Post Info TOPIC: Amado y Amada, Resumido I
gladysruth

Fecha: 14:38 10/13 2006
RE: Amado y Amada, Resumido I
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A todos mis hermanos y hermanas, hombres y mujeres, del mundo entero, cualquiera sea su religión, pueblo, nación, raza y lengua:

Si bien soy católica, como éste nombre lo indica soy universal. Pues ello es lo que significa católico. Por lo que veo, considero y amo a todo hombre y mujer sobre la faz de la tierra como mi hermano y mi hermana. Porque sé que hemos salido y estamos llamados a volver todos del mismo y al mismo Seno Creador.

Ello forma parte del amor y de la visiòn que nuestro Señor Jesucrito por la Inmaculada Concepción de María Santísima, Su Madre, mi Madre, Madre de todos los creyentes dentro del Pueblo religioso al que por nacimiento y envío Divino pertenezco y formo parte, me ha dado.

Siendo justamente esta visiòn en todo su conjunto la que he querido comenzar a compartirle a la humanidad entera por medio de estos foros trascendiendo las fronteras del Pueblo que amo y al que en nuestro Señor Jesucristo y María Santísima pertenezco.

Porque llevo cuarenta y cuatro años teniendo esta visión, aunque solo en los últimos quince años quiso el Señor terminármela de enfocar, clarificar y precisar en todos los alcances que la misma tiene e implica no solo para todos mis hermanos y hermanos católicos en el mundo entero, sino para todos mis hermanos y hermanas universales. En el mundo entero, cualquiera sea su religiòn, pueblo, nación, raza, lengua, ideología.

Al principio, cuando terminé aceptando que se trataba de una visión Divina que nuestro Padre Celestial en nuestro Señor Jesucristo por María me queria dar para que a mi vez diera, comunicara a los demàs, pensè que solo se trataba de darla a conocer a mi padre, mi madre y todos mis hermanos y hermanas en todos los miembros de mi familia.

Pero, cuando terminè de decirle que sì, que quería ver de qué se trataba eso que toda la vida le diera darme a ver y entender quería que viera para dar a conocer también a los demás, ví y entendí que no solo se trataba de darlo a conocer a los miembros de mi familia sino a todos los miembros de la comunidad de San Antonio de Padua de Plottier, vislumbrando tambièn en todo ello a la humanidad entera, aunque no sabìa cómo o de qué maera toda la humanidad estaba o estaría implicada también en la misma.

Siendo como fuera que hasta aquí, hasta ahora, por más que he querido y he intentado no se la he podido dar a conocer en toda su extensión ni a mi familia sangúinea ni a todos los miembros de la comunidad de San Antonio de Padua de Plottier.

Luego de disponerme y comenzar a ponerla por escrito tal y como en un todo se me diera y daba a verla allá entre junio y septiembre de 1998, vi y entendí que no se la había podido dar a conocer todavía ni a mi familia sanguínea, ni a mi familia espiritual comunitaria de San Antonio de Padua, porque era algo que no solo tenía que ver y era de incumbencia solo de ambas, sino de todo el Pueblo constituyente de la Iglesia Católica en el mundo entero. Siendo a todo el mismo que tenía que dirigir el testimonio de la visión en Cristo que estaba poniendo por escrito.

Para finalmente, ver y entender que tampoco el Pueblo de la Iglesia Católica, así como ni mi familia de sangre ni mi familia comunitaria en Jesucristo habrían de llegar a tener y tomar conocimiento de esta visión, hasta tanto no fuera puesta simultáneamente en el conocimiento de toda la humanidad. Por ser una visión que involucraba directamente a toda la humanidad. A todos los hombres y mujeres del mundo entero. A todos los pueblos, naciones, credos existentes sobre la misma.

Siendo una visión además que, tanto en 1991 en Ushuaia cuando aceptara ver què se trataba, como en 1998 cuando terminara de ponerla por escrito por primera vez para darla a conocer a todo el Pueblo Católico, como en el 2001, 2002, 2003, 2004, 2005 hasta hace unos pocos días estaba incompleta. Vista y entendida solo en una y muchas de todas sus partes como un rompecabezas aún no terminado de armar en mi interior a la Luz de nuestro Señor Jesucristo por la Inmaculada Concepción de María en el Espìritu Santo en mi vientre espiritual. Que también aún en mucho se encontraba profundamente en tinieblas.

Luego de ver y entender ser necesario a partir del 2001 sumergirme en Cristo en el Espìritu Santo junto con el hombre amado, toda mi familia, comunidad parroquial y pueblo de bautizados en Cristo hasta lo màs profundo de las mismas como del seno de la muerte, para desde las mismas y seno de la muerte terminarla de sacar a luz en toda su plenitud en Cristo Jesùs, nuestro Señor.

Desde el corazón del pueblo al que a tal fin fuera enviada a formar parte junto con dicho varón amado, el p. Daniel, toda mi familia, comunidad parroquial de San Antonio de Padua, Iglesia Católica en el mundo entero. En perfecta unión y comunión final con él en todo el mismo en nuestro Señor Jesucristo.

Viendo y entendiendo que la visión ya está completa, gracias a Dios, esperando su puesta por escrito final para conocimiento efectivo de toda la humanidad, todo el pueblo de la Iglesia Católica, todos los miembros de la comunidad de San Antonio de Padua de Plottier, todos los miembros de mi familia, para su también total consumación final en Jesucristo Resucitado en y por el amor, dentro del designio de amor y procreación que como parte esencial de la misma me llevara al mismo tiempo terminar de sacar de las tinieblas a la luz durante todos estos años junto con esta visión, es que veo y entiendo que para poder terminarlo de hacer todo posible en Dios no solo para nosotros sino para todos los hombres y mujeres en el mundo entero, llegó el momento de llamarlos a que me ayuden a hacerlo.

Ya que por ser una visión y designio de amor y procreación que no solo tiene que ver y repercutirá sobre la vida del varón y mujer que en representación de todo varón y toda mujer sobre la faz de la tierra el Señor quisiera emplear como servidores e instrumentos a su entero e incondicional servicio en Cristo para llevarlo a su consumaciòn total en el amor en Él, sino a todos los hombres y mujeres del mundo entero, para que al final sea posible nuestro Padre Celestial necesita de la final cominión en oración de todas las religiones, pueblos y naciones de la tierra.

Visión que ya sea que lleguen a tener y tomar conocimiento de la misma o no, habrán de sentir todos su consumación en los hechos. Por lo que, es mejor verse y saberse involucrado en algo de lo cual uno sabe de qué se trata, a tener que verse y saberse involucrado de cualquier manera sin saber el por qué de tal querer de Dios para consigo y toda la humanidad.

En fin, ha llegado el momento de terminar de poner por escrito esta visión y publicarla mundialmente. Pero para poder terminar de hacerlo, como en el sueño que tuviera estando en 25 de Mayo, La Pampa, en el 2001, necesito pedirles ayuda, socorro a Dios por medio de la oraciòn elevada hasta Èl no solo por todos mis hermanos y hermanas católicas, en cuyo corazón a Dios gracias ya me encuentro nuevamente, sino de todos ustedes, mis hermanos y hermanas, evangélicos, musulmánes, judíos, budistas...de toda religión existente sobre la faz de la tierra.

De lo contrario, no podré hacer absolutamente nada. Porque como les dije en el mensaje compartido ayer, la gracia de Dios solo puede pasar y obrar cuando la fe y el compromiso no es solo de parte de una persona, sino al menos de dos y cuanto más de todo un pueblo, y más aún de toda la humanidad, unida por primera vez orando todos por la misma causa. Por ser la causa del mismo Dios que nos creo y por Quien habrá de terminar de definirse nuestro destino final en este mundo.

Les pido que oren por la salud del padre Daniel, por mi sobrina Jésica, por toda mi familia, principalmente, porque mientras no pueda sentir que todo está bien entorno a mí, más que en mí misma, porque ya me siento nuevamente totalmente en el corazón de Dios desde el corazón del pueblo en el corazón de la humanidad al que me enviara, no podré terminar de poner esta visión por escrito totalmente depurada, purificada, como veo y entiendo en el mismo Espìritu del Señor es preciso que termine de salir de mí para conocimiento de todos.

Totalmente santificada y santificadora para bien no solo nuestro, de mi familia, de nuestra comunidad y pueblo sino de toda la humanidad. De todo hermano y hermano sobre la faz de la tierra, cualquiera sea su relgión, pueblo, nación, raza, lengua...Amén.

Creo que en nuestro Señor Jesucristo, si así Èl lo hubiera querido y quisiera disponer podría vencer en el Espíritu Santo todo el mal que nos sigue rodeando y dominando sin necesidad de pedir ayuda. Porque Dios todo lo puede en nosotros. Pero, El ha querido que haya sido y quiere que sea así: con el llamado y pedido universal de ayuda a todos mis hermanos y hermanas en el mundo entero, pidiéndole fervoraso estado de oración.

Sabiendo, siendo plenamente conciente de que sola sin todos ustedes no puedo nada. Y que por mí sola sin todos Uds. tampoco la gracia del Señor puede hacer nada. Queriendo y requiriendo para poder hacer grandes maravillas en el mundo entero, nuestra previa unión y comunión universal en un mismo y solo Espìritu.

Por mi parte, como ya les dije solo he sido y soy la lámpara, un canal, un instrumento, una servidora incondicional del Señor para concebir y dar a luz en el conocimiento de todos de esta visión. La visión ya está totalmente concebida, lista para terminar de ser alumbrada ante la vista de todos los hombres y mujeres de la tierra.

Pero, es muy grande el mal que rodeándome, cercándome, acorralándome, trata de impedirme terminar de dar a luz a esta visión, por ende la final consumación del designio de amor y procreación sobre el que en un todo la misma se sustenta. Siendo por ello que veo y entiendo pedir ayuda a toda la tierra. Para que toda la tierra venga en mi ayuda en la oración y de ese modo termine de ser el triunfo definitivo de Dios por sobre el mal e injusticias que en este mundo aqueja y tiene atribulado a todos los hombres.

Es lo que veo, y tal como lo veo se los comparto.

El que pueda ver que vea, el que pueda oír que oiga, el que pueda entender que entienda y el que pueda creer que ore.

LO NECESITO! ¡LOS NECESITO! ¡LOS NECESITAMOS! DIOS NECESITA NO SOLO DE MÍ PARA TERMINARLA DE DAR A LUZ EN SU PUBLICACION UNIVERSAL, SINO DE TODOS USTEDES PARA TERMINAR DE DAR A LUZ BIEN, SIN COSAS TURBIAS, NI OSCURAS...ASÌ COMO PARA VENCER EN LA UNIDAD FINAL TODO EL MAL QUE DESDE EL MISMO ORIGEN TRATARA DE MANTENERNOS DESUNIDOS, DESENCONTRADOS, ENEMIGOS, EN GUERRA...CUANDO SOMOS TODOS HIJOS E HIJAS DE DIOS.

BENDITO SEAN TODOS EN EL MISMO ESPÍRITU DE DIOS QUE NOS UNE Y LLEVA A BUSCAR LA SANTIDAD, LA PAZ, EL AMOR, LA JUSTICIA, EL BIENESTAR, LA ARMONÍA ENTRE TODOS LOS HOMBRES, PUEBLOS, NACIONES, RELIGIONES. AMEN.

GRACIAS!!!

LOS AMO, CONFÍO Y ESPERO EN TODOS USTEDES CON TODO MI CORAZÓN.

LA PAZ ESTÈ CON TODOS USTEDES.




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gladysrut

Fecha: 07:25 10/24 2006
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Dios ama a su Pueblo con todo el corazón. Como sabe que también su pueblo lo ama con igual absoluta correspondencia de amor.

Por lo que sin lugar a duda en su prometida manifestación final, Él no solo no tendrá en cuenta los pecados de su pueblo sino su fe, e incluso más aún su amor. El grandilocuente amor que en todo tiempo sabe le tuve y le tiene, no obstante haber sido tan larga su espera y prometido abrazo de amor final.

DIOS AMA A SU PUEBLO, SABIÉNDOSE AMADO POR ÉL. ¿Cómo recordarle entonces sus pecados después de verlo entregarse y sufrir tanto, pero tanto en cruz de amor por Èl?

DIOS AMA A SU PUEBLO, A SU AMADA HUMANIDAD. Y LO ÚNICO, LO ÚNICO QUE FERVIENTEMENTE QUIERE ES TERMINAR EN EL MÁS DICHOSO ENCUENTRO Y ABRAZO DE AMOR FINAL CON ÉL, CON ELLA.
AMÉN.

¡AH, SI SUPIERAN CUANTO ANHELA ARDIENTEMENTE DIOS ESE ABRAZO FINAL! ¡SI LO SUPIERAN! ¡SI TAN SOLO LO SUPIERAN!EL MUNDO ENTERO ESTALLARÍA DEL MÁS GOZOSO, SANTO, BENDITO Y GLORIOSO DE LOS AMORES.

LA PAZ ESTÉ CON USTEDES.


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gladysruth

Fecha: 07:35 10/24 2006
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Amados hermanos y hermanas en Cristo Jesùs en la Humanidad entera:

Sé que he salido de Dios. Que es de Dios Padre y Dios Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por la Inmaculada Concepciòn de María Santísima de Quién he sido enviada, por ende, provengo en el Espíritu Santo como Su incondicional servidora para terminar de manifestar a al hombre, Pueblo, Humanidad amada todo Su amor.

En busca definitiva de la total igual correspondencia de amor del hombre, Pueblo, Humanidad amada, a total diferencia de lo sucedido en el origen cuando el hombre, el Pueblo, la Humanidad se saliera del Amor de Dios Padre y hace dos mil años traicionara, negara, rechazara y crucificara el Amor de Dios Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por èl, por ella.

Sé con certeza absoluta quién soy en Dios Uno y Trino -su servidora-, de donde vengo -de Dios, enviada del Reino de los Cielos en el Espìritu Santo- y adónde iré cuando termine de llevar a su total consumación el envío recibido en Cristo Jesús en el Espíritu Santo amte y en medio del Hombre, del Pueblo y de la HUmanidad a la que a tal fin fuera enviada: a Dios, al Reino de los Cielos.

Lo sè, no por sabiduría humana o personal. Sino por la Sabidurìa Divina que de ese modo y a tal fin viera y entendiea quisiera darme el Señor, el Amado, no por merecerla sino por pura gracia Divina querida igualmente conferir de esa manera. Desde el llamado, envìo y sí final dado en Ushuaia para asumir y llevar a cabo hasta el fin Su voluntad, Su envío, Su manifestación de amor en nuestro Señor Jesucristo en el Espiritu Santo al Hombre, al Pueblo, a toda la Humanidad.

Siendo también de esa manera que la gracia del Señor quisiera darme a ver y entender que era de esta manera como quería y quiere que termine realizando Su manifestación de amor al Hombre y al Pueblo en particular como a la Humanidad en general al que y a la que de ese modo, a tal fin quisiera enviarme.

Yèndole compartiendo al Hombre, al Pueblo y a la Humanidad en particular y en general, lo que llegado este ùltimo tiempo ya está de vuelta haciendo en el mundo según lo prometido a sus apóstoles hace dos mil años, últimando el Plan de Salvación en el Espíritu Santo conforme en un todo a como desde la salida del Hombre, de la Humanidad de Su amor previera hacerlo: por medio de Su plena redentora manifestación de amor al Hombre, al Pueblo, a la Humanidad amada.

A fin de que todos los hombres sean testigos por este medio de lo que está haciendo, de manera tal que luego nadie pueda decir que no lo sabía. Cuando para que lo supiera quisiera y quiere darlo a conocer vía internet gratuitamente por distintos foros a todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra.

Por lo que, como Dios quiere que también todos ustedes, todos los hombres y mujeres del mundo entero, todos Sus hijos e hijas, hermanos y hermanas del mundo entero, sepan lo que llegada esta última hora ya esta diciendo y poniendo nuevamente por obra en el Espíritu Santo es que durante la Misa de esta mañana viera y entendiera me llamaba y envíaba a hacer. Siendo por ende lo que en la gracia plena del Señor haré y hago.

En primer lugar, ponerlo por escrito para compartirlo con todos.

En segundo lugar, tratar de llamar o ir directamente a Misa a la tarde a la parroquia de San Antonio de Padua, para hablar antes de la misma con el padre Daniel. Para darle un disquete con la primera parte de la pública manifestación final de este amor que fuera enviada a realizarle al Hombre en Jesucristo en él, al Pueblo en la Iglesia Católica en representación de todo el Pueblo Cristiano, y a toda la Humanidad en el Espíritu Santo por la Inmaculada Concepción de María.

Manifestación final de amor que veo y entiendo es preciso terminar de poner por escrito y publicar por medio de la editorial ya también previamente elegida para su difusión universal.

No voy a ir esta tarde a Plottier para hacerle directamente esta manifestación final al Hombre, al Pueblo, a la Humanidad, como en muchas oportunidades anteriores intentara hacer e hiciera infructìferamente. Sino que voy a ir para compartirle que estoy poniendo por escrito esta manifestación de amor para su más pronta publicación final.

De lo cual quiero -siendo Dios en el Espíritu Santo en mi corazón que lo quiere- que él sea también el primero en tener la primicia de esta manifestaciòn antes de quedar totalmente acabada y ser publicada editorialmente a nivel universal.

Por ser el Hombre y el Pueblo en Jesucristo en particular al que para realizarle Su manifestaciòn final de Amor a toda la Humanidad el Señor quisiera traerme de vuelta desde Ushuaia en 1991 y enviarme particularmente a él, en tanto hombre, sacerdote y pueblo para comenzar a compartirle todo este amor de Dios puesto y habido en mi corazón para írselo manifestando y finalmente dárselo.

Esperando, sin duda, que aunque el Hombre, el Pueblo y la Humanidad no entienda lo que estoy haciendo, se siga manteniendo abierto, dócil, receptivo a todo accionar que veo y entiendo en Dios Espíritu Santo en un todo fuera y soy enviada a decir y poner por obra en Jesucristo y María Santísima en su amado ser y corazón.

Que siga recibiendo lo poco o mucho que quiera el Señor enviarme a seguirle dando, para que en un todo sea Dios, solo Él quien manifieste y ponga finalmente por hecho y consumado totalmente en este amor entre los dos.

Queriendo y viendo y entendiendo que Dios ha querido y quiere que sigamos así como en su inicio quisiera y lograra llevarnos a entrar y estar, también ahora, en el término de todo esto, más ahora, cuando gracias al Señor todo está llegando a su más gozoso y glorioso de los términos entre el Hombre y Pueblo en Jesucristo y yo, servidora del Señor Jesucristo en María Santísima para Gloria de Dios Padre en el Espíritu Santo. Amén.

Que me siga ayudando y acompañando en perfecta comunión, amistad y entendimiento como en el principio lo hiciera. Nada màs anhela también mi alma que el volver a llegar al mutuo entendimiento y concordia total para que Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo pueda terminar de llevar a cabo Su obra querida iniciar hace 2000 años y comenzar a terminar de llevar a cabo por nuestro medio desde nuestro primer encuentro y confesión por los días posteriores a Pascua de 1996. Amén. Gloria a Dios.

De igual manera necesito que al comenzar a leer y compartir conmigo antes que toda la restante humanidad esta primera parte que voy a darle en un disquete de la forma final que esta manifestación, por ende libro como un prenatal dentro del vientre materno está terminando de adquirir, hasta el final, hasta no llegar a leerlo por completo, no emita ningún juicio ni tome ninguna decisiòn o haga nada al respecto-

Sino solo seguirme acompañando, tomándome y sosteniéndome de este modo de la manod, hasta tanto termino de fecundarlo y darlo a luz desde mi vientre para la humanidad entera. Sabiendo que todo mi amor es y està con el Hombre y Pueblo en Jesucristo que también en María Santísima por el Espíritu Santo es èl. Amèn.

¡GLORIA A DIOS!

Señor, pongo en tus manos todo esto. Bendìcenos, Señor.

La paz estè con ustedes.




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gladysruth

Fecha: 07:57 10/24 2006
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Hubo un tiempo, en la plena ejecución del envío recibido y asumido al extremo en Ushuaia en el mismo espíritu de nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo, durante el cual vi, entendí, juzgué y creí conveniente dirigirme al pueblo y a la humanidad en particular y general a la que a tal fin me viera y sabía enviada, comenzar cuanto quería comunicarles en el Espíritu de Dios a semejanza a como el profeta Ezequiel lo hiciera. Con las palabras: “Dice el Señor”.

Para que todos vieran y entendieran que toda palabra que pronunciaba y les daba era Palabra de Dios. De manera tal que no pusieran en peligro su vida, la de todos sus seres amados, comunidad, pueblo, nación, oyendo sin realmente oír, viendo sin realmente ver, entendiendo sin realmente entender, lo que quería que oyeran, vieran, entendieran, creyeran y, por consiguiente, se abrieran plenamente a la gracia de Dios, ayudándole a ayudarme a terminarlo de comunicar y poner por obra en medio de todos los hombres. Constituidos a sí mismos en testigos, centinelas, mensajeros, apóstoles y discípulos del Espíritu de Dios en el lugar en el que cada uno fuera igualmente puesto por Dios y se encontraba.

Comenzando entonces así todos mis mensajes, concluyéndolas incluso con el sello y firma de Palabra de Dios, porque veía y entendía que la visión, por ende, revelación que se me diera y daba para que a mi vez les diera no solo a este pueblo en particular de la Iglesia Católica al que veía y entendía en primera instancia fuera enviada, de similar manera a como hacía dos mil años también Él, nuestro Señor Jesucristo, fuera enviado en primera instancia al pueblo de Israel, pero en principio y fin para toda la humanidad en su conjunto, era la visión de un fin, de un término –sin llegar a ser aún el Fin, el Término en sí mismo de la humanidad en este lugar del Abismo y de la Muerte- que se acercaba y ya estaba aquí sobre todos los hombres, justamente a partir del estar ya comunicándoselos, y de ese modo, ejecutándolo al mismo tiempo.

Por ver y entender ser una visión y revelación que tenía que comunicar con extrema urgencia a este pueblo y a todos los hombres.

Para que no tomaran mis palabras con liviandad, ni a título de broma o chiste, pensando tratarse de un juego, de un engaño, de una falsa profecía, cayendo en el error de terminar quedando definitivamente perdidos junto con todos sus seres amados, comunidad, pueblo, por no haber podido ver, oír, entender, creer.

Principalmente sabiendo como sabía que estaba y está escrito que nuestro Señor Jesucristo en su momento quisiera alertarnos, alertar por ende a su pueblo y a toda la humanidad desde el mismo, que en los últimos tiempos habrían de venir falsos profetas, de los que tendríamos, tendría que cuidarse. Para que pudiendo caer en tal error, no cayeran en el error de tomarme y tomar mis palabras como las de un falso profeta. Que siendo mujer como soy, en mi caso debo decir, falsa profetiza.

No soy una falsa profetiza. No lo soy. Ya que si bien hay todo un mundo de cosas que no sé, lo que sí sé con certeza plena en Dios Uno y Trino por la Inmaculada Concepción de María Santísima es quién y qué soy en Dios. Siendo como en mí misma, en mi propia humanidad sé que no soy nadie ni nada.

Siendo solo en Dios Uno y Trino todo en Él, con Él, por Él y para Él. Si existo es en Él que existo. Si vivo es en Él que vivo. Si me muevo es en Él que me muevo. Si respiro es en Él que respiro. Si pienso es en Él que pienso. Si siento es en Él que siento. Si amo es en Él que amo. Si perdono es en Él que perdono. Si sano es en Él que sano. Si me enfermo y muero es en Él que me enfermo y muero. Si me decepciono y frustro es en Él que me decepciono y frustro. Si me apeno y entristezco es en Él que me entristezco profundamente por el hombre, por la humanidad...

Sé que es en Dios que soy y lo soy y puedo absolutamente todo en Él. Mientras que en mì, en mí misma, no soy ni puedo nada.

Solo que para Dios y en Dios, en la plena consumación de Su palabra y Plan de Salvación hay un tiempo para cada cosa en atención y respeto, de Su parte, de los tiempos de maduración y preparación de Su pueblo. No solo en un pueblo en particular de entre toda la restante humanidad, sino de Su Pueblo en todos los pueblos, naciones, hombres de la humanidad entera.

Dios quiere que todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra vean y sepan qué es lo que esta haciendo cuando lo está haciendo. Para que todos vean, entiendan y crean que es Él quien dice y pone por obra. Queriendo terminarse de revelar no solo a un pueblo en particular ni privilegiado en relación de todos los demás. Sino a todos por igual y al mismo tiempo.

Para terminar de echar debajo de una vez por todas la errada creencia que la mayoría de los hombres, pueblos y naciones existentes sobre la tierra tienen. De que Él es el Dios solo de unos hombres, pueblos o naciones en particular y no así de todos y todas las demás en el mundo entero.

Siendo así, por mi parte, tan solo una servidora. Su servidora. En todo cuanto el Espíritu de Dios quiere terminar de manifestar y poner por obra en el amor sobre toda la faz de la tierra incluyendo a todos los hombres y mujeres, pueblos y naciones de la tierra, sin exclusión de uno solo.

Soy el medio, el canal, el vientre espiritual, del que en el mismo espíritu también no solo de nuestro Señor Jesucristo sino de María Santísima quisiera disponer usar a pleno para terminar de concebir y dar a luz a esta visión, hijo espiritual, para todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra. Para toda la creación.

Siendo por ende un ser humano, tan humano e incluso necesariamente a los fines del Plan de Salvación en mucho peor, mucho peor, más defectuoso, débil, dudoso, temeroso, prejuicioso, apocado, cerrado, limitado, ignorante, ciego, sordo, duro de corazón y entendimiento, lleno de profundísimas y escabrosas tinieblas interiores... que la inmensa mayoría.

Siendo justamente por tal razón que quisiera servirse de mí para terminar de concebir y dar a luz para la humanidad entera esta visión y designio de amor y procreación que ha querido y quiere terminar de consumar también en su justo momento en Él no solo para un pueblo en particular sino para toda la humanidad.

Para lo cual quisiera llevarme a ver y entender que así como durante los últimos quince años me quisiera en el lugar exacto en el que en cada momento de esos quince años me inspirara y llevara a estar, ahora me quería y quiere nuevamente instalada y cimentada a pleno dentro del corazón de la Iglesia Católica.

Pero, no en ella por ella en sí misma. Sino en representación de todo el Pueblo Cristiano –existente en ella y fuera de ella en tantos otros pueblos derivados en el Espíritu Santo de la misma en estos dos mil años de espera de la vuelta prometida del Amado-, y como Pueblo en directa continuidad del Pueblo de Israel que fuera quien recibiera la promesa del Plan de Salvación en nuestro Señor Jesucristo por la Inmaculada Concepción de María Santísima en el Espíritu Santo.

Para desde ella, desde su corazón, llevarme a terminar de poner por escrito esta manifestación final de Su amor no solo por ella sino por toda la humanidad, por todos los pueblos y religiones, hombres, de la tierra. Para lo cual necesitaba que por adversa que siguiera siendo la respuesta que siguiera recibiendo del hombre y pueblo en particular al que a tal fin me enviara, para terminar de manifestar y poner por obra este designio de amor y procreación como instancia final de la plena realización de lo Divino en lo humano en el Espíritu Santo del Plan de Salvación, no me moviera de en donde durante los últimos días quisiera llevarme nueva y momentáneamente a instalar y cimentar.

Reclavándome más fuerte una vez más a la cruz aceptada estando en Ushuaia en 1991. En la que quisiera terminarme de llevar a poner y mantener todos estos años bajo el total imperio del enemigo y las tinieblas que con el sí dado en Ushuaia y el cortarme el cabello y enterrarlo ya de vuelta en Plottier, hecho a través del cual me clavara concientemente en la cruz poniendo mis manos sobre las Suyas, mis pies sobre los Suyos, todo mi ser sobre el Suyo, en Su misma cruz de hace dos mil años, le permitiera permitir al enemigo llevarme a clavar de la misma manera en la que hacía dos mil años también se lo permitiera.

Siendo así como me necesitaba y necesita que aún sepa seguir estando y manteniéndome un poco más. Mantenernos un poco más con ese hombre amado e igualmente predestinado para ayudarme hasta aquí a concebir y dar a luz a esta visión, que bien puedo llamar hijo espiritual en total virginidad a semejanza de María Santísima. Terminándolo de concebir y dar a luz, no solo para un solo pueblo del que a tal fin quisiera llevarnos inicialmente formar parte, a semejanza en un todo también con Él hace dos mil años. Sino para todo Su Pueblo en la humanidad entera. Para todo hombre y mujer de toda raza, credo, lengua, nación.

Hombre amado igualmente predestinado en tanto varón y sacerdote ungido en nuestro Señor Jesucristo, en representación del Hombre Nuevo al que con su muerte en cruz quisiera dar origen y dejar en el mundo a estos precisos fines en representación Suya constituido por y en Su mismo Espíritu en el Espíritu Santo, para concebir y dar a luz luego de ello al hijo carnal que estando en Puerto Montt me anunciara y llevara a anunciarle.

Llevándome luego de tal anuncio, a llamarlo a esperar para su final realización que primero terminara de manifestar y poner por obra todo cuanto veía y entendía como parte de la misma visión y designio el Espíritu del Señor me llevaba a ver y entender quería que separada físicamente de él pero unida a él en espíritu y en verdad, le permitiéramos así mismo previamente concebir y dar a luz desde Su mismo amor puesto en el corazón del uno hacia el otro, para previa glorificación de Su Nombre en toda la tierra.

Necesitando que sigamos en nuestras respectivas, por ende, separadas cruces, unidos en Su misma cruz en ambos, en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo, hasta tanto termine de llevarme a poner por escrito y publicar editorialmente para conocimiento de todos los hombres la visión que a tal fin quisiera poner de Su Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo desde que fuera concebida en el vientre.

Terminada de desentrañar a durísimas, dolorosas y sangrientas pruebas y tribulaciones de parte no solo de los dos, sino de todos cuantos en su desentrañamiento nos acompañaran y hasta aquí terminaran decepcionándose junto con nosotros por ver pasar el tiempo sin llegar a ver y experimentar su consumación en los hechos jamás.

Para lo cual, viera y entendiera necesitaba y necesita que sigamos manteniéndonos en nuestras respectivas cruces en Su misma y única cruz un tiempo más. Siendo por ello que al volver de Ushuaia en 1991 me llevara a cortarme el cabello y enterarme junto con el mismo por el tiempo que así Él me necesitara clavada en cuerpo y alma en Su misma cruz de hace dos mil años en medio de este pueblo y de toda la humanidad.

Pasando por este mundo, en medio de mis seres amados, comunidad, pueblo y humanidad como caída en total desgracia, maldición, perdición, condenación y muerte, en total sometimiento bajo el poder del enemigo. Permitiéndole descargar sobre mí, todos mis seres amados, comunidad, todo tipo de males, desgracias, maldiciones, más que bienes, gracias y bendiciones.

Para desde esa extrema situación de sometimiento bajo el poder de las tinieblas, del enemigo, desde el corazón mismo del infierno, permitirle terminar de desentrañar, dar a luz en el corazón de todos los hombres cuál es nuestro origen, nuestra procedencia, nuestra ascendencia, por qué estamos en este lugar del Abismo y de la Muerte, y adónde estamos, por ende, llamados y predestinados a volver en todo nuestro conjunto. Al Reino de los Cielos. El lugar donde moran los Seres Celestiales. Divinos. De donde provenimos. Por ende, en donde está nuestro verdadero origen y esencia.

Terminando de demostrar ante todos los hombres lo que hace dos mil años tuviera que permitirle ver solamente a un numero contado de hombres, los apóstoles, por aún estar toda la humanidad preparada para recibir tal revelación en todo su conjunto. Mientras que ahora sí lo está.

Mostrarles a todos su Gloriosa Resurrección de debajo del poder de las tinieblas, del Amo de este mundo, desde la cruz y más aún desde el sepulcro mismo –en el que a tal fin en 1991 junto con mi cabello me enterrara, manifestando que durante el tiempo que Él me necesitase así ningún hombre volviera a tocarme, besarme, amar y ser amada- en el que veo, siento y entiendo con Él, en Su mismo sepulcro también final de hace dos mil años, no solo con el sacerdote y pueblo católico amado, sino con toda la amada humanidad estamos, permitiéndole llevarme a terminar de poner por escrito la visión así desenterrada junto con Él y nosotros desde el corazón de la Iglesia Católica, desde su publicación editorial por medio de una editorial no perteneciente a la Iglesia sino al corazón de toda la restante humanidad que no forma parte de la misma. A fin de permitirle terminar de unirlo todo en Él. En su mismo Espíritu en todos y en todo.

Para entonces sí, darme a ver y entender, ser Él mismo quien a partir de tal final escritura y publicación de la visión que por medio de la palabra de Habacuq en 1999 quisiera terminar de confirmar sin lugar a dudas era de lo que se trataba todo esto, liberándonos en Su misma final Gloriosa Resurrección puesta de manifiesto así ante todos los pueblos de la tierra, para que todos reconozcan y exclamen que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre, entregarnos a la consumación final del designio de amor y procreación que en tal momento quisiera igualmente anunciarnos como plena realización final en los hechos de la visión anunciada en la palabra.

“Me ubicaré en mi torre de vigía y me pondré de pie sobre mi almena para ver si diviso su respuesta, lo que él va a contestar a mi pregunta.

Entonces Yavé me repondió, diciendo: “Escribe la visión, anótala en tablillas, para que pueda leerse de corrido

Porque es una visión con fecha exacta, que a su debido tiempo se cumplirá y que no fallará; si se demora en llegar, espérala, pues vendrá ciertamente y sin retraso.

Los soberbios nunca tendrán mi favor, el justo, sí, vivirá por su fidelidad.” (Hab. 2, 1-4).

