, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, de todo esto cuanto me inspiraras, dijera e hiciera en el Espíritu Santo, quién me quitase las sagradas vestiduras llevadas en Vos, en tu Amor, desde Ushuaia, así como quién te quitase igualmente, Daniel amado, en representación en tu persona de los demás apóstoles, sacerdotes, por toda la Humanidad, en el Espíritu Santo, las sagradas vestiduras sacerdotales que también a tal fin veía y entendía recibieras y llevabas en la persona de Cristo –para ser capaz de llegar a soportar todo lo que veía y entendía estaba llamada y enviada igualmente a hacerte y hacerles- exponiéndome, exponiéndote y exponiéndolos al desnudo junto con todas nuestras virtudes y pecados ante la Humanidad entera tal como éramos y somos: sin medias tintas. Al pan, pan; y al vino, vino.

De manera tal que sin el más mínimo temor ya al espíritu enemigo coexistente dentro de uno mismo, como en los demás, todos se animaran luego a hacer lo mismo. Viendo y entendiendo haber de ser solo así como habrías de poder terminar liberando a toda la Humanidad de debajo del poder, sometimiento y opresión de dicho espíritu enemigo.

Desnudarnos por completo, para finalmente levantarnos, exponernos y dejarnos ver al desnudo delante de toda la Humanidad crucificada en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Jesús Amado, para Gloria de tu Nombre, en el Espíritu Santo, para su liberación universal de debajo del poder de las tinieblas, no precisamente ni tanto como santos, como hasta allí habíamos sido vistos y conocidos por quienes nos conocían, sino más bien como un varón y una mujer, una familia, una comunidad, un pueblo de hombres y mujeres débiles, pecadores, como todos los demás hombres y mujeres, familias, comunidades, pueblos de la tierra, por muy santos que ante los demás se tuviera o fuera vista y considerada.

Habiendo de ser por medio de nuestra pública universal desnudez que tu desnudez habría de ser finalmente cubierta. Que así como hacía 2000 años Vos, Jesús Amado, te dejaras desnudar por todo un pueblo, por todo tu amado pueblo en la Humanidad entera, ahora todo un pueblo se dejara desnudar por Vos. Para con su desnudez, con el público reconocimiento y confesión al desnudo de todos sus pecados, debilidades, errores, cegueras, sorderas, dureza de corazón y entendimiento, cubrir tu desnudez. Desde la conciente, sincera y abierta confesión de parte de dicho pueblo por Vos, en Vos, con Vos y para Vos en el Espíritu Santo de todos sus pecados que le hacían merecer estar en esa cruz en lugar Tuyo.

Desnudez, exposición pública al desnudo de todo un pueblo, tomado y constituido para Vos de entre toda la restante Humanidad a tal único y conjunto fin de salvación universal de toda la misma, aceptada asumir concientemente, teniendo justa conciencia de todos sus pecados en vez de querer pasar, ser visto y respetado ante todos y por todos, en relación de los demás, como un pueblo santo, cuando en verdad no lo era ni lo es, no lo sería ni lo será, sino hasta el día en que vuelva, volviera a estar junto con Vos, Padre, Señor nuestro Jesucristo, en el Reino de los Cielos .

Habiendo de seguir siendo durante su paso por este mundo un pueblo pecador. Un pueblo de pecadores, igualmente pecador a todos los restantes pueblos de la tierra, ni más ni menos, sino igual, en camino de búsqueda y encuentro de la restauración de la verdadera santidad tenida y perdida junto a Vos, Padre, en el Reino de los Cielos. Auténtica Santidad que solo se puede alcanzar en el Reino de los Cielos. Por ser a allí adónde la misma pertenece. Mientras que toda santidad pretendida alcanzar en este mundo nunca dejara ni dejara de ser una falsa santidad. Una santidad a medias.

Solo en tal conocimiento y conciencia universal habremos de permitirte, Padre, Señor Jesús, permitirte terminar de llevar a cabo tu obra en todos y cada uno de nosotros en el Espíritu Santo como tus más dóciles, humildes, fieles y obedientes de tus pecadores servidores.

Siendo por ende por medio de la conciente crucifixión final de todo un pueblo de pecadores en lugar Tuyo, Señor Jesús, en el Espíritu Santo, que habrías de terminar haciendo mediante la pública puesta por escrito y difusión de este testimonio, viera y entendiera, lo que entonces el enemigo te tentara hacer y sabías todos esperaban hicieras, no hicieras.

Porque pudiéndolo hacer, sabías no tener que hacerlo sino hasta tanto no encontraras y contaras primero con todo un pueblo de concientes pecadores. Representado en la cruz junto a Vos por el ladrón de justa conciencia de su situación y pecado crucificado a tu lado, que no negando su pecado si no reconociéndolo, reconociéndose pecador, creyera en Vos, en que eras y sos el Hijo de Dios, siendo inocente de lo que se te acusaba no mereciendo tener que pasar por lo mismo que él estaba pasando por conocimiento de culpa, te pidiera acordarte de él cuando estuvieras en tu Reino. Respondiéndole que esa misma tarde iba a estar con Vos en el Paraíso.

En total contraposición con el otro ladrón crucificado a tu otro lado que no habiendo Espíritu Santo en él como en el otro para reconocer su situación de pecado respecto de Vos y del Reino de los Cielos, permitiéndole ser conciente de que por haber cometido intencionalmente y con premeditación la maldad cometida por la que se le acusara y estaba clavado en cruz, a diferencia Tuya merecía tal condenación conforme a lo estipulado en las leyes judías y romanas pero así no Vos que no habías hecho nada, te fustigaba también vociferando lo mismo de parte de dicho espíritu enemigo introducido en el corazón de los hombres que los jefes de los sacerdotes y los soldados que te acusaran, condenaran y clavaran en cruz, burlándose de Vos.
Ladrón, por ende, este otro, que viera y entendiera venía a representar a todo ese otro pueblo, parte de la humanidad, que revestido de aparente santidad humana y mundana o no, capaz de ejecutar todo tipo de maldades llegada la hora de estar ante Vos demostraba tener un corazón no humilde como el de aquel otro ladrón, pueblo, parte de la humanidad conciente de su culpa y de su pecado como para merecer el castigo que se le aplicara, sino un corazón soberbio, orgulloso, maldadoso...

Representando, por ende, el mal ladrón, en la misma situación de pública exposición generada de ese modo, por Vos, Señor, permitiendo el Espíritu Santo a Satanás que soltara, echara afuera contra Vos e hiciera ver en todos los hombres y mujeres participante en aquel momento de la más terribles de las escenas humanas que junto con todos ellos aceptaras venir a representar en medio de los mismos, la verdad respecto a todo lo malo y todo lo bueno habido en su corazón, por malos o buenos que fueran tenidos y considerados según el juicio y condenación de los hombres y de este mundo, a todo el pueblo, parte de la humanidad que en aquel momento no te reconociera.


(Continúa en l respuesta siguiente)


 




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gladysruth

Fecha: 11:25 06/12 2006
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(Continúa VII.IV.6p)



Es decir, desde los mismos jefes de los sacerdotes, autoridades judías y romanas, hasta los miembros del pueblo en la humanidad entera que carente de todo poder y conocimiento humano y mundano como para entronarse por encima del restante pueblo sencillo con autoridad, ejercía y causaba igualmente todo tipo de mal, destrucción e injusticias de parte de Satanás contra sí mismo y los demás hombres a través del poder de la fuerza física y de los dictados de la carne que lo instaban y llevaban a matar, robar, violar, prostituir, destruir todo a su paso, sin reconocerlo ni arrepentirse en su corazón ni ante los demás jamás de ello.

“Cuando lo llevaban, tomaron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron la cruz de Jesús para que la llevara detrás de él. Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.

Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque está por llegar el día en que se dirá: Felices las madres sin hijos, felices las mujeres que no dieron a luz ni amamantaron. Entonces se dirá: Ojalá los cerros caigan sobre nosotros! ¡Ojalá que las lomas nos ocultaran! Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué hará con el seco?”

Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

¡Mientras tanto Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Después se repartieron sus ropas, sorteándoselas.

La gente estaba ahí mirando: los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: “Ya que salvó a otros, que se salve a sí mismo, para ver si es el Cristo de Dios, el Elegido.”

Los soldados también se burlaban de él. Cuando le ofrecieron de su vino agridulce para que lo tomara le dijeron: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.” Porque había en lo alto de la cruz un letrero que decía: “Este es el rey de los judíos.”

Uno de los malhechores crucificado, insultándolo, le dijo: “¿Así que tú eres el Cristo? Sálvate, pues, y también a nosotros.”

Pero el otro lo reprendió, diciéndole: “¿No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido, y pagamos nuestros crímenes. Pero él no ha hecho nada malo.” Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.” Respondió Jesús: “En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso.”

Como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y, al decir estas palabras, expiró.

El capitán al ver lo que había pasado, reconoció la obra de Dios, diciendo: “Realmente este hombre era un justo.” Y toda la gente que se había reunido para este espectáculo, al ver lo sucedido, comenzó a irse golpeándose el pecho.

Estaban a lo lejos todos los conocidos de Jesús y también las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea; todo esto lo presenciaron ellos.

Intervino entonces un hombre del Consejo Supremo de los judíos que se llamaba José. Era un hombre bueno y justo que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros. Este hombre, de Arimatea, pueblo de Judea, esperaba el Reino de Dios. Fue a presentarse a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Habiéndolo bajado de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún.

Era el día de la Preparación de la Pascua y ya estaba por comenzar el día sábado. Entonces las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José para conocer el sepulcro y ver cómo ponían su cuerpo. Después volvieron a sus casas a preparar pomadas y perfumes, y el sábado cumplieron con el reposo ordenado por la Ley.” (Lc. 23, 26-56)

              Palabra de Dios


Vi y entendí, así, que en y entre los distintos actores que participaran de la puesta en escena de la más desgarradora historia de amor escuchada y conocida jamás, venida a protagonizar Vos mismo, Jesús Amado, desde la Gloria inicial tenida y despojada, depuesta junto al Padre en el Reino de los Cielos para en la mayor de las pobrezas y despojos igualmente en lo humano venir en nuestra búsqueda, encuentro y rescate de dicho espíritu enemigo que nos cautivara y sacara de Vos, trayéndonos aquí como esclavos inconscientes de tal esclavitud bajo su pernicioso, destructor y mortal poder, todos los hombres, toda la humanidad viniéramos a tomar parte y estar representados. Tanto en todo lo bueno como en todo lo malo querido mostrar y mostrado en todo el conjunto existía y existe en el corazón humano bajo el poder de dicho espíritu enemigo.

Misma historia de amor querida volver a representar y llevar a los hechos en este momento desde el someternos junto con vos, Daniel amado, con todos ustedes, los demás apóstoles, autoridades y miembros de este pueblo al que a tal fin fuéramos también enviados, hombres y mujeres de la humanidad entera a través de este final medio, presentado por los foros a través de los cuales lo estoy terminando de subir y poner nuevamente en escena en la persona de Cristo en el Espíritu Santo para conocimiento y participación de absolutamente todos ustedes, en la humanidad entera, para su final total visión, entendimiento, comprensión y transmisión dar a conocer a todos, viera y entendiera, la verdad total que con el paso por todo ello hace dos mil años quisieras venirnos a rebelar y a causa de nuestra gran sordera, ceguera y dureza de corazón y entendimiento de entonces no pudiéramos oír, ver y entender.

De manera tal que en Vos, en los dos malhechores, en los apóstoles, en las autoridades judías, jefes de los sacerdotes, autoridades, soldados y pueblo tanto romano como judía participante de tal obra, estábamos y estamos todos representados.

fuéramos todos los hombres representados a través de los jefes de los sacerdotes, los miembros del Consejo Supremo judío quienes planificáramos y lleváramos a cabo todo eso contra Vos, Señor Jesucristo. Desde la misma maldad existente en el corazón de todos los hombres, cada vez que jugamos, sentenciamos y condenamos a los demás. Ya sea de pensamiento, sentimiento, palabra, obra u omisión.

Vi y entendí, asimismo, que a escena de las tres cruces, con tu cruz, Jesús Amado, en el centro, vi y entendí viniera a representar el mismo momento del Juicio Final. Representando tu cruz, ubicada en el centro, el trono de Gloria vuelto a ocupar en el Reino de los Cielos junto al Padre tras el paso por todos esos tormentos sin culpa ni causa de tu parte como para merecer pasar en lo más mínimo por nada de todo ello.

Trono de Gloria desde el cual dirás a los que como el buen ladrón, cualquiera hubieran llegado a ser sus pecados carnales en este mundo, creyeran en Vos, vivieran y murieran teniendo un corazón contrito y humillado, humilde y conciente de su pecado y condición de no nada en este mundo y en medio de los hombres en relación con Vos, les dirías y dirás como en aquel otro pasaje bíblico manifestaras: “Vengan benditos de mi Padre...”, mientras que a los que quedaran puestos por su maldad a tu izquierda como el ladrón malo, soberbio, orgulloso y rebelde, habrías de decirle: “Apártense de mí todos los malhechores....” Palabra ya citada. (Mt. 25, 31-46)

Un pueblo, por ende, no de hombres y mujeres santos, sino de pecadores, con total justa conciencia de su condición de debilidad y de pecado, no obstante la cual estuvieran dispuestos en esforzarse y se esforzaran a pleno como el buen ladrón para buscar y alcanzar la santidad a tu lado, anhelando y aspirando llegar a ser como Vos, Jesús Amado, a tu imagen y semejanza, no obstante sabernos seres débiles, pecadores, impuros e indignos de Vos y de tu amor. Fortalecidos, santificados, purificados y dignificados solo por la grandeza de tu misericordia para con todos nosotros.

Un pueblo, finalmente encontrado, no cimentado y levantado envuelto de un hálito de aparente santidad, sino de hombres y mujeres semejantes en un todo a todos los demás hombres y mujeres de la tierra, capaces por ende de ponerse en su mismo lugar y comprenderlos, no condenarlos ni juzgarlos al tener justa conciencia de en lo humano ser igual a todos. Que estuviesen dispuestos a sacrificarse, conciente, voluntaria amorosamente, el todo por el todo, siendo como son, por Vos, el Reino de los Cielos y toda la Humanidad.

Teniendo y no dejando de tener justa conciencia jamás de ser seres débiles y pecadores, capaces de volver a seguir cayendo constantemente en lo mismo por la debilidad de la carne, por muy fuerte que el espíritu sean, pero, anhelando y esperando encontrar algún día la liberación de tales debilidades y esclavitudes, por ende, la purificación y santidad en Vos, Jesús Amado.

Dispuestos a dejarse clavar, crucificar, levantar y exponer públicamente en cruz ante la vista y consideración universal de toda la humanidad en lugar tuyo, ocupando tu lugar, liberándote por ende del mismo, permitiéndote mostrar finalmente Glorioso como el Hijo de Dios que en verdad Eres.

Capaces de expresar: “Señor, sé que soy un pecador, una pecadora, una prostituta. Sé, por ello, que no soy digno, digna de Vos, de ocupar el mismo lugar que ocuparas. Santificado con tu sola presencia y paso por el mismo. Pero, permíteme liberarte del injusto juicio y condena por la que te hiciera y hago pasar en tantos hermanos haciéndome cargo de mis propios pecados, asumiendo lo que por mi propia rebeldía merezca asumir para doblegar mi cerviz y llegar a ser manso y humilde de corazón como Vos sos.”

Habiendo de ser solo entonces, cuando vieras y supieras terminaras de encontrar y contar con dicho pueblo totalmente conciente de su condición de pecado y ser pecador, que el milagro tan largamente esperado por todos, producido finalmente de ese modo en una humanidad que vuelta totalmente ciega, sorda, dura de corazón y entendimiento, tenida a sí misma como buena y santa cuando en verdad no lo era ni lo es sino hasta que esté de vuelta sentada junto a Vos, Señor, en el Reino de los cielos, que por final correspondencia de fe y de amor tan grandilocuente, semejante en un todo a la Tuya, Señor, de parte de la Humanidad, en dicho pueblo de pecadores, habría de producirse, se produciría y producirá ante el conocimiento de todos los pueblos y naciones de la tierra.

Permitiéndote recubierto de Gloria nuevamente ante tus apóstoles, pueblo y humanidad entera, desprenderte, bajarte entonces, solo entonces, de la cruz por la fuerza, defensa, obra y gracia del Espíritu Santo enviado por Vos mismo desde el Padre, puesto finalmente de manifiesto a través de la plena correspondencia de amor de dicho pueblo de concientes pecadores dispuesto a sacrificarse y sacrificado finalmente por Vos, para liberándote de tal sacrificio en cruz de una vez y para siempre, terminar de llevar a cabo la obra y misión que hacía 2000 años vinieras a realizar y aunque consumada plenamente ya en lo Divino en lo humano tuviera que quedar aún como inconclusa.

Conclusión que viera y entendiera habría de pasar y pasaría, Jesús Amado, por terminar de llevar a consumar tu amor por la Humanidad y el amor de la Humanidad con Vos, representada en dicho pueblo sacrificado, por medio de la consumación final de este amor, nuestro amor, Daniel amado, desde tu mismo Espíritu y trono de Gloria Celestial en nuestro espíritu en la persona de Cristo en el Espíritu Santo, Señor Jesús.

Siendo como fuera, viera y entendiera que, para hacerlo finalmente también así posible fuera que, no , no teniendo en cuenta, sino teniendo en cuenta nuestra condición de pecadores en lo humano como ambos éramos y somos semejantes en ello a todos los demás hombres y mujeres de la tierra, más bien más semejantes a los más pecadores y peores que a los vistos y tenidos como más santos y mejores, quisieras llamarnos y enviarnos así como éramos y somos para por medio de la final consumación de nuestro amor terminar de reparar y llevar a su plenitud el Plan Original de Creación en el mismo punto en el que en el principio se viera interrumpido, por medio de la total culminación de esta manera del Plan de Salvación para restitución del Reino de los Cielos en toda la humanidad tal y como era y estaba en el principio. Amén.


¡GLORIA A VOS, SEÑOR JESÚS, POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN.

¡BENDITO Y ALABADO SEAS POR SIEMPRE DIOS PADRE, DIOS HIJO Y DIOS ESPÍRITU SANTO! AMÉN. AMÉN. AMÉN.

¡TE ADORO, SEÑOR, TE ADORO Y ADORARÉ POR LOS SIGLOS ETERNOS! ¡AMÉN!


(Sigue en la respuesta siguiente)

Los abrazo en Jesús y en María en el Espíritu Santo.

Bendiciones para todos.



¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!



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gladysruth

Fecha: 05:16 06/15 2006
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No puedo más… me siento totalmente aniquilada…ya no soporto más, Señor, este infierno… este suplicio….tan larga e interminable espera…tanto dolor….tanta angustia…tanta amargura…tanto abandono…tanto vinagre…tanta negación…tanto rechazo…tanta soledad…tanto silencio…tanta estrechez…tanta carencia…tanta opresión…tanta ruina… tantas tribulaciones en tu misma tribulación…¡ya no más, Señor, te lo suplico, te lo imploro ya no más… ya no puedo más… no puedo seguir adelante….déjame morir aquí, Señor, o Resucítame al igual que Vos y conforme a tu promesa en el amor, con el amor, por el amor y para el amor con el hombre amado y predestinado por Vos, Señor, conforme me lo has hecho ver, entender y esperar al final sería si primero decía y ponía por obra todo cuanto me mandabas en el Espíritu Santo… …pero no más pasión, calvario y muerte, Señor, no más, te lo suplico, te lo imploro, no más… permíteme amar y ser amada, Señor, permíteme amar y ser amada… he hecho todo cuanto me has inspirado, viera y entendiera querías y me mandabas a decir y poner por obra…

...Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? …..

….Padre, Jesús Amado, en tus manos encomiendo mi espíritu, todo esto, todo mi amor, toda mi esperanza, todo mi ser… haz de mí y conmigo lo que quieras, pero hazlo pronto, por favor, te lo suplico, te lo suplico, te lo suplico…ten misericordia de mí…de tu esclava… de tu servidora…

¡Daniel, amor mío, Pueblo mío en Cristo Jesús en el Espíritu Santo, te amo tanto, te necesito tanto!