Habiendo de ser Él mismo al final quien en el Espíritu Santo habría y habrá de entregarnos a la mutua manifestación final de nuestro amor en Su mismo amor por la humanidad, en la plena libertad de los hijos de Dios que el Espíritu Santo habría de terminar de darnos en espíritu y en verdad.

Vi y entendí que no necesitando ya decir “Dice el Señor”, luego de haberles demostrado entre el 2003 y 2004 que era y es el Señor quien dice y pone por obra en todo esto cuanto les manifestara y manifiesto, queriendo que fuera algo terminado de realizar en perfecta comunión y entendimiento de espíritu semejante a la que nos uniera durante los primeros años de ir a él para pedirle en el Espíritu Santo que me ayudara a ver y entender todo esto que había de Dios en mi corazón, por ende, a concebir y dar a luz en mi corazón desde lo visto y entendido en el suyo, desde su corazón en tanto hombre y en tanto Jesucristo en él como sacerdotalmente era y es, conforme a como les compartiera en el último mensaje le pedí ayudarme a hacerlo.

Pidiéndoselo al hombre, y en tanto sacerdote, por medio suyo, también al pueblo católico en todo su conjunto. Por querer ser algo terminado de hacer en perfecta comunión con él y todo este pueblo primero al que viera y entendiera a tal fin el Señor me enviara.

Recibiendo la misma respuesta de las veces anteriores.


(Sigue...)


 



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gladysruth

Fecha: 07:59 10/24 2006
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(...sigue)



Respuesta como consecuencia de la cual, con el corazón compungido, volví a sentir por última vez la tentación de volver a dejar el corazón del hombre y pueblo amado para irme lejos, lo más lejos posible y olvidarme de este terrible y extremadamente tenebroso y parturiento asunto de una vez y para siempre. Como sobretodo el año pasado hiciera. Retardando y dilatando solo así su consumación final mucho más de lo realmente querido y necesitado por Dios.

Por lo que ¡no! Esta vez no me iría. No me importaba ni me importa que no exista un solo ser en la tierra que crea en lo más mínimo en nada de todo esto. Lo importante, lo único importante era que no obstante todo, por muy adversas, contrarias, negativas, espinosas que siguieran siendo y estando todas las cosas, en mi contra y contra todo esto que llevaba y llevo realizando al único y entero servicio del Espíritu de Dios, si bien en los concientes hechos quince años, en lo inconsciente de los hechos desde antes incluso de ser concebida en el vientre materno, yo creyera, siguiendo obrando y permitiéndole obrar en consecuencia en un todo como hasta aquí le permitiera.

Según lo que en lo personal me llevara y llevaba a seguir viendo, oyendo, entendiendo, creyendo y enviándome a decir y poner por obra, sin importarme en lo más mínimo la respuesta en total contrasentido que los hombres pudieran darme como consecuencia de todo cuanto me mandara a decir y hacer y pusiera por hecho.

Como por hecho, quisiera y quiere terminarme de poner por escrito y conocimiento de todos los hombres lo que en el último mensaje que les diera viera y entendiera me llevara a compartirles quería que supieran estaba haciendo y me llevaría a hacer.

No para acusar con el dedo, ni hacer ver ni sentir mal al hombre y pueblo amado ante el que quisiera llevarme a anunciarles lo que en dicho mensaje quería anunciarles haría. Porque sé que también a él -al hombre, sacerdote y pueblo al que a tal fin me enviara- le doliera mucho que volviera a obligarlo a darme una vez más la misma respuesta. Viendo y entendiendo por su parte tener que responderme como necesariamente me respondiera. Porque así convenía a los íntegros fines del Señor que me respondiera.

Para a la luz de tal manifestación y respuesta terminarnos de ver y manifestar lo que en este momento como consecuencia de ello puedo hacerlos igualmente partícipes en el Señor de todo esto. Incluirlos a todos. Involucrarlos a todos en esta manifestación y acción del Espíritu Santo en nuestro más basto conjunto.

Siendo que, viera y entendiera, quisiera permitir que todo sucediera como sucediera, para que también todos ustedes, la humanidad entera, viera y crea que no es nuestra humanidad, sino Dios, el Espíritu de Dios quien dice y pone por obra en todo cuanto decimos y hacemos con dicho varón y pueblo amado, en el Padre y en el Hijo desde la Inmaculada Concepción de María en el Espíritu Santo que nos alienta y nos sostiene.

Viendo y entendiendo, luego de suplicarle, implorarle al Señor, con el corazón y rostro anegado por el más doloroso y angustioso de los llantos, por qué me había enviado a volver a repetirle al hombre y pueblo amado al que a tal fin me enviara lo que le dijera, cuando sabía que su respuesta iba a ser la misma de siempre, no obstante anhelar y guardar siempre la esperanza de encontrar en él un sí final, que en Su Plan de Salvación y todo esto que desde el sí dado en Ushuaia lograra finalmente enviarme a terminar de decir y poner por obra en Su mismo Espíritu en el Espíritu Santo no hay un solo hombre ni un solo pueblo o nación sobre la tierra privilegiado.

Es decir, vi y entendí que hasta aquí todos los hombres, pueblos y naciones sobre la tierra, cada uno a su manera se sintiera y siente monopolizador Suyo. Monopolizador de Dios. Queriendo terminar de hacer ver y entender a todos los hombres y pueblos de la tierra de una vez por todas que ante Él y para Él todos los hombres, absolutamente todos los hombres SON IGUALES.

Y, que si llegado el momento quisiera elegir, predestinar a uno de entre todos los demás para por medio del mismo representar y llevar a cabo en lo humano y en los hechos lo que quería manifestar y hacer no solo para ese hombre o pueblo en particular sino para absolutamente todos los demás por igual, no fuera ni era porque dicho hombre o pueblo fuese encontrado más digno, merecedor, mejor, privilegiado o por encima de todos los demás.

Sino porque necesitaba de uno en representación de todos, eligiendo al que eligiera pudiendo haber elegido para ello de igual manera al 99 % restante de todos los demás hombres y pueblos de la tierra. Eligiéndolo y predestinándolo por ende para que le sirviera a los fines que necesitaba le sirviera.

Por lo que siendo esto algo que los hombres nunca terminan de entender –incluyéndome- fuera que quisiera enviarme y me enviara a pedirle al sacerdote y pueblo al que inicialmente me enviara, por ser el nacido al pie de la cruz, que me ayudara y acompañara en la realización de esta última instancia de lo que de este modo Dios quería terminar de manifestar y poner por obra desde Su mismo amor y corazón por toda la humanidad desde el amor puesto a tal fin de igual manera en el suyo por Él y por mí.

Para que, en primer lugar yo, luego asimismo todos los demás por medio del compartirles de igual modo que terminara resultando o pasando al ir y poner por obra tal envío anunciado en la palabra, viera y entendiera de una vez por todas que esta vez Él no quiere que lo que en esta última hora está terminando de llevar a cabo en el Espíritu Santo sea primicia ni propiedad inicial de nadie.

Si no que todos terminen enterándose de la última y definitiva pública manifestación que quería llevarme ahora a terminar de poner por escrito respecto de la visión completa que en estos últimos quince años quisiera a tal fin llevarme a desenterrar para ningún hombre o pueblo en particular sino para todos los hombres y pueblos de la tierra.

Queriendo de ese modo acabar de una vez por todas con todo tipo de privilegios solo propios de los hombres y del mundo, y así en nada de Él. Terminando de igualar con el rasero a todos los hombres y pueblos de la tierra. Que todos los hombres, pueblos, religiones de la tierra, entendamos de una vez por todas que todos somos iguales. Para a partir de esa igualdad puesta e instalada nuevamente en el corazón de todos los hombres, ayudarle a terminar de crear el cielo nuevo y la tierra nueva anunciados en la Escritura.

Asimismo, porque los hombres, de una u otra manera, siempre queremos que sea Dios quien ajuste su visión y accionar a la nuestra. Cuando en realidad, somos nosotros, los hombres, quienes tenemos que saber abrirnos y expandirnos incondicional e ilimitadamente en nuestra pequeña, acotada y parcializada visión, hasta poder llegar a ajustar la nuestra a la Suya. Que es infinita e inconmensurable.

Dios ve y obra en función de todo el conjunto. De la visión en todo su conjunto que Él tiene de todas las cosas, hombres, pueblos, seres salidos de Su seno. Incluyéndolos a todos. Excluyendo a ninguno. Mientras que nosotros queremos que las cosas resulten como creemos que en Dios son y tienen que ser según nuestra propia visión de todas las cosas.

Los hombres queremos que cuando Dios nos da una visión o revelación se cumpla en el mismo momento en el que nos la da. Cuando teniendo en cuenta a todo el conjunto de su visión y Plan, como asimismo a todos los hombres, pueblos y naciones del mundo entero, de todos los tiempos, los tiempos que Dios tiene pensado y predestinado para llevar a cabo la visión o revelación que nos ha hecho nunca son ni coinciden en nada con los nuestros.

Lo cual, al creer, esperar, disponernos para el cumplimiento de la promesa recibida de Su parte, conforme a nuestra propia visión de todas las cosas según la cual creemos ha de realizarse, y conforme a nuestros propios tiempos, al tiempo presente en que nos hiciera tal anuncio, promesa, y ver pasar el tiempo, los días, las semanas, los meses y los años sin que al final termine pasando nunca nada de lo que nos manifestara o creyéramos nos manifestara, nos lleva a vernos y sentirnos profundamente decepcionados, frustrados, abatidos, desengañados, y la más de las veces enojados, molestos, sumamente desencantados con Dios.

Siendo en definitiva el querer ajustar la visión y tiempos de Dios a la nuestra y a los nuestros, junto con nuestra impaciencia, lo que en definitiva nos termina enfermando y dando muerte. Primero espiritualmente, luego mental y físicamente.

Porque queremos tener el control. Cuando, si estamos constituidos y cimentados en nuestra voluntad y vida cien por ciento en Él, habiéndole consagrado nuestra alma y nuestro cuerpo a su entero y único servicio de todas las cosas, el único que tiene el control es Dios. Siendo y teniendo que saber ser nosotros, en tanto hombres, pueblos, naciones, solo servidores.

Servidores inútiles de los cuales Él quiere valerse, para ser por medio de la gracia y no así por medio de nuestra limitada y errada humanidad, terminar de llevarlo a cabo todo en nosotros, con nosotros, por nosotros y para nosotros en Él como al pensar, querer y decidir crearnos lo soñara para nosotros. Teniendo con nosotros el sueño más grande, glorioso, maravilloso, dichoso, que imagináramos jamás. Muy por encima de nuestra propia visión, planes y proyectos.

No siendo precisamente la cruz el sueño que Él soñara para nosotros. Sino siendo la misma solo la condenación a la que desde nuestra caída y salida original de Su lado, amor y gracias quedáramos atados bajo el poder del enemigo en este lugar del Abismo y de la Muerte. Siendo de la cual quisiera venir a liberarnos junto con el liberarnos de la muerte misma. Asumiéndola en toda su plenitud sobre su propio ser para de ese modo terminarnos de liberar por el amor, en el amor y para el amor de la misma.

Por ello, veo y entiendo me llamara y enviara a estar en esta, Su misma cruz de hace 2000 años no solo por el pueblo al que a tal fin me enviara, sino por toda la humanidad a la que me enviara.

Cruz, que más que desde el sí dado en Ushuaia desde el cortarme el cabello y enterrarme junto con el mismo en 1991 en el jardín de mi madre, asumiera. Siendo exactamente entonces en que me crucificara en cuerpo y alma con Él impidiendo que ningún otro hombre volviera a tocarme y besarme hasta tanto Él necesitara tenerme y mantenerme así para lo que fuese que tuviese pensado y necesitara mantenerme enteramente así. Teniéndome y manteniéndome unida en cuerpo y alma solo a Él, en Su misma cruz y misión venida a realizar desde el Padre en el Espíritu Santo, para liberación de toda la humanidad.

Viendo y entendiendo no haber de poder permitirle terminarme de liberar en el Espíritu Santo de debajo del poder del enemigo de la misma, más aún de la muerte y del sepulcro en la que desde dicha entrega llevada a realizar de esa manera en 1991 en cruz, hasta tanto no termine de poner por escrito y publicar en un libro puesto así en las manos de todos los hombres, la visión que para terminar de liberar a todos a tal fin quisiera darme, llamándome a estar y mantener crucificada hasta tanto ello no llegara a ser posible y real también para todos los hombres.

Para entonces, sí, ser Él mismo en el Espíritu Santo quien ante el conocimiento, visión y entendimiento de todos los hombres, terminar de liberarnos, desde el liberarme y verse definitivamente libre por medio de nuestra liberación total de debajo del poder de las tinieblas, desde el previo, necesario y momentáneo paso por la cruz, la muerte y el sepulcro.

En la que, no por querida para Él y para nosotros, hace dos mil años juzgara necesario entregarse y dejarse clavar, morir y sepultar, para solo así liberarnos definitivamente de la cruz, de la muerte y del sepulcro en la que con lograrnos sacarnos originalmente de Su lado, amor y gracia, el enemigo nos dejara totalmente sometidos y esclavizados bajo su poder de las tinieblas.

Viendo y entendiendo no ser la cruz, no ser la muerte, no ser el sepulcro, lo que Dios soñara en su amor y manifestación de Su amor con la humanidad. Sino el amor. La única y plena correspondencia del más bello, sublime, santo, perfecto, grandilocuente y plenamente liberador de los amores en el Espíritu Santo.

Siendo la cruz, la muerte y el sepulcro algo que viniera solo luego a interponerse y quedar desde nuestra caída y salida de Su lado y amor original constituido en la peor de las trabas, de los escollos, de los obstáculos, interpuestos por el enemigo entre la plena manifestación y consumación del amor entre Dios y la humanidad. Escollo, obstáculo, impedimento que había que venir a quitar del medio.

Desde el asumirlo en Su propio ser Divino y humano. Para solo así, de cualquier manera, por mucha o más oposición que el enemigo quisiera y lograra interponerle solo en el principio, terminar de hacerlo al final posible.

Hacer posible lo que pareciera quedara convertido en totalmente imposible. Desde que el enemigo lograra hacerlo quedar sumido en las más profundas, contrarias y escabrosas se las tinieblas.

Hacer posible, la plena consumación de Su amor con la humanidad, en el más glorioso y dichoso de los sueños de amor que tuviera para Sí junto con Su amada humanidad. Desde el llevarlo a cabo en la original creación y final recreación de la humanidad, del hombre y la mujer hechos nuevo a Su imagen y semejanza Divina en Jesucristo y María Santísima en el Espíritu Santo.

Mediante el terminarnos de liberar de esa manera, en el Espíritu Santo, y entregarnos el uno al otro, con ese varón hecho también nuevo en Jesucristo hace dos mil años, amado y predestinado, por ende, en y con Su mismo espíritu y corazón en ambos.

Por mucho y más que aún necesite seguirnos teniendo crucificados, muertos y sepultados en Su misma cruz, muerte y sepulcro de hace dos mil años, pero igualmente de la misma manera ya liberados, vivos y resucitados del sepulcro en Su misma liberación y resurrección obrada hace dos mil años.

Y por muy enfermos y avanzados de edad que los dos nos encontremos. Sobretodo yo, en tanto mujer, no habiendo concebido y dado a luz nunca un hijo carnal, y habiendo tenido solo una relación sexual en la vida. Diciendo como dicen que todo se complica para la mujer después de los cuarenta años. Más aún si nunca antes tuvo un hijo. Y más aún si en materia sexual es prácticamente virgen.

Peor aún cuando tuviera y tengo que asumir que el hombre con el que el Espíritu del Señor quisiera llevarme a soñar y amar la final consumación del sueño que el Señor me compartiera tenía y tiene pensado, querido y predestinado lograr finalmente de cualquier manera con toda la humanidad, conforme a su también debo entender y aceptar última categórica respuesta, a semejanza en un todo de José originalmente de María, no cree que todo esto haya sido y sea de Dios en mí para con ambos.

No obstante seguirme dictando el Espíritu Santo y el corazón seguir creyendo y esperando de Él en él todo lo contrario. Como de igual manera, al final hiciera también con José respecto del anuncio que por medio de María le hiciera pensara, quisiera y predestinara llevar por nuestra mancomunada aceptación, total disponibilidad y medio para la humanidad entera. Amén.

Por lo que veo y entiendo tener que seguir confiando y esperando solo en Él. En lo que Él por medio del Espíritu Santo me sigue dictando al corazón. Que Él tiene poder para terminarlo haciendo todo posible no obstante todo. Por adverso y oscuro que siga viendo todo. Por solitaria que aún me tenga que seguir viendo y estando en esta cruz, hasta tanto termine de poner por escrito y publicar editorialmente todo esto para terminar de ponerlo solo así en manos de todos los hombres.

Pidiendo y esperando de todos ustedes lo único que puedo pedirles. No fe. Sino solo que oren por mi familia y por mí. Ni siquiera les pido que oren por la consumación final de todo esto. No. Solo que oren por nosotros, para que el Señor me dé la fuerza, la fe, la determinación, la paciencia, la perseverancia, la esperanza y el amor necesario y suficiente como para permitirle seguirme llevando adelante hasta donde quiera y necesita llevarme en Su mismo Espíritu para mayor bien de todos.

Dejemos que en definitiva Dios sea Dios y haga todo lo que Él quiera y mejor convenga para la final liberación de todo el mundo de debajo del poder de las tinieblas. En el amor, con el amor, por el amor y para el amor en todas Sus manifestaciones de lo Divino en lo humano. Amén.

Por mi parte, sé que lo que Él me pide aquí y ahora es que siga clavada a Su misma cruz hasta tanto permita estén dadas todas las condiciones para terminar de poner por escrito y editar esta visión para conocimiento de la humanidad entera.

De igual manera, no sé como va a llevarnos a terminar de consumar dicha visión de la palabra en los hechos con el hombre amado y predestinado en Jesucristo también para ello. Lo que sí sé es que Él lo hará, porque tiene absolutamente todo poder para hacer absolutamente todo cuanto me llevara a ver y anunciar al hombre, pueblo y humanidad amada durante todos estos años de necesaria crucifixión, muerte y entierro, unida en un todo a la Suya.

De por sí demasiada gracia y gozo infinito me produce el que me haya querido permitir compartir en el más absoluto de los todos Su misma pasión, crucifixión, muerte y sepultura bajo el totalizador poder de las tinieblas que gobiernan este mundo.

Como, por consiguiente, también, compartir Su misma final gloriosa Resurrección no solo ante el Pueblo en medio del cual en Su misma cruz quisiera llamarme y enviarme a crucificar con Él, sino ante Su Nuevo y Definitivo Pueblo querido terminar de hacer de absolutamente toda la humanidad, cualquiera fuera y sea su religión, su raza, su lengua, su nacionalidad, su ideología, o individualidad humana a la que perteneciera y pertenezca.

¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS, QUE POR SIEMPRE SEA BENDITO Y ALABADO! ¡GLORIA A DIOS!

“Hágase en mí, Señor, según tu palabra.” Amén.

La paz esté con ustedes.



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gladysruth

Fecha: 16:27 10/31 2006
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(Publicado 25/10/06)


Jesucristo Amado:

Bendito y alabado seas por siempre, que por siempre seas bendito y alabado!

Vos me llamaste y envíaste, Señor Amado, desde el mismo Espíritu del Padre en tu Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, desde Ushuaia, por la Inmaculada Concepción de María.

Desde el vamos siempre supiste y sabes cómo fui engendrada, dada a luz y vivido en este mundo. Con todo mi corazón y espíritu puesto en Vos, en el Reino de los Cielos, pero con toda mi humanidad, carne, puesta al igual que todos en el mundo y sus cosas. Sabiendo que en el pecado y en la culpa nací, como dice el salmista, pero concebida desde tu mismo Espìritu Santo desde lo Alto de tu Gobierno Celestial.

Clavada en la cruz que en Ushuaia aceptara, todo vuelve a convertirse en un infierno, Señor, entorno a mì. Aunque ya gracias a Vos, no así dentro de mí. Como en estos últimos cinco años previos necesitaras y conviniera que fuera, a los fines del designio de amor y procreación trazado para toda la humanidad dentro del Plan de Salvación me enviaras a asumir a pleno en mi propia humanidad a fin de terminar de concebirlo y darlo a luz desde la Inmaculada Concepción de María en el Espíritu Santo desde el corazón del hombre y pueblo al que a tal fin me enviaras para la humanidad entera.

Razón por la cual veo y entiende has querido permitir que todo vuelva a repetirse una vez más. Para que no solo el hombre y pueblo predestinado sean testigos de todo esto cuanto llegada esta última hora estás terminando de hacer en el Espíritu Santo en la plena consumación del Plan de Salvación. Si no queriendo que toda la humanidad sea igualmente testigo para solo así terminar de llevarlo todo a su término dentro de los términos que establecieras para ello.

Veo, entiendo y siento hacerme una nuevamente con Vos, Jesús Amado, durante las horas previas del paso por tu misma pasión, crucifixión y muerte, allí en el huerto de los Olivos. En Getsemaní.

Horas durante las cuales, tras haber compartido todo durante los años pasados, y esa misma noche, la Última Cena, con tus apóstoles amados, les pidieras te acompañaran en la oración en esa que sabías era la hora -el tiempo- más decisivo del designio que vinieras a cumplir de parte del Padre, desde el corazón del Pueblo de Israel para toda la humanidad.

Sabiendo no poder pedirles que tuvieran fe en Vos y en lo que esa noche habrían de haberte dejar hacer abandonándote por completo bajo el juicio, manos y disposiciones de los hombres. Conforme en un todo a como estaba escrito que cuando el Hijo del Hombre viniera sería.

Por lo que, sabiendo como sabías que habiéndote acompañado en todo cuanto hasta allí hicieras y les pidieras hacer, en la culminación y conclusión de la misión encomendada por el Padre no habrían de poder acompañarte aún de igual manera, con todo su corazón e integridad, le pidieras que no se quedaran dormidos, acompañándote en la oración.

Comprendièndolos finalmente como igualmente los comprendieras al ver y entender que ni siquiera en ello habrían de poder acompañarte esa decisiva noche de la culminación de tu misión. Cayendo también sobre ellos el poder de las tinieblas, que permitieras cayeras sobre Vos y todos los tuyos esa noche y días siguientes, solo por así convenir que fuera conforme a lo profetizado en las Escrituras.

Para que luego de su total acontecimiento quienes tenían que ver y entender vieran, entendieran y terminaran de creer plenamente en Vos. Por consiguiente, en todo cuanto habìas venido a manifestarle de parte del Padre en el Espìritu Santo.

A fin de que luego de su total consumación en los hechos, tras tu triunfal resurrección, fueran los primeros en verlo, entenderlo, creerlo y ser testigos de tu misión, pasión, crucifixión, muerte y final Triunfal Resurrección ante la vista y conocimiento de todos. Hasta la muerte, y muerte en cruz tambièn en ellos, hasta los confines de la tierra.

Vuelve a ser mi Getsemaní. Sé que tampoco hoy nadie entiende nada de o casi nada, y por consiguiente, mucho menos, cree, de todo esto que estoy terminando de hacer en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Padre en Vos Jesús Amado en el Divino Espìritu Santo que me envía, alienta y sostiene.

Más, al igual que Vos entonces, yo lo sé. Sé qué es lo que estoy haciendo dentro de lo mismo que hace dos mil años vinieras a hacer. Sabiendo no ser yo quien lo hago y está haciéndolo, sino Vos, Padre y Jesús Amado, en el Espíritu Santo que desde tu mismo Espíritu a mi espíritu sobretodo desde el sí final dado en Ushuaia quisieras despertar, alentar y hacer obrar a pleno en mi interior.

Viendo, sabiendo y sintiendo que al igual que Vos entonces, también estoy sola en todo esto. Porque asì convenía y conviene que al igual que Vos hoy también yo lo esté en medio de los apóstoles, pueblos y humanidad a la que a tal fin me enviaras.

Veo y entiendo para verificación también hoy de las Escrituras en todo ello. A la luz de tal paralelismo.

Viéndome, sintiéndome y sabiéndome totalmente sola. Pero, no sola en lo Divino, sino en un todo con Vos. Unidad y acompañada plenamente con Vos. Por eso, te digo una vez más, Señor, hágase en mí según lo necesites y mejor convenga que sea para toda la humanidad.

Anoche fue una noche terrible. ¡Señor, por favor, te lo suplico, te lo imploro, fortaleme inqubrantablemente en Vos, en tu mismo Espíritu! Dame valor, fortaleza, decisión y determinación para permitirte terminar de llevar la escritura y pubicación editorial iniciada a total término. Viendo y entendiendo ser la conclusión y culminación de lo que desde Ushuaia dentro de la misma conclusión y culminación de tu misma pasión, crucifixión y muerte me enviaras a venir a decir y poner por obra.

Consistiendo en la final presentación de tu defensa en el Espíritu Santo desde la presentación de la mía a la luz del testimonio de vida en Vos, en Cristo Jesús, que durante estos quince años quisieras llevarme a asumir y venir a dar a luz desde el corazón de la familia, pueblo y humanidad a la que a tal fin me enviaras.

Es hora de cruz, es hora de fidelidades. Viendo y entendiendo que tampoco hoy los amigos pueden entender ésto. Pero, no obstante ello, al igual que Vos entonces, Maestro Amado, amo y entiendo a los amigos con todo mi corazón.

Porque así como aquellos amigos de hace dos mil años terminaran también quedándose dormidos a tu lado por no ver ni entender, por consiguiente, creer, lo mismo que desde el Padre veías, entendías y creías, veo y entiende sucede igualmente lo mismo que los apóstoles de hoy en relación de esto que me enviaras a terminar de decir y poner por obra en el Espíritu Santo del amor.

Para dar cuenta y demostrar no solo a ellos, no solo a este pueblo, sino a toda la humanidad, que Vos sos el Hijo de Dios para Gloria de Dios Padre. Pudiéndolo terminar de ver, entender y creer todos los hombres en el mundo entero por medio de su directa y personal lectura en su misma lengua, una vez que termine de ver la luz para conocimiento de todos y propiedad particular ya de nadie.

Entendièndolos, Señor, como igualmente Vos entonces. Los entiendo. Entiendo y acepto que sea así, por ser preciso que también hoy así sea.

¡Bendito y Alabado seas, Amado nuestro Jesucristo! ¿TE ADORO, SEÑOR, AMADO MÍO, TE ADORO!!!

Yo soy tu esclava, tu sierva, Señor, Amado mío por sobretodo amado humano. Hágase en mí según tu palabra y cómo mejor necesitas y convenga que sea a los únicos y totales fines del Plan de Salvación trazado en consideración de toda la humanidad y creación entera!

¡Bendíceme, Padre, Jesús Amado! ¡Bendice, Padre, a tu hija amada en tu Hijo Amado en el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos! Amén. ¡Dame palabra de vida eterna para terminar de dar a conocer todo cuanto me dieras a ver y enviaras a todos los hombres y mujeres mis hermanos y hermanas en Vos en el Espíritu Santo en el mundo entero! Amén.

¡Aquí estoy para hacer tu voluntad! ¡Consúmela hasta el final! Amén.

Viendo y entendiendo, Señor, que tal y como estan las cosas, con todas las fuerzas contrarias amenazando con volver a levantarse a pleno contra mí y los míos para impedirme concentrarme, inspirarme y poner por escrito en tu mismo Espíritu cuanto me dieras a ver, oìr, entender y creer durante estos quince años de crucifixión en Vos, con Vos, en el Espíritu Santo, su escritura es y será mucho mas lenta que la de 1998.

Previendo que al paso que voy, con todas las fuerzas en contra puestas constantemente de manifiesto, es posible que solo llegue a concluirlo y publicarlo para la próxima Cuaresma.
Al ver y entender ser definitivamente algo que al igual que Vos hace dos mil años tengo también que terminar de consumar sola.

Creyendo como creía, esperaba y anhelaba que esta vez a diferencia de entonces, fuera en absoluta companía y comunión con los amigos, los apóstoles, poder llegar a hacerlo. Por ver y entender ser lo que esta vez, Amado mío, esperabas.

Luego de haberles dado también hoy todos los signos previos que a tal fin me llevaras a darles sin reservarme absolutamente nada durante los últimos ocho años. Compartiéndoselo todo, al extremo de verter todo el contenido de mi corazón y humanidad en el suyo, vaciándome por completo.

Pero, viendo y entendiendo que es preciso que la historia vuelva a repetirse con respecto tambièn a ello como entonces con Vos, Amado Jesucristo, con tus apòstoles sucediera, lo acepto, entiendo y perdono todo en Vos, Señor, en el Espìritu Santo que me sostiene. Amén.

Por mi parte, te pido, Padre, Jesùs Amado, me pertones por todos mis pecados, errores, temores, desvíos, dudas, cegueras, sorderas, durezas de corazón y entendimiento humano. Lleva a total buen término, Señor, toda tu obra en nosotros. Amén.

Sosténnos, Señor, con tu diestra victoriosa. Porque de hecho Vos ya triunfaste, Padre, Jesús Amado, Divino Espíritu Santo. Hace dos mil años en medio de este pueblo y de toda la humanidad, y particularmente también en mí aquella noche de abril de 1991 en la que en Ushuaia te terminara de dar mi sí a venir a decir y hacer todo esto cuanto a partir de tal sí me enviaras.

Viendo y entendiendo ayer que aquella noche terminaste de manifestar y entrar victorioso en toda tu Gloria desde la Gloria del Padre, enviàndome en la Gloria de tu mismo Espìritu Resucitado. Amén.

Por lo que, aunque aún no he terminado de consumar cuanto me enviaras, sé que tu victoria en mí ya es un hecho desde aquella noche, más aún desde hace dos mil años, más aún desde toda la eternidad en que tras la salida y perdición de la humanidad de tu lado y amor, trazaras el Plan de Salvación y dentro del mismo este designio y cuanto me enviaras a decir y hacer para terminarla de levantar y hacer volver toda a una a tu amado y glorioso lado Celestial. Amén.

¡GLORIA A VOS, PADRE, SEÑOR JESÚS, EN EL DIVINO ESPÍRITU SANTO! AMÉN

Te encomiendo, Padre, Jesùs Amado, a todos los mis seres amados, a todos cuantos me confiaras. Tuyos son, Señor, por lo que los pongo enteramente en tus santas y gloriosas manos. Amén.

¡BENDITO Y ALADO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR, QUE POR SIEMPRE SEAS BENDITO Y ALABADO!




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gladysruth

Fecha: 16:53 10/31 2006
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(Publicado 28/10/06)


“MI AMADO ES PARA MÍ Y YO PARA MI AMADO”

Abba, Padre, Papito, Jesucristo Amado, por la Inmaculada Concepción de María en el Espíritu Santo, dame palabra de vida eterna para dar a todos los hombres y mujeres del mundo entero mis hermanos y hermanas en Vos. Amén..

Luego de no haber tenido más que una relación sexual en mi vida, y por violación, y no haber sido vuelta a tocar y besar otra vez por ningún hombre en estos últimos quince años, puede decirse que soy virgen. Aunque personalmente nunca me sintiera ni me siento así. Sino ni totalmente santa ni totalmente pecadora sino igual de santa y de pecadora que todos los demás hombres y mujeres del mundo entero. Llegando incluso por momentos a verme y sentirme como la mujer más pecadora de la tierra. Como la peor de todos.

Cuando en realidad, sintiera y siento haber habido y haber en mí algo así como una mezcla de virginidad y de pecado al mismo tiempo muy difícil de explicar. No obstante ello, trataré de explicarlo.

Por ver y entender descansa en ello la feliz conclusión y culminación no mañana ni dentro de tres o cinco meses, sino ahora tan pronto como termine de escribir y publicar universalmente no por medio de un libro sino por medio de estos foros, de estos quince años de cruz en los que para desentrañamiento total de este designio el Señor me llamara a estar y mantenerme en Él, en cuerpo y alma solo guardada para Él durante el período de tiempo que así el necesitase que estuviera.

Sin volver a ser tocada ni besada por ningún otro hombre hasta tanto Él necesitara y me hiciera ver y entender me necesitaba crucificada así con Él para el único cumplimiento en mi de Su voluntad y designio trazado para mí, y no la mía ni el que yo así quisiera..

Sé que en el mundo actual manifestar ser virgen es algo visto y tenido por la mayoría de los hombres como algo malo. Como si estuviese diciendo una atrocidad. Una calamidad.

A tal punto que también a mí misma me diera y daba “cosa” la más de las veces manifestar que lo era cada vez que me veía movida a proclamarlo. Sabiendo que en su mayoría no lo entenderían. No entenderían cómo una mujer de 20, 30, 40, 44 años pudiera ser virgen. Y, créanme, que no porque realmente yo quisiera serlo de ese modo toda la vida. Sino solo durante determinados períodos en los que sintiera que ese mandato Divino era más fuerte en mí.

Porque en verdad, en verdad les digo, sobretodo en estos últimos siete años, enamorada por primera vez al punto que llegara a hacerlo del sacerdote que también a tal fin quisiera el Señor llevarme a enamorar como nunca antes y nunca después pudiera llegar a imaginarme siquiera uno podía enamorarse, sintiéndome elevada al mismo tiempo hasta la cima del cielo y hasta lo más profundo del infierno en el fuego de este amor consumiéndome por dentro y por fuera, como un volcán entrado en erupción tenido que contener en su interior toda su ardiente lava sin poderla llegar a expulsar jamás, viví, sentí, pensé y expresé ese llamado constante de parte de Dios a seguirme manteniendo aún virgen más que como una bendición y gracia, como una maldición y desgracia.

Queriendo y sabiendo poder amar y ser amada con toda la fuerza de mi ser al hombre y sacerdote amado, sabiéndonos al mismo tiempo predestinados también de parte Suya el uno para el otro toda la vida como el amado es para la amada y la amada para el amado, viendo y entendiendo ser, por ende, también ello parte esencial de Su designio de amor pensado, querido y predestinado llevar a cabo no solo para nosotros sino para toda la humanidad a partir del final encuentro en el amor del hombre y la mujer hechos de nuevo en Él, en nuestro Señor Jesucristo y en María Santísima, en y por el Espíritu Santo, por más que intentáramos e intentáramos unirnos, mediara en todo tiempo entre los dos una fuerza sobrehumana, poderosa, que hasta aquí en todo tiempo tratara de impedirlo y lo impidiera, llamándome y llevándome a seguirme manteniendo virgen hasta el fin.

¿Hasta el fin? entonces no entendía nada de nada. No entendía cómo por un lado me pedía mantenerme virgen hasta el fin y por el otro me decía estar predestinada a llegar a ser al final uno en el amor con el hombre que también tenía predestinado en Él a tal fin para mí, como a mí para él en Él toda la vida me tuviera.

¿Cómo llamarme a mantenerme virgen hasta el fin y al mismo tiempo llamarme a abrir a semejante designio de verdadera consumación final de amor con dicho varón y sacerdote amado? No lo entendía. Sin embargo, entendía y veía claramente estar ambos dictados unidos en un mismo dictado Divino en mí.

Tratando de entenderlo llegué varias veces durante estos últimos diez años, más aún de los últimos cinco, al borde de la locura. Suplicándole que por favor no permitiera que terminara perdiendo el poco juicio que me quedaba. Porque era Su voluntad lo que en un todo estaba tratando de desentrañar desde que en Ushuaia aceptara consagrarme única y exclusivamente por entero al descubrimiento y cumplimiento de la que terminara viendo y entendiendo era exactamente Su voluntad y designio trazado para conmigo y no la mía.

¿Qué era entonces lo que Él quería que hiciera: que me mantuviera virgen hasta el fin o que al arribo de tal fin en la guarda de mi virginidad para al final entregársela solo a aquel varón para el que quisiera llevarme a conservarla me terminara abriendo y entregando por completo a los brazos del amor, entregándosela a Él en dicho hombre amado para siempre?

Viendo y entendiendo que, ambas cosas. Pero, ¿cómo entonces? ¿Si cada vez que intentaba entregarme a los brazos del amor, de ese hombre y sacerdote amado, por llevarme a ver, entender y creer que él también me amaba y era el hombre que pensara, quería y predestinara en Él mismo para mí, de igual manera como para él en Él me pensara, quería y predestinara, me hacía terminar chocando siempre contra una muralla, impidiéndolo de una u otra manera, haciéndome ver, sentir y huir de su lado como si realmente fuera el tentador en mí y no Él quien en todo tiempo lo buscaba tratándolo de encontrar a como diera a lugar, buscándolo más bien como piedra de tentación y de caída y no así de salvación en Cristo Jesús para él?

Viéndome y sintiéndome llevada constantemente a repasar una y otra vez mi historia personal, a fin de poder llegar a encontrar en la misma esa y todas las respuesta que buscaba y le exigía darme, por ser por el único cumplimiento en mí de Su voluntad la que me estaba exigiendo y negando el todo por el todo a mí misma, y no la mía.

Viendo y entendiendo ser tal llamado a la conservación de la virginidad hasta el fin – fin que habría de ser marcado con la llegada final de un hombre que me tenía predestinado en Él- como un mandato Divino, más que como una simple inculcación materna. Mandato Divino que tenía que observar y no dejar de observar jamás.

Siendo la virginidad como un tesoro Divino, que tenía que defender con uñas y dientes hasta el final. Por eso, cuando a los veintitrés años la perdiera, sintiera haber perdido todo un mundo de cosas. No solo para mí sino para toda la restante humanidad, por no haber sabido guardar el mandato original recibido en tal sentido de parte de nuestro Padre Celestial en nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo a semejanza de María.

Entonces no lo sabía. No sabía por qué me sentía así. Como totalmente aniquilada, arrasada, destruida, acabada, burlada, engañada, fracasada, respecto de lo que Dios me había querido confiar y no había sabido seguir guardando como hasta allí había sabido hacer por entera gracia Divina y voluntad personal totalmente adherida en tal sentido a la Suya.

Sintiendo haber perdido por tal causa no solo para mí sino para toda la humanidad “un mundo de cosas” que Dios tenía pensado no solo para mí si no también para toda ella por medio de la conservación de mi virginidad hasta el fin.

Llegándolo a saber solo hacia mediados de 1998. Cuando me sentara finalmente a poner por escrito el primer testimonio presentado de todo esto al hombre, pueblo y humanidad al que nuestro Señor Jesucristo desde el Padre en el Espíritu Santo había querido a tal fin llamarme y enviarme desde Ushuaia en 1991.

Viendo y entendiendo, al tiempo de ir dando cuenta del hecho ocurrido a los 23 años por medio del cual perdiera mi virginidad física, que mi historia de vida personal estaba por voluntad y designio Divino íntegramente unida a la historia de vida de toda la humanidad.

Es decir, vi y entendí que en mi humanidad, en mi historia de vida en lo humano, Dios había querido representar todo cuanto aconteciera, acontecía y habría de acontecer en la historia misma de toda la humanidad en su conjunto. De manera tal que para poder deducir lo que había sucedido en el principio con la humanidad, así como por qué razón estaba en ese mundo y adónde estaba llamada a volver al salir del mismo, tenía que pasar y repasar constantemente mi historia de vida personal. Para a la luz del conocimiento y comprensión de una llegar a conocer, comprender y dar a conocer a la humanidad lo que fuera, era y habría de ser la suya, en directa y total relación también con Él.

Viendo y entendiendo que al igual que yo hiciera a los 23 años, también ella, estando en un primer tiempo de su existencia enteramente en Él, en Su voluntad, se saliera, cayera y quedara fuera de la misma también por su desobediencia inicial. Viniendo a quedar sometida a todos los males que desde entonces le sobrevinieran como causa de su propia desobediencia y caída fuera de Su voluntad. Por ende fuera del Reino de los Cielos, en este lugar del Abismo y de la Muerte.

Viendo y entendiendo así que lo que a los 23 años había querido permitir que me sucediera estando en un todo en la plenitud de Su gracia, de Su amor, lo había solo permitido para que llegada esa hora de llamarme y enviarme finalmente a dar testimonio de todo cuanto quisiera y quería manifestarme para que a mi vez le manifestara a toda la restante humanidad, pudiera ver y entender qué fuera lo que sucediera, sucedía y sucedería con la humanidad y creación en un todo existente en este mundo a la luz de la total interpretación de mi propia historia de vida personal.

Viendo y entendiendo de esa manera, que lo mismo que permitiera me sucediera a los 23 fuera lo que a la humanidad le sucediera en el principio. Es decir, vi y entendí que de manera similar a como estuviera en total estado de gracia dentro de Su exacto querer y mandato recibido respecto de la conservación de m virginidad hasta los 23, pero más aún hasta la pubertad, de igual manera la humanidad lo había estado en un principio.

Es decir, vi y entendí, que mientras la humanidad estuvo y se mantuvo en un principio en la observancia plena de Su voluntad y mandato recibido de Su parte respecto a cómo la quería guardada solo para la total consumación del Plan que tenía trazado para ella desde que decidiera convertirla a Su imagen y semejanza, estuvo en un estado primero de total gracia y bendición Divina.

Hasta que dejándose tentar por un espíritu enemigo que la tentara con llegar a ser como Dios si desobedeciendo el mandato recibido y observado de Dios hasta allí, obraba de acuerdo a su propia voluntad y mandato, perdiera dicho estado de gracia, junto con la plenitud de la vida tenida junto a Él en el Reino de los Cielos. Para pasar a quedar sometida desde entonces a todo tipo de males, desgracias, maldiciones e injusticias como consecuencia del hacer su propia voluntad y dejarse regir por sus propios mandatos y disposiciones personales.

Desobediencia, pérdida y salida fuera de Su voluntad no obstante lo cual, Él quisiera darle la oportunidad de no obstante todo poder aún ser posible la realización final del plan, proyecto, designio que en Su amor y unida plenamente a Sí tenía para con ella. Dándole una nueva y final oportunidad de redención, de volver a entrar en el mismo estado de gracia y gloria original tenida junto a Él en el principio, desde la misma situación y tierra de desgracia en la que desde entonces quedara enterrada y sumergida bajo los dictados de su propia voluntad.

Siendo de hecho lo que en lo personal también viera y entendiera dictárseme de Dios al corazón desde Su Espíritu al mío en el Espíritu Santo. Desde una manifestación en tal sentido que por medio de una querida amiga en aquel momento me hiciera.

Sintiendo que me decía que no obstante haber desobedecido su voluntad y mandato recibido, todo ese mundo de cosas que sentía haber perdido como consecuencia de tal caída fuera de su voluntad, con la pérdida de mi virginidad, aún todo podía ser posible si, a pesar de ya no ser virgen físicamente, a partir de allí me seguía manteniendo virgen espiritual y mentalmente. Virgen de alma en la única observancia de Su siempre mismo querer y mandato recibido de su parte.

Viendo y entendiendo solo con el tiempo a raíz de lo que sabiéndome en su gracia, permitiera me sucediera a los 23, que si bien la virginidad física es una gracia, no es exactamente al tipo de virginidad a la que literalmente Él en todo tiempo se refiriera y llamara a guardarme. Sino que en todo tiempo fuera a la virginidad del alma, del corazón, del espíritu a la que en todo tiempo ser refiriera.

Viendo y entendiendo esto sobretodo a partir del 2001 a la luz de cuanto quisiera irme haciendo ver y entender fuera y era Su voluntad respecto del varón y la mujer desde el mismo momento en que decidiera crearnos dos y no uno.

Esto es. que al contrario de lo que en todo tiempo la humanidad creyera, que el sexo era algo malo, no querido por Él, prefiriendo Él que fuéramos y nos mantuviéramos mas bien vírgenes, el sexo no solo era algo bueno, muy bueno, algo que según el espíritu con el que se lo realizara era algo maravilloso y la mayor de las bendiciones que quisiera darle Él mismo al hombre al decidir hacerlo varón y mujer y entregarlos el uno al otro para que uniéndose llegaran a ser una sola carne. Si no que formaba parte esencial de lo que llegada esta última hora quería volver a rescatar en el amor, con el amor, por el amor desde el reencuentro del varón y la mujer vueltos a hacer nuevos en Su mismo Espíritu en el Espíritu Santo para toda la humanidad.

Devolviéndole el pleno estado de bendición con el que en el principio lo pensara, quisiera y predestinara en y para la pareja humana en cuyas manos, correspondencia de amor y mutua entrega quisiera confiar su fecunda procreación original y final en el amor.


(sigue)


 



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gladysruth

Fecha: 16:54 10/31 2006
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Siendo como era y es que tanto en el principio de nuestra creación y estadía a Su lado en el Paraíso, en el Reino de los Cielos, como en esta última hora de la total restauración del Reino de los Cielos en nosotros y entre nosotros, pensara, quisiera y predestinara hacernos a Su imagen y semejanza, desde la plenitud de la propia realidad humana que en tal y todo sentido de nuestro ser formáramos parte. Es decir, llegar a hacernos a Su imagen y semejanza Divina no en solitario, sino desde la pareja humana. Con todo lo que la pareja humana en sí misma en Él implicaba e implica en la integridad de Su ser. Con toda su realidad espiritual, mental y carnal.

Viendo y entendiendo ser por lo tanto justamente en tal rescate de la revaloración del amor y del sexo en la pareja humana, a partir de cuyo final reencuentro en Él en Su mismo Espíritu y voluntad en nuestro espíritu en el Espíritu Santo con aquel varón que a tal fin viera y entendiera toda la vida me diera a ver y entender me tenía predestinado, para 1996 me terminara de confirmar ya venía, y para mediados de ese mismo año, 2001, me terminara de confirmar que sin lugar a dudas era el hombre y sacerdote que amaba. Siendo por tal razón que en 1996 luego de manifestarme que ya venía quisiera terminarme de llevar en asiduo encuentro de confesión con él, hasta su misma casa, mundo, corazón, en lo que pensara, quería y predestinara consistía la plenitud del designio que pensara para mí en este mundo.

Dentro del mismo designio de amor y procreación pensado, querido y predestinado de igual modo para toda la humanidad en el principio. Desde el principio hasta la consumación de los tiempos.

No entendiendo entonces como podía hacer uno en total y perfecta complementación aquel mandato primero de mantenerme virgen con aquel otro mandato también primero de guardarme, buscar y esperar el encuentro final en Él con un hombre con Su mismo corazón que en este mundo me tenía predestinado y para el que me tenía predestinada.

Pensé que sería sabiéndome guardar virgen también con respecto a dicho hombre amado y predestinado hasta el matrimonio. Sin tener relaciones prematrimoniales. Entregándome a él solo en la noche de nuestra boda. Teniendo, por lo tanto, también él que saberme esperar hasta esa gloriosa noche final de la plena mutua entrega y manifestación de nuestro amor bajo la total bendición de Dios y de los hombres.

Pero, al terminar haciendo tal manifestación al hombre y sacerdote amado en su momento, viera y entendiera que como consecuencia de ello se levantaran todo tipo de fuerzas contrarias contra nosotros y contra este amor.

Viendo y entendiendo finalmente que de ser así, tomando los hombres la mayoría de las cosas al pie de la letra, si era así como este designio terminaba consumándose, es decir en matrimonio sin relaciones prematrimoniales, solo volverían a quedar incluidos dentro de este designio solo unos pocos. Los que supieran mantenerse a duras penas dentro de tal legalidad. La del matrimonio sin relaciones prematrimoniales.

Quedando afuera, más bien, viendo habiendo de ser excluidos por los quedados adentro de tal legalidad -por tener la fortaleza de espíritu suficiente como para saber , poder y querer hacerlo en Dios de esa manera- todos aquellos quedados afuera de tal estricta y estrecha legalidad humana y mundana como si fuese realmente por voluntad Divina que de ese modo terminaban quedando afuera. Convertidos y, por ende, tratados por los quedados dentro de la misma como pecadores.

Es decir, si nuestra unión y entrega final en el amor terminaba produciéndose de esa manera, vi y entendí que con el pretender y exigir que fuera así, se volvería a dejar afuera a la inmensa mayoría de la humanidad que por cualquiera fuera la razón viviendo en pareja, no llegaran a casarse jamás. O que habiéndose o llegándose a casar, antes de hacerlo hubieran tenido relaciones matrimoniales. O que habiéndose casado sin haber tenido relaciones matrimoniales, llegaran a tener algún día relaciones extramatrimoniales. Quedando en situación de pecado.

En virtud de lo cual terminé viendo y entendiendo que no obstante estar establecido como una ley Divina el matrimonio, después de mucho insistirle también en tal sentido a dicho hombre y sacerdote amado, de que se casara conmigo, por ver, entender y creer así lo dictara y quería Dios, como signo visible y humano del real casamiento final de Dios con la Iglesia, no era así como Él había pensado, querido y predestinado terminara consumándose finalmente entre ese hombre y sacerdote amado y yo el designio de amor y procreación que me diera a ver y entender quería terminar de restaurar en toda la humanidad tal y como en el principio en la pareja humana era.

Entonces comprendí que Dios quería que nuestro amor fuera un amor consumado en espíritu y en verdad. No atado a ningún tipo de leyes ni disposiciones religiosas ni civiles de este mundo. Sino en la plena libertad del Espíritu Santo en ambos. Teniendo ya, no solo el varón, sino también la mujer solo a Cristo, a nuestro Señor Jesucristo, al Padre, a Dios, por cabeza. Siendo esa la razón por la cual había querido consagrarnos a Él en celibato. Es decir, para no casarnos humana ni mundanamente jamás. Casados solo con Él, unidos el uno al otro como pareja humana solo por el amor, en el amor, para el amor y con el mismo amor en ambos procedente de Él.

En virtud de lo cual, seguí buscándolo y tratándolo de encontrar hasta el presente, de tantas maneras diferentes, sin llegar nunca a dar finalmente con él en el amor. Creyendo en todo tiempo que también él me amaba como lo amaba. Creyéndole amarme incluso mucho antes de lo que yo me enamorara de él. Enamorara como hasta 1998 en mayor medida me sabía y sentía igualmente de otro hombre entre otros tres que también amaba.

Pero, no importó lo que hiciera, cuánto, de cuántas ni qué indescriptibles maneras lo buscara y tratara de encontrarlo durante estos últimos cinco años, todo intento terminara siempre en el más estéril, decepcionante, vergonzoso, humillante, doloroso, espinoso, angustioso, amargo y frustrante de los intentos. Peor aún, yéndome una y otra vez de su amado lado viéndome y sintiéndome en el juicio y consideración de todos como la peor y más no amada de las mujeres y seres humanos de la tierra.

No solo de parte de él y de todo el pueblo amado a su cargo, sino de parte de Dios mismo. De parte del Padre y de Jesús, mi Amado. Que fuera por quien sabía me había dejado introducir y llevar hasta el final encuentro con él en 1996 para comenzar a compartir con él a partir de su momento todo esto puesto por Él en mí, para que llegado el momento final de dicho hombre prometido y predestinado en mi vida, ya no me lo siguiera guardando sino que se lo entregara por completo a él.

Sacándolo y depositándolo de mi corazón en el suyo. Para que al final él, también en Dios, por su sacerdocio, por su consagración en cuerpo y alma a Dios, hiciera con todo ello lo que, por su amada parte viera y entendiera en su corazón Él le dictara hacer con esta final manifestación de amor. Responder o guardarlo para sí.

¿Cómo se entendía entonces finalmente todo esto? ¿Qué era realmente lo que al final Dios quería que hiciera? ¿Qué siguiera siendo virgen o me terminara entregando a él?

¿Cómo saberlo? Vi y entendí que yendo nuevamente hasta él para esta última vez sí manifestarle abiertamente que estaba enamorada de él. Que lo amaba. Si me respondía que también él estaba enamorado de mí, que me amaba, entonces vería y entendería que la respuesta final de Dios era que ese día era y marcaba el fin del tiempo durante el cual quisiera llamarme y mandarme a mantenerme guardada en virginidad hasta el fin, para a partir de ese día entregarme por completo a su amor.

Mientras que si, por el contrario, él no me respondía nada o me volvía a decir que él no me amaba, entonces, entendería que la respuesta de Dios a tal pregunta de años era que dicha correspondencia y entrega final de amor no existía ni existiría jamás entre los dos. Teniendo que seguirme guardando a partir de allí ad eterno, hasta el fin de mis días en este mundo en virginidad total, a semejanza en un todo de María.

Yo quería, anhelaba ardientemente con todo mi corazón y mi ser que la respuesta de Dios y del hombre amado a tal pregunta, fuese la primera. Porque, ¡oh Dios! lo había aguardado toda la vida, más aún durante los últimos diez, y con mayor ardor y ferviente anhelo aún durante los últimos cinco. Siguiendo siempre adelante en medio de todas las pruebas, tribulaciones, padecimientos, negaciones, rechazos, ofensas, humillaciones, aniquilamiento total de mi persona y la de todos mis seres amados, comenzando con la de él en Cristo, en la esperanza de que al final de ese largo y arduo camino que Dios quisiera llamarme y enviarme a recorrer en desentrañamiento de todo el conjunto de este designio, abriría y pasaría el portal final de la meta y allí lo encontraría.

Lo encontraría esperándome fielmente en el amor en su sacerdocio en Cristo. Saliéndome al encuentro por el camino, como el padre misericordioso de la parábola al divisar al hijo pródigo de vuelta por el mismo en busca y encuentro final de su amor. Para terminarnos haciendo uno solo en Jesucristo en el amor tan largamente esperado, buscado, postergado, sacrificado en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo en ambos por amor a la voluntad del Padre, del Reino de los Cielos y de toda la humanidad hasta el reencuentro final.

Pero no. La respuesta que Dios quiso final y definitivamente darme de Su parte en la respuesta del hombre y sacerdote amado, fue la segunda. La más mínima manifestación de su parte de correspondencia en el amor.

Por consiguiente, vi y entendí que ello quería decir que tenía que olvidarme de una vez por todas de este amor. De todo cuanto toda la vida, más aún durante los últimos cinco años viera, entendiera, creyera, amara y esperara. Entregándoselo todo una vez más sobre el altar junto con dicho hombre y sacerdote amado de similar manera a como en su momento Abraham fuera llamado por Él a hacer también con su hijo amado de la promesa tan largamente buscado, esperado y finalmente llegado, encontrado, cuidado y alimentado en su crecimiento durante tantos años desde que fuera dado a luz desde el vientre de Sara.

Y como Él mismo, el Padre mismo, hiciera con Su Hijo Único, nuestro Señor Jesucristo. Por medio de quien esperaba tener toda la descendencia prometida y esperada de una nueva humanidad. De un nuevo Pueblo..

El hombre y amor que toda la vida por prometido y predestinado de Su parte esperara, buscara y para el que en Él me guardara. Doliendo horrores como me dolía y duele, semejante entrega. Pero, confiando y esperando siempre en Él, de que al final de igual manera a como hiciera con Abraham y también con Su Pueblo por medio de la entrega de nuestro Señor Jesucristo, de cualquier manera, Él cumpliera la promesa que en todo tiempo me hiciera y llevara a hacerle por saber ser un Dios fiel y eficaz en el cumplimiento de todas sus promesas.

Entonces, vi y entendí que Él me había querido llamar y enviar a guardar también toda la vida en virginidad, para que fuese en total virginidad en el conocimiento y verificación de las Escrituras por parte de todos los hombres también que hoy le permitiera terminar de concebir y dar a luz a semejanza de María Santísima en el Espíritu Santo a este designio de amor y procreación querido terminar de consumar por medio del encuentro final de amor entre dicho hombre y sacerdote amado, en representación de todo Su amado pueblo, y yo, como servidores inútiles que no hacíamos falta para la consumación del Plan de Salvación pero de los que no obstante ello quisiera valerse por querer terminar de rescatar y salvar al hombre –varón y mujer- con el hombre, desde su total final cooperación y colaboración en perfecta comunión de amor con Él, y no así sin el hombre.

Viendo y entendiendo ser por tal razón que quisiera llamarme y llevarme a conservar en total virginidad en el contacto sexual con todo hombre desde que en 1991 quisiera llamarme y enviarme a crucificar con Él, por Él y para Él, en el enfrentamiento y paso por el mismo juicio, la misma pasión, condenación, crucifixión, muerte y sepulcro que hacía dos mil años Él viniera a asumir.

Llamándome y enviándome asumirlo todo una vez más en Él, en Su mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo. desde la previa triunfal resurrección en El obrada en mí desde el sí final que terminara dándole aquella noche de vigilia en Ushuaia.

Momento desde el cual hasta el presente habían pasado quince años, para dieciséis. Quince años, durante los cuales quisiera llamarme y enviarme a preservar en total virginidad a semejanza de María llevándome a cortar el cabello y enterrándome con el mismo en el jardín de mi madre por el tiempo que así él me necesitara mantener crucificada con Él y cerrada al más mínimo signo de amor humano, a todo beso y toque varonil nuevamente sobre mí.

Momento desde el cual habían transcurrido quince años. Como quince años tenía la Virgen María cuando recibió el anuncio del Ángel, concibiera y diera a luz como fruto de su incondicional sí final dado al Señor de que se hiciera en ella según Su palabra.

Quince años, igualmente en mí, por ende, viera y entendiera, entre aquel sí dado en Ushuaia y este momento presente. Habiendo sido entonces cuando renaciera. Cuando volviera a nacer de Su mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo a una nueva vida en el Santo Espíritu de Dios. Habiendo muerto a la mujer vieja y nacido a la mujer nueva en Cristo Jesús aquella noche de vigilia en Ushuaia. Teniendo por ende quince años como mujer nueva en Jesucristo y María Santísima. En Su mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo. Nacida de lo Alto. Nacida del Espíritu. Hija de Dios en el Hijo de Dios en espíritu y verdad.

Siendo por lo tanto por tal razón que quisiera llamarme y llevarme a guardar en virginidad hasta el momento, consagrada y crucificada en cuerpo y alma a Él, con Él, para no antes si no justa ahora, en este tiempo exacto llevarnos a terminar de llevar a total consumación el designio de amor y procreación que durante esos quince años de virginidad quisiera irnos revelando al mismo tiempo en todo su conjunto desde el compromiso querido llevar a suscitar entre el hombre y sacerdote amado y predestinado y yo durante todos estos años previos, de similar manera a como también llevara a José y María a comprometerse el uno con el otro en Él en medio de Su pueblo durante la mayor parte de los quince años de María.

Viendo y entendiendo finalmente de esa manera, ser a tal fin que me llamara a guardarme en total virginidad toda la vida. Pero principalmente durante estos últimos quince años de vida en este mundo como mujer nueva en Jesucristo y en María Santísima. Para que llegara hasta este tiempo en particular, de esta final manifestación de amor y consumación en los hechos de dicho designio, virgen como María lo fuera.


(sigue)


 



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gladysruth

Fecha: 16:56 10/31 2006
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Para llegado este tiempo llevarme a total consumación también en los hechos el mandato recibido y observado también toda la vida en paralelo respecto al encuentro y unión final en el amor con un hombre que me tenía predestinado en Su mismo Espíritu y corazón. No de cualquier hombre, viera y entendiera también sobretodo en estos últimos días, sino también del hombre nuevo en Él, en Jesucristo y María Santísima que por su sacerdocio tenía predestinado para mí, así como predestinada para él como mujer nueva en Él me tenía.

Para llegada esta última hora de la plena manifestación de los auténticos hijos de Dios en Jesucristo y María Santísima, llevarnos a entregar y hacer uno en el amor, levantando y uniendo en un mismo ser y condición de total igualdad al varón y la mujer como en el principio en el Reino de los Cielos lo estableciera, era y llegada esta última hora quería lo volviera a hacer, para solo así terminar de restaurar el Reino de Dios en el corazón y la vida del hombre, en tanto varón y mujer, restaurando a la humanidad conforme en un todo a como en el principio era y estaba. Sometida en la plena y mutua manifestación de su amor a un proceso de constante conversión a Su imagen y semejanza.

Siendo a partir del triunfo final del amor, de la resurrección del verdadero amor conforme en un todo a como en el principio Él lo concibiera, quisiera y predestinara, que Él habría de poner de manifiesto en el Espíritu Santo del amor su vuelta prometida en gloria desde la misma gloria tenida junto al Padre. Manifestando ante todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra la plenitud de Su gloria, de manera tal que todos terminen de ver, entender, creer y reconocer por el triunfo final del amor que Él, Cristo Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.

A partir de una nueva y definitiva Pascua en el Espíritu Santo. Es decir, de un nuevo y definitivo tercer Paso de Dios en la humanidad, sumado a los dos anteriores, que fueron de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida, del desamor al amor.

Nueva y definitiva Pascua en el Espíritu Santo, que viera y entendiera habría de consumarse desde la mutua entrega de amor del uno al otro, entre dicho hombre y sacerdote amado y yo, en la más perfecta y definitiva comunión integral de nuestro ser. Dándonos el uno al otro como verdadera comida y verdadera bebida sagrada, consagrada, de Dios a Dios en el uno y en el otro en el Espíritu Santo del amor. Amén.

Preguntándole finalmente al Señor durante estos últimos días, ¿cómo podía ser posible que al final todo se terminara consumando entre el padre Daniel y yo de esa manera, después de habérselo entregado junto con mi amor y corazón un par de semanas atrás como públicamente también por medio de su mundial publicación a través de estos foros se lo entregara?

Sintiendo, viendo y entendiendo por toda respuesta que tal y como vos, Daniel amado, en el 2001 antes de operarme me dijera, para mí en Dios todo es posible. Como también lo es para vos, en tanto sacerdote de nuestro Señor Jesucristo. Por ende, lo es para los dos.

Viendo y entendiendo haber sido y ser por ello que como Su servidora llamada y enviada en Su mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, como Su hija amada en Su Hijo Amado, en Él mismo, había querido darme y me daba toda autoridad en el Espíritu Santo para atarlo y desatarlo todo en un santiamén si así juzgara, viera y entendiera rectamente en Él en mi corazón ser necesario y conveniente de esa manera terminara siendo. Mientras obrase en un todo con rectitud de conciencia y por amor, y no así por miedo, o por vano sacrificio sin amor.

Esta es en síntesis la visión completa que el Señor me diera y llamara compartir a todo Su amado Pueblo en la humanidad entera, durante todos estos años.

¿Escribir y publicar un libro dando detallada cuenta de dicha visión en todo su conjunto? No. Definitivamente viera y entendiera en estos días que tal libro no habría ni habrá de ser escrito y publicado editorialmente jamás si no lo es en total y perfecta comunión y unión final de amor con el hombre amado y predestinado igualmente también por Él también en la persona de Cristo, más aún, finalmente, de Jesucristo Resucitado, en espíritu y en verdad.

Para entre los dos terminar de precisar dicha visión en Dios, en el Espíritu Santo del amor, desde el aporte y perfecto ajuste y complementación final de su visión masculina y mi visión femenina recibida en tal sentido desde el Padre en el Hijo en el Espíritu Santo desde la Inmaculada Concepción de María. Por grandes pecadores que los dos fuéramos y llegáramos a ser vistos y tenido en el juicio de los demás, conforme a la concepción tenida del pecado en este mundo.

De lo contrario, sería y seguirá siendo solo una visión parcial, a medias. Dada desde la óptica femenina de la mujer nueva en Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo, como hasta aquí imperara de igual manera una visión parcial, a medias de Dios. La tenida solo desde la óptica masculina.

CREO, que sin duda terminaremos escribiendo y publicando editorialmente el libro de dicha visión completa. De la visión masculina y la visión femenina de Dios en el Espíritu Santo fundida finalmente en una sola en Él tal y como en el principio era, desde nuestra final y previa también fusión en el amor a través de la propiciación final del encuentro de amor entre los dos tan largamente pospuesto y esperado.

Siendo por tal razón, que por más que en todos estos años, y más aún durante esta última semana intentara sentarme a terminar de poner por escrito dicho libro para su publicación editorial final, todo se encabritaba y sublevaba a mi lado, poniéndoseme de frente como el más fuerte y paralizante de los vientos, que en lugar de permitirme avanzar, dando un solo paso hacia delante en tal escritura, me llevaba constantemente a estar retrocediendo una y otra vez en la misma. Viendo y entendiendo definitivamente así, no ser un libro que esté y estoy llamada a terminar escribiendo y publicando sola sino en perfecta y total comunión de amor con vos, Daniel amado.

Porque, veo y entiendo, Padre, Abba, Señor nuestro Jesucristo, desde la Inmaculada Concepción de María en el Espíritu Santo, nos has dado una visión y concepción de todas las cosas celestiales y terrenales muy por encima de la tenida e imperante hasta el momento como verdad total de lo que hasta ahora no dejara de ser solo una visión y concepción a medias.

Vos esperabas, Señor, el advenimiento final de la mujer nueva en Vos, en Jesucristo Resucitado, en espíritu y en verdad. Razón por la cual vinieras hace dos mil años, y te quedaras esperando desde entonces su final advenimiento desde el quedarte en espíritu y en verdad, crucificado pero también ya Resucitado, en la persona de aquel hombre y sacerdote que de en medio de todos los demás constituidos de igual manera en Vos quisieras dejar esperando mi advenimiento final en Vos a Tu vida en su vida, a Tu amor en su amor, a Tu persona en su persona, como hombre nuevo constituido desde entonces en Vos.

Siendo por ello que fuera así mismo a él, a dicho hombre nuevo en la persona de tu sacerdote, de tu ungido Daniel, a quién durante toda la vida me llamaras a guardar, esperar, buscar y finalmente encontrar en tu mismo Espíritu y corazón puesto también en él como en mí habías querido ponerlo.

Siendo en el contacto y latido al unísono de ambos corazones, del suyo con el mío y del mío con el suyo, por tu mismo corazón así en ambos que habríamos finalmente de reconocernos, reconociéndote mutuamente el uno en el otro, encontrarnos y unirnos en un solo y nuevo ser final en Vos en tanto pareja humana restituida a como originalmente habías querido hacerla y dejara de serlo como consecuencia y secuelas de la tremenda caída original que por su rebeldía y desobediencia padeciera.

Siendo de hecho así como te reconociera, Daniel, en y por los signos del hombre nuevo en Vos. De nuestro Señor Jesucristo en vos, en Su también constante prometida final venida a mi vida en aquel hombre que a tal fin me tenía predestinado y para el que me tenía predestinada.
.
Te amo, Daniel. Te amo con toda la fuerza de mi corazón y de mi ser en Dios Uno y Trino en mí.

Y luego de todos los signos que el Señor quisiera terminarme de dar ayer, durante la misa de ordenación de un nuevo sacerdote, que viera, entendiera y sé de igual manera el Señor predestinara para hacerse cargo de las comunidades tenidas a tu cargo hasta el momento, de la Medalla Milagrosa y de la de San Antonio de Padua, que fuera también una de las razones que todos estos años me refrenara conciente e inconscientemente a terminarme de abrir y entregar por completo a vos en Jesucristo en vos y en mí en este designio de amor y procreación, por no querer que la consumación final de este designio cayera y fuera sobre ambas comunidades en vez de la mayor de las gracias y bendiciones que en todo tiempo fuera y es en Dios, como la peor de las desgracias y maldiciones para todos los fieles integrantes de las mismas que no pudieran llegar a tener aún la misma visión que en lo personal el Señor había querido darnos en espíritu y en verdad.