“Abrí a mi amado,
Pero mi amado ya se había ido.
¡Se me fue el alma tras de él!
Lo busqué y no lo hallé,
lo llamé y no me respondió.”
(Cant. 5, 6)

¡Hágase, Señor, tu voluntad y no la mía sea cual en definitiva para conmigo sea: la muerte o el amor, hasta sus últimas consecuencias!

Creo que es y espero sea según tu palabra, Señor, el amor del amado en el Amado. Tu amor, Daniel amado, en tu amor Jesús Amado. Por lo que en Vos, con Vos, por Vos y para Vos he realizado todo esto en el Espíritu Santo, abriéndome, preparándome y esperando sea ahora, Señor, el momento que determinaras para la final consumación de nuestra mutua entrega y recepción en Vos en comunión. En común unión en el Espíritu Santo. Amén. Amén. Amén.

¡GLORIA A VOS, DIOS UNO Y TRINO POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN.



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gladysruth

Fecha: 18:03 06/18 2006
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VII.V




Me habías pedido, Señor, Jesús Amado mío, dejarme despojar y despojarme del manto sagrado con el que desde el sí dado aquella gloriosa noche en Ushuaia sentía y sabía me habías recubierto y llenado de tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, llevado desde entonces durante los diez años mediados hasta allí con absoluta dignidad en Vos, en un camino de cada vez mayor avance y ascenso en mi único querer a partir de tal consagración como laica comprometida con Vos, con tu amor, con tu único querer para conmigo, como la más fiel de las amadas, novias y esposas, en un todo a semejanza Tuya, María Santísima, Madre mía, llegar a ser santa y perfecta como nos exhortaras ser, como el Padre y Vos, al igual que Vos, María Santísima, lo eras y lo sos, para permitirte descender nuevamente en mí hasta lo más profundo del Abismo y de la Muerte.

Manto que no quería quitarme ni que nadie lograra quitarme ya por nada en este mundo. Manto dentro del cual me sentía y sabía totalmente segura, a total buen resguardo de las garras y fauces del Maligno, que al igual que Vos, Jesús Amado, sintiera también toda la vida perseguirme por todos lados tratándome de comer viva. Veía y entendía porque al igual que Vos, Amado, también él sabía muy bien que había venido y estaba aquí en Vos, con Vos, por Vos y para Vos para terminarlo de destronar y expulsar en el Espíritu Santo del corazón del hombre. Del corazón de tu Amada humanidad en todo su conjunto, de una vez y para siempre. Para desenmascararlo escondido dentro de nosotros mismos. Dentro de todo hombre y mujer. Siendo así como pasaba desapercibido.

Llevándonos a pelear unos con otros, incluso a una religiones con otras llevándonos a matar entre hermanos y hermanas en Vos en el mismo Espíritu Divino existente en todos, haciéndonos creer que las otras religiones eran propias de Satanás y solo la nuestra propia de Dios. Haciéndonos creer a todas las religiones lo mismo. Con el único propósito de terminar de dominar de una vez y para siempre el corazón de toda la humanidad, haciéndole ver y creer a los demás que si quienes creíamos en Vos, nos peleábamos y dábamos muerte unos con otros más valía no tener el mismo Dios que dichas religiones tenían, declarándose ateos.

Personalmente, me había sentido perseguida por Satanás desde que tuviera uso de razón. Teniendo horribles pesadillas con un monstruo horroroso que me perseguía incansablemente por todos lados queriéndome atrapar con sus puntiagudas garras y devorar con su pestilentes fauces. Corriendo siempre del mismo, pidiéndote a gritos, Señor, que me ayudaras, que me liberaras de él... Apareciendo entonces y con tu sola Presencia Luminosa y Majestuosa lo hacías espantar, permitiéndome resguardar tras tu manto, tomándome entre tus brazos, devolviéndome la paz...

Tu manto era mi seguridad, Señor, sintiéndome cimentada recubierta por él como sobre la más sólida roca. A tal punto que desde que en Ushuaia me habías recubierto con él, ya no había vuelto a sentir ni caer casi en ningún tipo de debilidades humanas. Me sentía robusta y fortalecida como un roble en Vos recubierta por él. Al punto de verme y sentirme indestructible, inquebrantable, impenetrable. De modo que la sola idea de llegar a despojarme de él, me producía el más tremendo de los horrores. Porque me conocía y sabía que sin tu manto me volvería nuevamente vulnerable, débil, sin voluntad...expuesta a la tentación y caída del Maligno que veía y entendía me seguía persiguiendo y tratando de dar alcance y hacer caer nuevamente bajo su poder, sacándome de Vos, para volverme a tener dominada bajo sí para siempre.

Entonces, vi y entendí, Señor, que me decías que no tuviera miedo porque en todo cuanto me pedías hacer y haría ibas a ir y estar siempre de camino Vos conmigo. Más aún, como la nube que guiara al Pueblo de Israel desde su salida de Egipto durante los cuarenta años por el desierto camino de la tierra prometida, habrías de ir siempre un paso adelante mío.

Guiándome con tu luz en medio de las más densas tinieblas por las que me llamabas y harías de andar, para que de ningún modo al final terminara extraviándome ni quedando confundida bajo el poder del Amo de las mismas, que sin duda habría de tratar de confundirme, engañarme y hacerme caer nuevamente bajo su poder de cientos de maneras diferentes.

Como, asimismo, habrías de ir un paso siempre delante de mí asegurándome el camino. Quitándome todo estorbo, impedimento, peligro mortal que se encontrase al acecho. Impidiendo el enemigo y sus fuerzas oscuras llegaran a hacerme mayor daño y mal del necesariamente conveniente a los fines Divinos del Plan de Salvación. Del necesariamente conveniente a los fines salvíficos de toda
la Humanidad.

De manera tal que con el posterior testimonio de todo lo vivido y padecido en tal sentido que quisiera llamarme y enviarme igualmente a dar de todo lo vivido y padecido, siendo de hecho ésta, la de a su hora testimoniar sobre ello, la razón por la cual era necesario vivirlo y padecerlo, te permitiese librar a los demás de su caída en lo mismo y ayudar a los que ya viese caído bajo el poder del enemigo en ello a ponerse de pie para viéndose liberados también de lo mismo convertirse igualmente en tus testigos ante todos los hombres.

Viendo y entendiendo ser sumamente perentorio a los fines del Plan de Salvación que me dejara quitar, despojándome yo misma del manto de santidad y castidad llevado ante todos si bien toda la vida, más aún desde mi regreso de Ushuaia a Plottier en 1991 en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en mí, de tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, para caer hasta lo más profundo del abismo y de la muerte en el que veía y entendía el Maligno había logrado hacer caer y mantener encadenado a sí, bajo todo tipo de falsos e ilusorios encantos y placeres a una multitud de hombres y mujeres, que también querías con Vos y junto a Vos, revestidos de gloria, compartiendo tu misma Gloria en el Reino de los Cielos, verdaderamente dichosos por toda la eternidad.

En una vida, gloria y dicha verdadera. Y no así como esa otra que el Maligno engañosamente le hacía creer habría de darles y les daba el sexo, la droga, el alcohol... Que eran cosas que según el uso que se hiciera de las mismas no eran malas en sí mismas. Llegando a serlo cuando se las mal usaba y abusaba de ellas.

Como por ej. la droga, era y sería algo bueno si se lo utilizaba en medicina para la elaboración de remedios necesarios para recuperación de la salud. Mientras era y sería malo si se lo utilizaba para su consumo no como medicamento sino como una vía de escape interior. Que en lugar de permitirles y llevarles a escapar a ningún lugar, solo los llevaba a quedar atrapados, encadenados y esclavizados dentro y por la misma.

Llevándolos a destruirse a sí mismos, a sus familias, sus virtudes, sus valores, a perder su condición Divina tenida en Vos en el Espíritu Santo... Y peor aún a prostituirse y convertirse en delincuentes y hasta asesinos para obtener el dinero por medio del cual poseerla. Convirtiéndose así la droga, o el alcohol, o el sexo...en sus dueños... siendo como son simples cosas, que se supone teniendo, Señor, tu misma condición Divina en nosotros, tenemos que ser nosotros quienes las dominemos a las mismas y no a la inversa.

Dándome a los fines de tal visión y entendimiento final respecto de lo que también en tal sentido querías te permitiera terminar de realizar por mi medio en la persona de Cristo en el Espíritu Santo, Señor, en su momento, la siguiente palabra:

“Jesús siguió hablándoles por medio de parábolas: “Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba las bodas de su hijo, por lo que mandó a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero éstos no quisieron venir:

De nuevo envió a otros servidores con orden de decir a los invitados: “He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda.” Pero ellos no hicieron caso, si no que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron.

El rey se enojó y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos e incendiaron su ciudad. Después dijo a sus servidores: “El banquete de bodas sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren”.

Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, de modo que la sala se llenó de invitados.

Después entró el rey para conocer a los que estaban sentados a la mesa, y vio un hombre que no se había puesto el traje de fiesta. Le dijo: “Amigo, ¿cómo es que has entrado, sin traje de bodas? El hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a sus servidores. “Atenlo de pies y manos y échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes.”

Sepan que muchos son llamados, pero pocos son elegidos.” (Mt. 22, 1-14)


       Palabra de Dios


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Fecha: 18:06 06/18 2006
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(Continúa VII.V)



Palabra en virtud de la cual, Señor, de tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, vi y entendí que el llamado a volver a formar parte de tu Reino, del Reino de los Cielos, del Gobierno Eterno de los Cielos, era un llamado que le hacías a todos. Pero, en el que no todos los llamados iban a entrar como el buen ladrón crucificado a tu derecha. Porque al igual que el ladrón malo crucificado a tu izquierda no todos querían e iban a querer volver. Prefiriendo seguir con la vida, con su manera de pensar, sentir, ser, querer y obrar llevado y tenido en este lugar del Abismo y de la Muerte. Prefiriendo quedarse con su corazón enceguecido, ensordecido, endurecido, soberbio, orgulloso, lleno de maldad, de envidia, de egoísmo, de rencor y resentimiento…

Siendo más que el paso por la cruz y el sacrificio, el llegar a tener un corazón contrito, humillado, dócil, humilde, obediente y COMPASIVO en un todo como el Tuyo, Jesús Amado, el traje de boda que todos los invitados deberán demostrar finalmente tener puesto por sobre su corazón viejo, rebelde, soberbio, orgulloso, inclemente… como para poder entrar y tomar parte del banquete de bodas.

De manera tal que quien logre entrar, por así querer hacerlo, pero sin ánimo ni registro de haber realizado el más mínimo esfuerzo por cambiar, por convertir, su corazón a semejanza del Tuyo, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, llegando a tener un corazón como el del buen ladrón, dada nuestra condición de pecadores, mientras su corazón siga estando lleno de ponzoña, de maldad, de odio, de ánimo de destrucción de sí mismo y de los demás como el dl ladrón malo… será echado afuera.

Dependiendo en definitiva la elección a la que hicieras referencia, Señor, no de Vos sino de nosotros mismos. De nuestra propia elección y querer final. Elección por Vos y el Reino de los Cielos, o bien, por dicho espíritu enemigo y este lugar del Abismo y de la Muerte, cayendo a un nivel de profundidad, maldad y tinieblas en el mismo mucho mayor al que en este momento nos encontramos.

Vi y entendí que llegaba la hora y ya estaba aquí en la que necesitabas testigos, servidores, de tu Palabra y de tu verdad, para enviarlos a realizar el tercer llamado al que hicieras alusión en tal parábola del banquete de bodas de tu Hijo, Padre, nuestro Señor Jesucristo, que estabas terminando de preparar para su consumación final en esta última hora.

Vi y entendí que el primer grupo de servidores fueran los profetas que junto con tu venida final, Amado nuestro Jesucristo, quisieras enviar y enviaras, Padre, en un primer momento al Pueblo de Israel. Pueblo que siendo el primero en ser llamado, habría de ser también el primero en entrar. En todos los miembros del mismo que respondiendo a tal llamada e invitación quisieran y pudieran entrar.

Pueblo cuyos ojos y oídos internos respecto a Vos, Señor Jesús, habían tenido que quedar necesariamente cerrados hasta este momento por así convenir que fuera para que de ese modo el llamado e invitación se hiciera extensivo igualmente a todos los demás hombres y pueblos de la tierra. Pero, que en esta última hora sus ojos y oídos iban a ser nuevamente abiertos por el Espíritu Santo, de manera tal que pudieran terminar viendo, oyendo, entendiendo, creyendo y reconociendo ante todos los demás hombres y pueblos de la tierra que en verdad, en verdad, Vos eras y Sos, Señor Jesucristo, el Mesías, el Hijo de Dios vivo, el Salvador que por medio de aquellos primeros servidores se les anunciara y llegado no supieran ni pudieran en su momento recibir.

No recepción de su parte en su momento, no obstante la cual, seguiría siendo siempre tu Pueblo, Padre. Pueblo por medio del cual quisieras comenzar a hacernos tomar conocimiento de este grandioso Plan de Salvación que trazaras para nuestro rescate del poder del espíritu enemigo que sacándonos de Vos nos trajera a este lugar del Abismo y de la Muerte como sus esclavos. De manera tal que, ¡ay, de aquellos que en su momento, no de tu parte, sino de parte de Satanás, de dicho perverso y monstruoso espíritu enemigo entronado y enraizado profundamente en su corazón intentaran e intentasen destruirlo y causarle todo tipo de diabólica destrucción como la que el nazismo perpetrara contra Vos, Señor, en el mismo.

La segunda llamada fue la que Vos mismo, Señor Jesús, el Hijo, vinieras a realizar y dar inicio constituyendo un nuevo grupo de servidores, un nuevo Pueblo, el Pueblo Cristiano con la Iglesia Católica a la cabeza, como la Iglesia Madre de la cual se derivaran luego todas las restantes que fueran igualmente surgiendo por obra y gracia del Espíritu Santo ante la similar cerrazón llegada a evidenciarse de parte de la misma ante la acción del Espíritu Santo, semejante a la cerrazón con la que al venir hacía 2000 años, Señor, Vos te encontraras de parte de aquel otro primer Pueblo.

Siendo la tercer llamada a la que hicieras y hacías alusión en tal parábola la que en esta última hora querías enviarme y me enviabas a hacer a todos los hombres en el Espíritu Santo. Llamada que me enviaras y enviabas a hacer en principio desde este nuevo pueblo constituido hacía dos mil años desde la cruz con el génesis de la Iglesia Católica, el Pueblo Cristiano, que no obstante ser nuevo entonces en comparación al Pueblo de Israel también de entonces, que se había vuelto viejo y cerrado sobre sí mismo, sobre el estricto cumplimiento en sí de la Ley y los Profetas, con todo lo bueno y todo lo malo que ello implicaba, a tal punto que por ajustarse rígidamente a la misma no pudiera verte, oírte, reconocerte, recibirte como el Enviado prometido del Padre, del Reino de los Cielos, dándote finalmente muerte, se había vuelto durante estos dos mil años de espera de tu vuelta prometida, Jesús Amado, un Pueblo viejo.

Un Pueblo que al igual que el Pueblo de Israel terminara también volviéndose viejo. Cerrado igualmente sobre sí mismo y sobre su Doctrina de la Fe. Dando muerte al libre aleteo del Espíritu Santo en su seno, desde su alianza con el imperio romano durante los años trescientos. Terminándose guiando más por el propio juicio humano y mundano de tus servidores de entonces, que al igual que los servidores del Pueblo de Israel, terminaran sirviéndose más a sí mismo conforme a sus propios criterios que conforme a las inspiraciones del Espíritu Santo en el mismo.

A tal punto, que de igual modo a como aquel otro pueblo, el Pueblo de Israel, no pudiera verte, oírte, reconocerte y recibirte entonces como el Hijo, como el Rey prometido Enviado por el Padre, tampoco este pueblo pudiera ni quisiera verme, oírme, reconocerme y recibirme como la novia enviada por el Novio, como la Hija de Dios salida del mismo Espíritu del Hijo, en Vos, Jesús Amado, y de la Hija, en Vos, María Amada, en el Espíritu Santo, negándome y rechazándome las numerosas veces que me dirigí al mismo en tu mismo Nombre, Persona y Espíritu, Padre, Jesús, María, en el Espíritu Santo.

Golpeándome tan duramente, tantas veces, que de no haber sido por ser tu Espíritu, Señor, en mi espíritu en el Espíritu Santo que me sostenía y guiaba, si por mí hubiera sido desde 1998 mismo hubiera dejado de insistirle como hasta el más terrible y pavoroso de los cansancio le insistiera por todos lados.

De manera tal que, ante su extrema sordera, ceguera, dureza de corazón y entendimiento a las patentes manifestaciones del Espíritu Santo que le diera, semejante a la demostrada también por el Pueblo de Israel de hacía 2000 años, viera y entendiera habrías de dar lugar a un Nuevo y Definitivo Pueblo constituido por todos los pueblos, naciones y credos de la tierra, sin establecimiento edilicio, sin ritos, sin organización jerárquica propia de los hombres y del mundo, sin jefes, sin maestros, sin guías, por haber de ser solo Vos, Padre, Jesús Amado, María Amada, en el Espíritu Santo de tu mismo Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo quién habría de ser nuestra única cabeza...

Sin necesidad de que ya nadie nos viniese a instruir por haber de ser Vos mismo quien de tu Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo quien de similar manera como hasta aquí habías querido hacer conmigo desde Ushuaia nos hablaría e instruirías en el Espíritu Santo directamente en nuestro corazón.


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Fecha: 18:10 06/18 2006
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(Continúa VII.V)



Un Nuevo y Definitivo Pueblo sin identificación en ningún pueblo ni con ningún nombre en este mundo; sino con directa pertenencia y dependencia del Reino de los Cielos. De manera tal que si nos preguntaban de dónde éramos, a qué pueblo pertenecíamos teníamos que responder que éramos y somos de Vos, Dios Uno y Trino. Que somos de Dios y pertenecemos al Reino de los Cielos. Ser habitantes del Reino de los Cielos en tránsito y misión en este mundo.

Un Pueblo de verdaderos adoradores Tuyos, Padre, Jesús, María Amados, en espíritu y en verdad... de adoradores en cualquier lugar en el que nos encontremos sin necesidad de tener que contar con una construcción edilicia para adorarte, sino adorándote en medio y contemplación de toda tu obra creadora: en nuestros hermanos y hermanas en el mundo entero, y en medio de la naturaleza procedente de Vos.

Dejando, no nuestra carne, sino nuestro espíritu totalmente libre como un ave, sin condicionantes, prejuicios ni ataduras internas que nos limiten e impidan el vuelo espiritual, dejando fluir nuestro ser en medio de tu ser no solo en nosotros sino en todo lo creado, Padre, por Vos, para de ese modo sentirnos en el amor, con el amor, por el amor y para el amor en perfecta comunión con Vos.

Un pueblo de adoradores en espíritu y en verdad en el Espíritu Santo gobernado solo por tu Ley, Señor. La Ley del Amor. Única Ley gobernante del Reino de los Cielos y todos sus moradores. Por encima de toda Ley religiosa y leyes mundanas y humanas establecidas en este mundo por los hombres, por muy inspirados e inspiradas por Vos, que solo en parte de las mismas sean, se crean o parezcan estar.

Por ende, vi y entendí, este era el Pueblo que llegada esta última hora del paso de la Humanidad por este lugar del Abismo y de la Muerte, querías volver a hacer de toda tu Amada Humanidad sin distinción ya de ninguna índole: sin distinción de raza, de lengua, de credo o no credo, de ideología, de color, de sexo, de nada de nada.

Un Pueblo realmente sin fronteras. Un pueblo sin una Ley o Doctrina humana y mundana que por muy sin fronteras que manifestara ser y se creyera ser, esa Ley y esa Doctrina implicaban en sí misma la delimitación de una frontera entre los hombres: la frontera entre los que ajustándose en un todo a lo establecido por la misma, formaban parte de dicho pueblo, y si no se ajustaban y cumplían con todas sus reglas, normas, ítems, estaban afuera, excluidos, excomulgados, considerados herejes... o como quisiera llamárselo según el lenguaje humano para indicar su no pertenencia a los considerados bajo la gracia de Dios.