Más aún, cuando a la hora de la comunión, me encontrara de frente, cara a cara con vos, saliéndome al encuentro, viniendo hacia mí, en vez de tener que ser yo la que como en todo tiempo pasado hasta allí tuviera que ser la que terminara yendo siempre hasta vos. Signo, visto y entendido querido dar finalmente de parte de Dios de tu parte, por medio del cual querías decirme y me decías que me amabas y que me fuera y esperara a que ahora y finalmente fueras vos quien en la venida final prometida de nuestro Señor Jesucristo Resucitado, en Gloria, en el Espíritu Santo puesto sacerdotalmente a tal fin en vos como sucesor directo de aquellos primeros doce apóstoles, fueras, vinieras a mi encuentro final en el amor tan largamente prometido y esperado en Dios Uno y Trino en ambos.

Razón por la cual, viendo y entendiendo de ese modo haber llegado al fin, al fin, de mi necesaria crucifixión en Cristo tenida que guardar hasta aquí desde aquel día en que en 1991 me cortara el cabello y me enterrara junto con el mismo en Cristo para el amor humano, guardada en virginidad, a la espera de Su final venida en aquel hombre nuevo predestinado en Él, en Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo del amor.

Mismo Espíritu Santo del amor puesto en mí, constituida y enviada también en Su mismo Espíritu, de Jesucristo Resucitado desde el glorioso sí final dado aquella noche a su propuesta y designio de amor y procreación al que quisiera llamarme abrirme y me abriera por completo..

Terminó el tiempo de la cruz, de la muerte, del sepulcro para la humanidad, para nosotros. Viendo y entendiendo con tu venida hacia mí ayer, Daniel, en Jesucristo Resucitado, no ya tampoco crucificado, por más que aún hasta el momento como sacerdote tuvieras y tenés que estarlo un breve tiempo más, que Vos, Señor, me decías, ¡Ya está! ¡El amor ha vencido! ¡El tiempo de la crucifixión de mi carne, de nuestra carne, ha concluido! Para con su final resurrección en el amor, terminarla y terminarnos de llevar hasta su total perfección final en el Espíritu Santo no sin el amor sino en el amor. En la mutua final plena correspondencia y manifestación de amor.

Liberándome, llamándome a partir libre. Con la certeza de que así como en dicha comunión te moviera ayer el Espíritu del Señor a venir a mi encuentro, darme a ver y entender, que luego, en su momento, habrías de seguirme, de venir también en total libertad final en Jesucristo Resucitado en Vos, como en mí, a mi final encuentro. En donde fuera que a tal fin Él quisiera llevarme a estar y me encontrara. Teniendo que irme y ser yo ahora quien me quedase esperándote, amado mío, Daniel, en Vos Amado mío, Jesucristo en el Espíritu Santo. Amén.

¡AH, POR FIN, SEÑOR, BENDITA, GOZOSA, GLORIOSA LIBERACIÓN FINAL DEL JUICIO Y CONDENACIÓN DE LOS HOMBRES, DE LA MALDICIÓN DE LA CRUZ, DE LA MUERTE Y DEL SEPULCRO TENIDA QUE PADECER EN ESTE LUGAR DEL ABISMO Y DE LA MUERTE POR LA HUMANIDAD, COMO CONSECUENCIA DE SU SALIDA Y CAÍDA ORIGINAL DE TU LADO Y DE TU AMOR, POR LA BENDICIÓN FINAL DE DICHO JUICIO, CONDENACIÓN, CRUZ, SEPULCRO Y MUERTE, CON EL PASO DE TU DIVINIDAD Y HUMANIDAD POR LA MISMA, CONVIRTIÈNDOLA FINALMENTE DE MALDICIÓN EN BENDICIÓN CON TU BENDITA PERSONA, POR MEDIO DE TU FINAL RESURRECCIÓN SOBRE EL JUICIO, LA CONDENACIÒN, LA CRUZ, LA MUERTE Y EL SEPULCRO! ¡VENCIENDO ASÍ DEFINITIVAMENTE DE UNA VEZ Y PARA SIEMPRE POR TODOS NOSOTROS TODO ELLO!

¡GLORIA A VOS, DIOS UNO Y TRINO, POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS! AMÉN.

¡GLORIOSA LIBERACIÓN PLENA EN TU ESPÍRITU DE AMOR, JESUCRISTO AMADO!

¡GLORIA...GLORIA....GLORIA A VOS!!!!!!!!!!

¡Ayer sentí que a diferencia de lo que hace dos mil años sucediera en el huerto de Getsemaní, esta vez sí los apóstoles no se quedaran dormidos y permanecieran en oración y unión conmigo en el Espíritu Santo en el terminar de dar a luz a esta final manifestación de amor por medio del hombre amado a todo el amado Pueblo de Dios en la humanidad entera!

Oración y compañía gracias a la cual no fuera necesario volver a pasar una vez más por el juicio, la crucifixión, la muerte y el sepulcro como todos estos años pasados necesitara hacerlo en Jesucristo Resucitado para que vieran y entendieran que era y es Él quien hacía, hace, ponía y pone por obra en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre.

¡Ya está! Finalmente, ¡ya está! ¡Gloria a Dios! Ahora solo tengo que quedarme esperando tu gloriosa prometida venida en el amor, Daniel amado, en Vos, Jesucristo Amado, Señor, Dios, Rey, Salvador y Liberador nuestro en el Espíritu Santo del Amor, deseoso de abrasar con el fuego de Su glorioso amor toda los corazones de los hombres y la faz de la tierra. Amén.

¡JESUCRISTO YA VENCIÓ!

¡GLORIA A VOS, JESUCRISTO RESUCITADO VIVO Y VERDADERO
EN NOSOTROS Y EN MEDIO NUESTRO EN EL ESPÍRITU SANTO
QUE PARA TERMINAR DE HACERNOS A TU IMAGEN Y SEMEJANZA QUISIERAS DARNOS! AMÉN

Mientras me dispongo a esperar tu final prometida venida en Jesucristo Resucitado, Daniel amado, viéndome y sintiéndome totalmente liberada del terrible y tremendo peso de esa cruz que viera y entendiera fuera llamada a sumir hasta aquí en representación de toda la humanidad en reparación de la misma cruz que obligáramos a nuestro Señor Jesucristo llevar por nosotros, por nuestra culpa original y nuestros pecados, hace dos mil años, para vivir a partir de ahora solo en Jesucristo Resucitado en el amor y para el amor, en Quien también desde el sí dado en Ushuaia estuviera, estaba y estoy, teniendo solo que asumir todo cuanto hasta aquí asumiera en reparación de todo el mal que hace dos mil años toda la humanidad te causara, Jesús Amado, voy a abocarme de lleno a la busca de un trabajo. De ser posible en el campo turístico.

Viendo y entendiendo en el Señor, que de manera similar a como con muchos de los profetas del Antiguo Testamento hiciera, a los que llamaba a constituirse en Su profeta no de por vida sino durante un tiempo que así lo necesitara completamente consagrado al discernimiento y trasmisión del resto de Su pueblo la profecía que quería y necesitaba imperiosamente comunicarles, para luego de hacerlo, dejarlo en total libertad para volver a retomar todas las cosas que se encontraba haciendo y que tuviera que dejar por completo a la hora de su necesaria llamada y envío profético, de igual manera quisiera hacer conmigo.

Es decir, Él me necesitó consagrada en cuerpo y alma a Él durante estos quince años para llevarme a concebir y dar a luz a la visión que quería y necesitaba imperiosamente desenterrar desde mi vientre espiritual para todos los hombres, para toda la humanidad. Sintiendo dejarme ahora en plena libertad, en la plena libertad del Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, para volver a retomar todo cuanto allí en Ushuaia tuviera necesariamente que dejar para ponerme desde entonces enteramente a Su servicio.

Como de todos modos lo sigo estando, en la consumación ahora de la realización concreta de dicha visión y designio de amor y procreación con dicho hombre y sacerdote amado y predestinado igualmente en Jesucristo Crucificado y en Jesucristo Resucitado, diciéndole “Hágase en mí, Señor, según tu palabra.” como María Santísima le dijera igualmente hasta el fin. ¡Oh, Señor, cómo ansío que todo este amor tan largamente guardado, postergado y esperado termine de consumarse ahora con Vos, con Daniel, que sos nuestro Salvador Jesucristo! Amén.

Sé que tu vida y mi vida, Daniel, amor, han ido y van en todo tiempo en Dios en las mismas dolorosas huellas del Crucificado así como en las mismas gozosas huellas del Resucitado. De Jesucristo, el Señor, para gloria de Dios Padre.

¡GLORIA A VOS, SEÑOR JESÚS! ¡GLORIA AL AMOR! ¡GLORIA AL AMOR DE LOS AMORES POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN

¡DIOS! ¡YA NO TARDES MÁS, AMADO MÍO, POR FAVOR, TE LO SUPLICO!

TE AMO CON TODA LA FUERZA DE MI SER Y DE MI CORAZÓN.


“Yo soy para mi amado
y su deseo tiende hacia mí.
Amado mío, ven, salgamos al campo.
Pasaremos la noche en los pueblos.
De mañana iremos a las viñas,
Veremos si las parras están brotadas,
si se abren las flores
y si florecen los granados.
Allí te entregaré todo mi amor.
Las mandrágoras exhalan su fragancia.
Mira, a nuestras puertas
esos frutos exquisitos,
nuevos y añejos,
que guardaba para ti, amado mío.”
(Cant. 7, 11-14)

¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS UNO Y TRINO, QUE POR SIEMPRE SEA BENDITO Y ALABADO!

¡VEN, DANIEL, AMADO MÍO EN JESUCRISTO AMADO!

¡VEN, SEÑOR JESÚS, VEN!


¡VEN EN EL DIVINO ESPÍRITU SANTO DEL AMOR!


¡ VEN!

¡POR LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA!

¡VEN!

¡GLORIA A VOS, SEÑOR JESÚS!

¡ALELUYA!



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gladysruth

Fecha: 07:41 11/01 2006
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Brille tu Luz, Señor, sobre nosotros

Aborrezco las tinieblas, Señor. No quiero estar en las tinieblas. Por lo que te suplico líbrame para siempre de las mismas, manteniéndome eternamente en tu Luz. En Vos que sos la Luz del mundo. Por consiguiente, el Camino, la Vida y la Verdad.

Amo. Estoy enamorada por entera gracia Divina. Y este amor es tan grande en mí y tan anhelada y urgente su más pronta y final realización de la promesa y palabra a los hechos, que temiendo su final no realización en los hechos jamás, las más de las veces me ha llevado a confundirme y equivocarme interpretando o mal interpretando signos en total contrasentido de lo que al dármelos quisieras y querías decirme y llevarme a hacer a través de la interpretación de los mismos.

Sé que este amor, este designio de amor y procreación con Daniel ha sido y es el principio y fin de todo cuanto hasta aquí toda la vida y más particularmente desde Ushuaia quisieras llevarme a aceptar y asumir en un todo a semejanza de María Santísima y a imitación Tuya, Jesucristo Amado. Encontrándose, por ende, aún a la espera de su total realización en los hechos conforme quisieras llevarme a verlo y llevárselo a ver en primer instancia a dicho varón y sacerdote amado, y en segunda instancia a todo el pueblo católico y a la humanidad entera.

Respecto de ello, Vos sabes, Señor, tengo certeza absoluta. Siendo por tal razón que tras irme siempre terminara volviendo una y otra vez al seno de la Iglesia, al lado y en constante búsqueda y anhelado encuentro final del hombre y sacerdote amado que predestinaras para su realización en los hechos junto conmigo.

Pero, tras volver, una y otra vez desde el 2001 terminara yéndome, volviendo a salir del seno de la Iglesia una y otra vez. Por creer que tratándose de un amor no acorde a lo dispuesto por la Ella, este designio de amor y procreación no habría de terminar de cumplirse nunca mientras permaneciese dentro de ella.

Terminándome así, siempre yéndome. Saliéndome del seno de la misma en el que desde que volviera de Ushuaia viera y entendiera tenía sí o sí que mantenerme contra viento y marea, más aún en Plottier, y más aún dentro del seno de la comunidad de San Antonio de Padua. Que fuera a la que desde allí quisiera enviarme.

No permitiendo que el enemigo y poder de las tinieblas lograra sacarme bajo engaño nunca más del lugar en el que Él a los fines de la misión que en Ushuaia me encomendara quería y necesitaba que supiera estar y mantenerme hasta el fin. Hasta las últimas consecuencias. Hasta la muerte y muerte en cruz. Cruz por amor a Vos, Señor Jesús, a la voluntad del Padre, al Reino de los Cielos, a tu amado Pueblo, a toda la Humanidad.

Yéndome de igual manera en todo tiempo desde la respuesta recibida de dicho varón y sacerdote amado hacia mediados del 2001 tras proponerle por primera vez matrimonio, y por su medio proponérselo, Señor, en tu Nombre Trinitario a la Iglesia, a tu Pueblo congregado en su interior en representación del existente en toda la restante humanidad. De ser un amor no correspondido. Respuesta conforme a la cual, más aún luego de su mayor aseveración con lo sucedido y respondido después de misa aquel 08 de febrero del año siguiente, 2002, viera, entendiera, sintiera, pensara y creyera que él no compartía no solo el mismo amor, sino la misma visión y creencia que de tu parte, Señor, recibiera y me viera y sintiera a compartirle simultáneamente a él y a la Iglesia por su medio, conforme de tu parte la recibía. Por ver y entender ser algo que querías y necesitabas llevar por nuestro conjunto medio, por ende, previo conjunto conocimiento y entendimiento en tal sentido.

En conjunto medio, conocimiento, entendimiento y aceptación no solo entre él y yo, sino entre los dos y todo el pueblo apostólico que de igual manera habías querido predestinar junto con nosotros, del que quisieras a los fines de su total final segura consumación formáramos parte. Pueblo constituido a tal fin, como el refugio y seno dentro del cual querías y necesitabas este designio de amor y procreación encontrara un lugar seguro. Dentro del cual esta vez sí terminara de realizarse en toda la plenitud en la que en el principio lo soñaras, pensaras, querías y predestinaras para toda la humanidad.

Sin que ninguna fuerza externa humana, propia de este mundo o sobrehumana contraria a la Tuya, tratara de impedir terminara de ser dado totalmente a luz y realizado de la palabra en los hechos ante la visión y conocimiento de todos los hombres y mujeres de la tierra. Para definitiva glorificación final y eterna de tu Nombre y del Reino de los Cielos por sobre el enemigo y su poder de las tinieblas en el hombre sobre toda la faz de la tierra.

Pueblo constituido y predestinado por ende también a tal fin en todo su conjunto, junto con el hombre y sacerdote amado y predestinado junto conmigo en Vos Jesucristo Crucificado y Jesucristo Resucitado para su consumación final en los hechos a semejanza a como hace dos mil años fuera con María y José en medio del pueblo de Israel. Con la diferencia esta vez, de haber de concebir en el vientre materno por obra y gracia del Espíritu Santo, .pero por obra y gracia Suya desde el lograr conseguir vencer todo impedimento para llevarnos a la final comprensión, entendimiento, aceptación, comunión total en cuerpo y alma en Vos Jesucristo Amado con ese varón, sacerdote y pueblo amado, para terminarnos entregando el uno en los brazos del amor del otro.

Para por medio de nuestra final plena unión no solo en espíritu en el Espíritu Santo sino en la carne, terminarlo de hacer nuevamente todo posible entre Vos y la humanidad, tal y como en el principio era y dejara de serlo por salirse ésta al final de tu voluntad y exacto designio trazado para con ella. Terminarlo de hacer nuevamente posible para todo el género humano y la creación entera, por sobre toda fuerza enemiga o contraria a su ejecución de esa manera, por nuestra total final docilidad, mansedumbre, humildad y obediencia a tu voluntad y designio por sobre la nuestra y el que humanamente podríamos llegar a fijarnos..

Pueblo, por ende, dado a tal fin a luz desde la cruz y pies de la misma en la entrega de tu amada Madre María como Madre a Juan, y de Juan como Hijo a María, en quienes querías representar a todos los hombres y mujeres de la tierra. Porque en la medida en la que en un todo al final supiéramos llegar a ser como Vos en ellos en lo humano, con el mismo espíritu puesto en ambos, solo así este designio de amor y procreación trazado para restauración de toda la humanidad y creación al Reino de los Cielos y del Reino de los Cielos en el corazón del hombre y en toda la faz de la tierra, habría de terminar siendo nuevamente posible para toda la humanidad.

Razón por la cual nunca tendría que haber puesto un solo pie fuera de este Pueblo. De la Iglesia Católica. Poniéndolo en principio por creer que dada la concepción imperante en la misma entre el amor entre un sacerdote y una laica, este amor era un amor prohibido por la misma y dentro de la misma que tenía que impedir entre los dos a como diera a lugar.

En un segundo momento, cuando viera y entendiera que por más que esa fuera la concepción tenida por la Iglesia respecto de este amor, sabiendo ser un designio Divino que sí o sí tenía que consumarse a pleno entre los dos, por pensar y creer que si la Iglesia se oponía a su final realización en los hechos ello quería decir que tenía que irme de la misma para que terminara cumpliéndose de cualquier modo fuera de ella.

Y finalmente, viendo y entendiendo ser en su interior en donde este designio de amor y procreación podría, tendría y estaba llamado a su consumación total en Vos, Señor, terminándome de igual manera yéndome hasta el momento por pensar, sentir y creer que aún cuando vos, Iglesia, Pueblo amado en Jesucristo, terminaras viendo, entendiendo, creyendo que este designio era y es enteramente proveniente de Vos, Señor, abriéndose finalmente a la aceptación de su consumación en su interior, cambiando la concepción tenida hasta el momento respecto del amor entre un sacerdote y una laica, por pensar, sentir y creer que vos, Daniel amado, no correspondías a este amor y visión, o bien, que amándome y correspondiendo no era dentro sino fuera de la Iglesia que este amor y designio tenía que terminarse cumpliendo.

No obstante creer, saber, sentir al mismo tiempo, Señor, en mi interior desde el 2001 que era dentro de la Iglesia y más precisamente entre las comunidades de San Antonio de Padua y la Medalla Milagrosa que este designio de amor y procreación tenía que terminar de ser concebido y dado finalmente a luz de la palabra en los hechos entre el apóstol amado –amado en él de igual manera en Vos Jesús en el Espíritu Santo de igual manera todos los demás- y yo. Siendo por tal razón que en todo tiempo volviera, y una vez más hoy luego de otros dos días de dudas y tinieblas en medio de esta Luz que en tu mismo Espíritu, Señor, me das de ser un designio que tiene que realizarse con él solo en el corazón de este Pueblo Apostólico, veo y entiendo me llamas y envías volver al seno de la Iglesia, para pase lo que pase esta vez sí ya nada ni nadie vuelva a quitarme de su interior nunca más.

Viendo y entendiendo ser en su interior donde tengo que esperar que ese tu apóstol amado, Señor, predestinado de entre todos los demás para a tal fin recibirme en el amor en tu mismo Amor en ambos, y refugiarme en su casa, en su seno, en su corazón, en su mundo en el Tuyo en el del Pueblo que a tal fin quisieras constituir junto con los dos para ello hace dos mil años desde tu bendita Cruz y Gloriosa Resurrección, venga por mí, en mi final búsqueda y encuentro en tu mismo Espíritu en él en el Espíritu Santo. Amén.

No volviendo a ninguna de dichas comunidades, ni a la de San Antonio de Padua ni a la de la Medalla Milagrosa, conforme por medio de ese amado hombre, sacerdote y pueblo en determinados momentos quisieras mandarme no volver, hasta que no seas Vos mismo en ese apóstol amado, Padre, Jesucristo Amado, en el Espíritu Santo, quien me lleve de vuelta en Vos, Glorioso, Jesucristo Resucitado, de tu amada mano en su amada mano en total correspondencia y encuentro de amor final con él y toda la humanidad con este pueblo amado en representación de toda ella.

Apóstol amado y predestinado junto conmigo para la consumación de este designio de amor y procreación desde el seno de la Iglesia Católica desde el corazón de dichas dos comunidades para la humanidad y creación entera.

Viendo y entendiendo mandándome a volver al seno de la Iglesia en la catedral de Neuquén o cualquier otra parroquia de cualquier otra comunidad a la que a partir de aquí en espera de tal encuentro final de amor quieras llevarme de necesitar ser trasladada por razones de trabajo.

Poniendo de aquí en más todo en tus amadas manos, Señor, desde el ponerlo en tus amadas manos, Daniel y Pueblo amado, Iglesia apostólica amada, para que terminándose abriendo ambos por completo también a la creencia y consumación en su interior de este designio, determinen en el Señor su consumación final en Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¡BENDITO Y ALABADO SEAS, SEÑOR, POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÈN.

“HÁGASE EN MÍ, EN NOSOTROS, SEÑOR, SEGÚN TU PALABRA.”

Que así sea entonces, Señor. No permitas que haya fuerza sobre la tierra que me haga apartar otra vez un centímetro de tu exacto querer para nosotros en la plena consumación final de este designio de amor y procreación. Ni del seno de la Iglesia Católica de donde jamás debiera volver a moverme durante los últimos cinco años. Permitiendo no obstante ello solo Vos que así fuera, Señor, para terminarnos de dar a ver, entender y creer este designio a los íntegros fines del Plan de Salvación trazado para toda la humanidad y creación perdida originalmente de tu lado. Amén.

“Espera en el Señor, alma mía, confía en el Señor.”

Llévanos, Señor, con Daniel y este Pueblo Amado en representación de todo el hombre, humanidad y creación entera, a total final comprensión, entendimiento, apertura, aceptación, unión, encuentro de amor en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Dios Uno y Trino. Amén

¡GLORIA A VOS DIOS UNO Y TRINO EN LOS DOS, EN ESTE PUEBLO Y EN TODA LA HUMANIDAD Y CREACIÓN! AMÉN.



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gladysruth

Fecha: 07:57 11/01 2006
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Quién se sabe enviada del Padre en el Enviado por excelencia, Jesucristo, el Hijo, el Señor, en el Espíritu Santo por la Inmaculada Concepción de María, Madre del Hijo, por ende, Madre nuestra, de todos los nacidos de nuevo desde lo Alto, desde el Padre, en el Hijo por el vientre virginal de la Madre en el Espíritu Santo, por mucho y más que en determinados momentos de la misión encomendada se sienta en lo humano abatida, destruida, aniquilada, frustrada, fracasada, decepcionada y desencantada por la constante esterilidad de toda palabra y paso dado, sabe en lo Divino del Espíritu Santo en su ser que no hay ni habrá fuerza ni querer fuera del de Dios que pueda apartarla y volver a sacarla ya de Él.

Capáz de volver a apartarla y sacarla el más mínimo paso ya fuera de la plenitud de Su amor. Del amor de Dios. Del amor de Su Amado. Del Amado por sobretodo amado humano. Por terriblemente poderosa que también dicha fuerza contraria lo sea -nunca más que la de Dios- y por más que aún su humanidad intente jalar de ella para volverla a apartar y separar de Él una vez más. ¡Gloria a Dios!

Sabiendo en lo más profundo de su ser que aún cuando tuviese y tuviera que parecer ante la vista, entendimiento y conocimiento de todos, e incluso por momentos del propio, haberse apartado y separado de Él, soltado de su amor, nunca, NUNCA, NI UN SOLO MINUTO dejara de saber ser en Él que decía y obraba por contrario y más propio de lo humano, de este mundo, y en gran parte, del enemigo, de esa fuerza enemiga, que no dejaba igualmente de ser conciente decìa y ponía por obra.

Teniendo Dios poder absoluto en ella por sobre su propia humanidad y el enemigo, para atar y desatar, para destruir y construir, para arrancar y plantar, para deshacer para hacer cosas cada vez mayores y mejores en consideración de todo el conjunto de la humanidad y creación, para redención y salvación en Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo de todos y pérdida de ni uno solo.

Viendo, entendiendo y sabiendo, por ende, que desde que consintiera en entregarle toda su voluntad y todo su ser para a partir de allì pasar a hacer solo la Suya y ser enteramente Suya, ya no existe ni existirà fuerza humana o sobrehumana capàz de apartarla del Sí finalmente dado.

Sí, que sabe es en todo tiempo su más sólida fortaleza, haya tenido que decir y hacer lo que juzgara conveniente en cada momento decir y hacer para terminar de hacer entrar a absolutamente toda la humanidad y creaciòn dentro de la voluntad y Plan de Salvación trazado por el Amado, su Amado, para toda ella en su conjunto y no así para solo una parte de la misma como en mucho se creía y pensaba que Él era y obraba.

Sí, por ende, que sabía habría de mantenerla siempre firme, fiel e inquebrantable en Jesucristo Crucificado y Resucitado en el Espìritu Santo en ella hasta el fin. Siendo cualquier pensamiento que quisiera llevarla a creer haber concluido ya su misión para de ahí en más seguir haciendo su vida pensando ya no en toda la humanidad y creación sino en sí misma la más sutil de todas las tentaciones.

La más vana y sin sentido, más bien la más inútiles e infructíferas, de las tentaciones interpuestas por el enemigo en la misión recibida y venida a consumar hasta sus últimas consecuencias en Cristo Resucitado en el Espíritu Santo. Por saberse indisoluble e inseparablemente unida ya al Amado, al único cumplimiento en sí del Plan querido confiar y poner en sus manos por el Padre desde el Novio y Esposo en el Espíritu Santo.

De manera tal que sabe que ya no tiene ni puede llegar a tener vida propia, o cualquier otra vida o proyecto de vida en este mundo fuera de la única trazada en la misma y única Suya. En la del Amado. En la de Jesucristo. Por Él, como su ùnica cabeza. Y ya ninguna otra.

En la misma y ùnica vida de Cristo Resucitado. En la del Novio y Esposo. Como la novia y esposa, la sierva y la cierva que, no obstante toda esterilidad, adversidad, tribulación, padecimiento extremo tenido que padecer para poder llegar a beber en Su misma fuente de amor, sabe solo puede llegar a sentirse y se siente plena, exultante de gozo, del placer inusitado, inexpresable, indecible, incomparable, inimaginable por mente humano, bebiendo de Él.

Bebiendo y comiendo de la fuente de vida y amor eterna del Amado. Que es el Amado. De manera tal que sabe no existe ni existirá, ni quiere ya que exista, el más mínimo proyecto de vida para ella fuera del único tenido en Él, con Él, por Él y para Él toda la vida.

Por imposible y absurdo que en lo humano y mundando dicho designio de amor y procreaciòn sea visto y tenido hasta el fin por todos los hombres. No obstante lo cual, sabe tiene que aunque el amor no sea amado, no correspondido, ni creído, ella tiene que mantenerse firme, fiel e inquebrantable en su consecución total hasta la muerte y muerte en cruz si es necesario. Por toda la humanidad y creaciòn. Por saber ser para lo que naciera, fuera enviada y està aquì.

Más aún después de aquella noche gloriosa en la que hecha una en entrega, compromiso y alianza de amor eterna realizada y celebrada con Él, guardada desde entonces solo para Él al darle el sí inicial que aquella noche en Ushuaia le diera. Sí que durante todas las horas, días, meses y años siguientes durante estos quince años continuara dándole una y otra vez en un rosario de sí sin fin. Reafirmado de ahí en más día a día, mes a mes, año a año de misión en un sí sabido dar por toda la eternidad.

Guardada desde entonces solo para Él, en Él mismo o en el hombre que solo en Él mismo quisiera predestinarme y me predestinara como también toda la vida me lo había dado a ver y entender me tenía.

Hombre para el que, como un dictado gravado en mi esencia y entrelazado en mis entrañas sintiera igualmente desde siempre y para siempre como llamado y envío, tenía que saber guardarme, por consiguiente, saber esperar, buscar y esperar encontrar hacia el término de dicha búsqueda. Habiendo de reconocerlo por tener Su mismo corazón y espíritu. Por ver y entender ser Él en él para mí como en mí lo era para él.

Sabiendo así que mi vida va en la vida de ese hombre amado, esperado, buscado y finalmente en el Amado, en Cristo Resucitado en el Espíritu Santo, encontrado. Por ser también en Su misma vida, la del Reino de los Cielos, que también su vida va y está enteramente entregada. Viendo y entendiendo finalmente ser por tal razón que toda la vida me llamara a guardarme, buscar y esperar la venida y llegada final no de cualquier hombre sino del hombre, del Hijo del Hombre, que de esa manera quisiera tenerme preservado en Él como preservada en Él para él en Él me tenía.

Habiendo de ser solo así y entonces que quería terminar de sellar y llevar a su plena realización de la palabra en los hechos, ante la vista, entendimiento y conocimiento de todos los hombres, Su alianza de amor y vida eterna con Su amado Pueblo en toda la Humanidad desde su alianza desde lo Divino en lo humano en los hechos con el Pueblo del que también a tal fin quisiera que con ese varón y sacerdote amado y predestinado en Él formáramos parte. La Iglesia Católica.

Por mucho y más que tanto Ella como ese varón amado y yo, en lo humano y en este mundo, fuéramos y siguiéramos siendo tanto o más pecadores que todos los demás pueblos de Dios y hombres de la tierra. Por nuestra imperfecta condición y parte humana, tendiente a la tentación, a la confusión y yerro constante.

Como de igual manera quisiera hacerlo y lo hiciera, es decir, quisiera terminar de consumar y consumara Su entrega, compromiso y alianza de vida y amor eterno con toda la humanidad a través del nuevo Pueblo querido constituir a tal fin en aquel momento en la Iglesia Católica desde la entrega de María a Juan y de Juan a María a los pies de la cruz, desde el seno del Pueblo primero predestinado para recibir en su seno consumación de amor tan inconmensurable. El Pueblo de Israel. No obstante haber llegado dicho Pueblo a convertirse también con el paso del tiempo en tanto o más pecador que cualquiera de todos los pueblos restantes existentes en aquel momento en la tierra. Tras tan larga espera de la promesa Divina recibida de Su venida hasta el momento todavía no cumplida.

Siendo como era que finalmente ya se estaba cumpliendo sin que dicho pueblo pudiera verlo, entenderlo, creerlo y abrirse plenamente a su recepción e ingreso pleno en su seno de parte de las autoridades, por consiguiente de todos sus restantes miembros dirigidos por los mismos, por tratar de verlo y entenderlo con los ojos físicos, humanos y mundanos, en vez de con los ojos y entendimiento de la fe. En el Espíritu.

Al cumplirse no de la manera en la que ellos lo estaban esperando, sino de una manera y bajo una forma totalmente inesperada e increíble para ellos que Dios pudiera llegar a venir y terminarse manifestando de esa manera. Bajo apariencia humana semejante a la de cualquier otro hombre, hecho Uno con todo el género humano y todo el Pueblo, desde la más extrema condición de pobreza mezclado con los enfermos y pecadores. Por mucho y más que en Él nunca hubiera habido pecado. Como en verdad, en verdad no lo hubiera. Para quien tenga la más mínima duda de ello.

Señor, Amado mío Jesucristo, te pido me ayudes a seguir meditando y compartiendo con todos mis hermanos y hermanas en el mundo entero todos los hechos pasados y presentes que a semejanza de María Santísima, tu Madre, por ende, también mi amadísima Madre en el Espíritu Santo, quisieras ir guardando en mi corazón todos estos años sobre todo cuanto consubstanciada en mente, espíritu y cuerpo con Vos me llevaras a experimentar y padecer al extremo en cruz junto con Vos, el hombre y sacerdote amado, mi familia amada y este pueblo amado, para llegada esta hora compartir a toda la humanidad para mayor gracia de todos y glorificación definitiva de tu Nombre en toda la tierra para gloria de Dios Padre. Amén.

JESUCRISTO, AMADO MIO, TE ADOROOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! NO ME SUELTES NUNCA, COMO NUNCA ME SOLTARAS! QUE SE HAGA EN MÍ TU VOLUNTAD HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS. HASTA LA MUERTE Y MUERTE EN CRUZ SI AÚN SIGUE SIENDO NECESARIO QUE ASÍ SEA HASTA EL FINAL, POR AMOR A VOS, A LA VOLUNTAD DEL PADRE, AL REINO DE LOS CIELOS DE DONDE EN VOS SOY Y PERTENEZCO, Y A TODA LA HUMANIDAD ENVIADA A TERMINAR DE BUSCAR Y ENCONTRAR EN VOS EN EL AMOR, CON EL AMOR, POR EL AMOR Y PARA EL AMOR. AMÉN.


¡GLORIA A VOS, AMADO MÍO!
¡GLORIA POR SIEMPRE A VOS, JESUCRISTO, SEÑOR MÍO, DIOS MIO, AMIGO MÍO, NOVIO MÍO, ESPOSO MÍO, MI DIOS Y MI TODO!

¡GLORIA A VOS, AMADO,
POR SOBRETODO IGUALMENTE AMADO HUMANO EN VOS, EN TU MISMO CORAZÓN Y ESPÍRITU!

AMÉN.




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gladysruth

Fecha: 09:43 11/02 2006
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¡LA MUERTE HA SIDO VENCIDA POR NUESTRO SEÑOR!

¡ALELUYA!

¡GLORIA A DIOS!


No sé si en todo el mundo, pero hoy aquí en Argentina se conmemora el día de todos los muertos. Muertos que en realidad no están muertos. Si lo están para este mundo. Por no estar ni verlos ya sobre su superficie como hasta el momento en que partieran de aquí los viéramos.

Sin embargo, siguen existiendo en otro plano existencial fuera del que aún nosotros nos encontramos. Quienes nos creemos vivos en este mundo. Cuando en verdad, en verdad les digo la vida, estar verdaderamente vivos es estar, vivir en cuerpo y alma en el Reino de los Cielos. De donde procedemos.

En donde originalmente también estuviéramos y comenzáramos a participar de la vida eterna de los Seres Eternos, Divinos, respecto de la cual pasáramos a estar y quedar muertos. Enterrados y encerrados, prisioneros en nuestros propios sepulcros corporales en este mundo, por muy vivos que creamos estar. Estando vivos, sin embargo, en relación con los planos existenciales inferiores de muerte que aún existen muy por debajo del en el que actualmente nos encontramos en relación con el que en el principio estábamos junto a nuestro Padre Celestial en la misma gloria del Cielo.