De manera tal, que para terminar de conformar dicho pueblo sin forma en sí mismo en este mundo, llegada esta hora querías, Padre, Jesús Amado, enviarme a llamar a suscitar y congregar de tu Espíritu en su espíritu en el Espíritu Santo a este Nuevo y Definitivo Pueblo del Espíritu Santo, desde tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, en perfecta comunión de amor final con dicho varón amado y predestinado, o sea, vos, Daniel amado, que también para ello habías querido, Padre, Jesús Amado, predestinar en tu mismo Espíritu en su espíritu en el Espíritu Santo junto conmigo en este designio de amor y procreación que durante todos esos años previos de discernimiento me fueras revelando, que revelado en un primer momento a vos, Daniel amado, y por tu medio a la Iglesia Católica, llegada esta hora final querías, Señor, le terminara de revelar a todos ustedes, hombres y mujeres de la Humanidad entera. Particularmente a los espíritus libres en el Espíritu Santo integrantes de la Humanidad entera.

Pueblo de hombres y mujeres de espíritu libre en el Espíritu Santo a los que querías, Padre, Jesús Amado, Madre Amada, enviarme a llamar y enviar de tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo a realizar ese tercer llamado al que hicieras y hacías alusión en dicha parábola sobre lo que acontecía en el Reino de los Cielos llegada la hora de tu banquete de bodas, Jesús Amado, con toda la Humanidad, en el Espíritu Santo, desde el momento de nuestro final encuentro y consumación de nuestro amor, Daniel amado, de lo Divino en lo humano.

Tercer llamado que querías enviarnos a realizar esta tercer y última vez a absolutamente todos, todos, los hombres y mujeres con los que nos encontrásemos por los caminos por los que a tal fin quisieras llevarnos y nos llevaras en tu mismo Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo: sin el más mínimo prejuicio ni juicio de nuestra parte. Llamando a todos: a buenos y malos...como decía tu palabra.

Porque en definitiva, ¿quiénes eran los buenos, y quiénes los malos? Cuando según el errado juicio humano y mundano se consideraba bueno a lo malo y malo a lo bueno, teniéndose por malo muchas cosas que Vos, Señor, tenías como buenas o sin importancia, y como buenas, muchas cosas que Vos tenías como malas y pecado para el Reino de los Cielos. Tal como es el hacer el más mínimo juicio de cualquier otra persona, sea quien sea.

¿Quiénes eran los que veía estaban en los caminos, calles, rutas...? Veía que todo tipo de hombres y mujeres. Todos los que iban y venían. Sin importar para Vos, Señor, en lo más mínimo el motivo que los movía a ir y venir. Amas de casa, obreros, hombres de negocio, trabajadores de todo tipo, comerciantes, religiosos, políticos...¿Quién más veía que iba y venía además de todos ellos y junto, entremezclados con todos ellos?...Veía, prostitutas, homosexuales, lesbianas, drogadictos, alcohólicos, narcotraficantes, delincuentes, corruptos, violadores, asesinos...

Pues bien, oí y entendí: “A todos ellos en su conjunto, a toda la Humanidad en su más basto, disímil, heterogéneo conjunto, quiero que llegada esta última hora en este tercer llamado que quiero enviarles a hacer vayan y llamen, anunciándoles que el Reino de los Cielos ya está aquí, ya ha llegado en su final búsqueda y encuentro, invitando a todos a tomar parte del banquete de bodas”...

¿Llamándolos a convertirse y cambiar de vida para poder hacerlo?, pregunté. “No necesariamente. Ustedes simplemente vayan y háganle esta invitación a participar de nuestro banquete de bodas a todos sin excluir de acuerdo a su juicio humano a ni uno solo. Yo seré al final quien juzgaré quienes pueden participar y quienes no. Ustedes tan solo limítense a hacer partícipe a todos de este anuncio e invitación a entrar a comer y beber de mi banquete de bodas. Llamen a todos. A buenos y malos, según su propio juicio. Yo diré al final quién es bueno y quién es malo para el Reino de los Cielos. Absteniéndose ustedes de hacer esta vez el más mínimo juicio de equivocada parte.”, oí y entendí, Señor, que me decías.

Siendo por ello, viera y entendiera, por lo que para que cuando terminase realizando este tercer llamado en el Espíritu Santo a toda la humanidad, creyeran vi y entendí era y fuera preciso sumergirme en primer lugar e instancia yo misma, junto con toda mi familia amada, tan terriblemente sacrificada ya hasta allí, llevándola a pasar por todo lo mismo que desde Ushuaia aceptara pasar y pasara de parte de dicho espíritu enemigo en aras del desentrañamiento y consumación de este designio Divino pensado, querido y predestinado en lo humano para toda la Humanidad, hasta lo más profundo del abismo, despojándome y despojándolos de todo manto de santidad y respetabilidad tenido hasta allí ante el conocimiento de todos quienes durante toda la vida nos conocieran.

Y de entre todos ellos, llevando a sumergirse directamente conmigo en el más ardiente fuego del mismo infierno que desde el 2002 hasta el presente por tal motivo tuviéramos que padecer, haciendo desatar y caer sobre nosotros todo tipo de terribles e insoportables males, a los miembros de mi familia con los que por aquellos días convivía: una de mis amadas hermanas y dos de mis amados sobrinos; sus hijos. ¡Fue terrible! ¡Espantoso! Y, dolorosa, amarga y angustiosamente aún lo sigue siendo.

Preguntándote minuto a minuto, Señor, ¿cuándo terminará todo esto? ¿Cuándo nos volverás a librar, Señor, de todo este mal que solo de ese modo y a tal fin terminara aceptando igualmente cayera sobre nosotros para mayor bien final de toda la humanidad? ¡Qué terrible e insoportable tener que verlos padecer y padecer de parte del Maligno y todas sus fuerzas oscuras tanto, como durante estos últimos cuatro años padeciéramos!

Sintiéndote decirme y responderme desde el momento de su misma aceptación inicial a así permitirte le permitieras al enemigo hacernos todo tipo de mal que al final volverías a hacernos emerger nuevamente de ese abismo victoriosos y llenos de gloria en Vos en el Espíritu Santo trayendo, haciendo ascender junto con nosotros desde el más profundo fondo de ese abismo, tinieblas, muerte e infierno a toda una multitud de hombres y mujeres que para la gran mayoría de los demás hombres y mujeres de este mundo ya no tenían salvación, estaban perdidos, muertos y sepultados a tu gracia y bendición, cuando para Vos nada más lejos de la verdad.


Porque para Vos, Señor, todo hombre y mujer se encuentra en posibilidad de volver y entrar nuevamente en el Reino de los Cielos hasta su último aliento en este mundo y hasta el último momento de este mundo hasta su renovación total.


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Fecha: 18:11 06/18 2006
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(Continúa VII.V)



Viendo y entendiendo querías, Señor, te permitiera descender en nosotros en el Espíritu Santo nuevamente hasta lo más profundo de la antesala del mismo infierno en el que ya nos encontrábamos bajo el poder de dicho espíritu enemigo, para en nosotros, desde tu mismo Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo, ser Vos mismo quién fuera al encuentro de las prostitutas, de los homosexuales, de las lesbianas, de los drogadictos, de los alcohólicos, de los delincuentes, de los asesinos, de los violadores, de quienes estaban privados físicamente de su libertad, es decir, de quienes estaban en las cárceles, tal y como hiciéramos, no tanto para decirles lo que estaban cansados de escuchar de muchos que iban inútilmente a predicarles cosas que le entraban por un oído y le salían por el otro, sino algo que querías que entrándole por un oído fuera y entrara y se enraizara directamente en su corazón.

Que Vos los amabas, que habías querido descender y compartir todos los padecimientos, penurias, carencias, estrecheces, golpes, azotes, incomprensiones, prejuicios, juicios y condenaciones de los demás hombres una vez más, tal y como hacía 2000 años lo habías hecho, esta vez en nuestra propia carne y humanidad, para hacerles sentir tu cercanía, que no estabas en las nubes, que te importaba todo lo que pensaban, sentían, eran, hacían, padecían, queriéndolos de vuelta junto a Vos en el Reino de los Cielos totalmente libres de todos esos extremos tormentos y males que dicho espíritu enemigo los llevara a padecer y soportar.

Porque estando ciegos, sordos y endurecidos de corazón y entendimiento bajo el poder de dicho espíritu enemigo, presos de sus propias humanas debilidades, por medio de las cuales el mismo supiera y sabía como llevarlos a estar y mantenerlos permanentemente encadenados a sí, llevándolos a caer una y otra vez en lo mismo, si íbamos y les decíamos que cambiaran de vida y de corazón y todas esas cosas lo único que íbamos a lograr era que dicho espíritu enemigo que los tenía enceguecidos, ensordecidos y endurecidos a la escucha de cualquier cosa en tal sentido, habría de activar un mecanismo de defensa en ellos llevándolos a cerrarse mucho más aún de lo que ya estaban a este mensaje de Salvación querido poner al alcance y hacer llegar de ese modo, siendo Vos mismo, Señor, en nosotros en el Espíritu Santo quien fueras a llevárselo todos ellos en esta última hora, llegando hasta lo niveles más tenebrosos y esclavizantes en los que dicho espíritu enemigo lograra llevar a quedar a muchos hombres y mujeres: tras las rejas.

Viendo y entendiendo haber sido también por tal razón, Señor, que desde 1999 habías querido llamarnos y enviarnos con mamá a visitar y llevar tu palabra de esperanza y fortalecimiento a un joven que estaba encarcelado, para por su medio seguírsela llevando luego a todos los demás.

Fue así como despojados de todo prestigio, respeto, santidad, reconocimiento, hasta incluso amor de parte de la mayoría de las personas que hasta allí nos conocían, llegamos a tocar totalmente fondo. Hundiéndonos como en la más hediondas de las ciénagas, de la que hasta el momento sintiéramos ser imposible de salir, hundiéndonos cada vez más y más. Atravesando a pleno el valle de la Mala Suerte. El más árido, extenso y sediento de los desiertos. Crucificados por bautizados y confirmados en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en el Espíritu Santo. Haciendo en un todo tu voluntad, Padre, Jesús Amado, según como viera y entendiera me la quisieras dar a ver y entender en el Espíritu Santo.

Manifestándoselo a mi hermana y mis sobrinos del modo en que lo viera y entendiera. Aunque difícilmente llegaran a verlo, entenderlo y creerlo de la manera en la que se me permitiera verlo, entenderlo y creerlo, y por consiguiente, concientemente aceptarlo y abrirme a permitirte, Señor, le permitieras al enemigo hacernos todo ese espantoso mal que hasta aquí nos hiciera,

Sabiendo también, Daniel amado, en todo ese tiempo y descenso unida espiritualmente a vos en el Espíritu Santo. Llevándote a padecer también todo eso junto con nosotros, aunque físicamente no te movieras nunca de tu lugar, por así ver y entender convenía no te movieras, sino hasta que pudiera llegar a ver y entender en qué habría de terminar todo esto. Para entonces sí, en esta hora, llamarte amor a mover, llamándote a venir a mí. A venir en mi búsqueda y encuentro, para ayudarme y ayudarnos a terminar a salir de todo esto en tu amor en el Espíritu Santo, junto con todos los que con vos traigas en el mismo soplo de tu Espíritu, Padre, Jesús Amado, en tu espíritu y en el espíritu de todos ellos en el Espíritu Santo. Amén.

Siendo solo así, para Gloria de tu Nombre, del Reino de los Cielos y de toda la Humanidad junto con la nuestra, que terminamos cayendo y padeciendo sumergidos en este abismo todo lo que aún hasta este momento estamos padeciendo dolorosamente. Pareciendo ante todos como castigados por Vos, Señor. Cuando en verdad era y es Satanás quien nos castigara y castiga, solo por así haber consentido en que se lo permitieras hacer, Señor, para terminar de liberar en tu mismo Espíritu en nuestro y su espíritu en el Espíritu Santo a toda la comunidad, pueblo y humanidad de la que a tal fin nos llamaras y enviaras a formar parte, de debajo del poder y sometimiento de dicho espíritu enemigo de una vez y para siempre. Amén.

Reconfortándome, ayudándome a soportarlo y sobrellevarlo todo en el Espíritu Santo solo gracias al recuerdo de tantos sueños, visiones, promesas y palabras que con anterioridad y durante el paso por todo ello quisieras darme y me fueras dando, Señor, para fortalecer mi fe, mi esperanza y mi amor, de que todo era Tuyo en nosotros, con nosotros, por nosotros y para nosotros, habiendo de presentar al final nuestra defensa junto con la Tuya, por medio del testimonio final que de todo ello, esto, al final veía y entendía me llevarías a dar en el Espíritu Santo para conocimiento y liberación de todos. Amén.

Palabras de consuelo que en todo momento me dieras, entre las que se encontraba y encuentra aún hoy, viéndome como me veo totalmente arruinada, abandonada, desolada, estéril, amargada, angustiada, acorralada, desesperanzada, desconfiada, desamorada, negativa, negada, rechazada, acabada, aniquilada, arrasada, despreciada, humillada, atacada, injuriada, burlada, insultada, avergonzada, deshonrada, ignorada, aprisionada y encadenada a la peor de todas las malas suertes, aterrada día y noche. en constante padecimiento y agonía, sintiéndome hundir con vos, Daniel amado, con los míos y nuestro amor, cada vez más y más abajo por más y mucho que intente mantenerme y mantenerlo a flote y hacer pie sin zozobrar y darme definitivamente por vencida, muerta y sepultada, la siguiente palabra que quisieras darme, Señor, por primera vez en 1997:


“Grita de júbilo, ¡oh tú, que estabas estéril!,
y que no dabas a luz; grita de júbilo y alegría,
tú que no esperabas. Pues van a ser más los hijos
de la abandonada que los de la casada, dice Yavé.

Ensancha el espacio de tu tienda, sin demora
despliega tus toldos, alarga tus cuerdas y refuerza
tus estacas; porque te extenderás a derecha y a izquierda.

Tu descendencia conquistará las naciones
y poblará las ciudades desiertas.

No temas, pues no vas a ser defraudada,
no tengas vergüenza, pues no tendrás de qué ponerte colorada.
Te olvidarás de las vergüenzas que pasabas cuando joven
y de los desprecios que te hacían cuando viuda.

Pues tu creador va a ser tu esposo. Yavé de los Ejércitos
es su nombre. Te liberará el Santo de Israel, quien se llama
Dios de toda la tierra.

Sí, Yavé te llama como a la esposa abandonada,
que se encuentra afligida. ¿Se puede rechazar la esposa
que uno toma siendo joven?

Así habla tu Dios: “Te había abandonado un momento,
pero con inmensa piedad voy a reunir a tus hijos.
Por unos instantes te oculté mi rostro, pero,
con amor que no tiene fin, me apiado de ti.”

Así dice Yavé, que te salva: “Voy a hacer como en los días de Noé,
cuando juré que las aguas no inundarían más la tierra.
Así, juro yo no enojarme más contigo,
ni amenazarte nunca más.”

Los cerros podrán correrse
y moverse las lomas;
más yo no retiraré mi amor,
ni se romperá mi alianza de paz contigo:
lo afirma Yavé, que se compadece de ti.

¡Pobrecita, azotada por la tempestad
y sin consuelo!
Yo asentaré tus muros
sobre piedras preciosas,
y serán tus cimientos de zafiro.
Haré tus murallas de rubíes,
tus puertas de cristal,
y todo tu contorno de piedras preciosas.

Todos tus hijos serán instruidos
por Yavé,
y grande será la felicidad de tus hijos.
Te mantendrás firme por la justicia,
y no tendrás que temer la opresión:
el terror no se te acercará.
Si alguien te ataca,
No será de parte mía;
el que se lance contra ti,
como se trata de ti, caerá.

Mira, yo he creado al herrero, que mantiene el
fuego de la fragua con el fuelle, y saca de allí
las armas que debe forjar. Pero también he sido yo
quien ha creado al destructor que las va a romper.

Ningún arma que hayan formado contra ti resultará,
y harás callar a cualquiera que te acuse ante el juez.
Este es el premio para los servidores de Yavé,
por las victorias que obtendrán con mi ayuda, dice Yavé."
(Is. 54)

Palabra de Dios


 


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Fecha: 18:12 06/18 2006
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(Continúa VII.V)



Oyéndote y entendiéndote decirme en todo momento por medio del recuerdo de la misma, durante el paso por el valle de la peor de las malas suerte que amén de Vos mismo, Señor Jesús, pasara conciente y voluntariamente ningún otro ser humano en este mundo junto con todos los suyos para mayor bien de toda la humanidad, que no temiera, porque al final Vos, nos ibas a reconstruir, Señor. Esa era mi única y más grande esperanza.

Pero las horas, los días, los meses y los años pasaban y siguen pasando, Señor, y la reconstrucción no llega nunca. ¿Cuándo llegara, Señor? ¿Cuándo? Pues, mira, que estamos aniquilados, devastados, destrozados por los padecimientos y ya no podemos seguir soportando más, Señor. Por lo que te pido, te suplico, ten compasión, ten misericordia de nosotros y reconstrúyenos, ya, por favor, te lo pido. ¡Te lo pido! Por tu Madre, mi Madre, por María Santísima, por la Inmaculada Concepción de María Santísima, te lo suplico. Amén.

Palabra, como toda palabra bíblica referida y dirigida a tu Pueblo en toda la Humanidad, pero asimismo a todos y cada uno de las piedras vivas que en el Espíritu Santo lo constituimos. Viendo y entendiendo, en lo personal, que en todo esto que así quisieras llevarnos a pasar junto con vos, Daniel amado, como pareja humana predestinada en Cristo en el Espíritu Santo para previo paso por todo ello terminar de hacer resucitar y restaurar el amor primero existente entre Adán y Eva perdido con su desobediencia, caída y destierro del Reino de los Cielos, con todos mis seres amados familiares, amigos, comunidad, pueblo, todo aquello por lo que desde su creación en Vos, a tu lado, salida de Vos, estadía aquí y vuelta a Vos, pasara y habrías de permitir terminara de pasar con tu Amado Pueblo en toda tu Amada Humanidad bajo el poder de dicho espíritu enemigo aún un tiempo más durante esta última hora del Espíritu Santo n toda ella por sobre el mismo, para que viera, entendiera y creyera que de igual manera a como con nosotros en su momento final habrías de hacer, harías con todo él en toda ella.

Que de igual manera a como tras permitir necesariamente de la manera en la que estoy dando testimonio nos viéramos momentáneamente sometidos en todo nuestro conjunto al mayor de los descensos, caídas y horrores bajo dicho poder maligno, para en esta última hora de esta historia de amor volver a manifestarte, Señor, Grande, Glorioso y Maravilloso con nosotros y nuestro amor, en medio de nosotros y desde nosotros y el triunfo final de nuestro amor, Daniel, ante toda la Humanidad, viera y entendiera de igual manera habría de permitir sucediera con toda ella bajo el poder de dicho espíritu enemigo para mayor bien, gozo y gloria final de amor también para toda Ella en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, en la misma Gloria del Reino de los Cielos.

Llevándola al final a entregarse en plenitud de total mutua correspondencia a tu amor, tal y como en el principio lo concibieras, quisieras y predestinaras para toda ella en su conjunto con Vos, y tuviera que quedar hasta el momento interrumpido a causa de la intromisión de dicho espíritu enemigo. Liberándola para siempre de dicho espíritu enemigo, tras su temporal solo previo necesario también sumergimiento hasta lo más profundo del Abismo y de la Muerte bajo el poder del mismo. Para al igual que con nosotros finalmente hicieras, veo, entiendo y espero ardientemente, Señor, en este momento finalmente hagas, por favor, te lo suplico, solo así terminarla de liberar del mismo desde su propia conciente, voluntaria y enamorada liberación del mismo en Vos de una vez y para siempre.

Siendo, por ende, por tal única conciente razón y querer Divino que aceptara hundirme con vos, Daniel amado en lo espiritual, como con todos mis amados hermanos, hermanas, cuñados, cuñadas, sobrinos y sobrinas, hasta lo más profundo de este horroroso abismo en el que aún nos encontramos.

Siendo en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Señor, que aceptara dejarnos hundir, te hundiera, los hundiera y me hundiera bajo el poder de dicho espíritu enemigo dejado totalmente suelto dentro y fuera de mí en tu poder Dios Uno y Trino en todos y en mí por sobre el mismo, hasta lo más hondo de la peor de las miserias. Para llevar a todos los hombres tu invitación al banquete de bodas.

De tu boda amado nuestro Jesucristo con todos ellos en la Humanidad entera en el Espíritu Santo. De nuestra boda, amor, Daniel. Aunque en los hechos no lleguemos a casarnos según el ritual, ceremonial y protocolo humano, sabiéndonos unidos en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Padre, Jesús Amado, por un lazo espiritual mucho más fuerte que cualquier papel o ceremonia humana.

En virtud de lo cual, en el postergar necesariamente, Daniel, nuestro amor para ir, hacer y decir también en tal sentido de tu mismo Espíritu, Padre, Jesús Amado, en nuestro espíritu en el Espíritu Santo todo eso cuanto veía y entendí querías y necesitabas, Señor, que hiciéramos para ayudarte a terminar de liberar y hacer entrar en este designio de amor y procreación tenido desde el mismo origen de nuestra creación en Vos para toda la Humanidad a esa multitud de hombres y mujeres que me hicieras ver y entender cayeran y se encontraban sumergidos bajo el poder de dicho espíritu enemigo en lo más profundo de este lugar del Abismo y de la Muerte, todo lo hiciera asimismo no dejando de pensar en nosotros, en nuestro amor y su final consumación previo el necesario paso por todo ello.


¡GLORIA A VOS, DIOS UNO Y TRINO, POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN




(Sigue en la siguiente respuesta)

Los abrazo en Jesús y en María en el Espíritu Santo

Bendiciones para todos


¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!


 



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gladysruth

Fecha: 09:24 06/19 2006
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VII.VI


No dejando ni un solo instante de buscarte y esperarte, amor, durante todo ese necesario tiempo aún de dolorosa separación entre los dos. Sabiendo que mientras tanto descendía junto con los míos hasta lo más profundo del Abismo y de la Muerte, del mismo infierno en el que veía y entendía el enemigo lograra hacer descender y tener fuertemente atados a sí a una multitud de hombres y mujeres que Vos, Señor, querías que en esta última hora estuvieran también todos ellos de regreso junto a Vos, compartiendo tu misma dicha, gloria y eternidad final en el banquete de bodas de tu amor con toda la humanidad, nuestro amor tenía que quedar aún por el momento medio como en suspenso.


Como una promesa de amor que también al final habría de ver su realización total conforme a tus planes Divinos, Señor, si primero descendía a hacer lo que veía y entendía también a tal fin habías querido enviarme en tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo desde el sí que te diera en Ushuaia. Aunque ni siquiera vos, amor, llegaras al final a ver, entender ni creer jamás en nada de todo ello. Tal  y como finalmente tuviera que escuchártelo decir de esa manera el año pasado. No obstante saber en lo más profundo de mi ser, de tu espíritu a mi espíritu en el Espíritu Santo que, vos fueras el único que siempre creyeras en, si bien tal vez no en todo, en la mayor parte de todo esto. 


Siendo de hecho, amor, Daniel,  el sentir y saber que creyeras y creías en mí, en todo cuanto te compartía del Espíritu de Dios en mi espíritu en el Espíritu Santo,  tu fe demostrada inicialmente en tal sentido durante aquellos primeros hermosos cinco años de constante comunicación y entendimiento, y aún incluso después durante los restantes cinco años de incomunicación y no entendimiento –siguiéndolo sintiendo y sabiendo de tu corazón en mi corazón en el Espíritu Santo- , lo que en todo momento, sobretodo cuanto más dudaba y me sentía totalmente abatida y vencida por el enemigo, me llevaba a ponerme de pie y seguir siempre hacia delante y hacia arriba.


Hacia delante y hacia arriba en la concepción y alumbramiento de todo esto. Por muy para atrás y para abajo que sobretodo durante este último lustro de necesario descendimiento y oscurantismo bajo el poder del enemigo, sin dejar de estar al mismo tiempo por sobre el mismo siempre en Dios Uno y Trino,  bajo el poder Supremo y Absoluto de Dios.


Siendo tu fe, el saber que vos sí creías en todo esto y sí me amabas, aunque el enemigo tratara de confundirme llevándote a decirme por momentos todo lo contrario para confundirme y aniquilarme, la fuerza en Dios que me llevara a no detenerme y seguir hasta el fin en todo esto, hasta no ver y entender haberlo llevado completamente a buen término en Dios en el Espíritu Santo, sintiendo y sabiendo en lo más profundo de mi ser que vos me amabas y estabas siempre allí esperándome al final del camino de este prolongado viaje de discernimiento interior y ejecución exterior, en la meta, como mi meta que en Vos, Dios Uno y Trino, jamás tenía que perder de vista para no extraviar el camino, y seguir andando siempre segura hacia y hasta llegar a vos, amor, a tus brazos para estrecharme entre ellos, envolverme con tu amor, llenándome y llenándote de besos, de caricias, de amor  durante el resto de nuestros días en este mundo por todo lo que durante todo ese tiempo de entrega no pudiéramos besarnos, acariciarnos, amarnos en plenitud.


Por lo que lo peor de todo para mí, dentro de ese infierno aceptado y tenido que terminar padeciendo de esa manera junto con vos, Daniel, sin vos hasta el presente,  y todos mis seres amados, más extremadamente aún con los más cercanos de todos ellos, fuera sentir haberte llevado de amarme tanto a odiarme de igual manera. Viendo y entendiendo terminándote enfermando humanamente con toda mi ceguera, sordera y dureza de entendimiento inicial, demostrada respecto de tu manifiesto amor hacia mí. Sintiendo, aunque así no hubiera sido de tu parte, haber suscitando un espíritu de resentimiento y revancha en vos, en tu amor, por todo el mal que con mi igual desamor, palabras y actos anteriores te causara.


Queriendo no vos, sino dicho espíritu enemigo de este designio y del Reino de los Cielos visto y entendido existía  también en vos como en  mí durante los cinco años previos sumida en tal ceguera, sordera y falta de entendimiento necesariamente permitida aún en mí por Vos, Señor, respecto de vos, Daniel amado, bajo el poder de dicho espíritu enemigo, me llevara a llamarte a mantenerte crucificado , como un hombre prohibido en Cristo dada tu condición sacerdotal, en el amor humano que veía y sentía sentías por mí.


Crucificándote con mis propias manos a través de todas y cada una de mis palabras y actos pronunciadas y realizados hasta allí en tal sentido. Por así hacerme creer dicho espíritu enemigo lo querías vos, Padre, Jesús Amado, para ambos. Llamándome y llevándome igualmente de tu parte, Daniel, luego de ello, por medio de tus palabras y actos posteriores –solo por así permitirlo, Vos, Jesús Amado, por así convenir seguírselo permitiendo aún un breve tiempo más-  a seguir crucificada en la misma cruz que en la que en Vos, Cristo Amado, también desde Ushuaia aceptara estar y permanecer hasta las últimas consecuencias; hasta la muerte y muerte en cruz por amor a tu voluntad, al Reino de los Cielos y a toda la Humanidad.


Para por medio de tu crucifixión y mi crucifixión, Daniel, permitirle Vos, Jesús Amado, al mismo, terminarte de hacer lo que aún tenías que permitirle terminarte de hacerte ante el conocimiento de todos en la conciente consagración a tal fin en un primer momento de nuestra carne, Daniel amado, de la de toda mi familia y de la comunidad de San Antonio de Padua. De toda la comunidad de Plottier mismo. Para de igual modo ante el conocimiento de todos terminarlo de vencer y manifestarte gloriosamente resucitado al final en nuestro más basto conjunto en el amor y por el amor. Permitiéndole ver a toda la Humanidad tu resurrección final en el Espíritu Santo de la cruz en la que necesariamente a tal fin tuvieras que seguirte haciendo mantener crucificado durante estos dos mil años en todos tus sucesores. Aunque en lo Divino desde aquel tercer día de tu muerte permanecieras gloriosamente resucitado ya nuevamente junto a Vos, Padre Eterno, en el Reino de los Cielos.


Para lo cual era inexorable permitirle siguiera pareciendo seguir teniendo poder un tiempo más aún sobre Vos, Señor, sobre nosotros y sobre nuestro amor, Daniel amado, manteniéndonos crucificados, y más aún crucificados también finalmente con nuestro amor. Solo por así convenir seguírselo permitiendo tenernos crucificados en Vos y con Vos un tiempo más. Para en esta hora final permitirte terminarlo de vencer y aniquilar ante la vista y consideración de toda la Humanidad, desprendiéndote en nosotros y en el triunfo final de nuestro amor en Vos por sobre el mismo Gloriosamente Resucitado en el Espíritu Santo en el amor. Para por medio de la final consumación de nuestro amor terminar de consumar por sobre el mismo tu amor por y con toda la Humanidad malogrado en el principio por la intromisión e imposición del mismo sobre ella desde entonces.


Fin Divino en virtud del cual viera y entendiera teníamos que permitirte le permitieras parecer seguirte venciendo manteniéndote crucificado, permitiéndole llevarme a crucificarte, Daniel amado, junto con tu amor en un primer momento, y que me crucificaras con mi amor en un segundo momento.


Permitiéndoselo ciega e inconscientemente en un primer momento. Y visible y concientemente en un segundo momento así en Vos, Cristo Amado, con Vos, por Vos y para Vos. Luego de permitirme ver y entender allí en Piedra del Águila luego de aquel 08 de febrero del 2002 que siendo como era que este amor era todo Tuyo en ambos, siendo su consumación final la que al final buscabas terminar consiguiendo con todos estos padecimientos y malos entendidos previos permitidos de parte del mismo entre vos y yo, Daniel,  convenía que en aquel momento te lo entregara. Dándote a ver y entender tener que saber hacer también vos, Daniel amado, respecto de mí, lo mismo.


De igual manera a como también en su momento le pidieras a Abraham, Padre, sacrificara a Isaac. A su amado hijo de la promesa que le hicieras de por medio del mismo haber de darle una gran descendencia en todas las naciones de la tierra. No obstante lo cual, no entendiendo como habrías de darle una gran descendencia por medio del mismo, si luego de haber creído y esperado toda su vida por él, al final cuando ya se lo habías dado, le pedías sacrificártelo. Con el correr de los años vi y entendí, Señor, que no fueras vos quien le pidiera a Abraham tal sacrificio sino dicho espíritu enemigo existente igualmente en su corazón, queriéndolo llevar a engañar y confundir.


Porque el mismo sabía que si le llevaba a creer de tu parte, Señor, que Vos le pedías darle muerte para demostrarte tu amor y fidelidad, entonces la promesa que le hicieras no llegaría a ver su cumplimiento jamás. Mientras todos los que tenían que descender de Isaac en lo humano, por consiguiente, tampoco nacieran. Impidiendo junto con su futuro nacimiento, tu advenimiento, concepción en el vientre purísimo de María y nacimiento final, Jesús Amado. 


Disponiéndose Abraham a hacerlo como creía Vos, Señor, se lo pedías confiando en que de cualquier manera, aunque le dieras muerte, al final habrías de cumplir por medio de ese hijo, haciéndolo vivir, la promesa de la descendencia que le hicieras.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 09:27 06/19 2006
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(Continúa VII.VI)


No proviniendo de Vos tal inspiración. Pero permitiéndole a dicho espíritu enemigo llevarle a Abraham a creerlo así, para por medio de tal trance fortalecerlo en su fe, esperanza y amor, para intervenir al final impidiéndoselo hacer, librándolo de esa momentánea ceguera que le permitiera al enemigo le causara, dándole un cervatillo para sacrificarlo en lugar de su hijo. No porque Vos, Señor, necesitaras y quisieras que se te hiciera jamás el más mínimo sacrificio de la más pequeña y amadas de tus criaturas. Ya que las crearas a todas para la vida y no así para la muerte. Sino para que dentro de la extrema ceguera en la que Abraham como toda la restante humanidad aún se encontraba bajo el poder de ese espíritu enemigo, Satanás, que siempre fuera y era el único que pusiera en los hombres la idea y costumbre de sacrificar víctimas para saciar la sed de sangre suyo, y no así la Tuya, peor aún tratándose de humanas, como sabías que adherido ciegamente a sus creencias Abraham no habría de irse de aquel lugar sin haber cumplido el rito que creía Vos le pidieras y subiera a hacer, para que no asesinara a su propio hijo, le dieras dicho cervatillo.


Siendo lo que Vos querías y queres, nos demandas, Señor, manifestación de amor, y no sacrificios.  Sin embargo, no querías ni queres manifestaciones de amor de cualquiera manera. No según la manera de pensar, sentir, ser, querer y obrar humana y mundana del amor según la concepción de dicho espíritu enemigo; luego de la caída y perdida del verdadero amor y manifestación de amor en la pareja desde la caída y destierro de la humanidad del Reino de los Cielos. Sino una manifestación de amor con el pequeño sacrificio, el liviano yugo, tu liviano yugo requerido llevar en el mismo conforme a tu manera de pensar, sentir, querer, ser y obrar, de la FIDELIDAD.  Que seamos fieles en nuestra pareja. En nuestro amor. Que no andemos picoteando de aquí para allá como el picaflor. Sino que nuestro amor sea fiel, así como Vos sos fiel. Que seamos fieles en todo cuanto digamos y hagamos.


Siendo de hecho la comunión, la eucaristía, que Vos siempre quisieras y queres, Señor, la de la mutua donación en el amor y en la fidelidad de la pareja, del varón y la mujer. Dándote y dándonos a comer y beber de Vos mismo así, del uno en el otro, en el amor.  Porque siendo como es que estás, que Dios está en el varón e igualmente en la mujer en el Espíritu Santo, dándose en el amor el uno al otro es a Vos mismo en el uno y en el otro, y  del uno al otro que te das y quieres darte así a toda la humanidad. Por medio de tu Palabra encarnada en todos los hombres. En todo hombre y mujer sobre la faz de la tierra.


 “¡Que me bese
 con los besos de su boca!
 Tus amores son un vino exquisito,
 suave es el olor de tus perfumes,
  y tu nombre, ¡un bálsamo derramado!;
 por eso, se enamoran de ti las jovencitas.
 ¡Llévame! Corramos tras de ti.
 Llévame, oh Rey, a tu habitación
 para que nos alegremos y regocijemos,
 y celebremos, no el vino, sino tus caricias.
¿Cómo podrían no quererte?”
        (Cant. 1, 2-4)


 “Yo soy el narciso de Sarón
 y el lirio de los valles.
 Como lirio entre los cardos,
 así es mi amado entre los jóvenes.
 Como manzano entre los arbustos,
 así es mi amado entre los jóvenes.
 Estoy sentada a su sombra deseada
 y su fruto me es dulce al paladar.
 Me llevó a una bodega de vino:
 su divisa de amor estaba encima de mí.
 Pásenme pasteles de pasas.
 Reanímenme con manzanas,
 porque estoy enferma de amor.
 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza,
 y su derecha me abraza.
 Hijas de Jerusalén, yo les ruego
 por las gacelas y las cabras del campo
  que no despierten ni molesten al Amor
 hasta cuando ella quiera.


¡La voz de mi amado!
Miren cómo viene saltando por los montes,
Brincando por los cerros, mi amado,
como una gacela o un cabrito.
Ahora se detiene detrás de nuestra cerca,
y se pone a mirar por la ventanas,
A espiar por las rejas.
Mi amado empieza a hablar
y me dice:


Levántate, compañera mía,
hermosa mía,
y ven por acá, paloma mía.
Acaba de pasar el invierno
y las lluvias ya han cesado y se han ido.
Han aparecido las flores en la tierra,
ha llegado el tiempo de las canciones,
se oye el arrullo de la tórtola
en nuestra tierra.
Las higueras echan sus brotes
y las viñas nuevas exhalan su olor.
Levántate, amada mía,  hermosa mía, y ven.
Paloma mía, que te escondes
en las grietas de las rocas,
en apartados riscos,
muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz,
porque tu voz es dulce
y amoroso tu semblante.


¡Que cacen a los zorros,
esos dañinos zorritos que  destrozan las viñas,
pues las nuestras se encuentran en flor!
Mi amado es para mí,
y yo para mi amado;
lleva a su rebaño a pastar entre los lirios.
Antes que sople la brisa del día
y huyan las sombras,
amado mío, vuelve,
como la gacela o el cabrito,
por los montes de las balsameras.”
     (Cant. 2)


          Palabra de Dios
 
Pero, siendo así como habíamos quedado bajo el poder de dicho demonio que nos llevaba a hacer sacrificios rituales humanos para saciar su sed de sangre y hambre de carne humana, para librarnos de tal ceguera, sordera, maldad y sacrificios dados al mismo para siempre, queriendo dejarnos como único sacrificio la mutua fidelidad en la entrega en el amor, fuera que quisieras terminarte entregando Vos mismo en sacrificio en la Persona del Hijo, en Vos, Señor Jesús.


A quién a diferencia de Isaac entonces, Padre, si permitieras su necesario sacrificio mortal, por así aceptarlo concientemente Vos, Jesús Amado a hacerlo, para de ese modo terminarnos librando de tener que seguir cayendo y estando bajo el poder de tal sacrificio de parte de dicho espíritu enemigo de una vez y para siempre.  Aunque en estos dos mil años aún hayan tenido que seguir siendo necesarios, permitiéndole seguirle dando a muertes a todos tus sucesores, Jesús Amado, de igual manera como oblación y preparación de esta liberación y abolición total de tal sacrificio bajo el poder de dicho enemigo, con el triunfo final nuevamente del amor por sobre el mismo. Tal y como en el principio lo pensaras, querías y predestinaras. Que dejando de ser, querías que al final volviera a ser así para toda la Humanidad.


Luego, lo que vos pensaras, querías y predestinaras para nosotros, Padre,  para vos, Daniel amado y para mí, viera y entendiera con el correr de los siguientes años era desde el vamos la perfecta comunión en el amor. La común unión, de nuestros espíritus, mentes, cuerpos… de todo nuestro ser en Vos en un solo ser en el Espíritu Santo. Amén. Pero, para poder llegarlo a hacer nuevamente posible como en el principio lo querías y era, tenías que mantenernos entregados al sacrificio un tiempo más junto con nuestro amor bajo el poder de dicho destructor espíritu enemigo, para terminarlo de despojar de todo lo que en nuestro amor no era Tuyo sino suyo.


Por lo que, para hacerlo posible, vi y entendí que lo que nos pedías hacer en ese momento era exactamente lo mismo que en aquel otro momento le pidieras a Abraham respecto de Isaac e hicieras Vos Mismo, Padre, respecto de Vos, Jesús Amado, en aquel momento. Que te entregara en sacrificio desde Vos, Señor, a dicho espíritu enemigo, Daniel amado, y me entregaras, Daniel amado, igualmente desde Vos, Señor, a dicho espíritu enemigo.


Que te crucificara junto con tu amor por mí y me crucificaras junto con mi amor por vos en Cristo en el Espíritu Santo. Llevándome a ver y entender que en tal sentido éramos y veníamos a ser ante Vos, Señor, como los dos olivos, en tanto varón y en tanto mujer, representante uno en vos, Daniel, de todos los varones sobre la faz de la tierra, y el otro representante en mí de todas las mujeres sobre la faz de la tierra. Pareja humana puesta ante Vos, consagrada y entregada concientemente en sacrificio en Cristo en el Espíritu Santo junto con nuestro amor por Vos, por el Reino de los Cielos, por toda la Humanidad, ungida en tu misma unción, querida hacer nueva junto con nuestro amor en Vos, Jesús Amado, para y en representación de toda la Humanidad.


Confiando que al final lo conseguiríamos. Conseguiríamos gozarnos en y con Vos, Señor, en la mutua plena manifestación y complacencia de nuestro amor en tu mismo Amor por toda la Humanidad en ambos.