Siendo por tal razón que nuestro Padre Celestial enviara a Su Hijo Amado, nuestro Señor Jesucristo, para que, muriendo también Él momentáneamente a la vida de los Seres Celestiales, Eternos, Divinos, Todo Divino como Él era y es –no necesitando en lo más mínimo pasar por este momentáneo estado de muerte, de prisión, de cruz, de sepulcro-, desde el estado de sin haber pecado como para tener que venir a padecer junto con nosotros de este estado de muerte respecto del estado de Vida tenido en el Reino de los Cielos, desde el asumir con Su salida del Reino de los Cielos en primer medida nuestra muerte celestial –del mundo del Reino de los Cielos- asumir igualmente todas nuestras miserias, pecados, injusticias, maldades, mentiras, engaños, ambiciones...en las que cayéramos y quedáramos presos dentro del sepulcro de nuestros propios corruptibles cuerpos mortales dentro del universal sepulcro que en sí mismo es también este mundo.

Asumir todas nuestras miserias, pecados...en las que cayéramos y quedáramos atrapados dentro del sepulcro de nuestros cuerpos en este mundo, pasando por lo peor de lo peor que podía y puede pasar el tenido, considerado y tratado como el peor de todos los hombres pecadores en este mundo, por el más injustos de los juicios de los tribunales humanos y mundanos, por la más injusta condenación resultante, por ende, del mismo, por la más injusta de las crucifixiones y de las muertes hasta la sepultura mortal respecto también de este mundo.

Muriendo así en un primer momento, temporalmente, a la vida eterna tenida en el Reino de los Cielos, entrando en el sepulcro Celestial por medio del cual venir a nacer y vivir terrenalmente en este mundo desde el vientre materno en el Espíritu Santo de manera semejante a todos los demás hombres, para ser dado a luz como todos los demás y llevar una vida como todos. En lo oculto, en lo silencioso, en lo privado, en lo desconocido respecto de su origen y razón por la que estaba aquí de parte de los demás hombres. Visto, tenido y tratado en relación a la familia y padres terrenales con la y los que en este mundo quisiera venir a llevar a cabo la misión que desde el Padre viniera a llevar a cabo. Como el hijo del carpintero. El carpintero.

Para cuando según lo sentido y habido en su corazón y las señales de los tiempos viera y entendiera había llegado la hora de salir de lo oculto, de las sombras, de las tinieblas para entrar en la luz del conocimiento del Pueblo y Humanidad a la que fuera enviado por el Padre y viniera a ejecutar Su volunta y Plan de Salvación para toda la Humanidad desde dicho Pueblo en particular, comenzar a llevar a cabo la última parte de Su misión. Siendo la primer parte la de la vida silenciosa que hasta allí llevara a semejanza de todos los demás hombres, hecho uno con el hombre en todo su quehacer diario y terrenal.

Segunda parte de Su misión que habría de concluir con el paso también por el juicio, la cruz y muerte respecto también de la vida de este mundo, para entrando en el sepulcro común en el que en este mundo todos los hombres que morían entraban, caer, poder entrar de esa manera en el nivel más profundo e inconsciente de la muerte, del abismo, del Infierno, para con su descenso desde la vida tenida en el Reino de los Cielos poner esa vida, Su misma vida eterna, al alcance no solo de todos los muertos en este plano existencial respecto de la vida del Reino de los Cielos, sino también al alcance de todos los muertos en el plano existencial existente –valga la redundancia- aún por debajo del en el que actualmente nos encontramos.

Entrando así nuestro Señor Jesucristo en nuestro sepulcro por partida doble. Es decir, en el sepulcro original en el que en este lugar del Abismo y de la Muerte cayéramos y quedáramos muertos y enterrados sin remedio respecto de la vida de los seres eternos en el Reino de los Cielos, y en el sepulcro en el que en este lugar del Abismo y de la Muerte terminamos también todos entrando una vez más al salir de este mundo para descender al nivel de muerte existente aún por debajo del estado mortal en el que aquí nos encontramos.

Viniendo a abrir nuestro sepulcro terrenal y celestial. Para de ese modo permitirnos volver a ascender y participar de la vida de los seres eternos compartiendo Su misma gloria junto al Padre. Gloria Celestial de la cual, no obstante no llegarla a perder nunca por mucho y más que por venir a hacer lo que aceptara venir a hacer por toda la humanidad y creación tuviera que permitir pareciera la perdiera, quisiera despojarse y parecer perder momentáneamente por amor a la voluntad del Padre y a nosotros.

Para venir en nuestra búsqueda y encuentro, para llevarnos de regreso a Casa, por medio de la apertura de nuestro doble sepulcro con Su gloriosa entrada en ambos. Para con Su gloriosa salida triunfal sobre la muerte al final de ambos, liberarnos para siempre de ambos sepulcros, permitiéndonos resucitar de similar manera a como Él lo hiciera para volver junto al Padre a la Gloria de los Cielos.

Liberándonos así con su venida y doble sacrificio en uno solo, por un lado, de la muerte y sepulcro terrenal tenidos que padecer en este mundo, como de la muerte y sepulcro celestial padecidos en el principio al salirnos del amor y de la voluntad del Padre en el Plan Original de Creación que trazara para nosotros junto a Él en el Reino de los Cielos.

¡La muerte ha sido vencida en toda su dimensión por nuestro Señor Jesucristo! ¡Qué podemos temer entonces? Podrá morir y matarse, destruirse esta prisión y sepulcro terrenal que es este cuerpo terrenal. Más no así nuestro cuerpo celestial que ya en el Espíritu Santo en el mismo Espíritu del Padre y del Hijo por la Inmaculada Concepción de María Santísima igualmente en, con, por y para Jesucristo Crucificado y Resucitado poseemos para toda la eternidad junto a Él, junto al Padre, en la gloria de los Cielos. Amén.


¡LA MUERTE HA SIDO VENCIDA POR NUESTRO SEÑOR! ¿MUERTE, DONDE ESTÁ TU VICTORIA, DONDE ESTÁ TU AGUIJÓN?


Así, aunque en este cuerpo mortal estamos temporalmente muertos a la vida del Reino de los Cielos –de lo contrario estaríamos Allí y no aquí-, en nuestro cuerpo celestial recuperado en Cristo Resucitado estamos vivos y vivimos ya de vida eterna junto con Él en el Reino de los Cielos. Con nuestro corazón puesto así con Él en Él Allí, y nuestros pies en este mundo, en la realidad que día a día nos toca vivir atentos a las necesidades de todos nuestros hermanos y hermanas en el mundo entero.

Tal sé que es así que sé que tanto mis padres como mi hermano Héctor y Pablo, un querido amigo y hermano en Cristo, que partieran ya de este mundo, no están muertos. Sino que viven ya de vida eterna junto a nuestro Señor Jesucristo en el Reino de los Cielos. Porque los cuatro dieran su vida para que este misterio fuera dado a luz. Mi padre, mi hermano y Pablo, sin saberlo. Sin ser concientes de ello.

Mi madre, la hermana Ruth, como solía llamarla y gustaba la llamara hacia el término de nuestro trato de hermandad hacia el final de su paso por este mundo, dando su vida concientemente porque Dios pudiera llevar a total término en mí el designio de amor y procreación que le compartiera.

Manifestándole al Señor, al saber que se me había diagnosticado cáncer, que si una de las dos tenía que morir de cáncer que entonces fuera ella y no yo. Porque también ella estaba operada de cáncer desde 1994. Encontrándose bien, muy bien. Para luego de hacer tal manifestación y entrega total de amor en Cristo, morir de metástasis en menos de un mes luego de mi operación. ¡Bendita mi madre querida! ¡Bendito mi padre, mi hermano Héctor y Pablo!

Mamá creía y decía que el día en que todos los hombres comprendiéramos que éramos hijos del mismo Dios, por ende, hermanos, llegando a vernos y tratarnos como tal el mundo entero sería diferente. Si nos aprendiéramos a amarnos, respetarnos y tolerarnos tal y como somos. No queriendo cambiar y ajustar a los demás a nuestra manera de pensar, sentir, querer y ser sino aceptándolos como son para ser aceptados como somos, dejando que en definitiva sea solo Dios quien nos juzgue a todos y no nosotros, los hombres y religiones, unos a otros, imperfectos como todos éramos y somos.

¡La mayor parte de las enseñanzas evangélicas recibidas las recibí de ella desde la más temprana edad! ¡Tengo tanto para compartirles de ella, como de mi padre, hermano Héctor y Pablo, que espero poder hacerlo en algún otro momento más adelante! Porque la vida de todos, no obstante haber llegado a ser obviamente también pecadores como todos, humanos como también eran, para mis hermanos y para mí fue un verdadero testimonio de entrega y santidad en Cristo Jesús. Entregando sus vidas por amor a Él en todo esto cuanto fuera enviada a terminar de realizar en Jesucristo Resucitado por el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

Como ya dije. Mi padre, hermano y Pablo sin saber que estaban siendo sacrificados desde el sí final dado en Ushuaia al Padre y al Hijo en el Espíritu Santo para que como en María Santísima hacía 2000 años hiciera, entrara a morar plena, conciente e incondicionalmente en mí. En mi ser. Para por medio de Su Espíritu en mi espíritu y humanidad permitirle venir a terminar de llevar a cabo todo cuanto necesitase terminar de hacer para mayor bien de todos los hombres, con todo el mal que tuviera que permitir asimismo al enemigo Le hiciera no solo en mi humanidad sino en mis seres amados y en cuantos me rodeasen para tratar de impedírselo.

Mi madre, sacrificándose ella misma hasta el fin y hasta el extremo en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo. Dando su vida hasta el fin por mí. Para que hoy pudiera estar en medio de todos ustedes terminando de manifestar y poner por obra en nuestro Señor Jesucristo Crucificado y Resucitado todo esto.

Al punto de manifestarle en su última confesión realizada al p. Daniel pocos días antes de su partida, que estaba preparada. Que estaba preparada para encontrarse con nuestro Señor Jesucristo. Lo cual fuera algo que me consta toda, toda la vida le escuchara decir se encontraba. Escuchándola manifestar y suspirar de continuo expresando: “Que bonito sería si esta noche al acostarme, cerrara los ojos, me durmiera y al despertarme ya estuviese con nuestro Señor en el Reino de los Cielos”. Como así mismo, le escuchaba exclamar: “¿Hasta cuándo, Señor, tendré que esperar para partir de este mundo para poder ver tu rostro? ¿Cuándo vendrás por mí, Señor? ¿Cuándo? ¿Por qué te demoras tanto?”

¿Cómo tenerle miedo entonces a la muerte? ¿Cómo no alentar en mí lo que toda la vida le escuchara anhelar fervientemente, anhelando poder dar su vida por Cristo como lo hicieran los primeros mártires cristianos?

Hoy ellos ya no están entre nosotros. Sin embargo, lo siguen estando en nuestro recuerdo y corazón. Estando ahora más unidos con ellos que nunca antes.

Mi padre fue un hombre que llegara igualmente a padecer toda una vida de sacrificios. Vida en la cual en este mundo nadie le diera ni regalara nada. Teniendo que esforzarse desde muy joven a pelearla casi solo en la vida. Viéndolo trabajar todos los días de su vida en y por nuestra familia. No parando desde que se levantaba a las 6 o 7 de la mañana hasta medianoche.

Trabajando en relación de dependencia hasta las 20 hs. y por su propia cuenta en casa hasta las 23 o 24 hs. Sacrificándose hasta el final de esa manera por todos y cada uno de nosotros. Porque nunca nos faltara nada en lo material, tratando de asegurarnos el futuro por medio del pago de nuestra educación. Compartiéndome un día que su sueño más anhelado había sido siempre poder construir un edificio para dejarnos a cada uno de sus ocho hijos un departamento. Para facilitarnos nuestro paso por la vida sin que tuviéramos que pasar por todas las penurias que él tuviera que pasar. ¡Bendito mi padre querido!

Igualmente de mi hermano Héctor atesoro infinidad de recuerdos. Uno de los mismos, de un día en el que ya estaba enfermo y tratándose de cáncer. No tenía más de 33 años, una esposa y dos hijos. Él también fue siempre un luchador. Un joven con una salud de hierro.

Yo iba muy preocupada por todo esto que sabía estaba haciendo en Dios desde Ushuaia, de lo cual hasta allí nadie ni siquiera en casa podía llegar a tener la más mínima idea de en qué consistía exactamente todo lo que me aquejaba, a lo cual se le sumaban todos los problemas financieros, bancarios de la empresa de mis padres, de cuya administración quisieran ponerme igualmente a cargo desde mi vuelta de Ushuaia, y mi hermano venía. Al encontrarnos y saludarnos, me dijo: “¡Eh, Gladys, qué cara! Miráme a mí. Sé que me voy a morir y sonrío porque es bueno pensar y saber que uno está vivo. Porque vivir es hermoso. ¿Cómo podes entonces estar así?” ¡Bendito mi hermano querido!

Al día siguiente de su también finalmente gloriosa partida en Cristo de este mundo –en la cruz del cáncer-, muchos meses después, estaba sentada afuera en la terraza, sintiéndome muy afligida por la forma en la que su partida se produjera en su relación con nosotros, su familia paterno materna. Entonces, me nació preguntarle: “Decíme, Héctor, si en este momento estuvieras aquí conmigo, ¿qué me dirías?” Entonces, recordé una carta que estando en Ushuaia me había escrito. Una de las escasas que en toda su vida escribiera. Subí corriendo al altillo para buscarla entre las cartas que por aquel entonces recibiera y al encontrarla toda aflicción desapareció para siempre transformándose desde entonces en gozo infinito por él.

La carta era breve, pero durante toda su extensión no hacía otra cosa que decirme que amaba a toda nuestra familia. Que estaba muy orgulloso y le daba gracias a Dios por haber tenido una familia como la nuestra. Que me rererererequería y extrañaba un montón. Diciéndome “Hermanita querida, volvé a casa que los viejos están muy tristes, como todos acá queriendo que vuelvas.”

Emocionada hasta las lágrimas corrí a compartir tal suceso con mamá y el resto de los miembros de mi familia. Para quienes también fuera un gran aliciente la lectura de dicha carta.

¡Fue tan fuerte ese signo recibido respecto de la comunión de los santos que incluso esa noche soñé con él! Soné que lo veía venir de allá, de donde luego de su partida de este mundo estaba. Lo veía venir con su cuerpo como era antes de los signos del cáncer y de la deformación causada por los corticoides y el tratamiento oncológico. Cuerpo que pareciendo ser como lo fuera en esta vida mortal, era más resplandeciente, más luminoso, más lleno de vida, de energía, de gozo, de gloria. Y me decía: “Quiero que les digas a todos que los amo y que no se preocupen por mí porque yo estoy bien en donde estoy. Tengo un amigo y una empresa.”

Viendo y entendiendo a raíz de dicha manifestación y sueño que dicha empresa a la que Él se refería era y es justamente ese Cielo Nuevo y Tierra Nueva que quienes parten de aquí en la plenitud de la gracia de Dios comienzan a construir para todos nuevamente en aquel lugar del Reino de los Cielos en el que en el principio estábamos hasta que por salirnos del Plan de vida trazado por nuestro Padre Celestial allí cayéramos en este lugar del Abismo y de la Muerte.

De igual manera atesoro de Pablo esa manera de vivir y encarar con fortaleza y decisión la vida en este mundo, desde la cruz de la diabetes que la mayor parte de su joven vida tuviera que llevar en este mundo. De quien mi hermana decía que él era como un ángel. Como su ángel que desde su partida de este mundo la seguía cuidando de mejor manera aún de como en vida en este mundo lo hiciera. Pues era su prometido. Con quien estaban a tres meses de casarse, tras suspender su boda ya dos veces con anterioridad. Primero, por la muerte de Héctor. Segundo, por la muerte de papá.

Por eso, sé que por todos los tormentos que en esta vida tuvieran que pasar sobretodo hacia el término de sus vidas a causa del cáncer, papá, Héctor y mamá, y del accidente que padeciera en el caso de Pablo, ya están en el Reino de los Cielos junto a nuestro Señor. Produciéndome un gozo infinito saber que ya cuatro de entre los nuestros han llegado al Paraíso. Encontrándose ya allí y no aquí construyendo el nuevo cielo y la nueva tierra prometida.

Sabiendo que gracias a nuestro Señor Jesucristo la muerte ya no es un término, sino solo un paso. El más glorioso de los pasos que en este mundo llegamos a dar. Si sabemos darlo siempre en la dirección correcta. Hacia Él, en Él, con Él, por Él y para Él. Con el corazón puesto en el Reino de los Cielos. Para solo así volver a entrar en la vida y gloria de los Seres Celestiales, Divinos y Eternos en el Espíritu Santo.

No marcando así la muerte el final de nada sino el comienzo de todo. El comienzo de una nueva y definitiva vida en el auténtico amor, paz y justicia Divina. Paso por medio del cual la esencia de nuestro cuerpo humano, terrenal no muere sino que se transforma. Transformándose nuestro cuerpo de humano y terrenal en Divino y Celestial en Dios Padre y Dios Hijo morando a pleno en nuestro ser, en nuestra misma esencia, en el Espíritu Santo. Amén. ¡Gloria a Dios!


¡GLORIA A VOS, PADRE NUESTRO, ETERNO, TODOPODEROSO!

¡GLORIA A VOS, SEÑOR JESUCRISTO!
¡GLORIA A VOS, DIVINO ESPÍRITU SANTO POR QUIEN DIOS PADRE Y DIOS HIJO COMO EN MARÍA SANTÍSIMA Y POR EL SÍ DE MARÍA SANTÍSIMA MORA EN NUESTRO SER!


PERMITIÉNDONOS LLEGAR A SER, A CONVERTIRNOS, DE CUALQUIER MANERA A SU IMAGEN Y SEMEJANZA DIVINA, TAL Y COMO EN PRINCIPIO ËL LO PENSARA, QUISIERA Y PREDESTINARA PARA NOSOTROS, TODOS LOS HOMBRES, SOLO GRACIAS A TU INFINITO AMOR Y SACRIFICIO REALIZADO POR NOSOTROS, PADRE ETERNO Y JESUCRISTO AMADO, VINIENDO, MURIENDO Y DÁNDOTE AL EXTREMO POR NOSOTROS PARA QUE TUVIÉRAMOS VIDA Y VIDA EN ABUNDANCIA. AMÉN.


¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS, QUE POR SIEMPRE SEA BENDITO Y ALABADO! AMÉN. AMÉN. AMÉN.




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gladysruth

Fecha: 09:55 11/07 2006
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Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!, espera en el Señor


Definitivamente, no se puede ir contra la propia esencia. Contra la misma y única esencia de Dios en uno. Esencia que desde Ushuaia, pero más aún desde el 2001 terminara de ver y entender en Dios Uno y Trino para mí vos sos en Jesucristo, amor, así como para vos yo soy también en Él. Como la amada es para el amado y el amado para la amada.

La verdad, la más pura de todas las verdades, Daniel amado, es que si existo, si estoy en este mundo, sabiéndome llamada y enviada desde toda la eternidad en lo Divino desde el mismo Espíritu del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo por la Inmaculada Concepción de María Santísima, llamada y enviada finalmente también en lo humano en 1991 desde Ushuaia por el mismo Espíritu, ha sido y es principio y fin por vos.

Sí. ¡Por vos! Por Jesucristo Crucificado y Resucitado en el Espíritu Santo en vos, en tanto sacerdote, y por vos mismo, en tanto hombre Por y para buscarte y encontrarte a vos, amor, en el mismo Espíritu puesto igualmente en vos desde toda la eternidad en lo Divino y desde tu ordenación sacerdotal en lo humano.

Porque buscándote y encontrándote a vos era y es a Dios mismo en vos a quien fuera enviada a buscar y encontrar de esa manera toda la vida y más precisamente desde Ushuaia, y más aún desde aquella tarde de Domingo de Ramos de 1996.

Siendo igualmente Jesucristo Crucificado y Resucitado en el Espíritu Santo también en mí, en tanto laica comprometida consagrada por entero al único cumplimiento del designio que en Su amor por mí pensara, quisiera y predestinara para mí, quien te buscara y esperara ardientemente encontrarte todos estos años.

Siendo en vos, en el encuentro y consumación final de todo este amor guardado solo para vos en Él, que se consumara de igual manera el encuentro final de Su amor con todo Su amado Pueblo conformado no solo por la Iglesia Católica sino por todo el Pueblo Cristiano. Y no solo por todo el Pueblo Cristiano sino por toda la Humanidad.

Siendo así en Dios que te he buscado y te busco incesantemente, amor, porque sé que solo en vos, en mi encuentro y unión final de amor con vos alcanzaré y encontraré la plenitud con la que en el Padre y en el Hijo en el Espíritu Santo he sido pensada, querida y predestinada en Jesucristo Crucificado y Resucitado solo para vos, como sé que de igual manera has sido pensado, querido y predestinado en Jesucristo Crucificado y Resucitado solo para mí.

Por inconcebible que el escuchar, entender y creer tal manifestación de amor sea para quienes hasta aquí han tenido y tienen una visión del amor de Dios con la humanidad totalmente diferente. Peor aún para quienes consideran al amor humano como algo exclusivamente humano por debajo, muy por debajo del auténtico querer de Dios para con toda la humanidad.

Cuando en verdad Él pensara, quisiera y predestinara el amor humano como el más grandioso y culminante de todos las manifestaciones de amor entre los hombres y entre Él y los hombres con la que quisiera coronar toda su obra creadora .

Siendo a partir de esa mutua manifestación de amor y de respeto en su pareja predilecta, el varón y la mujer, conforme en un todo a la bendición y mutua entrega que quisiera hacer del uno al otro para que fueran un solo cuerpo y amor en Él, multiplicándose, que el hombre –en tanto varón y mujer- habría de demostrar ser Él, Su voluntad, y amor para con ambos el centro de su razón de ser.

Perfecta manifestación del amor humano entre el varón y la mujer desde la cual quería convertirlos permitiéndoles llegar a ser a Su imagen y semejanza Divina en el amor.

¡Dios mío, Daniel, te amo tanto, tanto, que siento que el corazón se me comprime de dolor y al mismo tiempo me estalla de amor, con solo pensar en vos y añorar la hora en la que finalmente podamos volver a estar unidos, y esta vez para siempre amor en el amor!

Hasta tanto ello no pueda llegar a ser posible, siento y sé que mi corazón en Jesucristo crucificado y resucitado se seguirá desangrando y desgarrando, amor, como un corazón a medias, mutilado. Siendo tu corazón la mitad perfecta en Jesucristo crucificado y resucitado que al mío le falta, como sé que el mío es la mitad perfecta que en Él le falta, para conformar en nuestra unidad en tanto varón y mujer en Él su corazón completo. Su sagrado y Divino corazón en ambos.



“...Es una visión con fecha exacta
que a su debido tiempo se cumplirá
y que no fallará;
si se demora en llegar, espérala,
pues vendrá ciertamente y sin retraso...”
(Hab. 2, 3)


Todo esto es lo que he visto, sentido, entendido y tengo la certeza plena en Dios es verdad en mí. Y tal como lo he visto, sentido, entendido y lo sé, se los comparto.

Hay un paralelismo. En todo hay un paralelismo que me llena de confianza y esperanza, amor.

Recuerdo cuando en mayo de 1998, volviera a casa de realizar una celebración de Palabra en el barrio La Esperanza para el día de Pentecostés y me encontrara con mamá muy enferma, en cama. Tras el paso de la enfermedad y muerte de mi hermano Héctor entre 1991 y 1993, la enfermedad y muerte de papá en junio de 1995 y el accidente y muerte de Pablo en diciembre de 1995.

A todo lo cual tenia que sumarse su propia operación de cáncer en 1994, una retahíla sin fin de todo tipo de problemas familiares y económicos tenido que soportar al mismo tiempo durante esos ocho años previos. Sin tener en cuenta los incontables que tuviera que asumir, enfrentar y salvar durante toda su vida. Sobretodo como esposa y madre no de uno o dos sino de ocho hijos.

Totalmente entregada. Abandonada en las manos de Dios, pero sin el brillo espiritual característico en ella durante toda su vida. Brillo y fortaleza espiritual que la llevaba a enfrentar y vencer todo problema, obstáculo, adversidad interpuesta en su camino y en el nuestro de parte del enemigo, como la más firme, fiel e inquebrantable de las guerreras en Cristo que en mi vida viera y veré en tanto mujer jamás. Sin ganas ya de nada. Sin ganas de seguirla peleando. Diciendo que su misión en este mundo ya había concluido. Pidiéndole a Jesús viniera por ella.

Viéndola y sintiendo pedirle tal cosa al Maestro Amado no de la manera en la que toda la vida previa la viera y escuchara preguntarle al Señor cuándo sería el día en que Él vendría por ella. Pidiéndole que fuese no cuando fuese demasiada anciana ya. Viéndola y escuchándoselo decir con el corazón enamorado. Ansiando y anhelando ardientemente tal encuentro final con Él. Llevándome a anhelarlo por ende de igual manera.

Más viéndose y sabiéndose refrenada en la espera de dicho encuentro final con el Amado por el amor que nos tenía y la misión que sabía Él había querido confiarle en nuestra concepción, alumbramiento e instrucción principalmente en la fe respecto de Él, del Reino de los Cielos y de la Iglesia Católica. Así como en todo cuanto a esta vida y nuestra realidad humana y mundana igualmente hacía.

Solicitud amorosa vista y escuchada realizarle en el pasado al Señor, que ese día en particular escuchaba realizarse viéndola sentirse y estar totalmente desencantada, decepcionada, ya sin ardor. Hecho ante el cual vi y entendí dejar de hacer todo cuanto hasta allí estuviera haciendo tanto en el seno familiar como comunitario, dentro de la parroquia de San Antonio de Padua para acompañarla a ir a Chile.

A fin de volver a despertar en ella ese brillo espiritual, ardor y amor inicial que la caracterizara, durante toda su vida totalmente entregada a Cristo a través de la donación total de su vida por amor a su esposo y sus hijos. Brillo espiritual, ardor y amor inicial de la entrega, perdido en el camino de las innumerables y casi interminables batallas que aceptara librar a brazo partido contra el enemigo.

Brillo espiritual, ardor y amor inicial, finalmente recuperado por entera gracia Divina con ese viaje final realizado a Chile. Como consecuencia de haberlo dejado absolutamente todo para demostrándole hasta qué punto realmente la amaba. Siendo la manifestación de mi amor, viera y entendiera, el que obrara en el Señor la recuperación de la salud, la alegría, ese brillo, ardor y amor intenso habido en todo tiempo pasado en ella.

Siendo de hecho con ese mismo gran destello espiritual, ardor y amor tenido en el principio que terminara finalmente entregando su vida en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo. Interponiéndose entre el enemigo y yo para tomar mi lugar en el 2001. Al confirmarse que era cáncer también lo que yo tenía.

Expresando que si una de las dos tenía necesariamente que morir en ese momento, esa fuera ella y no yo. Manifestándole al Señor haber llevado ya a total término la misión que le había encomendado. Entregando su vida a fin de que yo viviera y de ese modo pudiera también yo llevar totalmente a término la que por mi parte le compartiera Dios había querido confiarme.

Viendo y entendiendo, sí entonces, a diferencia de lo que al volver del barrio La Esperanza en 1998 viera y escuchara de sus labios, que volviera a ser el soldado de Cristo que conociera, admirara y me enseñara en el ejemplo del absoluto seguimiento de las huellas de nuestro Señor Jesucristo a semejanza de María Santísima hasta el final, hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte y muerte en cruz toda la vida.

Viendo y comprendiendo ante las finales palabras escuchadas decir en esos últimos momento del 2001, que entonces sí había llegado su tan largamente anhelada y gozosa hora del encuentro final con nuestro Amado Jesucristo y con nuestra amada Madre María ansiado ardientemente toda la vida. Exclamando ¡”Bendito y alabado sea Jesucristo por los siglos eternos! Amén.

De mi padre y de ella había aprendido a ser guerrera en este mundo. Pero de ella, había aprendido a ser guerrera de Cristo, en Jesús y en María hasta el final. Por lo que no podía ser verla terminar de entregar su vida y partir de este mundo sin el sello característico de los primeros mártires que viera, oyera, reconociera y supiera por sus palabras y simultáneo testimonio existiera en ella y me inculcara toda la vida.

Tal y como gozosamente finalmente viera y escuchara hacerlo fortaleciéndome mucho más aún en mi misión e igual seguimiento de las dolorosas y gozosas huellas de Cristo Jesús hasta el final. Hasta las últimas consecuencias. Hasta la muerte y muerte en cruz.

Por lo que, sabiendo que ella diera su vida si bien toda la vida por mis hermanos y por mí, en esas últimas horas de su paso por este mundo sé que la diera hasta el extremo en Cristo en ella igualmente por Cristo en mí en el mismo Espíritu Santo que nos sostenía y sostiene.

Es decir, que terminara gastando y entregando su vida hasta el extremo no solo por toda su familia como me enseñara sino por toda la humanidad. A fin de permitir con la continuidad de mi vida lograda a cambio de la suya, la realización final y total de este designio de amor y procreación.

Designio de amor y procreación en Jesucristo Resucitado que, luego de los tres años compartidos juntas, yendo por los caminos que durante ese período el Señor quisiera llamarnos y enviarnos a ir luego del viaje realizado a Chile en 1998 y la recuperación de dicho brillo espiritual, ardor y amor inicial como consecuencia del mismo, le compartiera me veía y sentía llamada y enviada desde Ushuaia a terminar de consumar a semejanza de María con un varón que tenía igualmente predestinado a tal fin en el Espíritu Santo para toda la humanidad.

Por lo que, aunque a veces las tinieblas tratan de seguirme confundiendo, llegando a lograrlo llevándome a dudar por momentos respecto a tu amor y a tu fe, Daniel amado, por ende, respecto a la real consumación final de este designio de amor y procreación por cuya creencia mamá diera su vida, creo que todo es posible en Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo del amor entre los dos.

Incluso el viaje a Europa del que también en su momento en el 2004 te hablara. Por inconcebible e imposible que aún me pueda parecer para dos consagrados a Dios. Cuando en verdad nada más perfecto en el querer de Dios de hacer nuevas todas las cosas en el Espíritu del amor. De Su mismo amor por la humanidad puesto en el uno por el otro y en ambos por Él.

¿Cómo puede ser posible creyendo tratarse de un amor no correspondido? Porque aunque el enemigo a través de las tinieblas intentara disuadirme de este amor, llevándome a pensar y creer que vos, Daniel no me amabas ni me amas, no correspondes a este amor, la luz del Señor en todo tiempo durante estos últimos cinco años lograra y demostrara ser no obstante toda negativa y adversidad, mucho más poderosa que las tinieblas, haciéndome ver, entender y creer lo que Él y solo Él me dictaba al corazón, desde tu silencioso amado corazón, Daniel, a través de todos tus gestos y miradas, que SÏ me amabas y me amas en plena igualdad de correspondencia en Él.

De hecho, el creer que me amabas, no obstante verte obligado y necesitado de decirme que no por la poderosa razón en vos, amor, que tuvieras que decirme que no me amabas, fuera lo que me impulsara a seguir siempre adelante y hasta el fin, Daniel amado. Hasta las últimas consecuencias en Jesucristo Crucificado y Resucitado en el Espíritu Santo en el desentrañamiento constante de la plenitud de la visión de este designio de amor y procreación, creyendo con certeza absoluta en Él de que me amabas y me aguardabas en Él al final del camino tenido que emprender y terminar de recorrer aún en Él, en Jesucristo Crucificado, para su total desentrañamiento de las tinieblas de la inconciencia humana a la luz de la conciencia de los hombres.

Siendo una visión, por ende, un designio de amor y procreación, por consiguiente, tu más absoluta correspondencia de amor, Daniel amado, una visión, un designio, un amor verdadero, fehaciente, real, que sin duda llegaría. Habiendo de llevarla Él mismo a su total y final consumación tal y como quisiera llevarme a verlo, entenderlo, creerlo, anunciarlo y esperarlo, haciéndotelo ver, entender, creer, anunciártelo y esperarlo en Él en mí en el Espíritu Santo de igual manera.

Siendo una visión, un designio, un amor que sin duda al final se consumaría en un tiempo exacto que Él tenía predestinado para ello, tal y como por medio de la palabra de Habacuq que en febrero de 1999 quisiera darme estaba escrito. Llamándome a esperarla, llamándotelo a hacerlo, Daniel amado, de igual manera, aunque se demorase.

Manifestándome y enviándome a manifestarte, amor, que sin duda al final así sería para los dos si en dicha fe, espera y amor demostrábamos ser fieles a la palabra y promesa que me daba y hacía. Llevándome a dártela y hacértela en el Espíritu Santo de igual manera, como el varón y sacerdote amado y predestinado para su consumación final junto conmigo.

Porque era y sería una visión, un designio, un amor que habría sin duda al final de consumarse, de alcanzar, de conseguir, el uno del otro en Cristo Resucitado en el mismo Espíritu de amor de Dios por la humanidad, si sabíamos ser fieles en lo poco de este amor que por el momento quisiera darnos. Tan poco que hasta el presente no pasara de la promesa. No llegando siquiera a darnos un beso ni a tocarnos, acariciarnos en lo más mínimo. Ni siquiera abrazarnos con toda la entereza de nuestro ser.

¡DIOS! ¡Qué poco, Señor, qué poco nos has dado hasta aquí de este amor! ¡Una promesa! Y no es que me esté quejando, Señor, sino solo es que...mi tierra está sedienta de las caricias y besos de tu amor en su amor, Señor, tan largamente prometidas, esperadas, anheladas y postergadas casi ad eterno... ¿Llegará algún día ese día de tus promesas de amor, Señor? ¡Oh, Dios, que llegue, te lo suplico, te lo imploro, Señor, con todas las fuerzas de mi amor y de mi ser! Amén.