Si creíamos en la promesa en que en tal sentido me habías querido, Jesús Amado, llevarte a realizar, Daniel, hacia septiembre del año anterior de que si creíamos aunque aún no tuviéramos nuestro amor, no pudiendo llegar a tenernos mutuamente en el amor todavía hasta tanto primeramente no hiciera e hiciéramos todo cuanto previamente veía y entendía aún nos quería pedir te permitiéramos hacer también por nuestro medio en Cristo en el Espíritu Santo para la humanidad entera, contra y por sobre dicho espíritu enemigo existente aún también en ambos junto con tu mismo Espíritu en Cristo, al final, en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo en ambos, y así ya en nada en dicho espíritu enemigo que de mil maneras desde el vamos intentara malograr e impedir este designio de amor y procreación entre los dos, llevándonos a todo tipo de malos entendidos y contrariedades, si creíamos que ya teníamos lo que entonces tanto te pidiéramos y pedíamos, al final sin duda lo conseguiríamos.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 09:30 06/19 2006
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(Continúa VII.VI)


Que al final, de cualquier manera, nos amaríamos, amor. Habiendo de ser y siendo Vos mismo, Padre, Jesús Amado, quien habrías de llevarnos nuevamente el uno al otro como en 1996 habías querido hacer e hicieras, para como de similar manera a como en un principio hicieras con Adán y Eva, entregarnos y llevarnos a unir bajo tu total bendición en nuestro amor en un solo cuerpo, en una sola carne desde tu mismo Espíritu, Padre Celestial, en tu mismo Espíritu Señor Jesucristo en el Espíritu Santo en ambos para gloria de tu Nombre por sobre dicho espíritu enemigo, gloria del Reino de los Cielos, gloria de toda la humanidad y nuestra también sobre el mismo de una vez y para siempre. Amén. ¡GLORIA A DIOS!


Para lo cual, al igual que hacía dos mil años, Señor Vos hicieras con Vos mismo, en el Padre y en el Hijo, en el Espíritu santo, seguirle el juego al enemigo, permitiéndole parecer terminarlo malogrando e impidiendo todo entre los dos, llevándonos a crucificar junto con nuestro amor de manera similar a como hacía 2000 años pareciera ante todo tu pueblo y humanidad amada haber logrado hacer también con Vos, Padre, Jesús Amado, junto con tu amor por toda la humanidad, teníamos en ese momento que saber entregarlo. Entregar, ofrendar nuestro amor, Daniel, junto con nosotros mismos en la persona de Cristo en el Espíritu Santo sobre el mismo altar de tu sacrificio de hacía 2000 años, Jesús Amado, el de la Cruz, para desde la cruz permitirte terminar saliendo glorioso en el triunfo final de nuestro amor por sobre dicho espíritu enemigo ante el conocimiento de toda la humanidad. Amén.


No quería perderte, amor. Viendo y entendiendo que luego de lo sucedido el 08 de febrero era muy posible que eso fuera lo que terminara sucediendo. Atormentándome de allí en más todo el tiempo el enemigo azuzándome con haber de ser solo lo mismo que ese 08 sucediera lo que al final  terminaría  logrando y recibiendo de vos de ahí en más si aceptaba hacer y hacía lo que en tal sentido veía y entendía en Vos, Padre, Jesús Amado, se me pedía permitirte hacer de allí en más antes de la permisión de la consumación final de nuestro amor.


Que al no poder ver ni entender aún con los mismos ojos y entendimiento que en lo personal se me llevara a ver y entender todo esto, ni pudiéndotelo aún explicar en toda su extensión por ni siquiera yo aún por aquellos días verlo y entenderlo con la total claridad que hoy se me permite ponerlo finalmente por escrito, al no saber, por qué decía lo que decía y hacía lo que hacía, no por simple maldad hacia vos, sino porque, amándote con toda la fuerza y locura de mi ser como te amaba, así veía y entendía era necesario hacerte, Daniel amado, en un primer momento.


De similar manera a como Vos, Padre, en su momento de igual manera hicieras con Vos, Jesús Amado, por ver y entender que solo así habríamos de permitirte, Señor, terminar liberando nuestro amor y a los dos, a todo este pueblo y a toda la humanidad, Daniel amado, de una vez y para siempre en Cristo en el Espíritu Santo de debajo del poder de dicho espíritu enemigo que solo buscaba malograrlo e impedirlo para siempre.


Sintiendo como la más perversa de las garras me oprimía constantemente el pecho, al ver y entender que con hacer eso que veía y entendía, Señor, me pedías hacer con vos, Daniel amado, solo habría de terminarte perdiendo de una vez y para siempre. Porque con hacer tal cosa, me sentía permanentemente atormentada por dicho espíritu enemigo que al igual que aquel 08 terminaras haciendo, veía y entendía, al no poder ver ni entender de tu parte por qué hiciera y hacía lo que hacía, solo habría de terminarte entregando y poniendo de parte de dicho espíritu enemigo tanto en mí como en vos y en todos, en brazos de otro amor, de otra mujer.


Como durante los meses y años siguientes tuviera que sentir padecer lo mismo una y otra vez, como testigo enmudecida, como cordero permanentemente en el matadero que clavado en la yugular hasta lo más profundo, pataleaba y pataleaba sin terminar de morir jamás. Viendo y sintiéndome atormentada por decenas de demonios desde mi propio interior como desde todo el conjunto cada vez  que te veía junto, hablando o sonriendo con otra mujer. Peor aún cuando te veía abrazarlas para darse la paz luego de la comunión, haciéndome añicos el corazón una y mil veces ante su posterior diario y minuto a minuto doloroso recuerdo posterior de tal escena. Recuerdo que no podía impedir por más que tratara de no recordarlo. En un abrazo que dicho espíritu enemigo me atormentaba, diciéndome que por hacer lo que estaba haciendo ese abrazo nunca sería para mí, ni en mí para vos.


Viendo y entendiendo que era exactamente eso lo que había hecho y hacía con tu amada humanidad desde que lograra sacarla de Vos y de tu Amor, Padre, Jesús Amado, en el principio. Poniendo entre los dos todo tipo de impedimentos, ofuscaciones, desde la profunda ceguera, sordera, dureza de corazón y entendimiento de tu Amada humanidad. Ceguera, sordera, dureza de corazón y entendimiento, dentro de la que le hacía ver, pensar, sentir, creer, todo tipo de cosas, atormentándola día y noche con mil demonios para hacerla sentir el ser más infeliz de todo el universo fuera de Vos y de tu Amor.


Siendo tu esperanza, Jesús Amado, puesta no obstante todo en tu amada y rebelde humanidad, de que al final sería tu amor en ella el que vencería por sobre todas esas mentiras, engaños y maquinaciones del enemigo en las que la tenía sumida, la misma y única esperanza habida igualmente en mí respecto de vos y de tu amor, Daniel amado, que por sobre toda la adversidad y negatividad de la realidad que veía y entendía respecto a vos y a tu amor el enemigo quería hacerme ver y creer que no me amabas, por lo que me fuera si no quería salir mucho más lastimada de lo que ya saliera.


Tu misma esperanza por la consecución final nuevamente del amor perdido de tu Amada Humanidad, Señor, lo que  me permitía ver que al final, Señor, por sobre la más horrible adversidad de la realidad que en el amor en enemigo se empeñaba en mostrarme para abatirme, desalentarme, descorazonarme y llevarme a desistir y claudicar de lo que estaba haciendo en Vos, Señor, terminábamos, Daniel, abrazados y amándonos plenamente en Vos, Jesús Amado, cualquiera fueran las cosas que el enemigo intentara y nos llevara a decirnos y hacernos bajo tu necesaria permisión, Señor, sacando del uno hacia el otro lo peor de lo peor, a fin de demostrar que todo amor puesto entera y verdaderamente en Vos es más fuerte que el infierno y que la muerte. No pasando ni muriendo jamás. Siempre y cuando llegáramos a tener tu mismo sacrificado y entregado corazón y amor. Dispuestos a pedirnos perdón y perdonándonoslo todo en Vos, por terrible que hubiere sido el mal que en lo humano dicho espíritu enemigo pudiera llevarnos a hacernos, solo por así habérselo permitido.


Abrazo que mientras tanto, por el momento, veía y sentía entre los dos, por más que los dos lo quisiéramos y buscáramos igualmente con toda la fuerza de nuestro ser, por tal conciente entrega realizara aquel otro día de febrero del 2002 en Piedra del Águila entre nosotros no habría de poder ser posible, por mucho y más que intentáramos dárnoslo infructíferamente, sino hasta el final.


Hasta tanto no terminara de decir y poner previamente por obra todo cuanto veía y entendía necesitabas, Señor, que dijera e hiciera para dar testimonio de Vos y presentar tu defensa en el Espíritu Santo no solo en medio y ante el pueblo al que a tal fin en la Iglesia Católica me enviaras sino ante toda la Humanidad.


Para que esta vez, a diferencia de lo sucedido hacía 2000 años, toda la humanidad llegara a ver y entender que entonces, ahora y siempre fueras, eras y serías siempre Vos, Dios Uno y Trino, quien venciera, vencía y vencería por sobre dicho espíritu enemigo en nuestra humanidad, por poderoso que el mismo hubiera llegado a ser o creer ser en nosotros mismos.


Venciéndolo desde la misma cruz en la que le permitieras creer haberte vencido y dejado aniquilado. Viendo como el Plan de Salvación concluía en tu abrazo final de grandilocuente amor con tu Amada humanidad, llevándola asida a Vos, nuevamente en tu amor, junto a Vos, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, por toda la eternidad a la Gloria del Reino de los Cielos que Allí desde toda la eternidad la esperaba de vuelta en su tierra de origen. Amén.


Siendo a partir de entonces que quisieras permitirle al Maligno, Jesús Amado, me terminara haciendo beber y llevarte a beber, Daniel amado, toda la amargura y agries de la misma copa que hacía 2000 años aceptaras igualmente tomar, Jesús Amado, para el único cumplimiento no solo en Vos entonces sino de nosotros también en ese momento, que en Ushuaia me invitaras a beber junto con Vos bajo el poder del enemigo, para de ese modo permitirte terminar de llevar a cabo entre los hombres por nuestro medio en el Espíritu Santo cuanto aún necesitabas terminar de llevar a cabo para terminar de vencer y expulsar a dicho espíritu enemigo no solo de nuestro corazón sino del corazón, voluntad, vida y amor de toda tu Amada humanidad.


Sobreponiéndote definitivamente a su poder, llevándonos a sobreponernos al mismo en Vos en el Espíritu Santo. Amén.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 09:34 06/19 2006
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(Continúa VII.VI)


Llevándomela y llevándotela a beber hasta la última gota, por medio de todo tipo de padecimientos. Viendo y entendiendo que si en verdad te amaba como te amaba, Daniel amado en Vos, Jesús Amado, si quería que volvieras a oír, ver, entender, creer y enamorarte nuevamente de mí, para que conforme a lo prometido de cualquier manera este designio se terminara cumpliendo en Dios en el amor entre los dos, tenía que hacer un sacrificio mucho mayor aún por vos, Daniel, Pueblo mío, Humanidad toda, que el que desde Ushuaia había hecho junto con toda mi familia.


Habiendo sido como fuera que, en principio con  el terrible desamor que te hiciera experimentar de mi parte hasta allí y mi consecuente conciente consentimiento, Señor, a permitirte le permitieras al enemigo nos siguiera haciendo a partir de allí todo el mal que aún fuese necesario permitirle hacernos previamente en Cristo por toda la Humanidad para permitirte al final terminarnos liberando de todo ese mal de una vez y para siempre para vivir y disfrutar a pleno de nuestro tan largamente sacrificado, postergado y probado amor en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en ambos, Dios uno y Trino,  pasaras a ser vos entonces, Daniel, Pueblo amado, viera y entendiera, quien pasaras a quedar ciego, sordo y endurecido de corazón y entendimiento.


Ciego, sordo y endurecido de corazón y entendimiento, de similar manera a como en un primer momento durante los cinco años previos yo estuviera respecto a vos y a tu amor, con respecto a la exacta visión y entendimiento de todo  este designio de amor y procreación predestinado para ambos según como veía y entendía quisieras, Señor Jesús, terminármelo de revelar para permitirte obrar libremente en mí y a partir de mí, por ende, de nosotros, todo cuanto más aún necesitases hacer por nuestra mutua y conjunta crucifixión en Vos, con Vos, por Vos y para Vos contra el común enemigo en el Espíritu Santo conforme en un todo al Plan de Salvación trazado para sacar a tu Amada humanidad de aquí, de debajo de la esclavitud del mismo.


Que quedaras ciego, sordo y endurecido de corazón con respecto a mí y mi amor, amor, cuando con llamarme y buscarme para el amor como en todo tiempo te viera y sintiera llamarme y buscarme hasta allí, muy al contrario de lo que veía y entendía se me pedía hacer, vos solo habías querido y quisieras todo el tiempo amarme y que te amara.


Solo querías, Daniel amado, que nos amáramos. Hacerme el mayor de los bienes, viéndome, sabiéndome y sintiéndome tan desamada también toda la vida. Hacerme y que te hiciera dichoso en la tierra y en la eternidad. Viéndonos finalmente libres en la persona de Cristo en el Espíritu Santo de dicho espíritu enemigo.


Quien a través de todo y de todos, como desde nosotros mismos, desde nuestra ciega, sorda, endurecida humanidad en todo tiempo, desde que en el principio mismo de la creación lograra dividir y resentir la perfecta relación amorosa existente en el principio entre Adán y Eva, entre el varón y la mujer, tratara con concluir dejándonos y manteniéndonos eternamente separados, enemistados, incomunicados, imposible de llegar al mutuo entendimiento, por consiguiente, al total encuentro en el amor, por el amor, con el amor, y para el amor final como en el principio de nuestro trato en Dios era y estábamos.


Amor, por y para el que en el Reino de los Cielos fuéramos pensados, creados y predestinados a terminar uniéndonos en un solo ser, en una sola carne, en nuestra Nueva Humanidad  en Jesús y María, en este lugar del Abismo y de la Muerte en la persona de Cristo, para gloria y restitución total del Reino de los Cielos en el corazón de todos los hombres.


Por ende, para mayor bien de total liberación de la humanidad y creación entera de debajo del poder de aquel espíritu enemigo que encegueciéndola, ensordeciéndola y endureciéndola de corazón y entendimiento en el origen de su amor y estadía en Vos, a tu lado, Padre, Jesús Amado, le llevara a alejarse y mantenerse desde entonces separada de Vos, ciega, sorda, endurecida de corazón y entendimiento con respecto a tu excelso designio Divino de amor tenido para con ella y tu quererla de regreso junto a Vos en el Cielo.


De manera tal que, llevándote por causa de mis propios actos y palabras de total negación, rechazo y crucifixión de tu persona y amor en relación a mi amor a causar igual ceguera, sordera y dureza de corazón y entendimiento de igual manera en vos, respecto de mi amor, viera y entendiera fueras entonces a vos a quien el mismo terminara llevándose a encerrar respecto de mi búsqueda y llamada semejante a la realizada por el amado a la amada en el Cantar de los Cantares.


Permitiéndome ver y entender de ese modo, Señor Amado, que todas las cosas se dieran vuelta. Constituyéndote a partir de allí, Daniel amado, en figura de la Amada perdida y desterrada del Reino de los Cielos, en representación de todo el pueblo al que en la Iglesia Católica por tu sacerdocio en Cristo representabas también en lo humano, con todas sus virtudes y todos sus pecados. Como figura, así mismo, de toda tu Amada humanidad, Señor Jesús, por medio de este pueblo al que sacerdotalmente también vinieras a representar en la total consumación de este designio de amor y procreación en Cristo Jesús, en el Espíritu Santo.


Mientras que, por mi parte, viera y entendiera, Jesús Amado, como tu enviada, tu novia, tu amada en el Espíritu Santo para terminar de concebir y dar a luz a este designio de amor y procreación pensado, querido y predestinado en el principio mismo para toda la humanidad, igualmente perdido y sepultado a la plenitud de tu gracia como desde su salida de Vos, Señor, y caída bajo el poder y sometimiento de dicho espíritu enemigo quedara en tanto varón y mujer toda a una, este designio quedara, pasara a quedar constituida como figura Tuya, del Amado. Del Padre, de la Madre, del Hijo, de la Hija en el Hijo en el Espíritu Santo que quieres, Señor, vuelva a constituirse toda la humanidad.


Siendo, por ende, como era Dios no solo en vos, Daniel, por tu consagración sacerdotal en Cristo, sino también en mí quien en todo tiempo te buscara y llamara. Pasando a representar entonces vos, Daniel amado, sin dejarlo de representar al mismo tiempo también a Él, a Vos, Señor,  a la humanidad, al pueblo de Dios que fuera enviada a buscar y encontrar en el Padre y en el Hijo en el Espíritu Santo, y al final tuviera que salir del mismo no llegando a encontrar como quería y esperaba te dejaras encontrar, amor. De igual manera a como tampoco aquel otro pueblo y humanidad de hacía 2000 años se dejara encontrar, Jesús Amado, por Vos.


Viendo y entendiendo ser finalmente por tu medio, por tu cerrazón, ceguera, sordera y falta de entendimiento producida por dicho espíritu enemigo en vos, Daniel, Pueblo amado, como de igual manera lograra hacer hacía dos mil años con aquel otro pueblo y humanidad, que el enemigo quería seguir manteniendo cerrado el corazón de este pueblo y de esta humanidad actual al mismo amor del Padre y del Hijo que en el principio y hacia 2000 años viniera en su búsqueda y encuentro, ahora en el Espíritu Santo, no encontrándose al final en ningún momento.


De manera similar a como hace 2000 años hiciera que también la Humanidad te negara, rechazara y diera muerte con sus propias manos, Jesús Amado, con los jefes de los sacerdotes de aquel otro pueblo a la cabeza, como con mis propias manos le permitiera nuevamente en Cristo en el Espíritu Santo darme muerte y darte muerte, junto con todos mis seres amados y todos los miembros de esta comunidad y pueblo al que a tal fin fuéramos enviados a formar parte en nuestro más basto conjunto como bautizados en Dios Uno y Trino. Entregándonos concientemente al sacrificio como consagrados también todos ellos en Cristo. Consagrados por ende al sacrificio bajo dicho poder enemigo para redención y salvación en Cristo de toda la humanidad.


Crucificándome, crucificándote y crucificándolos concientemente a todos junto conmigo en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Señor Amado, para la final manifestación de tu triunfo sobre el mismo ante el conocimiento de toda la humanidad.


Permitiéndole el Señor que también a vos te terminara encegueciendo, ensordeciendo y endureciendo de corazón y entendimiento. No obstante tu condición sacerdotal de Hombre Nuevo ya en Jesucristo y en María. Conviviendo aún en tu interior todavía algo de tu hombre viejo en dicho espíritu enemigo que en el origen llevara a rebelar y sacar al varón y a la mujer de Dios.


Como de igual modo en mí conviviera, convivía y convive -por mucho que me pesara y pese reconocerlo-, terminándome tratándome y haciéndome de parte del enemigo de la misma manera en la que de parte del enemigo hasta allí te tratara, haciéndote terrible mal. Porque solo así, causándome todo el mal que me causaras a partir de allí, cuando solo quería amarte y me dejaras amarte y reparar todo el daño anterior que te causara, habría de poder llegarme a dar cabal cuenta –como me diera- de todo el mal que te causara, cuando solo querías también amarme y que te amara en Cristo Jesús, nuestro Señor, en el Espíritu Santo.


Porque el enemigo sabía, que solo con tu amor en Cristo de tu mismo Espíritu, Padre, Jesús Amado, en tu espíritu, Daniel amado, en el Espíritu Santo me podías y habrías de terminar liberando de una vez y para siempre de la mujer vieja que aún había y coexistía en mí con Cristo en mí en dicho espíritu enemigo. Como de igual modo sabía, que con mi amor en Cristo de tu mismo Espíritu, Padre, Jesús Amado, en mi espíritu en el Espíritu Santo te podía terminar de liberar de una vez y para siempre del hombre viejo que aún había y coexistía en vos con Cristo en vos en dicho espíritu enemigo.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 09:36 06/19 2006
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 (Continúa VII.VI)


Librando juntos por la plenitud de nuestro amor puesto nueva y enteramente en Cristo en el Espíritu Santo, no solo a nosotros mismos y a nuestro amor del hombre viejo en dicho espíritu enemigo que aún lo seguía teniendo dominado, enceguecido, ensordecido y endurecido en todo o en algo, llevándonos a obrar en nuestro amor de la vieja manera humana, no propia en nada de Cristo y del Reino de los Cielos sino del enemigo en el corazón de los hombres desde que lograra sacarnos, Padre, de Vos para traernos y dejarnos atados a todos los caprichos de su querer en nuestro propio querer en este mundo.


Librando en Cristo en el Espíritu Santo junto con nuestro amor, el amor de todo varón y mujer, como el amor del hombre hacia Vos y el Tuyo, Señor, hacia el hombre de todas esas ataduras, cegueras, sorderas y durezas de entendimiento y corazón puestas y suscitadas por el enemigo dentro de nosotros desde la original caída de la Humanidad bajo su enceguecedor, ensordecedor y endurecedor poder del error y las tinieblas.


Terminándonos uniéndonos nuevamente en nuestro amor en tu amor, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, en un solo ser final como en el principio Vos, Padre Celestial, lo pensaras, querías y predestinaras para nosotros. Como reflejo de la plenitud de tu verdadero Rostro en la final unión y yuxtaposición de los nuestros, en representación del de todo varón y toda mujer sobre la faz de la tierra, de todos los tiempos.


Tal viera y entendiera que en un todo lo intentara de ese modo el enemigo, para que al final este designio de amor y procreación nunca terminara consumándose ni en el principio con Adán y Eva, ni al final entre vos y yo, Daniel amado, para por su consumación final en nuestro amor, volver a hacerlo posible en Vos, Señor, para toda la humanidad.


Pero, siendo como querías Vos, Señor, por sobre el querer de dicho espíritu enemigo sobre el mismo que este amor terminara siendo posible al final no solo para los dos y entre los dos, como al principio hubiera sido de haber permitido su consumación en el 2001 o en cualquier otro momento anterior o posterior a ese año anterior a este instante presente de su final manifestación pública ante toda la humanidad, era preciso dejarlo momentáneamente sometido bajo el destructor y malogrador poder del mismo.


Para al final, luego de haberle permitido crucificarlo, darle muerte y sepultado junto con ambos en Vos, Jesús Amado, ser Vos mismo en el Espíritu Santo quien haciéndolo resucitar al igual que Vos junto con nosotros de la tortuosa pasión, juicio, muerte y sepulcro en el que durante estos cinco últimos años le permitieras terminarlo teniendo y manteniendo bajo su poder, habrías de hacerlo resucitar con la fuerza de tu mismo Espíritu en nuestro espíritu en el Espíritu Santo en nuestros entrelazados corazones de la sepultura dentro del mismo en que quedara, llevándolo a un estado de gloria y exaltación en Vos, mucho mayor al que en un primer momento antes del paso por todo ello era y se encontraba en la visión y consideración de todos.


Razón por la cual, para que al final también todo esto pudiera llegar a ser posible en Vos, Padre, Jesús Amado, para ambos y nuestro amor en el Espíritu Santo por sobre dicho espíritu enemigo para toda tu Amada humanidad, desde entonces, pasando un tiempo más aún por el más ardiente de los veranos, nuestro amor comenzó a atravesar y quedarse sumido en el más desesperanzador  otoño y aletargador de los inviernos.


La luz lo abandonó inundándose y quedando sumido en las más profundas de las tinieblas. Atormentado e imposibilitado por todo tipo de demonios e impedimentos. Demonios e impedimentos que ni siquiera el mismo amor de Adán y Eva en el principio, en el momento de la muerte y sepultura también del suyo en su corazón, llegara a verse enfrentado y tener que soportar. Sino que en el mismo orden e intensidad solo tuviera que enfrentar y soportar tu mismo amor, Padre, Señor Jesús, en el Espíritu Santo, por toda la Humanidad.


Siendo justamente de ese amor del que nuestro amor se trataba. De tu mismo amor por la humanidad, contra el que en todo tiempo dicho espíritu enemigo en nosotros y contra nosotros luchara y luchaba tratando de impedirlo y malograrlo una vez más como en el principio hiciera. Y esta vez para siempre. Si así se lo permitías, Señor. En la medida en la que por nuestro medio se lo termináramos permitiendo, Daniel amado, viera y entendiera.


Siendo por ello que, viera y entendiera, como aún vos no podías ver ni entender todo esto, Daniel amado, era y habría de tener que estar en todo tiempo luchando sola contra el mismo en Cristo Jesús en el Espíritu Santo para no permitírselo volver a hacer –no permitiéndole destruirlo más allá de permitirle destruir en Vos, Cristo Jesús, todo lo que en el mismo Vos vieras, Señor, no era Tuyo sino de dicho espíritu enemigo- hasta  tanto pudiera terminarte de hacer ver y entender de igual manera, Daniel amado, a como en lo personal quisieras, Señor, concederme la gracia de ver y entender todo esto..


Para que dejando de luchar entre los dos, pasáramos a estar y quedar definitivamente unidos en Cristo en el Espíritu Santo del amor en este designio de amor y procreación para permitirte de este modo, Señor, terminarlo de llevar a su consumación total previamente también vista, entendida y prometida para Vos, para toda la Humanidad y para nosotros.


Entonces comprendí, Señor, que amándonos tanto como nos amaba, queriéndonos y predestinándonos realmente para la consumación final de esta promesa y designio de amor y procreación en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, consagrados en tu misma persona en ambos y en nuestro más basto conjunto popular cristiano, en la persona de Cristo, fuera preciso someternos y hacernos pasar y crucificar con nuestro amor de parte del enemigo por todo cuanto desde nuestra predestinación nos hiciera pasar y sufrir. Para la manifestación de tu Gloria final también en nosotros y por nuestro medio en toda la humanidad existente sobre la faz de la tierra.


Siendo, Señor, tu mismo amor por y con la Humanidad el que a través de todas las idas y venidas de nuestro amor el que querías terminar de hacer resucitar y restaurar en todo el mundo.


Necesitando imperiosamente para ello hacernos pasar de parte de dicho espíritu enemigo por todo el mal que hasta aquí nos hiciera pasar.


Para que por medio de este testimonio final de todas las peripecias, idas y venidas por la que tuviera que pasar para llegar a esta instancia final, tomando conocimiento de todo lo malo y bueno permitido aconteciera con el mismo, la humanidad viera, oyera, entendiera y creyera que era exactamente esto lo que llegada esta hora estabas haciendo igualmente, Señor, en tu amor en esta última hora con toda Ella.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 09:38 06/19 2006
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 (Continúa VII.VI)


Para lo cual, era preciso que antes de permitir la plena consumación final de nuestro amor, de terminar de desatar en el mismo Espíritu de María Santísima, bajo la advocación de la que Desata los nudos, todos los nudos por medio de los cuales el enemigo seguía y sigue teniendo atado nuestro amor, teníamos que terminar de vivenciar las últimas idas y venidas de la constante llamada y búsqueda del amado por la amada y de la amada por el amado, conforme en un todo al Cantar de los Cantares, como así mismo a la historia de Tobías y Sara representada igualmente al pie de la pintura de María, bajo la advocación de la Virgen Desatanudos. Hasta tanto terminara de dar a conocer este anuncio a toda la humanidad.


De manera tal que todos los que quisieran y pudieran ver, oír, entender y creer pudieran hacerlo. Convirtiéndose asimismo en testigos y colaboradores concientes y voluntarios con Cristo en el Espíritu Santo de estas instancias finales del Plan de Salvación.


Participando conjuntamente con nosotros del conocimiento y gloriosa consumación final en Vos, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, de este amor tan largamente buscado, pospuesto, crucificado, sufrido, atado por el enemigo, solo por así permitírselo Vos, Señor. Por así convenir que fuera y sea a los triunfales fines del Plan de Salvación sobre el mismo, en tu misma cruz de hace 2000 años. Para delante de la final visión y entendimiento de todos ser igualmente Vos mismo, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo en ambos, quien lo habrías de desatar de todas sus ataduras.


Liberándolo por completo, de una vez y para siempre de debajo del poder del enemigo como hasta aquí permitieras que sobretodo desde el 2002 permaneciera, entregándonos el uno al otro en el amor, con el amor, por el amor y para el amor. De similar manera a como en el principio hicieras con Adán y Eva, en restauración total del mismo amor puesto en el principio en ambos en nuestro corazones. En el corazón de toda tu Amada humanidad, Señor Jesús. Amén.


De manera tal que, no obstante saber que totalmente entregado, crucificado y sacrificado sobre el altar, este amor pareciera estar totalmente muerto y enterrado,  no obstante todo cuanto hasta aquí ambos hiciéramos por su final posibilidad y consumación final en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en ambos en la persona de Cristo, por ende, parecer ser ante todos terminantemente  imposible ante Vos, Señor, sabiendo y creyendo que era de tu mismo amor por la humanidad en nosotros del que nuestro amor, Daniel, se trataba si tu amor con ella sin duda terminaba en la más plena correspondencia y estrecho abrazo de amor total, el nuestro, Daniel amado, no podía terminar de otra manera.


Es decir, veía y entendía, por ende era mi única esperanza y consuelo, Daniel amado, respecto del final buen término de nuestro amor y de este designio de amor y procreación en el que en Vos, Cristo Amado, en el Espíritu Santo, veía y entendía estábamos mutuamente predestinados, que por oscuro y adverso que viera todo a mi alrededor y sintiera quedara sumido en mi corazón mi amor por vos –y creía igualmente en el tuyo por mí- al final todo habría de terminar entre los dos como veía y entendía ya era un hecho que tu amor por la humanidad, Jesús Amado, por encima del querer y poder de dicho espíritu enemigo, terminaba.


Con tu final nueva venida, búsqueda y llamada a la puerta de tu amada para que esta vez sí al sentirte dar el primer toque abrirte, Jesús, Daniel amado, dejándote entrar plenamente en su corazón, en su amor. En el mío, gravado a fuego, amor, como ya estás, Jesús, Daniel, Pueblo amado.
 
Momento que quiero que sepas desde ya, amado mío, amor mío, estoy esperando y anhelando hora a hora, día a día y mes a mes que finalmente acontezca dentro de tu misma final venida en ambos, con ambos, por ambos y sobre ambos, Jesús Amado, por toda la humanidad para terminarla de abrazar y fundir en tu mismo amor de una vez y para siempre.



 “Soplen, vientos del norte
 Y del desierto,
 Soplen en mi huerto
 para que se expandan sus aromas,
y así entre mi amado en su huerto
y coma de sus exquisitos frutos.
 (Cant.4, 16)

¡Tus palabras sean
Como vino generoso!
Vaya derecho hacia mi amado
fluyendo de mis labios.
Yo soy para mi amado
Y su deseo tiende hacia mí.


Amado mío, ven, salgamos al campo,
pasaremos la noche en los pueblos,
de mañana iremos a las viñas;
veremos si las parras han brotado,
si se abren las flores
y florecen los granados.
Allí te entregaré todo mi amor.
Las mandrágoras exhalan
su fragancia.
Mira a nuestras puertas
estos frutos exquisitos,
nuevos y añejos,
que guardaba para ti, amado mío.


¡Ah, si tú fueras hermano mío,
Alimentado con el pecho de mi madre!
Te podría besar al encontrarte afuera
sin que me despreciaran.
Te llevaría a la casa de mi madre,
a la habitación de la que me concibió.
Te daría a beber vino fragante
y un licor hecho de granada.
Su izquierda se desliza bajo mi cabeza
y su derecha me abraza.
 (Cant.7, 10-14)



¡Ah, amado mío, tan largamente buscado, anhelado y esperado, Daniel, Pueblo mío en el Espíritu Santo a la vez, no sabes cuánto anhelo la llegada de esa tan largamente pensada y predestinada hora final de gloriosa intimidad de amor y entrega plenamente consumada ya, amor, cuando con la cabeza plácidamente reclinada en final descanso de tan larga e interminable búsqueda sobre tu amado pecho, oiga brotar de tus amados labios:


 “He entrado en mi huerto,
 hermana mía, novia mía,
 he tomado mi mirra con mi perfume,
he comido mi miel en su panal,
he bebido mi vino y mi leche.
Amigos, coman,
beban, compañeros, embriáguense.”



AMÉN


GLORIA A DIOS


¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS UNO Y TRINO POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN



(Última parte, mañana, en la siguiente respuesta)


Los abrazo en Jesús y en María en el Espíritu Santo.


Bendiciones para todos.


¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!



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gladysruth

Fecha: 11:10 06/20 2006
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VII.VII

Me proponía seguir escribiendo sin parar hasta concluir la escritura y presentación universal de este testimonio en el punto VII.VII.VII en el que veía y entendía habría de terminar teniendo su más perfecta conclusión y consumación de lo Divino en lo humano.

De igual manera, al tomar conocimiento de que este año coincidía la Pascua judía con la Pascua cristiana pensé y creí que para que se viera y entendiera que todo esto era obra de tus manos, Señor, tendría que apurar la escritura de este testimonio para que como consecuencia de su final presentación previa a Pascua, para Pascua, o en su defecto para Pentecostés ir nuevamente en tu búsqueda, Daniel amado, Pueblo amado en Cristo Jesús en el Espíritu Santo, para finalmente ese día encontrarte. Haciendo coincidir perfectamente así la manifestación de la plenitud de tu Gloria, Padre, Jesús Amado, Espíritu Santo, sobre tu Pueblo y Humanidad toda, en un mismo y único Paso: el paso de la esclavitud a la libertad; de la muerte a la vida; del odio al amor.

Pero, al ver acercarse esos días y ver no poder concluir ni lejos aún por esos días con la necesaria previa presentación de este testimonio, sobre lo que llegada esta última hora del paso de la Humanidad por este lugar del Abismo y de la Muerte, comencé a desesperarme, angustiarme y amargarme creyendo que otra vez y otro año iba a pasar volviendo a quedar todo en la nada. Sin que una vez más, Daniel amado, al final nos volviéramos a encontrar, conforme en un todo, Señor, como durante todos estos años de espera y postergación de nuestro amor me hicieras ver, entender y creer que si creía y decía y hacia previamente todo cuanto me inspiraras, al final sería.

Entendiendo que conforme a como también por aquellos días del 2002 estando en Piedra del Águila me inspiraras en esta última hora del paso de la humanidad por este lugar, querías y necesitabas terminarla también de desestructurar y desesquematizar, llevándola a dejar de lado esa humana y mundana costumbre de guiarse por días, meses y años tan propia de la Ley y la Doctrina, para liberándola de todo esos ritos y solemnidades tan pautas, regladas y estructuradas, mediante las cuales solo se terminaba frenando y limitando el libre obrar del Espíritu Santo, tratándolo de mantener siempre ajustado a su propio pensamiento, sentimiento, visión, audición, obrar, costumbres y tradiciones humanas, con lo cual lo único que se terminaba logrando era detener, paralizar y matar su accionar, llevarla a dejarse inspirar y llevar solo por la instrucción y dictados del Espíritu Santo en su interior.

De manera tal que sin duda todo esto era y es Tuyo, Señor, de principio a fin. Aún en todo aquello que para su consumación final tuvieras que permitirle a dicho espíritu enemigo determinante del accionar del hombre, por consiguiente, igualmente de tu Pueblo hasta ahora –compuesto por hombres como el mismo estaba y está-, tenernos sometidos aún en mucho bajo su accionar y querer sobre nosotros.

Queriendo que como por medio del apóstol Pablo en un momento nos expresaras, liberarnos en el Espíritu Santo de la Ley y los Profetas, en el Pueblo Judío, de la Doctrina de la Fe, en la Iglesia Católica. Que fueran y sirvieran tanto la una como la otra en su momento, hasta la venida del Señor, y del Espíritu Santo, como la sierva, la esclava que dejada momentáneamente a nuestro cuidado mientras fuéramos niños en la fe, hasta tanto llegábamos a ser adultos en el Espíritu Santo, de manera tal que ya no necesitáramos de la misma para seguirnos instruyendo por haber de ser Vos mismo, Padre, Jesús Amado, quien habrías de instruirnos y nos instruías de ahí en más directamente en nuestro corazón.

De manera tal que, aún cuando todo esto no terminara de consumarse el mismo día de Pascua o de Pentecostés, no por ello, habría de dejar de ser y habría de no ser enteramente todo Tuyo en y con nosotros en el Espíritu Santo.

Siendo esta última hora el tiempo del dar plena libertad en nuestro ser al Espíritu Santo. Soltándonos de la Doctrina de la Fe, como hace 2000 años llevaras y llamaras a tu Nuevo Pueblo Cristiano dejarse de guiar y estar bajo el gobierno de la Ley y los Profetas, que hasta el momento nos gobernara, para dejar de aquí en más que sea solo tu Espíritu, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo, dentro de nosotros, en nuestro propio espíritu el único que nos gobierne a pleno. Amén.

Teniendo que saber ser como hojas secas, dejándonos soltar finalmente del viejo árbol que hasta el momento nos mantuviera asidos a sí, dándonos vida, alimentándonos, sosteniéndonos... para dejarnos llevar, Señor, en tu vuelo Espiritual hasta donde quieras y necesites llevarnos para el pleno desarrollo y realización de nuestro espíritu en tu Espíritu en el Espíritu Santo. Libremente. No en la carne, sino en el espíritu. Libremente por los caminos de este mundo y más allá aún de este mundo, en tiempo y en espacio. De manera tal que solo así puedas llevarnos a conocer todo lo que en verdad en Vos Es, y no así lo que hasta aquí creyéramos era, por así parecernos o decírsenos ser desde el también limitado ser de otros seres.

Siendo exactamente ello lo que quisieras también llevarme a hacer e hiciera luego de aquellos días en Piedra del Águila. Llevándome a ver y entender, sobretodo respecto también al sexo, que era en donde sentía estaba mi mayor debilidad, creyéndolo como algo malo y no querido por Vos, que no en un todo era así. Sino que era y es el bien más precioso que quisieras concedernos.

Siempre y cuando volviéramos a tener la suficiente fortaleza espiritual que en el principio inicialmente en Vos, Señor, teníamos, como para ser nosotros quienes lo gobernásemos a él, como a todos los deseos y vicios suscitados desde nuestra carne como desde nuestra razón, y no a la inversa. No que fuéramos nosotros quienes estuviéramos gobernados como esclavos por el sexo, terminando haciendo todo lo que el mismo quisiera o nos demande hacer en unión con nuestra mente, a través de todas las fantasías provenientes de esta última.

Vi y entendí así que en lo humano, el sexo fuera y es lo más plenificante, Señor, que nos quisieras conceder. Pero como parte y consecuencia del amor. Y no así el sexo por el sexo mismo.

Vi y entendí así, que el llamarme a dejar totalmente suelta mi carne y mi mente, con todos sus deseos, la primera, y todas sus fantasías, la segunda, bajo el permanente poder por sobre ambas de tu Espíritu, Señor, en mi espíritu en el Espíritu Santo, durante estos últimos cinco años, padeciendo como consecuencia de ello también todo lo que necesariamente hasta aquí conviniera padecer para poder mostrarme Vos, Señor, de tu parte en el Espíritu Santo, todo ello, no en teoría sino con el llevármelo a sentir en toda su potencia manifestada dentro de mi propio ser, desde el imaginármelo, Daniel, todo con vos, verlo, entenderlo, creerlo y compartírselo igualmente en esta hora a toda la humanidad, para mayor liberación espiritual de la misma por sobre todas las ataduras impuestas y padecidas como malas de parte de dicho espíritu enemigo. Buscando en todo el justo medio. Sabiendo que todo lo que nuestro Padre Celestial nos dio y de lo que nos dotó es bueno. En su justo medio.

Comprender así que estamos dotados interiormente de tres partes. De espíritu, de razón y de carne. Que las tres partes forman parte de nuestro ser. De manera tal que mientras reprimamos y tratemos de dar muerte a una de las tres por considerarla erróneamente mala desde dicho espíritu enemigo, lo único que estamos haciendo es destruyéndonos y tratándonos de dar muerte a nosotros mismos. Porque no podemos vivir a pleno humanamente en este lugar del Abismo y de la Muerte, con la falta, o plena realización simultánea con la plena realización de las otras dos, de una de esas tres partes.

Si queremos llegar a sentirnos realmente plenos, llenos del Espíritu Santo obrando a pleno en nuestro ser, tenemos que saber llegar y mantener en la más perfecta armonía la constructiva realización en nosotros de las tres partes que nos constituyen. Sabiendo que de las tres tiene que ser la espiritual la que tenga en todo momento el control sobre la racional y la carnal. Porque, si la racional llega a tener el control de nuestro ser por sobre el espíritu y la carne: nos volvemos seres fríos, calculadores, insensibles, ambiciosos, codiciosos, soberbios... Y si permitimos que sea la carne quien tome todo el control de nuestro ser por sobre el espíritu y la razón, nos volvemos como animales. Seres movidos solo por los instintos. Pudiendo llegar a terminar convirtiéndonos otra vez en cavernícolas.