¡Haz, Señor, por favor, te lo suplico, que todo sea posible en el amor entre los dos tal y como quisieras llevarme a verlo, oírlo, entenderlo y creerlo lo soñaras, pensaras, querías y predestinaras en el amor para toda la humanidad.

Tal y como en el principio lo pensaras para toda ella, conforme al Plan Original de Creación por medio de la total consumación de lo Divino en lo humano del Plan de Salvación, desde el empalme final en Jesucristo Crucificado y Resucitado, Padre Celestial, de este último Plan con aquel primero, en el mismo punto en el que en el principio todo quedara interrumpido en el mismo. Desde la violenta ruptura producida desde entonces en la mutua confianza, entendimiento, verdad y amor entre el varón y la mujer en Adán y Eva, por la suscitación e interrupción propiciada en tu Plan tenido en el más perfecto de los amores con ambos por un espíritu enemigo.

Tal y como también solo a tal fin, Padre Eterno, viera y entendiera durante los últimos cinco años permitieras similar necesaria suscitación e interrupción del mismo espíritu enemigo entre los dos y nuestro amor. A fin de hacer ver y entender a toda la humanidad lo que llegada esta última hora estabas terminando de hacer por nuestro medio y el amor puesto, despertado, alentado alimentado permanentemente durante todos estos años no obstante todo entre los dos.

Queriéndoselo hacer saber por medio del testimonio en Cristo Jesús que me llamaras y llamas a terminar de dar, no después sino ahora, de lo que llegada esta última hora del paso de la humanidad por este lugar de las tinieblas estás terminando de hacer por medio del desentrañamiento y consumación final de este designio de amor y procreación no solo para nosotros y el pueblo católico sino para toda la humanidad en su conjunto.

Para solo así poder dar totalmente por concluido toda esta etapa previa de desentrañamiento total de la visión que en lo personal y femenino en Dios se me diera para dar a la humanidad antes de su más total y perfecto empalme con la visión que también en lo personal y masculino en Dios, Daniel, se te diera. Empalme final de ambas visiones masculina y femenina en Jesucristo Crucificado y Resucitado en una que también en su momento veo y entiendo habremos de terminar de escribir y presentar juntos a toda la humanidad, como testimonio de amor.

Testimonio necesario terminar de dar como paso final del estado de Jesucristo Crucificado a Jesucristo Resucitado en el Espíritu Santo para previa glorificación de Su Nombre sobretodo nombre para gloria de Dios Padre como Señor de todo lo creado. Para solo así terminar de hacer posible la consumación final de este designio de amor y procreación en toda la plenitud que Vos, Señor. quisieras llevármelo a concebir y compartírtelo, Daniel amado, conforme a como vos veas y creas en Jesús Resucitado conviene que sea.

Testimonio que veo y entiendo tiene que en su primer parte tiene que ser una trascripción en parte y continuidad del escrito y presentado en 1998 a la Iglesia. Con el aditamento de una segunda parte dando cuenta de los lineamentos principales de todo lo visto, oído, experimentado, entendido y creído desde la culminación y presentación de esa primera parte hasta la fecha. .

De hecho, anoche comencé a transcribir el testimonio presentado en 1998. Del que solo habré de transcribir las partes esenciales que tienen directamente que ver con la comprensión de este designio de amor y procreación querido retomar y terminar de llevar a cabo por el Señor por nuestro conjunto medio y amor para toda la humanidad.

Sé que ya te he hecho esperar demasiado por la consumación final de este amor. Pero, solo por saber que era en virtud de tan larga espera que el Señor había querido predestinarte no como cualquier otro laico o cualquier otro hombre perteneciente a cualquier otro pueblo o religión de la tierra, o a ninguna de todas ellas, como bien hubiera podido hacerlo, sino como Cristo mismo en vos. Como Él mismo, nuestro Señor Jesucristo Crucificado y Resucitado igualmente en vos como en mí.

Para solo así poder llegar a hacer posible en vos, Daniel amado, espera tan larga de la promesa del Señor. En concordancia total con la larga espera del Pueblo de Israel hasta hace dos mil años. Y la espera del Pueblo Cristiano hasta el presente de la vuelta final prometida en el mismo Espíritu del Amor venido a introducir en el mundo en su momento por nuestro Señor.

Pudiendo esperarlo, resistirlo y perdonármelo todo no en lo humano, sino en Cristo en el amor, con el amor, por el amor, y para el amor. Como de igual manera en mí pudiera llegar a llevármelo a esperar, resistir y perdonártelo todo en Cristo en el amor, con el amor, por el amor y para el amor.

Siendo en ello que eras y sos el hombre que en Él toda, TODA la vida me viera y sintiera fuertemente llamada interiormente a buscar y esperar ardientemente en el amor hasta el final de la misma.

Por eso te amo con toda la fuerza de mi ser y corazón en Dios Uno y Trino. Siendo por tal razón, veo y entiendo, este amor un amor que en lugar de disminuir y apagarse con el tiempo y la distancia se ha ido incrementando y se incrementa día a día más y más en la plena paz que en esperando en vos, y sabiendo haberme esperado, me ha dado y da el Señor.

Mi Cristo roto. Mi Cristo amado. ¡Bendito seas, Daniel, por siempre! Porque, por más que las tinieblas intenten seguirme hablando en contra sentido queriendo hacerme creer e imponerse finalmente en mí que no me amas, que este amor es no correspondido, la luz del Señor manifestándome y sosteniéndome en la fe y en la esperanza de ser todo lo contrario es infinitamente mayor.

Viendo y entendiendo haber sido realmente eso lo que durante la misa del viernes 27 de octubre quisiera manifestarme una vez más el Señor de tu parte, al venir a mi encuentro durante la Eucaristía. Siendo como era el lema central de toda esa misa aquellas palabras de amor que Pedro le manifestara al final al Señor.

Cuando se les apareciera resucitado en el lago y le preguntara: “Pedro, ¿me amas?” Preguntándole por tres veces, y por tres veces respondiéndole Pedro que sí. Para la última vez decirle: “Sí, Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo.” Viendo y entendiendo ser eso lo que con dicho gesto ese día quisiera el Señor manifestarme de Su parte y de tu parte, Daniel amado, al llevarte a venir en mi encuentro para darme la Eucaristía.

Que con tal gesto el Señor en vos quisiera manifestarme y confirmarme una vez más en los signos, aunque las palabras pudieran seguir diciendo hasta el final todo lo contrario, la mima manifestación de amor realizada por Pedro al Señor: “Vos sabes que te amo.” Siendo en ello, solo en ello en lo que tenía que creer para seguir esperando en Él la consumación final de este designio de amor y procreación.

Por lo que eso es lo que final y definitivamente creo y creeré, Daniel, para terminar de ponerme manos a la obra en la trascripción, continuación y culminación de este previo testimonio en Jesucristo Crucificado y Resucitado llamada y enviada finalmente a realizar y editar para conocimiento de todos los hombres. Para solo así terminar de desatar y hacer posible en un todo la consumación del encuentro de amor con vos, amor, tan largamente esperada, postergada y anhelada en la Gloria de nuestro Señor Jesucristo Resucitado en el amor en ambos por y para toda la humanidad. Amén.

Por mi parte, trataré de apurar la escritura. Te pido por la tuya que aún resistas, por favor, amor, un poquito más y que también vos reces por la consumación final de este amor en Jesucristo Resucitado según como creas y entiendas por tu sacerdocio en Él conviene que se sea para mayor bien de todo el Pueblo de Dios en la humanidad entera. Amén.

Aunque nadie crea en este designio de amor y procreación, mientras yo crea, y más aún si también vos crees, Daniel, como en el principio creyeras llevándome a aumentar mi fe a partir de la manifestada por vos, todo es y será posible para los dos como aquel viernes antes de mi operación también me manifestaras que lo era, amor.

Terminándome a animarme a comenzar a abrirme a su creencia, por lo tanto, amor, y creyendo finalmente de igual manera yo solo por ver y entender con tu categórica respuesta que vos lo creías todo posible entre los dos.



¡QUE SEA POSIBLE ENONCES COMO VOS LO CREES, AMOR!

¡CREO QUE PARA VOS, AMADO NUESTRO JESUCRISTO, EN AMBOS TODO ES Y SERÁ FINALMENTE POSIBLE COMO VOS LO QUISIERAS Y QUERES, SEÑOR!

AMÉN

Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!, espera en el Señor

¡GLORIA A DIOS UNO Y TRINO POR LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE

MARÍA POR LOS SIGLOS ETERNOS!

¡BENDITO Y ALABADO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR!

AMÉN



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gladysruth

Fecha: 10:10 11/07 2006
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“Padre, me pongo en tus manos
Haz de mí lo que quieras
Sea lo que sea te doy gracias
Estoy dispuesta a todo
Lo acepto todo
Con tal que tu voluntad
Se cumpla en mí
No deseo nada más
Te consagro mi alma
Te la doy con todo el amor
del que soy capaz
Porque te amo
Porque eres mi Padre”


(Seguramente hay errores en la letra, pero esta es una canción que llena todos mis días desde que en 1996 la escuchara por primera vez. Así se la elevo al Padre de nuestro Señor Jesucristo, mi Padre, nuestro Padre.)


¡PARA DIOS TODO ES POSIBLE!



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gladysruth

Fecha: 09:26 11/10 2006
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“Verdaderamente, Señor, para Vos todo es posible.”



“Al atardecer de aquel mismo día,
Jesús dijo a sus discípulos:
“Crucemos a la otra orilla del lago.”
Despidieron a la gente
y lo llevaron en la barca en que estaban.
También lo acompañaban otras barcas.
De pronto se levantó un gran temporal
y las olas se estrellaban contra la barca,
que se iba llenando de agua.
Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín,

Lo despertaron diciendo: “Maestro,
¿no te importa que nos hundimos?”
Él entonces se despertó.
Se encaró con el viento y dijo al mar:
“Cállate, cálmate.”
El viento se apaciguó
y siguió una gran calma.

Después les dijo:
“¿Por qué son tan miedosos?
¿Todavía no tienen fe?”

Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido
y se preguntaban unos a otros:
“¿Quién es éste, que hasta el viento
y el mar le obedecen?”
(Mc. 4, 35-41)



Meditando, Señor, hace unas semanas a la luz de todo lo acontecido durante toda mi vida, pero más aún durante estos últimos quince años transcurridos en la plenitud de tu amor desde el compromiso eterno contraído con Vos durante aquella noche de vigilia en Ushuaia, sellado durante la misa celebrada a tal fin por el p. Ismael durante la tarde siguiente,

...y más aún a la luz sobre todo lo acontecido durante estos últimos cinco años desde el no menos glorioso y dichoso día en que me quisiste terminar de revelar, Amor, el rostro e identidad exacta que llegada esta hora quisieras y querías terminar de venir a asumir en medio del Pueblo que constituiste para Vos en medio de toda la humanidad en tu mismo Espíritu en el Espíritu Santo no solo en mí en tanto mujer como la novia, sino al mismo tiempo en el p. Daniel en tanto varón como el novio, en representación del novio y la novia que en el Novio, en Vos, es todo varón y mujer sobre la faz de la tierra...

...a los únicos y enteros fines de la total consumación del Plan de Salvación trazado para restaurarnos a tu viva imagen y semejanza en el Espíritu Santo restaurando el Reino de los Cielos en nuestros corazones, tal y como en el principio era y estaba, dejando de estarlo por nuestra caída y salida en toda la humanidad fuera de tu voluntad,

...vi y entendí, Padre, Jesús Amado, lo siguiente.

Que lo que permitieras sucediera durante estos últimos cinco años desde la revelación final del rostro e identidad del hombre amado, prometido y predestinado igualmente en Vos para la consumación del designio de amor y procreación que me anunciaras y llevaras, por ende, al mismo tiempo en un todo a irle anunciando simultáneamente tanto a él como al Pueblo del que a tal fin quisieras que formáramos parte, siendo de su mismo seno que quisieras terminar de fecundarnos, darnos a luz y llevarnos a la plenitud en este designio para todo tu Pueblo en la humanidad entera, fue lo mismo que quisieras permitir sucediera en el pasaje bíblico citado.

Es decir, vi y entendí que luego de haberme llevado a manifestarme tanto a este hombre y sacerdote amado, como a este Pueblo amado constituido también a tal fin para Vos desde el seno de toda la restante humanidad desde el seno del Pueblo de Israel, como a quien quisieras enviar y enviabas en representación, del Padre y del Hijo, en el Espíritu Santo, por la Inmaculada Concepción de María Santísima, nuestra Madre, mi Madre en el Espíritu Santo, conforme a la promesa que le realizaras hacía dos mil años por medio de aquellos primeros doce apóstoles durante la Última Cena, quisiste permitir se levantara y fuéramos violentamente azotados durante estos últimos cinco años junto con tus amados apóstoles, con ese amado apóstol a la cabeza en el amor, por un terrible temporal que quisieras permitir se levantara y estableciera todos estos años en medio nuestro.

Temporal tan fuerte, tan fuerte, que al final, al igual que aquel otro del pasaje bíblico trascripto golpeara contra la barca en la que ibas con tus apóstoles con tanta fuerza amenazando con destruirla, golpeara con igual violencia contra nuestra barca. Contra este original y final designio de amor y procreación que quisieras hacerme ver y entender no solo desde Ushuaia sino desde hacía dos mil años, y más aún desde toda la eternidad y para toda la eternidad querías terminar de llevar a cabo por nuestro incondicional y docilísimo totalmente entregado medio y voluntad a la Tuya en nosotros y con nosotros.

Llegando a golpear con tanta violencia, que después de cinco años de incesante violentísimo golpeteo contra nosotros y este designio de amor y procreación, nuestra barca, nuestra fe, esperanza y amor, comenzaba a llenarse también de agua por todos lados. Llegando a un punto en que termináramos viéndonos y sintiéndonos de igual manera que tus apóstoles de entonces.

Pensando y creyendo que ya estaba totalmente perdido. Habiendo de terminar de hundirse de un momento a otro si Vos, Señor, no hacías nada por evitarlo. Si no te importaba que después de todo lo experimentado, padecido, soportado, resistido, entregado en procura y espera de su real consumación final, zozobrara así como así, yéndose todo a pique, hundiéndose hasta lo más profundo del abismo.

Permitiéndome ver y entender ser su definitivo hundimiento y pérdida total solo cuestión de unos pocos meses o días más. Concluyendo con nuestra inminente muerte. La de todos sus tripulantes y pasajeros. La de todos quienes en mayor o menor medida llegándolo a conocer llegáramos a creer en el mismo. Viendo, oyendo y sintiendo los signos de muerte rodeándonos y rondándonos por todos lados.

Sin embargo, aunque sintiendo, padeciendo y pareciendo haberme quedado dormida y haber estado realmente dormida durante estos últimos cinco años al igual también que Vos entonces, Jesús Amado, durante esos momentos de navegación con tus amados apóstoles de entonces, en todo momento no solo mi corazón sino todo mi ser estuvo siempre despierto.

Despierto y alerta respecto del temporal que quisieras permitir necesariamente se levantara contra nosotros, contra este amor en el designio de amor y procreación que quisieras revelarme y revelara conjunta y simultáneamente también a dicho apóstol amado y por su medio a todo el resto de ellos en el pueblo apostólico al que también hoy a tal fin me enviaras.

Temporal, de hecho, suscitado de igual manera que aquel otro –con la diferencia esta vez de ser percibido y experimentado apostólicamente también hoy en toda su dimensión y trascendencia en lo visible, audible y entendible en lo invisible, solo a los ojos de la fe- para demostrar igualmente hoy a tus amados apóstoles como a aquellos también en su momento quisiste demostrar quien eras y sos realmente, así como la omnipotencia de tu poder.

Siendo de hecho para que todo sucediera como sucediera en compañía y testimonio de todos ellos y cuantos más les acompañaran en otras barcas, en el cruce de una orilla a la otra, teniendo ya pensado el haber de suscitar y suscitando Vos mismo en el Espíritu Santo la producción de dicho temporal en el ínterin de tal trayecto, para de igualmente al final mandarlo a callar y detener ante la visión, audición y testimonio de todos, luego de demostrado lo querido demostrar con todo ello, que les dijeras de cruzar a la otra orilla.

Quedándote humanamente dormido. Pero despierto en lo Divino en todo momento.

Viendo y entendiendo desde hace unas semanas que de tu Espíritu a mi espíritu en el Espíritu Santo me decías haber sido eso mismo, solo que esta vez imperceptiblemente en lo visible de los signos, lo que quisieras llevarme a hacer e hiciera durante los últimos cinco años a partir de toda palabra y acción que sobretodo desde nuestro regreso con mamá de 25 de Mayo, La Pampa, en el 2001, me dictaras decir y hacer, y por consiguiente, en un todo dijera e hiciera ante el simultáneo conocimiento, visión, audición y entendimiento junto conmigo de los sucesores de aquellos primeros doce apóstoles.

Ante el simultáneo conocimiento, visión, audición y entendimiento de todos ellos junto conmigo, como de ellos junto con Vos entonces, por medio igualmente de aquel de entre todos ellos que quisieras predestinar en representación de todos para recibirlo, compartirlo y vivenciarlo todo junto con Vos, conmigo, en el Espíritu Santo en la revelación y consumación de este designio de amor y procreación hasta las últimas consecuencias de los hasta aquí violentísimos embates del mar embravecido a causa de ese necesario temporal, como finalmente en el restablecimiento de su total calma original también en Vos en ambos.

Siendo de hecho yo misma en tu mismo Espíritu de entonces y de siempre , Padre, Jesús Amado en el Espíritu Santo, en total plenitud de conciencia de lo que me enviaras a decir y hacer, y por consiguiente dijera e hiciera por doloroso que para todos terminara resultando, quien no solo permitiera con mi previo incondicional sí el levantamiento de dicho temporal contra nosotros en el final desentrañamiento y consumación final de este designio de amor y procreación, sino quien, de hecho, lo llamara a levantarse y golpear con total saña y violencia contra nosotros y este designio todos estos años.

Contra la barca que en lo invisible e imperceptible a los ojos y entendimiento de los demás hombres hasta aquí en este designio todos estos años nos llevara, para al final, cuando Vos vieras y entendieras haber llegado el momento exacto, de igual manera que en aquella otra barca hicieras, llamarme y llevarme a despertar, luego de haberme tenido igual y necesariamente que llevarme a parecer quedarme y estar profundamente dormida ante la visión y conocimiento de todos sin hacer nada contra la peor de las adversidades desatadas.

Dormida en lo humano. Despierta siempre en Vos en lo Divino, en el Espíritu Santo. Ante la visión, entendimiento y asombro también de todos tus amados apóstoles de hoy, como así mismo, de toda la restante humanidad, por medio de estos foros, para ordenarle en tu mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo a través de la oración, de la súplica, de mis clamores elevados hacia Vos, que se calme y se calle. Como a Vos, Señor, todo el honor y la gloria, lo estas haciendo calmarse y callarse por completo.

A fin de hacer ver y entender de similar manera a como entonces con aquellos otros amados apóstoles hicieras, que también hoy en todo esto Sos Vos, Señor, Padre, Jesús Amado, quien dice y pone por obra. ¡GLORIA A VOS, DIOS UNO Y TRINO POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN.

¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad! ¡Haz en mí por y para todo tu amado Pueblo en la Humanidad entera todo cuanto más necesites y convenga para total restauración del Reino de los Cielos, de nuestro Origen Divino en Vos en el Espíritu Santo, en el corazón de toda la humanidad! Amén.

¡TE ADORO, AMADO MÍO JESUCRISTO, CUANTO TE ADORO, QUE GRANDE, QUE INCONMENSURABLEMENTE GRANDIOSO, AMOROSO Y PODEROSO, SEÑOR Y DIOS MIO, QUE SOS!

¡HAZ QUE VEA, SEÑOR, HAZ QUE VEA SIN MIOPÍAS, SIN TINIEBLAS, EN TODA LA PLENITUD DE TU MISMA VISIÓN, AMADO MÍO!

¡HAZ QUE OIGA, SEÑOR, HAZ QUE OIGA SIN SORDERAS NI OBSTRUCCIONES AUDITIVAS DE NINGUNA ÍNDOLE, EN TODA LA PLENITUD DE TU MISMA AUDICIÓN, AMADO MÍO!

¡HAZ QUE ENTIENDA Y CREA, SEÑOR, EN TU MISMO INFINITO ENTENDIMIENTO Y FE, AMADO MÍO!

¡OBRA, SEÑOR, EN NOSOTROS TODAS TUS MARAVILLAS!

¡HE AQUÍ EL VIENTRE, SEÑOR, QUE, NO OBSTANTE TODAS SUS IMPUREZAS Y PECAMINOSIDAD, QUISIERAS, TE AGRADARA, SEÑOR, GUARDAR Y PRESERVAR HASTA AQUÍ DE LA MANERA EN QUE LO HICIERAS, PARA TERMINARTE DE MANIFESTAR EN EL ESPÍRITU SANTO A TODO TU AMADO PUEBLO EN TODA LA HUMANIDAD DESDE ESTE TU PUEBLO AMADO GUARDADO Y PRESERVADO IGUALMENTE PARA TERMINARTE DE MANIFESTAR EN EL ESPÍRITU SANTO, NO OBSTANTE TAMBIÉN TODAS SUS IMPUREZAS Y PECAMINOSIDADES!

¡DIGNIFÍCANOS EN VOS, SEÑOR! ¡TERMINANOS DE PURIFICAR Y SANTIFICAR EN VOS, SEÑOR, EN EL AMOR, CON EL AMOR, POR EL AMOR Y PARA EL AMOR POR TODA LA HUMANIDAD SIN ACEPCIÓN DE PERSONA!

SABIENDO QUE LA VERADERA PUREZA Y SANTIDAD EN VOS, SEÑOR, A DIFERENCIA DE LO QUE EN LO HUMANO Y MUNDANO ES CONCEBIDO Y TENIDO COMO TAL, NO ES UNA CONDICIÓN FÍSICA, MATERIAL, EXTERNA O APARENTE, SINO UNA DISPOSICIÓN Y CONDICIÓN INTERNA, DEL CORAZÓN, ESPIRITUAL, EXISTENTE EN TU MISMO ESPÍRITU PUESTO EN TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE LA TIERRA, CUALQUIERA SEA SU APARENTE O REAL CONDICIÓN Y DISPOSICIÓN FÍSICA, EXTERNA, EN LA CONSIDERACIÓN DE SÍ MISMO Y DE LOS DEMÁS HOMBRES. AMÉN.

¡BENDITO Y ALABADO SEAS POR SIEMPRE, SEÑOR, QUE POR SIEMPRE SEAS BENDITO Y ALABADO! AMÉN. AMÉN. AMÉN.



¡HE AQUÍ A TU SIERVA, HE AQUÍ A TU ESCLAVA!





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gladysruth

Fecha: 09:29 11/10 2006
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El amor duele. Pero todo dolor, más aún por amor, es en Dios ganancia

El testimonio del que les hablara y ya estoy escribiendo –que, por ciento, no son estos mensajes que he querido y quiero simultáneamente irles compartiendo para sentirlos y sentirnos cerca y unidos a pesar de estar separados, dándome fuerzas para terminar de llevar a cabo lo que en lo escrito fuera enviada a poner y dar a conocer a todo el Pueblo de Dios en el la humanidad entera- es y va a ser un testimonio muy extenso.

Testimonio que solo habrán de leer, por ende conocer en toda su exactitud, quienes estén realmente interesados en hacerlo. Ya que de por sí incluye en su primera sección la mayor parte del testimonio que escribiera y presentara a la Iglesia Católica en 1998. Por medio del p. Daniel y del obispo Agustín para ser elevado en su momento a conocimiento del ya partido hacia el encuentro y gloria de nuestro Señor Jesucristo, Juan Pablo II.

Testimonio original que llegó a tener 730 páginas. De las cuales transcribiré unas 600 aproximadamente.

Al cual habré de sumarle otras 700 ó 1000 más, con las conclusiones de los hechos considerados más trascendentales en la total comprensión universal de este designio y visión que se me ha dado. No para guardármelo sino para dársela a mi vez a todos los hombres, pueblos y naciones del mundo entero.

Este testimonio es por un lado, la visión, audición, entendimiento, palabra y voz de Dios querida volver a restaurar en la mujer durante este último tiempo, para conocimiento de toda la tierra. Hecho a través del cual todo volverá a ser puesto en igualdad de condiciones entre el varón y la mujer en Dios entre los hombres, tal y como en el principio Él lo pensara, quisiera, predestinara, estaba y dejara de serlo a causa de la salida y caída de ambos fuera de Su exacta voluntad para con ambos. Quedando desde entonces absolutamente todo desigualado no solo entre ambos sexos sino entre todas las cosas de la tierra.

Y, por otro lado, es al mismo tiempo la visión, audición, entendimiento, creencia, palabra y voz de la mujer en tanto una de las dos partes esenciales conformantes de la humanidad, en tanto ser humano, mujer, persona, profesional, madre, hija, hermana... es decir, en todos los aspectos, roles, condiciones y estados podidos y llegados a asumir y desarrollar por la misma en este mundo desde su salida original del mismo seno de Dios junto con el varón.

Visión, audición, entendimiento, creencia, palabra y voz de la mujer en tanto humana, con todas las luces y sombras propias y características de la visión y ceguera, audición y sordera, entendimiento y falta de entendimiento, credulidad e incredulidad, sabiduría e ignorancia, certezas e inseguridades, fortalezas y debilidades, aciertos y errores... propios y propias de todo ser humano.

Tanto en sí mismo como en el espíritu enemigo a la voluntad y Plan Original de nuestro Padre Celestial trazado para la humanidad, que suscitado en el corazón humano en aquel principio de nuestra existencia en Él y en el Reino de los Cielos, nos llevara a perder la verdadera, recta, justa, correcta visión, audición, entendimiento, fe puesta y tenida solo en Dios en el principio.

Queriendo abarcar, incluir y abrazar en toda su basta extensión resultante, no solo la voz y diversas situaciones tenidas que enfrentar, padecer, asumir, llevar a cabo por la mujer de todos los tiempos, sino de la humanidad y creación entera en todo su conjunto. Incluyendo por igual al varón, como así mismo a todo el reino animal y vegetal constituyente de la madre tierra.

La voz de la mujer, más aún de toda la humanidad, puesta finalmente nuevamente de pie ante Dios por sobre todo sometimiento del poder del enemigo que desde que lograra sacarla de su origen en Dios lograra desde entonces dejarla terriblemente sometida bajo su monstruoso poder e imperio.

En un estado de predominante esclavitud, sometimiento, servilismo, marginación, indignidad, injusticia, imposición, denigración, miseria... Estado del cual viera y entendiera fuera llamada, enviada y constituida en Cristo Resucitado para venir a terminar de liberarla y levantarla de debajo del poder del espíritu enemigo, desde el mismo Ser del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo morando a pleno en mi corazón y ser todo, desde el sí dado finalmente en Ushuaia para de ese modo permitirles venir a hacerlo en mí, y desde mí hacer todo esto para la humanidad entera.

Por la Inmaculada Concepción de María Santísima, Su Madre, mi Madre, nuestra Madre Espiritual. A la que así como a Él tenía que estar mirando constantemente, para hacer a imitación de nuestro Señor Jesucristo y suya, todo cuanto viera, entendiera y juzgase fuera enviada a decir y hacer en Cristo Resucitado, con Cristo Resucitado, por Cristo Resucitado y para Cristo Resucitado.

Viendo y entendiendo, en consecuencia, que para poder finalmente decir y hacer lo que desde toda la eternidad en lo Divino y desde Ushuaia en lo humano el Señor quisiera constituirme y enviarme en Su mismo Ser Espiritual en el Espíritu Santo, tenía que saber llegar a ser como ella. Como María supiera ser y fuera. Dócil, obediente, sumisa, esclava únicamente de la voluntad y Plan revelado por el Padre en el Hijo en el Espíritu Santo.

Ello quería decir, vi y entendí, que habiendo llegado al máximo estado de libertad al que un ser humano en este mundo puede llegar, luego de cortar el cordón umbilical y todo condicionante, atadura o sentimiento en este mundo que por uno u otro lado en este mundo trata de mantenerlo atado a todo tipo de cosas, afectos, reglas, disposiciones, preceptos, leyes, sistemas... para permitirle a Dios venir a terminar de liberar en nuestro Señor Jesucristo Gloriosamente ya Resucitado a la diestra del Padre, en la visión, audición, entendimiento y fe de todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra, tenía que saber hacerme esclava.

Es decir, al igual a como en su momento María Santísima hiciera, teniendo plena y justa conciencia ya de no ser esclava ya de nada ni nadie en este mundo, aceptar convertirme libre, enamorada y voluntariamente en sierva, esclava del único y Supremo Rey, Señor, Dios y Soberano del Universo entero. De Dios Padre en Dios Hijo por Dios Espíritu Santo en la Inmaculada Concepción de María Santísima. Por amor a toda la humanidad y creación entera.

Siendo plenamente libre, y sabiendo tener derecho y posibilidad de hacer uso de dicha libertad para vivir mi propia vida a semejanza a como veía, entendía y sabía lo hacían todos los restantes seres humanos, sin que ello estuviera mal, por ende, para nada, sino estando en todo mi derecho Divino, en Dios Uno y Trino, de hacerlo, por así habérmela querido conceder Él para que lo hiciera, para que fuera libre y viviera plenamente libre mi vida, viendo y entendiendo la acuciante necesidad que tenía nuevamente el Señor de terminarse de manifestar a los hombres, a toda la humanidad en la tierra entera, extendí concientemente mis manos y dispuse igualmente mis pies al Señor para que los encadenara.

Sometiéndome libre, enamorada y con plenitud de conciencia de lo que estaba haciendo a Su voluntad y Plan de amor y liberación trazado para con toda la humanidad desde su concepción y existencia misma original en Él, para de ese modo permitirle venir a terminar de liberar a la misma de debajo del poder de las tinieblas en las que aún el enemigo la tenía inmersa. Por mucho y más que en su gran mayoría creyera ver y saberlo todo.

Exactamente en un principio no sabía qué era lo que el Señor me pedía y demandaba de mí. Solo sentía que me necesitaba para dejarlo pasar por medio de la incondicional entrega de mi total disponibilidad y humanidad a toda la restante humanidad.

Vi y entendí finalmente, durante los últimos diez años, más aún durante los últimos tres, y más aún durante estos últimos tres meses, tenía que saber someterme sobretodo en este último tiempo de lo que en Ushuaia viera y entendiera el Señor quisiera confiarme, a semejanza en un todo a como María Santísima lo hiciera.

Como ella hiciera en su momento para permitir con su total sometimiento y consentimiento a la voluntad del Padre en el Hijo que Dios mismo entrara por ella, por su medio, por medio de su seno, de su vientre, en nuestro Señor Jesucristo, al mundo. Para venir a liberar a la humanidad del extremo estado de ceguera, sordera y dureza de entendimiento y de corazón al que quedara sometida bajo el poder de las tinieblas desde la salida fuera de Su original querer y Plan trazado para con toda ella. Plan trazado para con ella, Allí junto a Él, en el Reino de los Cielos. Compartiendo Su misma Gloria.

Para lo cual, vi y entendí, que al igual que ella hiciera, tenía que saber deponer libre, conciente, voluntaria y enamoradamente mi libertad, para someterme, hacerme esclava de la voluntad del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo, a fin de permitirle volver a entrar y manifestarse gloriosamente en el mundo gloriosamente resucitado.

Hasta 1998 creí que tal incondicional disposición de mi ser al Suyo consistía en dejarlo manifestarle por mi medio de Su Espíritu a mi espíritu en el Espíritu Santo a Su Pueblo apostólico. Constituido a tal fin hacia 2000 años desde el madero de la cruz. Razón por la cual, hacia junio de 1998 me senté a escribir todo cuanto vi y entendí llegada esta última hora de Su final manifestación en el Espíritu Santo entre los hombres quería y necesitaba que quienes llevaban dos mil años esperando esta final manifestación prometida de Su parte supieran de Él a la luz de todo cuanto veía, entendía y sabía había querido a tal fin poner en mí, en el Espíritu Santo, no para que me lo guardara, sino para que le permitiese terminar de darse a conocer dándoles a conocer la plenitud de mi ser.

Tal fuera así que, al terminar de escribir y presentar dicho testimonio a Sus apóstoles en la Iglesia Católica, creyendo que con ello ponía gloriosamente término en Cristo Jesús en el Espíritu Santo al tiempo de mi servicio al único y total cumplimiento de Su voluntad en mí, a semejanza a como María hiciera, pensando y esperando que luego de ello habría de devolverme la plena libertad para decidir qué fin darle de allí en más a mi vida junto al hombre que creyera igualmente toda la vida me tenía predestinado en el amor para ese momento final de mi camino en Su designio, me fui a Chile con mamá esperando que luego de ello habría de permitir se produjera el encuentro final con ese hombre amado y predestinado que toda la vida me había prometido y llevado a esperar paciente, fiel e inquebrantablemente.

Pero, una vez en Chile, más precisamente en Puerto Montt, volví a recibir otra revelación y propuesta en el Espíritu Santo del mismo orden y en continuidad de la recibida en su momento en Ushuaia.

Revelación conforme a la cual vi y entendí que demostrando haber sido fiel en lo poco, quería confiarme a partir de allí la realización de algo mucho mayor aún. Quería concederme de similar manera a como con María Santísima hiciera la gracia de ser madre por medio de nuestro encuentro y unión final en el amor con ese hombre que también a tal fin tenía particularmente predestinado en Él, con Su mismo espíritu y corazón, desde toda la eternidad y para toda la eternidad.

Para lo cual, primero tenía que precisar, definir, reconocer con certeza plena quién de entre todos los demás varones existentes sobre la faz de la tierra era ese varón en particular que tenía predestinado de la misma exacta manera que me predestinara para concebir y dar a luz en Su mismo Espíritu en nuestro espíritu y humanidad en el Espíritu Santo del amor en ambos a ese hombre nuevo llamado a llegar al mundo, cuya final concepción y nacimiento quería igualmente confiarme en ese momento. De similar manera a como en Ushuaia me confiara lo que me confiara.

En virtud de todo lo cual, no obstante costarme horrores llegar a creer con mucha mayor razón aún de la que de por sí en Ushuaia creer lo que creyera me costara para terminar creyéndolo, aceptándolo y asumiéndolo como finalmente hasta allí lo hiciera, veía y entendía que para que dicha concepción y nacimiento llegara finalmente a ser posible tal y como se me permitía verlo y entenderlo, primero tenía que saber discernir correctamente cuál era el rostro e identidad exacta que tenía en Dios, en Jesucristo, ese varón pensado, querido y predestinado por Él, en Él, junto conmigo para llevarlo a cabo.

Varón que veía y entendía al cual estaba en cierto modo como prometida por Dios a él, como prometido por Dios a mí igualmente de ese modo y a tal fin Divino se encontraba. De manera similar a como José respecto de María, y María respecto de José se encontraban creo que desde su mismo nacimiento y tal vez antes de su concepción y nacimiento.

Por ende, veía y entendía, tenía que ser sí o sí ese varón para el que así nos tenía mutuamente comprometidos en Él, en Jesucristo, Él, el Padre en el Hijo en el Espíritu Santo, no pudiendo ser, por ende, ningún otro.

Varón que veía y entendía era y tenía que ser por ende uno de los hombres que ya conocía y amaba. Pues, veía y entendía, no podía ser que Dios pensara, quisiera y predestinara llevarme a unir y entregar a un hombre al que no amara. No sin amor. Sino con amor. Con auténtico y grandilocuente amor en Él.

En ese momento de constante revelación Divina, estaba enamorada de cuatro varones. Por lo que, veía y entendía que sí o sí tenía que ser, uno de esos cuatro era. De lo contrario, Dios no hubiera elegido ese momento para realizarme tal final revelación sino otro. De manera tal que si Él sabía que estaba enamorada de esos cuatro hombres, quería decirme que uno de los cuatro era.

Más aún luego de haber hablado con el p. Daniel al respecto antes de mi partida hacia Chile. Viendo y entendiendo manifestarme Dios, por su medio, que tenía al respecto un abanico de posibilidades. Mostrándome cuatro dedos levantados al mostrarme cuál era el abanico de posibilidades a la que se refería. Entre los que estaba, por ende, esa posibilidad Divina. En la que, por ende, en Dios ese designio de amor y procreación que quisiera acabarme de revelar en Puerto Montt, en cuyo desentrañamiento él era el único hasta allí que sabía me encontraba abocada, era y sería posible.

Cuatro varones de los cuales, había dos a los que más amaba. Dos de los cuales, el que más amaba en lo más secreto y misterioso de mi corazón que aún no me animaba a compartirle a nadie, mucho menos a él, dada su condición sacerdotal, era un varón prohibido para tenerlo en cuenta como aquel en quien en Dios había sido pensado, querido y predestinado este designio de amor y procreación para que llegara a ser posible.

Volcando y poniendo de ahí en más con mucha mayor razón todo el amor de mi corazón y esperanza en Dios respecto a la final posibilidad en los hechos del designio de maternidad anunciado en la palabra, en aquel que de entre los cuatro veía y entendía de los dos que más amaba era el único que podía ser posible en Dios por no encontrarse consagrado aún a Él como sacerdote o religioso.

Volviendo con tal disponibilidad y finalidad de Chile, esperando contar también para ello con la ayuda y guía del p. Daniel para terminar de hacer posible en nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo el designio de amor y procreación que desde allí le anunciara, como puente Divino en la propiciación del entendimiento y encuentro final con ese otro varón amado.

Esperando quisiera y supiera propiciar él de mediador entre ese otro varón y yo. Con ese otro varón con quien pensaba y creía era con quien todo en Dios estaba pensado, querido y predestinado a ser posible a semejanza a como entre María y José lo fuera. Con la diferencia de que en su caso fue sin intervención humana de José. Mientras que en este habría de serlo con total necesaria conciencia e intervención libre, voluntaria y enamorada de ese varón nuevo en Jesucristo en el Espíritu Santo predestinado junto conmigo para de nuestra final unión en Él concebir y dar a luz a un hombre nuevo en Jesucristo Resucitado.

Con Su mismo Espíritu también en su espíritu en el Espíritu Santo. Hombre nuevo por medio del cual viera y entendiera Él quería terminar de llevar el Plan de Salvación a su consumación total no solo en lo Divino sino también en nuestros tiempos e historia humana en este mundo.

Pero, quiso el Señor que al volver de Chile me enterase que no solo ese otro varón que amaba y creía si o sí era y tenía que ser en Dios ese varón para el que en el Espíritu Santo me tenía predestinada y me tenía predestinado para por medio de nuestro mutuo entendimiento, encuentro y unión final terminar de llevar a total consumación eso nuevo, de mayor envergadura aún de lo confiado en Ushuaia , que estando en Puerto Montt quisiera confiarme, no podía ser dicho varón predestinado para ello por Él por encontrarse abocado por completo a otro designio personal en el que yo no tenía nada que ver, sino que tampoco ninguno de los otros dos varones amados posibles podían llegar a ser por estar abocados igualmente cada uno por su lado en Dios a otros proyectos en los que tampoco entraba.

Ante lo cual, deshecha una vez más en un mar de lágrimas, NO ENTENDIENDO, qué sentido tenía entonces todo ello si ninguno de los hombres que amaba me amaban. Porque si no me amaban, ¿cómo iba a ser posible entonces lo que en Puerto Montt me anunciaba cuando viera y entendiera que solo podía ser posible en el amor en Él con un hombre que amara y supiera me amaba?

En medio de las terribles tinieblas en las que me viera de ese modo nuevamente insumida, se filtró por un instante un haz de luz. Haz de Luz Divina, mostrándome el rostro e identidad, la persona del padre Daniel. Viendo, entendiendo y sintiéndose concentrarse todo ello en él. Que él me amaba y yo lo amaba. Que, por consiguiente, solo con él todo, absolutamente todo ello era y sería posible.

Haz de luz que no dejé entrar de una en mi corazón si no que traté una vez más de hacer desaparecer en medio de mis inmensas tinieblas, por el gran temor que tal visión y entendimiento me produjo, por creer no poder ser tal revelación algo de Dios sino pensar ser la peor delas tentaciones del enemigo.

Porque, ¿cómo me iba a decir Dios que con ese hombre que por prometido tenía predestinado junto conmigo para la consumación del amor y la maternidad en Él todo cuanto me anunciara era y habría de ser posible en Él en el Espíritu Santo era el p. Daniel, siendo por ello que en todo tiempo me enviara y quisiera llevarme a volver con cualquier otro motivo a él, cuando de por sí, dada su consagración sacerdotal, yo sabía muy bien que él no podía ser, que era imposible que llegara a ser él dentro de la concepción del pueblo al que a tal fin en Él me enviara?

Manifestación y pensamiento vuelto a tener una vez más semanas después sentados en confesión ante el Sagrario, ante la cual juzgue conveniente irme y no volver nunca más a su lado por ninguna razón o motivo. Pues no creyendo en ello, no creyendo que en verdad él era ese hombre amado y prometido por el Padre y el Hijo en Jesucristo Crucificado y Resucitado en el Espíritu Santo en él, por su sacerdocio, cuando terminara viendo y entendiendo que imposible era ser otro hombre que no fuera ni sea él, juzgué que lo mejor para los dos y para todos era que me fuera de su lado, para no convertirme para él ni se convirtiera para mí en piedra más que de salvación de tropiezo y caída fuera del designio de Dios.

Manteniéndome lejos, a la distancia de su lado y de su amor, por ende, de toda posibilidad de permitir lo que era posible en Dios fuera también finalmente posible entre los hombres, rompiendo con todas las estructuras, esquemas y concepciones imperantes en el mundo hasta el momento, Dios volvió a demostrar tener más poder una vez más que el enemigo que en todo tiempo tratara y lograra llevarme de su lado, llevando a ver y considerar el estar a su lado como posibilidad de inducción a mutua tentación y pecado, trayéndome de regreso una vez más a su amado lado atada a la cruz del cáncer, para desde la misma terminarme de llevar finalmente a ver, oír, entender y creer que verdaderamente era él y solo con él era y habría de ser en Él todo posible tal y como El lo pensara, quisiera y predestinara a los exactos fines del Plan de Salvación trazados para toda la humanidad.

Descubriendo maravillada, con el corazón estallándome de gozo a semejanza de María ante la Anunciación y posterior visita a su prima Isabel, mediante el cántico del Magnifricat que veraderametne él y solo él era en Jesucristo ese varón para el que en Él, en Jesucristo, desde toda la eternidad en lo Divino y desde el vientre materno y desde mi compromiso asumido con Él, con Cristo, en Ushuaia, en lo humano, me tenía prometida en Su mismo amor al Padre en el Espíritu Santo desde el sí que al final en Ushuaia le diera, siendo la razón principal por la que quisiera hacerme volver de allí para en su momento enviarme a ir a su encuentro final en la confesión y en el amor. Teniéndomelo prometido de igual manera en Él desde su sí sacerdotal.

Pero, una cosa era que finalmente terminara viendo, entendiendo y creyendo todo esto. Otra cosa muy, MUY distinta era que igualmente él y la Iglesia llegara a verlo, entenderlo y creerlo de igual manera. Porque sabía en Dios que él me amaba con todo su corazón. Sabía que me amaba de una manera inconmensurable. De la misma manera en la que sabía él, Dios, Jesús, amaba a la humanidad y esta hasta hace dos mil años nunca le correspondiera con la misma intensidad e incondicionalidad que Él la amaba.

De manera tal que veía y entendía, si era por cuestión de correspondencia final de amor entre los dos, sin duda en Dios todo, absolutamente entre los dos todo era y habría al final de ser posible. Pero, veía y entendía que antes de que pudiera llegar a ser posible, solo como Dios lo pensara, quería y predestinara, no como un amor, más bien como un designio de amor y procreación consumado en lo secreto, en lo oculto, sino esta vez a la luz y ante el conocimiento no solo del Pueblo del que ambos formábamos y formamos parte en Jesucristo sino de toda la humanidad

Es decir, vi y entendí tenía que convertirlo en posible en Dios, como en Dios sabía ya lo era, en el conocimiento de todos los hombres, pueblos y naciones de la tierra. Teniendo que hacerles ver, entender y creer de qué se trataba exactamente este amor que sabía en Dios ambos nos teníamos. Del mismo amor de Dios por toda la humanidad. Del mismo amor que hacía dos mil años había llevado a nuestro Señor Jesucristo a morir de amor por el amado Pueblo al que el Padre le enviara y no le correspondiera en su manifestación de amor y entrega.

¿Con casamiento, sin casamiento? Veía y entendía que finalmente eso era algo que solo Dios sabía. Teniendo que dejar su consumación final, según como Él lo tuviese pensado, querido y predestinado, de la manera en la que considerase era la más conveniente para inclusión de todos los hombres, pueblos y naciones dentro de este designio, sin exclusión de ninguno.

Por mi parte, veía y entendía tenía que dar testimonio de todo lo visto, oído, pensado, sentido, entendido, creído y aceptado completamente en Dios, a fin de que en un todo fuera verdaderamente Su voluntad y designio, tal y como Él lo tuviera pensado, querido y predestinado, y no así conforme en nada a la mía o conforme a como en mi limitada visión, entendimiento y creencia de todas las cosas pensase o creyese que tenía que ser en Dios.

Desconozco realmente que ha de suceder al final con todo esto. Siendo ello algo que no tengo por qué saberlo. Sino solo abrirme y mantenerme plenamente abierta a lo que sea que al final el Señor disponga. Haciéndomelo saber por medio de lo que a ese hombre amado y prometido en Jesucristo le haya llevado y lleve a juzgar como lo más conveniente y posible en Él.

Ni siquiera sé si al final este designio de amor y procreación anunciado en Puerto Montt terminara por ser posible entre ese varón amado y prometido y yo, o no. En realidad, no sé nada de nada en tal sentido. Solo sé que Dios es siempre fiel a Su palabra, promesas y que hace lo que considera mejor para todos. Por lo que sea lo que sea, termine sucediendo lo que termine sucediendo, acepto y aceptaré que en un todo terminó siendo como Él lo dispusiera para mayor bien de todos.

Por supuesto que no es que me de lo mismo. Porque verdaderamente amo a ese varón amado con todo mi corazón y todas las fuerzas de mi ser en Dios. Y, realmente nada, más espero que al final, al final todo sea posible como desde Puerto Montt el Señor en el Espíritu Santo me lo anunciara y llevara a creer era y al final sería con el hombre que por predestinado y prometido toda la vida por Él para nuestro encuentro y unión final en el amor en Él, quisiera desde Ushuaia llamarme y enviarme a ir y venir en su constante búsqueda y encuentro hasta llevarme a enamorar de él de la manera en que lo hiciera.

Siendo un amor que he tratado y trato de mitigar todos estos años, pero que no deja de punzar, dolor y sangrar constantemente en el mismo amor de Cristo en la cruz por toda la humanidad.

Por lo que, ¿qué otra cosa voy a hacer? Nada. Solo seguir confiando y esperando en Él que lo que ha de ser en Él finalmente sea.

Pues, cuando acepté en Ushuaia dejar de ser libre en la falsa libertad que este mundo da –ya que uno cree ser libre cuando hace su propia voluntad sin darse cuenta de que se vuelve esclava de títulos, posesiones, trabajos, responsabilidades, amores…, es decir de todas las cosas e intereses de este mundo y del tiempo que de una u otra manera logran terminar esclavizándole de mucho peor manera a uno- para convertirme en Su sierva, en Su esclava, en Su incondicional esclava para hacer y terminar aceptando Su voluntad, cualquiera fuera la que terminara llegando a ver y entender fuese la misma para mí, le dije que en ese momento, a partir de allí y al final con el Sí rotundo e incondicional que a partir de allí le daba, lo aceptaba todo en Él tal y como desde Él en un todo me viniera dado.

Aceptándolo de ahí en más hasta el final TODO tal y como Él lo tuviese dispuesto, querido y predestinado para mí por mucho o más que en ese todo o en parte lo que Él tuviese dispuesto, querido y predestinado para mí se opusiese en todo o en parte a mi propia manera de pensar, sentir, ser, querer y obrar. Deponiendo por entero la mía para que en un todo fuera en mí como Él mejor lo dispusiese y considerase en mí para mayor bien de toda la humanidad.

Aceptando que sea Él quién en un todo obre. Dejándolo ser Dios. Haciendo lo que Él finalmente quiera y disponga con respecto a este designio de amor y procreación, según el juicio y disposición que a ese hombre amado, prometido y predestinado le haya querido igualmente dar, le diera y de en relación de la consumación final o no del designio de amor y procreación que a mi vez le participara. Si su juicio y disposición final es sí, exultará mi corazón de gozo, de la manera en que por su medio Él lo haya dispuesto y disponga. Y, si de todos modos es no, aceptaré tal no, como no de Dios. Sea por lo que sea que en Dios sea no.

Disponiéndome solo por mi parte a terminar de hacer lo que veo y entiendo solo puedo y me queda por hacer. Dar testimonio en Cristo Jesús desde el corazón de este Pueblo para toda la humanidad respecto a cuanto viera, oyera, viviera en el desentrañamiento y entendimiento de este designio desde toda la vida y más particularmente desde el llamado y envío recibido en Ushuaia desde la trascripción del testimonio presentado en tal sentido a la Iglesia en 1998, con el agregado de lo visto, oído, entendido y vivido desde entonces hasta el presente en tal sentido.

¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS! ¡QUE POR SIEMPRE SEA BENDITO Y ALABADO!




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gladysruth

Fecha: 09:49 11/10 2006
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El combate entre la Luz y las tinieblas

Señor mío y Dios mío, Padre, Abba, Jesucristo Amado:

Cuando me llamaste a dejarte hacerte Uno conmigo y hacerme Una con Vos en el Espíritu Santo allí en Ushuaia y aceptara unirme de tal manera en santa entrega de amor total en de cuerpo y alma a Vos, Señor, a la única plena consumación en mí de lo que fuese que en este mundo y entre los hombres tuvieras pensado, querido y predestinado para mí dentro de lo que tuvieras pensado, querido y predestinado para toda la humanidad, me inundaste con tu Luz penetrando y venciendo de una vez y para siempre todas las tinieblas reinantes en mi ser y vida hasta aquel momento.

Rescatándome de una vez y para siempre de la muerte, dándome vida eterna en Vos en el Espíritu Santo. Para de ahí en más ser ya no yo sino Vos en mí, Amado mío, Jesucristo, en el Padre y en el Hijo, quien entraran a morar y brillar desde Su mismo trono celestial de eterna Gloria, gloriosa, triunfalmente Resucitado en mí. Por ende, resucitada en Vos.

Viendo, entendiendo y sabiendo con el correr de los siguientes años, de vida totalmente entregada a tu único servicio, que con tan glorioso triunfo obrado finalmente por Vos en mí, ni las tinieblas, ni la enfermedad, ni la ceguera, ni la sordera, ni la maldad, ni la dureza de corazón y entendimiento, ni la ignorancia, ni la indiferencia, ni el egoísmo...ni la muerte, por ende, en todas sus más variadas e innumerables manifestaciones mentales, físicas y espirituales habría de volver a tener nunca más ya poder sobre mí, a menos que solo así Vos, Señor, necesitaras permitirle y hacerle creer momentánea o temporalmente lo tuviera para mayor bien de todos a los únicos fines del total cumplimiento del Plan de Salvación.

Permitiéndole momentáneamente hacerle creer y demostrar ante todos haber vuelto a tener total dominio sobre mí. Permitiéndole causarme realmente todo tipo de terribles pruebas, torturas, insufribles e insoportables padecimientos sin fin, cegueras, sorderas, dureza de corazón y entendimiento, maldad, violaciones, enfermedades y muertes.

No solo a mí, si no también a todos cuantos en estos quince años, y más aún durante los últimos siete años me rodeasen o llegasen a tener que ver directa o indirectamente algo conmigo. Pareciendo volver y terminarse de imponer por sobre Vos y tu luz eterna existente ya en nosotros, Señor, en nuestro interior.

Desatando, dejando sueltas y sacando fuera nuestras más escabrosas tinieblas, inundando momentáneamente todo nuestro alrededor y mundo con tan terrible densidad permitida llegar a alcanzar a las mismas. A fin de demostrar como las tinieblas, el mal, el espíritu del mal, convive y coexiste también no solo fuera sino en nuestro interior, con nosotros, en nosotros y desde nosotros con tu poderosísima, purificadora y amada Luz, Jesús Amado.

Permitiéndole a las fuerzas del mal, a las tinieblas, al enemigo que no solo pudiera llegar a hacer tal cosa momentáneamente nuevamente conmigo, luego de tu total triunfo DEFINITIVO logrado sobre mí y en mí en Ushuaia, sino implicando conciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente también en todo ello que viera y entendiera necesitabas volver a hacer, por ende te permitiéramos volver a hacer por nuestro medio en el Espíritu Santo en nosotros y desde nosotros a nuestro alrededor y en el mundo entero, a todos cuanto me rodeasen, desde el permitírtelo volver a repetir así todo en nosotros desde mí misma.

Desde el consentimiento que te diera también a tal fin aquella noche de total entrega y aceptación amorosa en Ushuaia; Jesús Amado. Advirtiéndome que el si te decía finalmente que sí a permitirte entrar y morar a pleno en tu Espíritu en mi ser en el Espíritu Santo en mí, estaría diciendo, permitiéndote, abriéndome en un todo a que también el enemigo, el maligno llegara a descargar y tratar de volver a tener total poder y dominio sobre mí y cuantos me rodeasen.

No obstante no entender muy bien, Jesucristo Amado, a qué tipo de poder y dominio te referías entonces que con mi sí a permitirte llevarme a realizar a partir de allí todo cuanto tuvieras pensado, quisieras y necesitabas venir a terminar de hacer en medio de tu amado pueblo y desde este para toda la humanidad, habrías de permitirle llegar a tratar de tener al maligno también sobre mí y todos mis seres amados.

Pensando que te referías a que al aceptar hacer de ahí en más solo tu voluntad y no la mía, es decir, cuanto viese y entendiese me enviaras a decir y poner por obra desde tu mismo Espíritu en mi humanidad en el Espíritu Santo, a la luz de cuanto viera y entendiera había en mí para comunicar al pueblo y humanidad a la que para pronunciarme en tu Divina Trinidad en tu mismo Ser quisieras de ese modo terminarme de hacer una en un todo con Vos, también el enemigo descargaría todo su mal, su ponzoña, su mortal poder sobre mis seres amados y sobre mí.

Habiendo de descargarlo, a fin de intentar desalentarme, amedrentarme, claudicar, desistir, apartar y finalmente así dejar de hacer, dejar inconcluso lo que por mi medio viera y entendiera querías y necesitas terminar de hacer perentoria y apremiantemente nuevamente en el mundo conforme a la promesa realizada a tu pueblo en los apóstoles hacía dos mil años.

Viendo y entendiendo así que con el Sí que acababa de aceptar terminar de ser y hacerme Una en un todo con Vos en el Espíritu Santo, no solo me abría plenamente a permitirte que Vos estuvieras Grande, Poderoso, Glorioso, Victorioso, Omnipotente en mí, Resucitado desde la misma Gloria tenida junto al Padre en el Reino de los Cielos, sino que también el mal, el enemigo, estuviera de igual manera con toda la fuerza de su perverso, malvado, monstruoso, tenebroso, destructor y mortal poder sobre nosotros.

Pero, imposible poder llegar a imaginarme, Señor, entonces, que no solo te referías a eso. Que sin duda habría de ser así. Como así fuera. Principalmente durante los primeros diez años de misión.

Sino que asimismo te referías a que llegada también la hora en la plena consumación de la misión que en Ushuaia me encomendaras en total paralelismo con la Tuya venida a realizar hacía dos mil años, llamándome a partir de allí a tal fin a asumir en un todo el mismo juicio, pasión, condenación, crucifixión, muerte, sepulcro, por consiguiente, final gloriosa resurrección por la que entonces igualmente desde el Padre aceptaras venir a asumir y asumieras a pleno, ibas a necesitar y necesitaras de mí te permitiera le permitieras al enemigo volver a esparcir su mortal manto de tinieblas sobre todos los demás, a mi alrededor y en el mundo entero, no desde afuera, sino desde lo más oscuro y tenebroso de mi propio interior. De mi propio ser.

Dándome a ver y entender haber sido así como también hacía dos mil años desde tu oración en el Huerto de Los Olivos vieras, entendieras, quisieras y le permitieras poder llegar a hacer sobre todos cuanto hasta allí te siguieran y durante esas tenebrosas y mortales horas y días siguientes hasta tu final gloriosa manifestación nuevamente ante quienes de entre todos más amabas por haberlo compartido y haber de compartir también de allí en más absolutamente todo con Vos, te rodearan.

Soltando y dejando tener momentáneo poder sobre la gracia en Vos al poder de las tinieblas existente igualmente en tu humanidad, como en toda humanidad, siendo como realmente también en un todo menos en el pecado eras y sos verdadero hombre. Poder de las tinieblas terminado de vencer, atar, mandar y recluir en las celdas más recónditas y abismales de tu humanidad, durante aquellos cuarenta días que a tal fin quisieras pasar y pasaras en previa inicial oración y ayuno en el desierto para comenzar a dar inicio a tu misión pública en medio el pueblo y de la humanidad a la que el Padre te enviara.

Poder de las tinieblas que, viera y entendiera, juzgaras necesario y estrictamente conveniente a los fines del Plan de Salvación volver a soltar momentáneamente en Vos, en tu humanidad. Permitiéndole llegar a tener y parecer terminar teniendo total dominio final sobre Vos al decidir entregarte mansa y calladamente como cordero que va al matadero en manos de las mismas tinieblas existentes en todos los demás hombres.

Tinieblas más a flor de piel en los demás hombres a diferencia Tuya, por solo así querérselo cada uno permitir por nuestra gran debilidad, cuando también en nosotros tu poder, el poder de la Luz, de la gracia, podría llegar a ser y tener todo dominio por sobre las mismas a través de la asidua oración y ayuno. Siendo, como dijeras, Señor Amado, la única manera en la que dicho poder de las tinieblas es vencido y puede vencerse en Vos en todos y cada uno de nosotros.

Viendo y entendiendo todo ello de tu Espíritu en mi humanidad en el Espíritu Santo, comprendí haber llegado igualmente la hora del paso de todo ello, no solo en mí y para mí, sino también para todos los apóstoles –constituidos como tales por el bautismo recibido de tu mismo Espíritu Paterno y Filial en el Espíritu Santo en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo- con el más amado de todos ellos en todo momento a mi lado y a la cabeza en el paso asimismo por el mismo injusto juicio, condenación, pasión, cruz y muerte, con y por el amor que creía y sabía solo en Vos, Señor, que nos teníamos, conjunta y principalmente también con todos tus amados apóstoles en los miembros de mi familia, comunidad, pueblo apostólico al que a tal fin en la Iglesia Católica me enviaras.

A fin de permitirte hacerles ver y entender en primer lugar a todos ellos, a la luz de mi previo y simultáneo testimonio presentado por escrito finalmente también de todo cuanto de esa manera quisieras llevarme a ver, entender y creer para en consecuencia abrirme a manifestarlo y ponerlo por hecho, que eras y sos Vos, Padre, en Vos, Jesucristo Amado, Crucificado y Resucitado, quien por medio de todo cuanto quisieras llamarme y llevarme a obrar desde Ushuaia ante y en medio suyo para toda la humanidad, vinieras a decir y poner por obra en el Espíritu Santo a la luz de las Escrituras.

Para lo cual, viera y entendiera en el 2001 ser perentorio permitirte permitirle al poder de las tinieblas que de similar manera a como hacía 2000 años habías querido permitírselo desde Vos mismo en todos los demás a tu alrededor, de igual manera a como en su momento y hasta allí quisieras permitir que fuera solo la Gracia y Gloria del Padre en el Espíritu Santo en Vos, la que se pusiera plenamente de manifiesto desde Vos mismo en todos los demás a tu alrededor, volviera a ser dejado suelto, liberado.

Emergiendo desde lo más recóndito y abismal también de mi humanidad en donde te permitiera le llevaras a quedar recluido con tu glorioso triunfo final sobre mí allí, para pasar a tomar y parecer llegar a terminar teniendo una vez más total dominio final por sobre Vos, por sobre la gracia, por sobre el Espíritu Santo, en mí.

Para desde mí, permitirte permitirle ser llamado a dejar suelto, soltarse y emerger de igual manera en todos los apóstoles, hombres y mujeres que me rodeasen. Llevándome a ver y entender ser perentorio a los fines del Plan de Salvación trazado para todo tu Pueblo no solo en la Iglesia Católica sino en la humanidad entera, de todos los tiempos, permitírtelo volver a hacer de esa manera también hoy en nosotros, todos los bautizados, en el Espíritu Santo, para terminar de poner al descubierto desde donde ejerce su reinado, su imperio sobre la humanidad las tinieblas. Esto es, desde el mismo corazón del hombre. De todo varón y mujer existente sobre la faz de la tierra.

Desde el mismo corazón del hombre. Desde donde también Vos ejerces y queres terminar de ejercer por sobre el enemigo de una vez y para siempre, habiendo de ser así como habrías y habrás de terminar de restaurar el Reino de los Cielos en la humanidad, en el corazón de la humanidad, restaurándola en el mismo, de una vez y para siempre en el Espíritu Santo.

Llevándome a ver y entender que para hacer tal demostración necesitas que te permitiéramos soltar y esparcir nuestras propias tinieblas en nosotros y a nuestro alrededor. Que te lo permitiéramos momentáneamente. Para entonces sí, al final, de igual manera a como también hacía dos mil años habías hecho, permitirte volverte a imponer finalmente una vez más sobre las mismas en nosotros y a nuestro alrededor, con el poder de tu gloriosa resurrección. Volviéndolas a dominar, doblegar, atar, hacer descender y recluir a las zonas más recónditas y abismales de nuestro ser.

Siendo de ese modo, dentro de nosotros mismos en donde está el cielo y el infierno. En donde, por ende podemos permitirte que seas Vos, es decir, el Cielo, el Reino de los Cielos, quien se imponga y impere en nosotros, en nuestro ser eternamente, o bien que sea el maligno, es decir, el Infierno, el Reino de las Tinieblas.

Viendo y entendiendo que si te permitía permitieras desataras todo el poder de las tinieblas sobre nosotros desde el dejarlo obrar momentáneamente una vez más, por un breve tiempo más, libremente sobre mí, al final, de igual modo que en su momento hicieras tras el previo paso por lo mismo, saliendo victorioso del sepulcro en que de ese modo fuera necesario dejarte sumergir, nos harías igualmente salir resucitados junto con nuestro amor con el amado en Vos a todos cuantos tuviéramos que pasar por todo ello.

Y no solamente a nosotros en la total y final consumación así de este designio de amor y procreación en el que de ese modo y a tal fin quisieras predestinarnos en tu mismo amor por tu Pueblo en la humanidad entera, sino también, por ende, en el mismo amor que de ese modo al igual que el tuyo por ella demostráramos tenernos, terminar de liberar y levantar de debajo del poder de las tinieblas a toda la humanidad.

Tras el necesario previo paso por la momentánea muerte y sepulcro en el que también de ese modo y solo a tal fin necesitabas en Cristo te permitiese le permitieras al enemigo nos diera muerte y sepultase junto con este designio de amor querido terminar de concebir y dar a luz finalmente así por Vos, Señor, desde el mismo seno de la muerte, del sepulcro, volviendo a emerger glorioso en el Espíritu Santo para su final consumación en los hechos ante el final conocimiento no solo de unos pocos esta vez, sino de todos. De toda la humanidad en el mundo entero.

¡Señor! Creí y creo en Vos, permitiéndote, por ende, hacer todo cuanto de ese modo viera y entendiera me pidieras te permitiera hacer nuevamente en y con nosotros en el Espíritu Santo.

Sé y siento así que estamos en la etapa final de todo eso, Señor, cuanto entonces me manifestaras querías y necesitabas hacer por nuestro medio y el mutuo amor que quisieras hacerme ver, entender y creer pusieras a tal entero fin de la final total consumación del Plan de Salvación en el Espíritu Santo del amor, no solo en mí sino también en el corazón de ese apóstol amado igualmente predestinado en Vos, con Vos, por Vos y para Vos, Cristo Resucitado, en tanto varón, como en mí, en tanto mujer, a fin de volver a hacer desde la plena restauración del amor primero existente y perdido en la pareja humana, nuevas todas las cosas.

Viendo, sintiendo y entendiendo gozosa como el poder de tu Gloriosa Luz, de tu Resurrección, que de ese modo me prometieras habrías de llevar a volver a hacer vencer y brillar a pleno al final, en nosotros y en este designio de amor y procreación, Señor Resucitado, en el Espíritu Santo en nosotros por sobre el poder de las tinieblas, va lenta y gradualmente tomando total posesión nuevamente sobre nosotros, venciendo y llevando a recluir nuevamente al poder de la tinieblas a nuestras zonas más recónditas. Pidiéndote, suplicándote, Señor, dejarlo encadenado y encerrado allí de una vez y para siempre. A fin de que ya no vuelva a tener el más mínimo poder sobre nosotros. Sobre nuestro amor. Sobre la humanidad.

Pero, tal vencimiento es ¡tan lento, Señor! ¡Cómo cuesta vencer tantas tinieblas! ¡Cómo cuesta horrores permitirte Luz Divina que vuelvas a vencerlas e imponerte nuevamente en nosotros, en mí, sobre las mismas de una vez y para siempre! ¡Porque se resisten tanto, Señor! ¡No quieren irse! ¡Se resisten a deponer todo poder sobre mí, sobre nosotros! ¡Se encabritan, patalean, luchan desaforradamente...me oponen desde el querer y los deseos de mi propia humanidad todo tipo de obstáculos, impedimentos y resistencias, llamándome a no dejarte volver a vencer Luz Todopoderosa en mí por sobre ellas!

¡Cuestionándome severamente por qué las dejaras sueltas si al final las iba a volver a encadenar! ¡Lo peor de todo no habiéndole permitido ni podido llevarme a gozar de la plenitud de todos sus encantos con el ser amado en lo más mínimo! ¡Haber padecido inútilmente tanto para al final nada! Haciéndome ver y sentir como la más necia y tonta de todas las necias y tontas.

¡Estéril! ¡La más estéril de todas las mujeres de toda la tierra de todos los tiempos! Sin el más mínimo fruto ni un sentido ni en el otro. Sin el más mínimo fruto de ningún tipo. ¡Estéril! ¡Pavorosamente estéril en absolutamente todo cuanto hiciera, quisiera y me abriera a hacer!

Sabiendo que si las ato, encadeno y vuelvo a encerrar y hacer descender hasta lo más profundo de mi ser por última vez, ya no podrán volver a salir nunca más de allí, privándome, condenándome a no volver a sentir el gozo y el placer del amor humano que nunca sintiera en mi vida entonces sí nunca más.