Teniendo que ser el espíritu el único que lleve en Dios, en el Espíritu Santo, el timón de nuestra barca. De nuestro ser. De toda nuestra vida. En este camino de conversión y llegar a ser, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo a tu imagen y semejanza Divina en nosotros, y no así otra vez vueltos al origen más primitivo de nuestra creación, reducidos nuevamente a solo animales, destruyéndonos y comiéndonos vivos unos con otros.

Haciendo que el amor en sus más variadas manifestaciones, el verdadero amor, fluya por todo nuestro ser y entorno volviéndolo a impregnar, llenar y dominar todo y a todos en el Espíritu Santo, llevándonos al mismo plano original en el que luego de nuestra más primitiva creación primera en la carne, estuviéramos en Vos, Padre, en el Paraíso.

De manera tal que vi y entendí que cuando es tu voluntad y no la nuestra la que en realidad estamos haciendo, Señor, es realmente como dice ese viejo dicho. El hombre propone y Vos, Señor, Dios, dispones.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 


 



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gladysruth

Fecha: 11:11 06/20 2006
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(Continúa VII.VII)



Viendo y entendiendo entonces haber de terminar esto cuándo y cómo así quisiéramos llevármelo a dejarlo totalmente por terminado, en cuanto al trabajo previo en solitario que de ese modo y hasta aquí antes de la consumación del amor me demandaras.

Fue así como, no dejando de sentirme terriblemente mal desde que en agosto del año pasado, Daniel, amor mío, te viera por última vez –porque habiéndote visto luego de ello en otras tres oportunidades, tan solo te vi pasar, sin hablarnos, ni siquiera saludarnos-, sobretodo en estos últimos dos meses, más aún en estas últimas dos semanas, a medida que iba escribiendo y compartiendo todo este testimonio con todos ustedes amados hermanos y hermanas en el mundo entero en el Espíritu Santo, comencé a sentir una presión y opresión cada vez más y más grande, un malestar creciente imposible ya de seguir soportando por más tiempo.

Primero y principal, por no poder seguir conteniendo, amor, todo este amor por vos sin entregártelo, y darme el tuyo, ya sin mayor postergación y demora, en toda su plenitud. Amándote como te amo. Sintiéndolo estallar en mi pecho, y asfixiarme tanto amor que no pudiera y no puedo darte amor. No porque no quisiera y no quiera, amor. Que no quiero otra cosa más que el dártelo y me lo des todo finalmente amor. Por ser solo para vos que toda la vida, y más aún durante estos últimos diez años lo guardara y guardo.

Sino porque cada vez que he intentado dar un paso hacia vos en tal sentido, al final siempre todo resultara terminar quedando entre los dos mucho peor de lo que antes de ese último paso ya quedara y estaba.

¡Te amo tanto, amor, te amo tanto, Daniel!

¿Qué se puede hacer, qué se hace, amor, cuando se ama de esta manera, sintiendo ser mi vida el peor de los suplicios sin vos, sabiendo haber sido concebida, querida y predestinada por nuestro Padre Celestial para vos, y vos para mí, como el amado es para la amada y la amada para el amado, como Tobías para Sara y Sara para Tobías, escena representada igualmente a los fines de este mismo y único designio de amor en el mismo orden del suyo viera y entendiera entre 1997 y 1999, al pie de la pintura de la Virgen Desatanudos introducida en 1999 en nuestra comunidad parroquial?

¿Cómo se hace, cómo hago, amor, para seguir viviendo sin vos, sin el abrazo, sin el beso, sin la caricia, sin la plasmación de nuestro amor tan largamente soñada, anhelada, esperada y postergada toda la vida para que al final todo fuera en nosotros conforme en un todo a tu voluntad, Padre Eterno en Vos, Señor Jesucristo, en el Espíritu Santo, para con toda la humanidad por medio del sacrificio previo de nuestro amor, por sobre nuestro propio y humano querer?

¿Cómo seguir viviendo, amor, cuando cada minuto sin tu amor me resulta la más descorazonadora y desesperante agonía en cruz sin terminarme de morir jamás, ni jamás verme liberada de semejante tortura? Un segundo tras otro, un minuto tras otro, un día tras otro, un mes tras otro, un año tras otro y tras otro, y tras otro... sin terminar jamás de morir ni de resucitar de esta cruz, de este calvario, de este tormento...

Al punto de al igual que Sara llegar a pensar muchas veces durante estos últimos cinco años –hasta por estos últimos días- en llegar igualmente a suicidarme, Señor, para verme libre de la extrema maldad y padecimiento sin fin que aceptara dejar desde el 2001, 2002 dicho espíritu enemigo totalmente suelto en mí otra vez me hiciera, si Vos, Jesús Amado, no me liberabas de debajo del poder del mismo, dándome muerte al igual que Vos en esta cruz así aceptada, o bien liberándome finalmente de la misma en el Espíritu Santo, junto con vos, Daniel amado, para permitirnos amarnos conforme al fin me hicieras ver y entender sería si primero te permitía permitirle a dicho espíritu enemigo volviera a hacernos con vos, toda mi familia y comunidad amada, lo mismo que hacía 2000 años le permitieras te hiciera a Vos por toda la Humanidad.

“Aquel mismo día, en Ecbátana de Media, Sara, hija de Ragüel, fue insultada en forma semejante por unas jóvenes sirvientas de su padre. Había tenido siete maridos, pero el demonio malo Asmodeo los había muerto antes de que hubiera tenido relaciones maritales.

Las muchachas decían a Sara: “Tú eres la que ahogas a tus maridos. Ya has tenido siete, pero de ninguno has disfrutado. ¿Por qué entonces nos castigas? Puesto que ellos han muerto, vete con ellos y que jamás veamos hijo o hija tuya.”

Después de oír esto Sara, se sintió tan afligida que quiso ahorcarse. Sin embargo, pensó: “Soy hija única de mi padre. Si se me ocurriera hacer tal cosa, ¡qué vergüenza para él! Por culpa mía su vejez acabaría llena de tristeza.” Oró entonces extendiendo sus manos hacia la ventana:

¡Bendito seas, Señor, mi Dios, y bendito sea tu Nombre santo y glorioso por los siglos! Que tus obras te bendigan por siempre. Hacia ti vuelvo mi rostro y mis ojos: ordena que me libren de este mundo para que no escuche más insultos. Tú sabes, Señor, que soy pura de todo contacto de hombres, y que jamás manché mi nombre ni el de mi padre en este país de destierro.

Soy hija única de mi padre. Él no tiene ni hijos que puedan heredar de él, ni pariente próximo a quien darme por esposo: no tengo, pues, para quién vivir. Después de perder siete maridos, ¿para qué quiero la vida? Si no quieres darme la muerte, Señor, apiádate de mí, ordena que me respeten y tengan compasión de mí. Que no escuche más insultos.”

Oyó Dios la oración de Tobit y la de Sara; y envió al ángel Rafael para devolver la vista a Tobit y entregar a Sara por esposa a su hijo Tobías. También para encadenar al malo demonio Asmodeo, porque Sara debía ser esposa de Tobías.” (Tob. 3, 7-16)

“Llegaron a Media y, estando ya cerca de Ecbátana, Rafael dijo al joven. “Hermano Tobías.” Él respondió: “¿Qué quieres?” Y añadió: “Esta noche nos quedarémos en casa de Ragúel, es tu pariente y tiene una hija llamada Sara; ella es hija única y tú eres el más cercano y el único que tiene derecho a heredar los bienes de su padre. Es una joven de buen criterio, valiente y muy hermosa, a la que su padre quiere mucho. Tú tienes derecho de obtenerla, así que escúchame, hermano. Esta noche hablaré a su padre para que te la dé por esposa, y cuando regresemos de Ragüés celebraremos la boda. Estoy seguro que Ragüel no puede negártela ni darla a otro, pues se haría reo de muerte según la ley de Moisés, porque eres tú quien, tiene derecho a casarse con ella.”

“Hermano Azarías, he oído decir que esta joven ya ha sido dada a siete maridos y que todos han muerto la noche de bodas. También he oído decir que un demonio los mataba. Por eso tengo miedo, pues a ella no le hace nada, porque la quiere, pero si mata al que intenta acercársele. Soy hijo único y, si muero, el dolor llevará a la tumba a mis padres.”

Respondió el ángel: “¿Acaso has olvidado las recomendaciones de tu padre que te mandó tomar esposa de su familia?

Hermano, no te preocupes por el demonio y cásate con ella. Te aseguro que esta misma noche ella será tu esposa. Cando entres en la habitación de los esposos, toma el corazón del pez y parte del hígado y ponlo sobre las brazas del purificador.

Cuando el demonio huela este aroma, huirá para no volver más al lado de Sara. Y tu, cuado vayas a unirte a ella, rueguen al Dios misericordioso, que se compadecerá y los salvará. No temas: Dios te la destinó desde siempre. Tú la salvarás, ella irá contigo y te dará hijos.”

Cuando Tobías oyó estas palabras, ya estuvo enamorado de ella.” (Tob. 6, 10-19)

     Palabra de Dios


(Continúa en la respuesta siguiente)


 


 



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gladysruth

Fecha: 11:14 06/20 2006
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(Continúa VII.VII)



Viéndome y sintiéndome constantemente clavada y reducida en cruz por dicho espíritu enemigo, por dicho demonio, solo por así habérselo permitido concientemente en Vos y con Vos, Señor Jesucristo, luego de darme a ver y entender así convenir permitirle hacer nuevamente con vos y conmigo y con nuestro amor, Daniel, en un primer momento hasta que al final fueras Vos mismo en el Espíritu Santo quién terminándote manifestando Glorioso en medio de nosotros y con nosotros ante tu Pueblo y toda la Humanidad, en vos, con vos, por vos y para vos, en mí, conmigo, por mí y para mí desde vos, Daniel amado, nos liberarías de esa cruz y de dicho demonio que trataba de mantenernos separados y darnos muerte con nuestro amor, de una vez y para siempre, de similar manera a como en dicho pasaje bíblico que venía a representar así mismo tu amor por toda la Humanidad, hicieras con Tobías y Sara. Encadenándolo y arrojándolo al fondo del Abismo para que ya no volviera a molestarnos ni dominarnos nunca más.

Cruz, calvario, tormento, agonía, suplicio, separación de tu lado, Daniel, amor, ...nunca querida por Vos, Señor, mucho menos por mí, sino solo por el Maligno por saber ser en nuestro amor y su consumación final en donde se encontraba y encuentro Jesús Amado en Vos la llave para permitirte terminar de liberar a la humanidad entera, no sin el amor, sino con y desde la más plena manifestación de amor entre el varón y la mujer tal y como en el principio lo concibieras, quisieras y predestinaras para ambos, de una vez y para siempre de su sometimiento, opresión y tanta maldad perpetrada contra ambos y contra el amor mismo desde que nos sacara de Vos, haciéndonos caer bajo todos sus suplicios.

Su querer era que callara, que enmudeciera, que no te dijera ni gritara nunca al mundo entero todo este amor que me consume por dentro...haciéndome creer en un primer momento que así tenía que ser porque el amor entre un sacerdote y una laica era un amor prohibido, haciéndome verte para mí y haciéndome verme para vos como piedra de tropiezo, de tentación y de caída, llevándome a apartar y mantener lejos tuyo para no llevarte a pecar ni pecar con vos por medio de la consumación de nuestro amor...

Hasta que el más glorioso de los días de mi hasta aquí paso por este mundo, quisiste, Padre, Jesús Amado en el Espíritu Santo, sacarme de ese engaño, errónea creencia, ceguera, sordera y dureza de corazón y entendimiento respecto de vos, amor, de tu amor, de nuestro amor, en la que dicho demonio me mantuviera por años, y me mantenía, Daniel, con respecto a vos y a tu bendito y salvador amor. Llevándome a golpearte duramente con las palabras, con mis actos, de la más cruel y odiosa de las maneras, tendiente a convertir tu amor en odio, para que de ese modo nuestro amor al final jamás llegara a plasmarse.

De modo que cuando te vi, vi y entendí fuera demasiado tarde. Porque entonces, con la dureza y crueldad de mis palabras y de mis actos, dicho espíritu enemigo de nuestro amor había logrado endurecer tu corazón y tu entendimiento, siendo entonces vos quien viera y entendiera comenzando yo a verte y escucharte por primera vez en Cristo en el Espíritu Santo en tu amor, en nuestro amor, como viera y entendiera, Vos, Padre, lo pensaras, querías y predestinaras para los dos desde toda la eternidad y para toda eternidad, quien te enceguecieras y ensordecieras respecto a mi amor, no volviendo a querer saber ni tener que ver conmigo nada más en tu vida.

Como el amado del Cantar de los Cantares, que al final, cansado de golpear y de suplicar a la puerta de la amada ante la falta de respuesta y correspondencia de parte de ésta, terminara desistiendo y yéndose, para pasar a ser entonces él quien no se dejara encontrar ni responder al insistente llamado de la amada que al ver y entender ser el amado de su alma quién así, con tanta insistencia la llamaba a abrirle, terminara saliendo de su hermético encerramiento saliendo en su búsqueda y llamado por todos lados y por todos los medios que tuviera a su alcance, viera y entendiera te terminaras cerrando en tu amor no dejándote ya encontrar ni corresponder a mi amor como al principio.

No obstante todo, de igual manera a como durante cinco años viera y entendiera en un primer momento me estuvieras insistiendo en tu grandilocuente y glorioso amor para que te abriera y te dejara entrar en mi amor, en mi ser, en mi morada, amor, –de 1996 al 2001-, no dejándome encontrar ni respondiendo, ni correspondiendo a la llamada y búsqueda de tu amor, Daniel, amado mío en Jesucristo, durante los siguientes cinco años -2001 al 2006- fuera entonces yo quien volviera una y otra vez sobre vos, en tu búsqueda y llamada, insistiéndote con que me amaras, con que entraras siendo entonces vos quien no querías ni quisieras ya entrar.

Al tiempo de terminar viendo y entendiendo y manifestándote siempre que convenía aún que todo siguiera siendo así entre los dos, viéndose permanentemente malogrado, lleno de malos entendidos y desencuentros, no por no ser Tuyo, Señor, este amor en ambos, si no porque justamente por ser Tuyo, querías que todo fuera en el mismo y con el mismo de acuerdo a como en el principio lo pensaras, querías y predestinaras para toda la Humanidad en tu mismo amor.

Quedando y viéndose desde entonces permanentemente malogrado por dicho demonio, solo porque así quisieras y querías permitírselo para su consumación final en tus exactos tiempos y criterios Divinos establecidos en lo humano para el mismo, previa necesaria reversión y testimonio público universal de todo cuanto en el camino final de su dichosa y gloriosa consumación en Vos dicho espíritu enemigo dejara revertido para impedirlo.

Siendo como fuera principalmente por su consumación final entre los dos en tu mismo Espíritu, Jesús Amado, en ambos en el Espíritu Santo, que hacía y hace 2000 años te crucificaras para en este último tiempo terminarlo haciendo posible de cualquier manera. Amén. ¡Gloria a Vos, Señor Jesús!

Confiando y esperando siempre en Vos, Señor, de que al final, Daniel amado, si te mostraba que mi amor por vos era tan grande como el que durante aquellos primeros cinco años viera y entendiera fuera el tuyo por mí, al final, de igual manera a como en el 2001 gracias a tu insistencia por tratar de hacerme ver, oír y entender que eras vos aquél a quien en Dios te decía me sintiera llamada y enviada a buscar y esperar toda la vida, más aún desde domingo de Ramos de 1996, para al final entregarle solo a él todo mi amor, con mi insistencia, con compartirte las cientos de razones por las que terminara viendo y entendiendo gracias a la fidelidad y constancia de tu grandilocuente amor por mí que nuestro amor era todo de Dios, quería que fueras vos entonces quien volvieras a verme, a oírme, a entender y creer que yo era para vos y vos para mí como el amado es para la amada y la amada para el amado del Cantar de los Cantares.

Esforzándome al extremo en Cristo en el Espíritu Santo para que volvieras a ver, oír y entender –no solo vos, sino todo este pueblo y la humanidad entera- lo que desde el 2001 viera y entendiera enceguecido, ensordecido y endurecido también vos, amor, te cerraras a seguir viendo, escuchando y entendiendo de mi parte todo cuanto hasta allí de igual manera a como durante los cinco años previos hiciera, vieras, oyeras y entendieras, era todo de Dios en mí y entre los dos.

Por mucho y totalmente del enemigo que lo que comenzara a suceder a partir de entonces padeciera, y en realidad también fuera, pero solo porque así en Dios se lo permitiera por ver y entender que así convenía permitírselo para triunfo final de nuestro amor en Cristo en el Espíritu Santo para la humanidad entera por encima del querer del mismo tenido y mantenido también por su parte, en lo humano y mundano de nuestro amor.

Viendo como viera ser vos entonces quien te encerraras, no queriéndome ya ver ni escuchar mis palabras ni entender mis razones, profundamente dolido y partido por el medio tantas veces como te partiera durante los cinco años previos de parte de dicho espíritu enemigo existente también en mí, llevándome a mostrarte mi desamor realizándote todo tipo de desaires, mereciendo por ende en el juicio humano y mundano todos tus posteriores desaires, no así en el juicio Divino que igualmente recibiera, conforme al cual veía y entendía teníamos que saber terminarnos sobreponiendo en Cristo en el Espíritu Santo al juicio humano y mundano del ojo por ojo y diente por diente, de la venganza y espíritu de revancha, para perdonándonos todo el mal que bajo el poder de dicho espíritu enemigo nos hiciéramos, fuera al final el triunfo del amor sobre el odio, del perdón sobre la venganza el que en Él, con Él, por Él y para Él en nosotros por sobre dicho espíritu enemigo el que en un todo terminara triunfando y manifestándose Gloriosamente Resucitado para la humanidad entera.

Pero, si al final, si después de todo lo dicho y hecho para terminar haciendo posible todo este amor contenido en mi corazón, tratando de quitarle todas las ataduras que veía y entendía tenía debajo del poder de dicho espíritu enemigo, haciéndolo caer y mantener a tal fin un tiempo más bajo el poder del mismo para terminarlo de liberar y consumar ante la visión y conocimiento final no solo nuestra sino de toda la humanidad, vos no me amas, ¿qué hago con todo este amor, amor? ¿QUÉ HAGO?

No puedo ni quiero seguir viviendo ya sin vos, amor. Pero, ¿qué voy a hacer? ¿Suicidarme? No lo puedo hacer porque sería terminar dándole el triunfo finalmente a dicho espíritu enemigo, desdiciéndote a Vos, Padre, Jesús Amado, en el Espíritu Santo en todo lo manifestado y anunciado hasta aquí, más allá de saber que Vos, no queres, Padre, el suicidio.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 


 



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gladysruth

Fecha: 11:16 06/20 2006
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(Continúa VII.VII)


Porque hay que llegar a estar también en el exacto lugar de un suicida para poder llegar a ver, entender, comprender el por qué de su decisión, sin creernos en condiciones o con derecho a formular y emitir ningún juicio sobre el mismo o la misma. De modo que si hasta aquí no me he suicidado solo ha sido porque el poder de tu gracia, Señor, en el Espíritu Santo, siempre fuera más grande y poderoso en mí que el poder de dicho destructor espíritu enemigo. Haciéndome ver y entender desde Ushuaia misma que el suicidio no conduce a nada. No es ninguna salida, sino el peor de los encierros finales.

Seguir viviendo. Tengo que seguir viviendo, no obstante todo... seguirme levantando todas las mañanas, seguir luchando, seguir andando, seguir tratando de juntar fuerzas y tener motivos para seguir viviendo cuando se ha llegado a un punto y momento de total despojamiento y desprendimiento en la vida en la que miramos a nuestro alrededor y comprendemos que ya no somos necesarios vitalmente en este mundo para nadie, ni para nada... De manera tal que si nos morimos, todo va a seguir funcionando como si nada... Como si nada...

Pero, ¿cómo seguir adelante sin vos, amor, cuando si algo me mantuviera viva durante estos últimos cinco años, sobretodo, fuera saber que existías y creer que no obstante escucharte decirme siempre solo que no me amabas, que vos no sentías lo mismo, creer y esperar contra toda esperanza que sí me amabas, solo que por cualquiera fuera la razón que lo hicieras, lo negabas, callabas, queriéndolo ocultar, cuando era tan evidente, amor, tan evidente en tus ardientes miradas, en tu sola presencia junto a mí...?

¿Cómo seguir cuando siento que todas las fuerzas que otrora tenía me han terminado abandonando en el Espíritu Santo por completo, no obstante seguirle sintiendo y sabiendo en todo tiempo permanentemente conmigo y en mí, Divino Espíritu Santo?

¿Hacer terapia? ¿Para qué si tengo el mejor terapeuta que es solo el Espíritu Santo? De modo que si el Espíritu Santo no me puede, más bien, no me quiere sanar, porque de poder Él siempre puede, Él lo puede todo en todos, ¿cuánto menos podrán llegar a hacerlo otros hombres, sino más bien tratarme de convencer de cosas en Vos, Señor, en mí y para mí no son, por más que en mi carne y humanidad sepa que si las dejo ser sin duda llegaran a formar parte de mi ser y de mi vida?

La terapia, la única terapia que yo necesito, amor, sos vos. Es tu amor. Son tus besos, son tus caricias, es tu abrazo, es tu amor. Es poder entregarte todo mi amor. Poder llenarte con mis besos, con mis caricias, extasiarte con todos los frutos nuevos y añejos que guardaba y guardo solo para vos.

Te amo, amor, te amo tanto, ¡tanto!, que muchas veces sentí y padecí haber llegado o estar a punto de llegar a la locura. No llegando solo por pedirte en esos momentos, Padre, Jesús, que no permitieras que al final me terminara volviendo loca y quedando encerrada dentro de un manicomnio. Pidiéndote que antes que ello me dieras muerte y llevaras con Vos de una vez y para siempre.

Sentí y padecí cómo realmente bajo el poder de dicho espíritu enemigo, de dicho demonio, se puede terminar enloqueciendo y muriendo de amor, cuando el amor no es correspondido, teniéndose que padecer la ausencia y carencia del ser amado. El no poderlo tocar, abrazar, besar, amar...

Nunca en mi vida había amado de esta manera. Nunca pensé que podría llegar a amarse así. No podía entender cómo podía ser posible que algunas personas se terminaran enfermando, enloqueciendo y muriendo de amor. Finalmente lo entendí, al permitírmelo padecer de igual manera, Señor, en mi propia carne.

¿Qué voy a hacer? ¿Qué puedo hacer sin vos, Daniel, amor, sin tu amor, si realmente como en el 2002 me manifestaras los hechos vuelven a confirmarme que en verdad mi amor es un amor no correspondido, por mucho y más, Señor, que durante estos últimos cinco años quisieras igualmente permitir a dicho espíritu enemigo me llevara a vivir en la creencia y esperanza de un amor que él sabía al final nunca encontraría, para padecer todo esto, y por medio de su padecimiento en mi carne ayudarte a liberar de la condenación eterna a todos aquellos hombres y mujeres que llegaran a suicidarse por cualquiera fuera la razón, más aún a quienes llegaran a hacerlo por amor?

Cuando se está en Vos, Señor, cuando todo nuestro centro has llegado a ser Vos, por mucho y más que amemos a quienes amemos en este mundo, de manera tal que si los mismos dejan de estar o no están por la razón que fuesen, no nos podemos dejar abatir, ni destruir, ni echarnos al abandono para terminar muriendo de tristeza y de pena.

Como ésta que en este momento me embarga. Sino que, por obra y gracia del Espíritu Santo en nosotros tenemos que realizar siempre el máximo esfuerzo por volvernos a levantar y volver a empezar todas las veces que fueran necesarias, hasta el día en que seas Vos mismo, y solo Vos, Señor, quien nos venga a buscar, permitiendo nuestra muerte en este mundo.

Sin embargo, aunque espiritual y racionalmente sepamos y nos siga manteniendo en pie tales seguridades, sabiendo que el suicidio y nuestra fe en Vos, Señor, son dos cosas totalmente contrapuestas, porque Vos nos pensaste y queres para la vida y no así para la muerte, no puedo dejar de sentir que me muero de amor por vos y sin vos, amor, sintiéndome embargada constantemente por la mayor y más amargas de las penas, anegándome y oprimiéndome el pecho tanto dolor.

Pero, vivo. Sigo viva, aunque hasta aquí haya vivido estos últimos quince años como muerta y enterrada. Sabiendo no ser para eso que Vos, Señor, nos pensaras, quisieras y predestinaras, sino para la vida, para el amor, para ser dichosos en la tierra y en la eternidad.

Lo peor del caso es sentir que a vos también te pasa lo mismo, aunque en todo tiempo hayas tenido que decirme siempre lo contrario. No entendiendo por qué entonces tener que seguir separados, Señor, luego de haberme dado a ver, entender y creer desde el 2001 que este amor fuera, era y sería entre los dos siempre Tuyo en ambos, estando predestinados en Vos el uno para el otro como Tobías y Sara, siendo tu voluntad, nuestro final encuentro y unión en la más dichosa y grandiosa manifestación de amor y procreación semejante a la de ellos.

Tras el vencimiento y expulsión total y final de dicho demonio, de dicho espíritu enemigo que siendo el que llevara a caer a la humanidad bajo su poder y posesión permanente en el origen sacándola de vos, de similar manera a como tenía a Sara, permitieras nos tuviera un tiempo más junto con nuestro amor bajo su poder, para la final plena manifestación de tu Gloria en la final manifestación de nuestro amor semejante a la lograda entonces en el final triunfo del amor de Tobías y Sara en Vos por sobre dicho espíritu enemigo que la tenía dominada, como aún en mucho padezco seguirme teniendo dominada, esperando, amor, que de igual manera que Tobías hiciera con Sara entonces, y Vos, Jesús Amado, con la humanidad, vengas por mí, a terminarme de liberar y poner a salvo del mismo en tu amor para siempre.

De modo que si no venís, amor, siendo quien me fueras predestinado también en esta última hora en Dios para ello, si sos el único quien por la grandilocuencia y constancia de tu amor puede librarme y salvarme definitivamente del mismo, no venís en mi búsqueda y encuentro, como Tobías fuera llevado por el Ángel, y Vos, Señor, por el Espíritu Santo, en búsqueda de su amada en Sara y de tu amada en toda la Humanidad, para librarla y ponerla totalmente a salvo en su y en tu amor de Satanás que la tenía cautiva, como cautiva estoy bajo el poder del mismo sin poderme liberar por mucho y mucho que forcejee, quiera e intente con todas fuerzas de mi ser, para que todo sea como entre Tobías y Sara fuera, más bien entre Vos, Jesús Amado, y la Humanidad, veo y entiendo habré de morir bajo el poder del mismo para siempre.


(Continúa en la respuesta siguiente)


 



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gladysruth

Fecha: 11:18 06/20 2006
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(Continúa VII.VII)


 
Por favor, amor, te lo suplico, te lo imploro, en nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo en vos vení por mí, liberame del mismo. Terminá de liberar a toda la humanidad del mismo desde el terminarme liberando de él de una vez y para siempre por medio de tu fe y de tu amor. De lo contrario, veo y entiendo aterrada que toda la humanidad quedará bajo el poder de dicho demonio para siempre. Te lo pido, amor, en nombre de la Inmaculada Concepción de María siempre Virgen.

Te lo pido, por María, por la Inmaculada Concepción de María nuestra Madre en nuestro Señor Jesucristo. Desde quien y por quien en principio y fin llevara a cabo desde el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo todo esto. Siendo como siempre fuera y es Ella mi Ideal, Modelo, Luz y Guía en nuestro Señor Jesucristo de todos mis pasos en este mundo.

El rostro femenino de Dios, del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, de quien he salido, y a quien he sido enviada y venido a representar espiritualmente en nuestro Señor Jesucristo. Siendo de su vientre Espiritual de quien saliera en nuestro Señor Jesucristo. Vientre y Canal Espiritual dejado en el Espíritu Santo por nuestro Señor Jesucristo, dentro del cual tenemos que volver a entrar para salir hechos varones y mujeres nuevos en el Espíritu Santo.

En quien pongo por ende todo este designio de amor y procreación de lo Divino en lo humano, para que lo termine de purificar y llevar a realizar en nosotros tal y como Vos, Padre, Jesús, lo pensaras, quisieras y predestinaras para toda la humanidad por medio de nuestro final encuentro en el amor. Amén.

Por mi parte, en la espera de tu final venida, amor, seguiré tratando de ponerme en pie sola, aunque sepa como sé que solo no me puedo terminar de poner nuevamente en pie jamás, después de lo totalmente desnuda que quedara ante la humanidad entera con la exposición pública de todas mis miserias, si Vos, Jesús Amado, no venis en vos, Daniel amado, para ayudarme a poner nuevamente en pie ante todos cubriéndome con tu mismo manto sagrado y santo. Sabiendo que fuera también para ello que en esta última hora nuestro Señor Jesucristo quisiera conferírtelo. Conferirte su mismo manto. Para que me vuelvas a levantar en gracia y gloria junto con vos en Él, amor, en el Espíritu Santo del amor en ambos. Amén.

Siendo como es que, si bien hasta aquí realicé todo cuanto realicé aparentemente en la más absoluta soledad, no fue sola sino en Dios y con Dios que lo hiciera, de aquí en más lo que está esperando su final consumación depende y dependerá del hacerlo todo, Daniel amado, juntamente con vos y con todo este pueblo amado al que también a tal fin nuestro Padre Celestial quisiera llevarnos a formar parte en el Espíritu Santo.

¿Cómo habrá de llevarse a cabo? Veo y entiendo que al final eso es algo que Él ha querido poner y confiar totalmente en tus manos. Conjuntamente con en manos de dicho pueblo amado, y no así en las mías, ni en mi conocimiento. Siendo así como en un todo ha querido y quiere que sea un trabajo en conjunto, en perfecta comunión y comunidad. Poniendo y confiando parte inicialmente en mí y parte inicial y finalmente en vos, en dicho pueblo del que ha querido formemos parte para toda la Humanidad.

Por lo que, habiendo hecho hasta aquí lo que personal y solitariamente en lo humano fuera puesto y confiado en mis manos por el Padre y por nuestro Señor Jesucristo, desde el mismo espíritu de María Santísima, nuestra Madre, en el Espíritu Santo, de aquí en más todo pasa a depender ahora de vos y de ese pueblo, Daniel amado. De lo que de aquí en más vos y dicho pueblo hagas y haga y deje de hacer con respecto a todo esto que fuera enviada a proponerte y proponerle de parte de nuestro Señor en el Espíritu Santo en representación de la Humanidad entera.

Siendo en definitiva este libro un libro que aunque en esta primera parte escribiera sola, veo y entiendo su segunda y restantes partes –si son más de dos. tenemos que terminar de escribir juntos, amor. De manera tal que en su lectura quien lo lea no solo escuche la voz de la amada. Sino asimismo la del amado y una tercer voz, la del pueblo, representado en el Cantar de los Cantares por el Coro. De manera similar a como en el Cantar de los Cantares se dejan oír esas tres voces indispensables, y no así solo la mía. Amén.

Te amo, amor, y te espero. Siempre te esperaré. Poniendo y confiando de aquí en más, tras la publicación final de la primera parte de este libro, todo en tus amadas manos, conjuntamente con en las amadas manos de todo este pueblo del que nuestro Padre Celestial quisiera en nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo formáramos parte. Poniendo de aquí en más en el Señor toda mi confianza en vos, amor, en todos ustedes, amados míos en Cristo Jesús y en María Santísima en el Espíritu Santo. Amén.

Sé que todo es posible en Cristo Jesús. Todo es posible para quien se encuentra cimentado y puesta toda su confianza, esperanza y amor solo en Él, por María Santísima, en el Espíritu Santo. Amén.

En tal sentido siento que luego de terminar de llevar a cabo este trabajo que desde Ushuaia, Vos, Padre en Vos, Jesús Amado, en el mismo espíritu Tuyo, María Santísima, en mi espíritu en el Espíritu Santo, quisieras confiarme y me confiaras en lo humano, aunque en lo Divino desde toda la eternidad y para toda la eternidad, no me puedo quedar tirada y tendida acá esperando que me llegue la muerte o que vengas por mí, amor. Siendo como es igualmente posible que nunca vengas por mí, aunque en lo más profundo de mi ser así lo espero y creo que en su justo momento vendrás, porque también vos me amas y todos estos años solo supieras esperar fielmente en tu sacerdocio a la espera de que en lo personal terminara haciendo y diciendo lo que en el Espíritu Santo en todo tiempo te manifestara previamente veía y entendía tenía que hacer sola en Dios y con Dios.

Sino que, tengo que emerger, salir a flote, RESUCITAR, Señor en y desde tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo desde tu santísimo vientre espiritual, María, Madre Mía, para gloria de tu Nombre, para gloria del Reino de los Cielos y gloria de toda la Humanidad nuevamente en el Reino de los Cielos.

Tengo que volver a empezar, como hasta aquí gracias a Vos, Señor, ya lo he hecho no decenas sino cientos de veces, cada uno de los días de estos 15 años.

Pero, sinceramente, Daniel, amor, esta vez no quiero volver a empezar sola, sino que lo hagamos juntos. Que juntos tracemos y planifiquemos nuestras vidas de aquí en más en Vos, con Vos, por Vos y para Vos en ambos, Señor, en el Espíritu Santo. Que juntos fluyamos y volemos por el mundo, por todo lo separados y cuanto tuviéramos que padecer necesariamente hasta aquí. Poder reparar y que repares con el amor todas tus heridas y las mías. Pedirte perdón y que me perdones una y mil veces por todo el mal que nos hiciéramos y que aún podamos seguirnos haciendo por más que solo queramos hacernos bien el uno al otro. Compartir todos y cada una de las horas que nos queden por delante. Las puestas de sol y los ocasos… De todas las delicias que Vos, Señor, nos permitas disfrutar juntos en este mundo en el amor, con el amor, por el amor y para el amor. Amén.

Sin embargo, hasta tanto ello suceda, tengo y quiero volver a reencontrarme con mi profesión turística, tratar de conseguir nuevamente un trabajo en turismo, lo que por mi edad y tiempo no trabajado en tal sentido hasta aquí me está siendo muy difícil encontrar. Cambiar todo lo que aún tenga que seguir cambiando interior y exteriormente… echando fuera de mí todo lo malo, toda negatividad, toda pesadez, todo obstáculo, toda ceguera, sordera, dureza de corazón y entendimiento… para seguir yendo siempre hacia delante y hacia arriba en Vos, Dios Uno y Trino en mí en el Espíritu Santo. Amén.

La paz esté con vos, amor, y con todos ustedes. Te amo. Los amo.


“A ver ustedes, que andan con sed, ¡vengan a tomar agua! No importa que estén sin plata, vengan no más.Pidan trigo para el consumo, y también vino y leche, sin pagar.

¿Para qué van a gastar su dinero en lo que no es pan y su salario en cosas que no alimentan?

Si ustedes me hacen caso, comerán cosas ricas y su paladar
se deleitará con comidas exquisitas. Atiéndanme y acérquense
a mí, escúchenme y su alma vivirá.

Voy a hacer con ustedes una alianza que nunca se acabará,confirmando mis promesas a David.Mira, lo había nombrado mi delegado para varios pueblos y como líder y orientador de naciones. Así tú ahora vas a llamar a una nación que no conocías y esos desconocidos llegarán a correr por verte. Esto será nada más que por Yavé,tu Dios, el Santo de Israel, que ha hecho en ti maravillas.

Busquen a Yavé, ahora que lo pueden encontrar,llámenlo, ahora que está cerca. Que el malvado deje su mala conducta y el criminal sus proyectos.

Vuélvase a Yavé, que tendrá piedad de él,a nuestro Dios, que está siempre dispuesto a perdonar.

Pues sus proyectos no son los míos y mis caminos no son los mismos de ustedes, dice Yavé. Así como el cielo está muy por encima de la tierra,así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos,y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes.

Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, dando la simiente para sembrar y el pan para comer; así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí sin haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo su misión.

Sí, ustedes partirán con alegría,y serán traídos con toda seguridad.Cerros y lomas, a sus pasos,gritarán de alegría,y todos los árboles batirán las palmas. En lugar del espino crecerá el ciprés,y el mirlo, en vez de las ortigas.Y esto le dará fama a Yavé,pues quedará como una señal,que nunca se acabará ni se borrará.” (Is. 55)

        Palabra de Dios


(Continúa en la respuesta siguiente)


 


 



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gladysruth

Fecha: 11:20 06/20 2006
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(Continúa VII.VII)



Todo esto lo ha hecho la Sabiduría de Dios. Siendo simplemente mi persona el canal utilizado en María Santísima, en su mismo espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo para concebirlo y dárselos a conocer en el Padre y en el Hijo en el Espíritu Santo. Amén. Un canalito salido del río en el Espíritu Santo que María fuera y es, convertido finalmente también en río por entera gracia Divina. Amén.

“La sabiduría se alaba y se elogia a sí misma en medio de los suyos. En la asamblea del Altísimo abre su boca, delante del Poder dice su propia gloria:

Yo salí de la boca de Dios y, como una niebla, cubrí la faz de la tierra; en los altos cielos está mi residencia y una columna de nube envuelve mi trono.

Sola di la vuelta al círculo de los cielos y paseé por las profundidades del abismo.Tomé posesión de las olas del mar y de toda la tierra, de todos los pueblos y naciones.

En todos ellos busqué un lugar de descanso: ¿en qué propiedad instalaría mi morada?

Entonces me dio una orden el Creador del universo, el que me creó me fijó el lugar donde descansaré: “Instala tu tienda en Jacob, me dijo,el pueblo de Israel será tu patria.”

Desde el principio me había creado, antes que empezara el tiempo, y jamás dejaré de ser.

En su Santa Tienda, lugar de su presencia, vine a servirlo, y así me establecí en Sión. También en la ciudad amada quiso el Señor que yo descansara,y es Jerusalén el centro de mi reino. Eché raíces en el pueblo que Dios ha colmado,el pueblo que es su herencia y su parte propia. Crecí como el cedro del Líbano y como el ciprés en las montañas del Hermón.

Crecí como la palmera en Engadí y cual brote de rosa en Jericó,
como magnífico olivo en la llanura y como el plátano me alcé.

Como una flor fragante he dado mi aroma, cual mirra exquisita he dado buen olor; como plantas olorosas y como el humo del incienso que se quema en el Santuario de Dios.

Yo extendí como una enredadera mis ramas, y son ramas llenas de gracia y majestad. Como la vid eché brotes graciosos y mis flores dieron frutos de gloria y riqueza.

Vengan a mí los que me desean y sáciense de mis frutos. De mi guardarán recuerdos más dulces que de la miel y querrán poseerme antes que cualquier panal. Los que me coman, todavía tendrán hambre de mí, y los que me beban, seguirán sedientos de mí. Nadie se arrepentirá de haberme hecho caso; los que me sirven no caerán en el pecado.”

Todo esto se entiende del Libro de la Alianza del Dios Altísimo; ahí está la ley que Moisés nos encargó para que fuera la herencia de las comunidades de Israel.

Esta Ley alimenta los ríos de la sabiduría, semejantes al Pisón o al Tigris en la estación de los frutos. De ella salen las aguas desbordantes de la inteligencia, semejantes a las del Eufrates y del Jordán en tiempos de cosecha; las inundaciones de la instrucción, como las del Nilo o del Guijón en días de vendimia.

El primero no acabará de descubrirla y tampoco el último la agotará. Porque sus pensamientos son más anchos que el mar, y sus designios, más profundos que el Abismo.

Yo, por mi parte, era como un canal salido de un río, como un arroyo que se pierde en un jardín del Paraíso. Yo pensé: “Voy a regar mi huerta, voy a regar mis flores.” Pero mi canal se convirtió en río, y el río en mar.

Entonces dije: “Haré brillar como la aurora la instrucción, llevaré a lo lejos su luz. Derramaré la instrucción como una profecía y la dejaré a las generaciones venideras.”

Comprueben ahora que no he trabajado para mí solo, sino para todos los que buscan la sabiduría.” (Sir. 24) 
 
        Palabra de Dios.


¡GLORIA A DIOS UNO Y TRINO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS!

AMÉN

¡GLORIA A VOS, INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA, MADRE ESPIRITUAL DE TODO HOMBRE Y MUJER NUEVO EN EL ESPÍRITU SANTO POR LOS SIGLOS ETERNOS!

¡AMÉN!

¡AMÉN!

¡AMÉN!





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