Amenazándome y gritándome desaforradamente que si las termino de vencer queriendo y permitiendo sea solo tu Luz, Amado mío Jesucristo, quien vuelva a vencer y brillar a pleno en mí por sobre ellas, ese designio de amor y procreación que tanto anhelara, esperara y confiara solo en Vos, Señor, su real existencia y consumación final de la palabra en los hechos con ese hombre amado y prometido que también a tal fin toda la vida me dieras a ver y entender me tenías predestinado, no habría ni habrá de terminar de ver en los hechos su realización final.

Por tratarse de un sacerdote de un Pueblo que nunca habría ni habrá de permitir la consumación en su seno, como así tampoco él, aunque dicho pueblo llegara a permitirlo, de este amor, de no ser solo fuera del mismo.

¡Amándolo como lo amo, habiéndolo buscado, esperado y guardado solo para él en Vos, Jesús Amado, como muy bien y solo Vos lo sabes, te consta mejor que a nadie en este mundo, toda, absolutamente toda mi vida, justamente por creer ser también de Vos que de ese modo me enviaras a guardarme, buscarlo y esperar su venida final a mi vida en Vos, Amado mío, tan idea y creencia me lleva a no querer permitir, Señor, que sea tu Luz en lugar de ellas la que vuelva y termine de vencer una vez más en mí como en Ushuaia te permitiera concederme la gracia de terminarlo haciendo.

Más aún creyendo y esperando ardientemente al saber finalmente ser él la consumación final de este designio durante estos últimos cinco años al ver y entender manifestarme ser él pero tener que saber esperar ambos hasta que previamente pudieras terminar de obrar en y entre nosotros todo esto otro que igualmente me mostrabas necesitabas te permitiéramos permitirle a las tinieblas obrar momentánea y previamente en nosotros y nuestro amor, para el triunfo final en Vos de este amor desde su previo paso en un todo también por el juicio, la pasión, la cruz, la muerte y el sepulcro junto con Vos en ambos.

¡Lo amo con toda la fuerza de mi corazón y de mi ser, Señor! ¡Vos, mejor que nadie lo sabes! ¡Lo amo! ¡Lo amo!

Pero, por encima del inconmensurable amor, Señor, que sabes que le tengo, soy Tuya, Jesús Amado. Soy Tuya. Te AMO Y ADORO CON TODO MI SER, CON TODAS MIS FUERZAS, CON TODO MI CORAZÓN. Siendo, habiendo sido este amor en mí por Vos, Jesús Amado, por tu voluntad y el Reino de los Cielos, por tu Gloria por sobre las tinieblas y el enemigo en la humanidad, Padre Eterno, primero.

Un soldado se enamora. Ama. Pero, sabe que ante todo está el Amor por su Rey, por su Señor, por el Soberano de todos sus días y horas.

Quiero el triunfo definitivo de tu Luz Eterna no solo en mí y en nosotros y este amor, señor, sino sobre todos mis seres amados y sobre la humanidad entera. Porque sé que solo Ella en lo mejor para nosotros, para nuestro amor, para toda la humanidad por sobre cualquier otra posibilidad de realización que las tinieblas nos ofrezcan o puedan ofrecer.

¡Vence en nosotros, Luz Divina por sobre las tinieblas!

¡Socórreme, Señor! ¡Socórrenos! Porque por más que tu Luz Bendita ya esta brillando cada vez más a pleno por sobre las tinieblas en nosotros, en este amor, y a nuestro alrededor, en mí misma, entre nosotros y a nuestro alrededor, en el mundo entero, veo y siento aún son muchas las tinieblas que tratan de seguirnos manteniéndonos confundidos y atados a sí por sobre tu Luz Gloriosa.

Viendo y entendiendo ser imperioso que termine de poner por escrito y publicar editorialmente este testimonio para que sea la Luz que termine venciendo por completo por sobre las tinieblas llevando a su plenitud la consumación de este designio de amor y procreación que quisieras llevarme a ver, entender y creer llegada esta última hora querías terminar de llevar a cabo en tu mismo amor por y para toda la humanidad, sin acepción de persona, pueblo, nación y religión de ninguna índole.

Desde la culminación del Plan Original de Creación en donde el mismo en el origen se viera interrumpido por medio de la total consumación en el Espíritu Santo del Plan de Salvación venido a activar Vos mismo, Señor, hace dos mil años, confiándonos su consumación plena en los hechos humanos de nuestra propia existencia en Vos en el Espíritu Santo. Amén.

¡Que todo sea, Señor, en la plenitud de tu Gloriosa Luz por sobre las tinieblas! ¡Lo amo, Señor! Y tal es así, Señor, que lo amo, queriendo por ende solo lo mejor para él, para toda la humanidad, para nosotros, para los dos, para mí en Vos, que quiero esté y permanezca solo y enteramente en Vos, en tu mismo Amor por él, por mí, por toda la humanidad. De manera tal que si verdaderamente en Vos, Señor, está llamado a ver su realización final en los hechos sea solo y enteramente en Vos, en la plenitud de tu Luz y mismo Amor por la humanidad que la vea y sea posible. Amén.

Te entrego, Señor, todas mis tinieblas. Nuestras tinieblas. Las tinieblas que nos rodean y tratan de seguirse interponiendo aún por sobre la Luz, tu Luz Divina, Señor, entre nosotros que sé estuviéramos y estamos no obstante ello en todo tiempo en el Espíritu Santo por sobre la misma, Jesucristo Resucitado, en Vos.

¡Que todo lo que está llamado a ser por Vos, Señor, en tu Luz, sea, y lo que no, no sea! Amén.

¡DIOS! ¡NECEISTO ORAR TANTO! ¡Y HACER AYUNO! PARA QUE SOLO ASÍ DE UNA VEZ POR TODAS ESTAS TINIEBLAS TERMINEN DE ABONARME E INTERPONERSE POR SOBRE TU LUZ EN NOSOTROS PARA SIEMPRE. PERO, ¡ME CUESTA TANTO, SEÑOR! ¡ME CUESTA TANTO! ¡AYÚDAME, POR FAVOR, TE LO SUPLICO, TE LO IMPLORO! ¡QUIERO MORAR SOLO EN LA PLENITUD DE TU AMOR, DE TU PAZ Y DE TU LUZ ETERNAMENTE! ¡QUIERO QUE TODA LA HUMANIDAD MORE SOLO EN LA PLENITUD DE TU AMOR, DE TU PAZ Y DE TU LUZ, AMADO, ETERNAMENTE! AMEN.

¡GLORIA A VOS, DIOS UNO Y TRINO, POR LOS SIGLOS ETERNOS! AMÉN.




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gladysruth

Fecha: 17:27 11/11 2006
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Desde el sí que finalmente le diera al Señor en Ushuaia durante estos últimos quince años Él me ha ido abriendo y marcando paso a paso un camino en Su mismo y único camino hacia la vida eterna.

Hubo también otro tiempo, alma mía, en el que te pedí que confiaras y esperaras en lo que veía y entendía, por ende, sabía en el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo Dios estaba obrando en, con y en medio de nosotros. Hay cosas que en este preciso instante quisiera poder decirte pero no puedo. Porque es preciso que primero pueda el Señor terminármelas de clarificar, por medio del terminar de poner por escrito y publicar el testimonio que estoy trascribiendo y llevando a su total conclusión de todo lo visto, oído, entendido y vivido durante estos quince años.

Porque aún son muchas las tinieblas que dominan sobre la plenitud de la Luz de nuestro Señor Jesucristo en mí. Tratando de seguirlo enturbiando y confundiendo todo. Pero, gracias a la oración que te pidiera hicieras por mí y siento de tu corazón al mío en el Espíritu Santo que estás elevando a nuestro Padre Celestial conjuntamente con la mía, las tinieblas van lenta y gradualmente terminando de retroceder en mi mirada interior ante el creciente poderoso avance nuevamente de la Luz de nuestro Señor por sobre las mismas.

Pues es en la plenitud de la Luz de nuestro Padre Celestial y de nuestro Amado Señor Jesucristo que veo, entiendo y siento quiere el Señor, que el designio de amor y procreación que me revelara y llevara a revelarte termine de ver su gozosa y gloriosa realización final de la palabra en los hechos en el amor.

En la plenitud de Su Luz y Verdad ante todos los hombres, pueblos y naciones del mundo entero. Y en nada así en las tinieblas. Bajo el poder de las mismas sino solo en la gloriosa luz de Su Resurrección. En espíritu y en verdad.

Dios siempre hace todo lo que dice. Constándome en Él que también esta vez lo hará.

Cuando en 1998 me senté a poner por escrito las primeras líneas del testimonio que escribiera y presentara a la Iglesia, la visión y entendimiento que tenía al terminar de disponerme a hacer tal cosa, se encontraba aún lejos de ser la que fuera adquiriendo a medida que escribía y volcaba sobre el papel todo cuanto viera e iba viendo y entendiendo en mi corazón Dios hiciera y quería llevarme a hacer, para dar a ver y entender por medio de dicho testimonio quería de igual manera hacer en todo hombre y mujer sobre la faz de la tierra. Llegando al final de dicho testimonio con una visión en mucho totalmente diferente y ampliada a la limitada y estrecha que tenía al comenzar a escribirla.

De igual manera veo y entiendo sucede y sucederá con este testimonio llamada y llevada a terminar de publicar editorialmente para conocimiento de toda la humanidad. Siendo en tal final Luz, en la luz del conocimiento del mismo de parte de todos los hombres que ha de ver su realización final en el Señor.

A medida que voy transcribiendo el testimonio escrito en 1998 así lo veo y entiendo. Viendo y entendiendo cómo ha cambiado también en mucho la visión y entendimiento que al momento de escribir aquel tenía. Comprendiendo que, tanto en esta inicial trascripción como en la continuidad y final conclusión de este testimonio sentada a poner por escrito y editar, no puedo dejar de tener en cuenta absolutamente nada de todo lo nuevo visto, oído, entendido, creído y anunciado sobretodo durante los últimos siete años, desde la escritura y presentación de aquel testimonio presentado inicialmente a la Iglesia.

Sabiendo haber sido y ser también todo ello visto, oído, entendido y experimentado en el mismo Espíritu del Padre y del Hijo que en el Espíritu Santo desde Ushuaia me llamara y enviara a dar cuenta a todos los hombres de cuanto viera, oyera, entendiera y experimentara para solo así y entonces terminarlo de llevar a su consumación final también de la palabra en los hechos.

Mi Pastor, mi único Pastor en todo esto ha sido y es nuestro Señor Jesucristo. Siendo Quien me llamara, hiciera Una en un todo con Él, en Su mismo amor por todo Su Pueblo amado en la humanidad entera, consagrara a su único y entero servicio, y enviara desde el Padre en el Espíritu Santo en Ushuaia


“Yo sé que Dios actúa con miras a toda la duración del tiempo; a esto nada de le puede agregar ni quitar; y Dios hace que los hombres le tengan respeto. Ya fue lo que es, y lo que será ya fue; y Dios recupera lo que se ha ido.” (Ecl. 3, 14)


Aunque parezca haberme detenido y haber vuelto atrás en el camino emprendido solo en Jesucristo en el Espíritu Santo desde Ushuaia, pero decisivamente a partir del 2001 al saber que el hombre prometido y predestinado en Jesucristo realmente existía, habiéndolo tenido ante mí durante tantos años a tal fin sin darme cuenta hasta allí de ello, no me he detenido, vuelto, detengo, vuelvo ni detendré, volveré atrás en todo lo visto, entendido, creído y experimentado durante los últimos siete años.

Por ende, en el crecimiento que durante estos últimos siete años en tal sentido me diera y aún veo y entiendo quiere y necesita terminarme de dar en la plenitud de la final manifestación del amor. Para que entonces sí mi visión y ser en Él en el Espíritu Santo termine de ser llevada a su plenitud en el amor.

Solo que ahora, sin dejar de seguir creciendo en tal crecimiento interior desde Su mismo Espíritu en mi espíritu en el Espíritu Santo, veo y entiendo imprescindible volver a hacer otro parate similar al que en su momento en 1998 viera y entendiera de igual manera hiciera antes de terminar de llevar también a su total consumación el viaje que a mamá en su momento le anunciara y prometiera, para terminar de dar testimonio de este amor de Dios por toda la humanidad.

Para desde la base de dicho testimonio en Cristo Jesús dado a conocer finalmente a toda la humanidad terminar de llevar a total realización este designio de amor y procreación con vos, amado en Jesucristo, no en las tinieblas sino en la plenitud de Su luz en el conocimiento de todos. Por no encenderse una lámpara, cuanto menos la lámpara del amor de Dios por toda la humanidad desde la restauración original del amor entre el varón y la mujer perdido en el principio, para esconderla en la oscuridad imperante debajo de la cama. Sino para ponerla en la parte más alta y despejada de toda la casa para que ilumine a todos.

Personalmente veo y entiendo que Dios es Dios y lleva a cabo lo que considera es lo más conveniente para todos Sus hijos e hijas en la humanidad entera, y no así solo en consideración de unos y no de los otros. Amén.

¡GLORIA A DIOS!

La paz esté con vos. Con todos ustedes.




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gladysruth

Fecha: 08:22 11/14 2006
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Concebidos y llamados a ser la luz,
es decir, que sea Dios en nosotros y con nosotros
en el Espíritu Santo, la luz del mundo,
aún seguimos siendo en mucho tinieblas.


Me costó muchísimo (horrores) y muy largo tiempo llegar a conocer y entender a Dios. Y no es que lo haya llegado a conocer y entender por completo aún. Conocimiento y entendimiento que sé no llegaremos a alcanzar y tener con certeza absoluta de Él sino cuando estemos otra vez junto a Él a Su lado en el Reino de los Cielos por toda la eternidad en Su presencia viéndolo y conociéndolo tal cual es.

Sin embargo, el conocimiento y entendimiento de Dios que por gracia Divina se me permitiera llegar a alcanzar y tener de Él durante estos últimos quince años dista por completa de la que tenía en Ushuaia cuando en 1991 aceptara poner toda mi humanidad a Su entera disposición en el Espíritu Santo para permitirle enviarme y venir en Su mismo Espíritu, el del Padre y el del Hijo por María en el Espíritu Santo, a dar a conocer y poner por obra en medio de Su pueblo, el pueblo del Padre en el Hijo en el Espíritu Santo, en toda la humanidad todo esto.

A veces, sobretodo cuando recibimos un primer rayo de luz en medio de nuestras más densas tinieblas interiores, creemos ver, oír, entender y saberlo todo cuando a la luz de la creciente visión, audición, entendimiento, conocimiento y sabiduría al que de allí en más el Señor nos sigue abriendo y llevando día a día hasta límites inimaginables e infinitos, terminamos viendo, oyendo, entendiendo y sabiendo que en realidad no vemos, no oímos, no entendemos y no sabemos nada, en comparación de la infinitud de cuanto aún de seguro ha de quedarnos por ver, oír, entender, saber respecto a la verdad de todas las cosas.

Tenemos un poquito, un rayito de luz y ya nos consideramos iluminados. Sin poder ver ni entender a causa de tal destello que seguimos estando sumergidos aún en las más densas y escabrosas de las tinieblas. Siguiendo siendo luz y tinieblas, sin poderlo llegar a ver. Sin saberlo. De manera tal que no por recibir un primer rayo de luz nos encontramos ya preparados para enseñar nada a nadie. Porque siendo aún tantas nuestras tinieblas, puede suceder y muchas veces sucede que llevamos a confundir y equivocar a muchos.

No quiere decir que el rayo de luz Divina que hemos recibido no sea verdadero. Porque todo rayo de Luz, por ser Luz, por ende, por provenir de Dios, del Padre y del Hijo, que es la Luz, es sin duda verdadero. Sino que en medio del predominio y bastedad antiquísima de nuestras tinieblas, dicho haz de luz Divina aún es muy pequeño como para ser capaces de compartirlo a los demás sin correr el más probable peligro de que conjuntamente con el mismo estemos trasmitiendo y enredando a los demás con nuestras propias tinieblas filtradas entre nuestras palabras junto con el mismo.

Sé que es así no por teoría. Sino a la luz y entendimiento del camino señalado y llamada interiormente a seguir hasta el fin en Cristo, por ende en la luz de Cristo recibida y tenida desde Ushuaia hasta allí, enviada a adentrarme y sumergirme en Él, con dicha luz, hasta lo más profundo, perversas y siniestras de mis densísimas tinieblas e insondable abismo interior, para desde llegada a tocar total fondo en dichas tinieblas en la más absoluta de las miserias de mi alma, de mi ser, de mi pobre y débil humanidad, iluminadas en todo momento por la luz de Cristo llevada igualmente en mi interior en todo tiempo, lugar y circunstancia, iluminarlas, dándolas a luz para el conocimiento de todos.

A fin de que cada uno pudiera ver, entender y reconocer que la luz y las tinieblas no están ni combaten día y noche solo fuera de nosotros, sino desde nosotros mismos, desde lo más profundo de nuestro corazón, de nuestra dual esencia y existencia Divina y humana.

Luz y tinieblas vertidas solo luego desde nosotros mismos hacia fuera. Hacia y sobre nuestro entorno, nuestros seres queridos. En una honda expansiva creciente sumada al mismo tiempo a la de los demás –a la luz y tinieblas salidas igualmente de los demás- tendiente a cubrir y llegando a cubrir toda la faz de la tierra.

Por consiguiente, solo basta con observar cómo está la superficie de la tierra, el mundo, para saber cómo estamos nosotros, los hombres, por dentro. ¿Qué es lo que predomina sobre la superficie del mundo entero en estos momentos? ¿La luz o las tinieblas? Por consiguiente, así es como también nosotros, la humanidad, está en su interior.

Manifestándonos como nos manifestara Jesús que nosotros somos la luz del mundo. Pudiendo igualmente ser tinieblas. Las tinieblas que siguen dominando al mismo. Diciéndonos igualmente que si nuestro ojo está en tinieblas todo nuestro ser está en tinieblas. Por consiguiente, somos tinieblas, mismas tinieblas que desde nosotros, desde nuestro corazón tienden a cubrir y terminar dominando toda la faz de la tierra.

¿Acaso las guerras, las rivalidades, las enfermedades, las pestes, el hambre, las muertes...provienen de Dios? No. No provienen de Dios, del dominio absoluto de la Luz de Dios en nuestros corazones, en nuestro ojo interior, sino del dominio absoluto de las tinieblas de dios en nosotros mismos, en nuestros corazones, en nuestro ojo interior.

Es decir, cuando el hombre, la humanidad, se salió del Plan Original de Dios, de nuestro Padre Celestial, siendo Luz como en Él ya era, dejando el Dominio de la Luz dentro de sí para venir a morar en el Dominio de las tinieblas, pasó a ensombrecerse. Convirtiéndose toda ella en el dominio de las mas densas tinieblas en sí misma.

Por haber ambicionado ser Dios, tomando un poder y conocimiento Divino que aún no estaba totalmente preparada en rectitud, perfección y santidad interior para recibir, sin que en lugar le causara el peor de los males y de las muertes quitándole toda Luz Divina original existente en ella convirtiéndola en tinieblas, quedara convertida en y para un dios falso dentro de sí misma en la peor de las tinieblas que lo oscurece y destruye todo a su paso y alrededor.

Siendo esa la razón por la que en Su amor infinito por nosotros, viniera en su momento Dios mismo desde el Dominio de la Luz, del Reino de los Cielos de donde cayéramos quedados desde entonces convertidos y dominados interiormente por las más densas tinieblas que nos impedían e impiden ver no a un metro sino a diez centrímetros de distancia sin que nos topemos con algo que no alcanzado a ver en Dios puede terminarnos causando la peor de todas las muertes.

Para recordarnos quienes éramos y somos originalmente en Él. Luz. Que somos Luz. Que nosotros, todos los hombres, toda la humanidad, todo hombre y mujer existente sobre la faz de la tierra, cualquiera sea nuestro origen natural y terrenal, nuestro pueblo, nación, religión, raza, lengua, condición social, económica, política, ideológica...sobre la faz de la tierra, somos originalmente en lo Divino y Celestial, por encima de nuestro origen y condición de tinieblas en este mundo, Luz, la Luz del mundo.

De manera tal que si el mundo está en tinieblas, no fuera ni es porque Él haya querido o quiere que esté en tinieblas sino porque nosotros, los hombres, desde que saliéramos de Él y la auténtica gloria tenida junto a Él en el principio en el Reino de la Luz nos volviéramos tinieblas, volviendo tinieblas todo a nuestro alrededor, el mundo entero.

Viniendo así, más que para comunicarnos la Luz, a recordarnos en el Espíritu Santo que nosotros, todos los hombres de la tierra sin distinción de ninguna índole somos Luz antes que tinieblas. La Luz ante de las tinieblas. Teniendo perentoriamente que volver a serlo todos y cada uno de nosotros. Cada varón y mujer sobre la faz de la tierra allí mismo en donde se encuentre.

Para solo así volver a restaurar el Reino de Dios, el Reino, el Gobierno de la Luz, sobre el Gobierno de las tinieblas en el mundo entero. Desde nosotros mismos. Desde el llegar a serlo necesaria e imprescindiblemente en primer lugar nosotros. Cada hombre y mujer sobre la faz de la tierra.

Ahora aún somos como lámparas, como focos o bombillas opacas. Que irradiamos luz pero a un grado ínfimo en comparación con las tinieblas que al mismo tiempo están igualmente saliendo de nosotros, inundando y predominando sobre la faz de la tierra, a través de nuestros malos pensamientos, sentimientos, deseos, actos en perjuicio y mal de los demás por encima de todo lo bueno que sin duda sale también de Dios y desde Dios en y con nosotros.

Pero, si cada uno de nosotros, todo y cada ser humano sobre la faz de la tierra, desde su propio pueblo o religión, nos proponemos, comprometemos y esforzamos por limpiar con agua y jabón asiduamente nuestra lamparita, brillando Dios desde nosotros y en nosotros, con la sumatoria de todas nuestras lamparitas ya no opacas y oscurecidas por el dominio de las tinieblas sino trasparentadas a tal punto de que en la medida de lo posible en grado cada vez más creciente sea ya solo luz y no así tinieblas lo que desde nosotros salga hacia a nuestro entorno, toda la faz de la tierra volvería a ser inundada por el nuevo y definitivo dominio de la Luz, del Gobierno de la Luz por sobre el actual gobierno de las tinieblas salidas en mayor grado aún de nosotros, los hombres.


“Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad
edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los Cielos.” ((Mt. 5, 14-16)

“Tu ojo es tu lámpara. Si tu ojo es limpio, toda tu persona aprovecha la luz. Pero, si es borroso, toda tu persona estará en la confusión. Si lo que había de luz en ti se volvió confusión, ¡cómo serán tus tinieblas!” (Mt. 6, 22-23)



Está en nosotros ser Luz o tinieblas. Todo depende de nosotros ahora. Porque así concibió, quiso y predestinó terminar de poner en nuestras manos en el Espíritu Santo nuestro propio, tanto personal como mundial, rescate, salvación, de las tinieblas. Siendo en definitiva el rescate y salvación de nuestras personales y mundiales tinieblas una decisión totalmente personal, al mismo tiempo que conjunta, en la sumatoria final de todas nuestras Luces en la Luz de Dios, por el libre albedrío que nos diera.

Creo que la pregunta, al menos la que en lo personal en estos quince años, y más aún en estos últimos días me sintiera llevada a hacerme, es ¿qué queremos ser en nosotros mismos y en el mundo? ¿Luz o tinieblas?

Sin duda es algo difícil. Muy difícil. Nadie dijo que fuera fácil. Residiendo ahí, en ello, en nosotros, en cada ser humano sobre la faz de la tierra, para terminar haciendo de este mundo el más absoluto de los caos o nuevamente el Gobierno de la Luz imperecedera, la victoria y Gloria de nuestro Padre Celestial en todos y cada uno de nosotros por sobre el Gobierno de las tinieblas igualmente imperante en nosotros. La decisión es nuestra.


¡GLORIA A DIOS!


La paz esté con todos ustedes.




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gladysruth

Fecha: 16:22 11/17 2006
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"Por esos los fariseos y maestros de la Ley
le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición
de los ancianos, sino que comen con las manos impuras?”

Jesús les contestó: “¡Que bien salvan las apariencias!
Con justa razón hablaba de ustedes el profeta Isaías
cuando escribía:

Este pueblo me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me rinden de nada sirve;
Sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres.

Ustedes incluso dispensan del mandamiento de Dios
para mantener la tradición de los hombres.”
(Mc.7, 5-7)


Quienes hemos vivido o tratado de conformar nuestro corazón y nuestra vida a una determinada religión, que por lo general recibiéramos y nos fuera inculcada y, por ende, en cierto modo impuesta por nuestros mayores, por lo general por nuestros padres o uno de ellos, como herencia recibida a su vez de igual manera de sus padres, y así sucesivamente, llegamos a sentirnos y creernos muchas veces constituidos de esa manera y por tal razón como jueces de parte de Dios hacia los demás hombres pertenecientes a nuestro propio pueblo, nación o religión, como a los pertenecientes a cualquier otro y otra en el mundo entero.

Cuando en realidad no somos capaces de llegar a juzgarnos con rectitud de justicia, de verdad y de amor, ni a nosotros mismos.

Llegando a ser incluso muy severos, extremadamente severos hasta con nosotros mismos. ¿Cuánto más entonces no haber y llegar a serlo con los demás? Creyendo que Dios es así. Que Dios es un Dios severo con nosotros mismos. Por consiguiente, en Dios y desde Dios en nosotros creemos tener que serlo y lo somos con los demás.

Viendo y entendiendo ser todo ello fruto, producto, de nuestras propias tinieblas y no así en nada de Dios. Porque verdaderamente Dios es amor. Por ende, conocedor y comprensivo de todas las limitaciones, debilidades, defectos y constantes caídas de nuestro ser bajo el ciego, sordo, mudo y severo poder las tinieblas que nos lleva a ser terriblemente severos en nuestros juicios, prejuicios, pensamientos, sentimientos, acciones y omisiones hacia nosotros mismos y los demás.

Queriendo sin duda Él única y solamente lo mejor para todos y cada uno de nosotros. Los hombres, habitantes de toda la tierra. Pero, como desde que saliéramos de Él, del estar y vivir plena y permanentemente en la Luz., en el Reino de los Cielos, nuestro ser interior quedara casi totalmente convertido en la más tenebrosa y absolutas de las tinieblas, estamos acostumbrados a ser y vivir en tinieblas.

Comportándonos más como hijos de las tinieblas que como hijos de la Luz Divina. En la que originalmente fuéramos concebidos, estábamos y vivíamos en nuestro Padre Celestial. Que quedara desde nuestra salida de Él, que es la Luz que no tiene fin, recluida ella misma también en lo más profundo de nuestro interior bajo el nuevo imperio en nuestro corazón y en nuestra vida del poder de las tinieblas. Viendo todo oscuro, todo sombrío, todo siniestro, todo malo, todo perverso, todo torcido tanto fuera como dentro de nosotros mismos. Convertidos así bajo el poder de las tinieblas en seres exacerbadamente temerosos, supersticiosos, prejuicios, amargados, angustiados, amenazados..infelices.

Aparentando, por lo general –al menos viera y entendiera que en mi caso fuera así- ser de una manera, que en mucho o en nada se condice o es fiel reflejo de nuestro ser interior, siendo interiormente de una manera totalmente diferente. Siendo seres que creyendo estar en la verdad, “a diferencia de los que no son “como nosotros””, en verdad, en verdad, en todo, en mucho o en algo estamos en la mentira. Siendo en tal sentido que somos Luz y tinieblas al mismo tiempo. Somos luz, verdad en una parte. Pero en otra parte somos tinieblas y mentira.

Vivimos así en todo tiempo en una constante dualidad. Entre la luz y las tinieblas. Entre la verdad y la mentira. Porque hay pensamientos, sentimientos, deseos, intenciones, actos ocultos en nosotros que en mucho o en nada se condicen con lo que exteriormente tratamos de aparentar y demostramos ser.

En tal sentido, personalmente, es cierto, es verdad que amo a la humanidad, viendo, considerando y sabiendo que en Dios y ante Dios absolutamente todos somos iguales. Como cortados por una misma tijera. De manera tal que en nada podemos sentirnos o creernos mejores o peores que los demás. Pues todos tenemos en nuestro interior fragancias exquisitas como pestilencia vomitivas.

Pero, asimismo también es cierto que la mayor parte del tiempo de estos quince años que llevo en este escudriñamiento y testimonio de nuestro ser interior, viéndome y sintiéndome comprometida, atada, obligada, con y por la palabra incondicional dada y asumida en tal sentido en su momento en Ushuaia, a no darlo por totalmente terminado, concluido, dejándolo por ende inconcluso, sino hasta llegar a haber y tener certeza plena en mi interior de haber llegado a su total escudriñamiento y testimonio en el conocimiento de toda la restante humanidad, he llegado a sentirme por momentos y períodos de tiempo, terriblemente molesta, contrariada y airada con los demás. Con la humanidad entera.

Por verme, sentirme y saberme obligada a hacer tal cosa en Cristo, a imitación de nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo, sometiéndome y pasando por todo tipo de padecimientos, tribulaciones, pruebas y contiendas en su desentrañamiento, no solamente yo sino conjuntamente con mis seres amados, para enriquecimiento y liberación final de debajo de todo ese mal y poder de las tinieblas que veía y entendía nos oprimía y oprime, no solo por ellos y por mí sino para toda ella, recibiendo en contrapartida de su parte solo frutos amargos.

Viéndome, sintiéndome y sabiéndome fuertemente atacada, incomprendida, insultada y hasta golpeada con las palabras y con los hechos terriblemente de su parte por medio de quienes oyéndome decir lo que decía y viéndome hacer lo que hacía, al no comprender por qué decía lo que decía y hacía lo que hacía, juzgándome y condenándome duramente a la luz de las palabras y de los hechos, con sus palabras y con sus actos me daban constante muerte y sepultura.

Indignación. Llegué a sentir terrible indignación, y por momentos mucha bronca, ira y ganas de mandarlo todo al carajo. Llegando incluso muchas veces a mandarlo. Plantándome ante Dios, diciéndole ¡Basta!, que ya no quería saber más nada de todo esto y con todo esto; que me liberara de la palabra que le había dado en Ushuaia; que me diera y dejara en paz seguir haciendo cómodamente mi vida. Porque, ¿por qué tenía que seguir haciendo yo solo todo esto sin que los demás no pusieran nada de sí para ayudarme, y lo peor de todo, encima me juzgaran, condenaran y atacaban severamente?

Solo Dios sabe todas las veces que decidí firmemente plantarme, tirar la toalla, colgar los guantes...Pero...era inconcebible, al instante, en un par de horas o a lo sumo días, ahí estaba nuevamente de pie, viéndome y sintiéndome llevada por una fuera, no mía, sino sobrehumana, por la fuerza de la gracia de la palabra dada en Ushuaia, a seguir adentrándome y explorando hasta el final este camino, que por momentos era pavorosamente terrorífico, lleno de oscuridad, de incertidumbre, de peligros, de amenazas, de trampas, de caídas en profundos posos, de todo tipo de muerte segura.

Comprendiendo entonces que era Dios. Que solo era y podía provenir de Dios esa fuerza que me volvía a poner en pie y seguir siempre adelante una y otra vez hasta el fin.

Viendo y entendiendo que era Dios quien quería obrar de esa manera en mí, para llevarme a ver y entender lo que justamente quería llevarme a ver y entender con todo esto que desde el sí dado en Ushuaia quisiera permitirle hacer conmigo en un todo como a Sus fines de liberación para toda la humanidad de debajo del poder de las tinieblas necesitase hacer conmigo y por mi medio. Poniéndome incondicionalmente en Sus manos, a su incondicional servicio, para que hiciera y deshiciera conmigo todo cuanto quisiese para mayor bien de todos.

Para mayor bien de todos que por momentos me resultaba e implicaba el mayor el tener que soportar el más terrible de los males llevándome a pegar el grito en el cielo, llevándome a dudar e incluso muchos veces llevarme a arrepentir haber dicho que sí en su momento. Pero, lo hecho hecho estaba y solo me quedaba permitirle al Espíritu de Dios que me siguiera llevando hacia delante y hacia el fin en cuanto venía y entendía necesitaba hacer en un primer momento por mi medio, para que luego, a la luz de mi final testimonio, los demás hombres le permitieran hacer lo mismo desde ellos para la humanidad entera.

De modo que si de todo esto termina saliendo algo bueno y muy bueno en Dios como me llevara a verlo, creerlo, amarlo y esperarlo en nada ha sido por mérito personal sino por única y entera gracia Divina. Por mi parte, solo quise y permití abrirle el camino a la humanidad en la realización de todo ello con el sí que en su momento le diera, renovado así día a día, mes a mes y año a año todos estos años, no obstante todo el desaliento, desencanto y amargura que durante la mayor parte de estos quince años padeciera.

¿Qué era justamente lo que Dios quería que viera y entendiera, y no solo viera y entendiera, sino por consiguiente, reconociera, aceptara y diera a conocer a los demás? Que siendo buena en Él al igual que todos los demás, de igual manera al igual que todos también era mala, pudiendo llegar a ser muy mala. Terriblemente mala. Al igual que todos podíamos llegar a serlo. Así como en Él podíamos llegar a ser maravillosamente buenos. Como Él lo fuera y lo es.

Viendo y entendiendo finalmente que lo que quería era que me llegara a conocer, aceptar y manifestar en un todo en Él, en el Espíritu Santo, ante todos los hombres no solo como aparentaba ser, sino tal como en un todo era. Llevándome a ver, reconocer, aceptar y poner igualmente de manifiesto ante todos los hombres no solo mi lado luminoso en Él, en el Espíritu Santo, sino mi lado más oculto, oscuro y tenebroso que también formaba parte de mi ser. Siendo en realidad la sumatoria de esas dos partes o lados existentes en mí, por más y mucho que a una de ellas no la quisiera ver ni reconocer.

A fin de hacer ver y reconocer a toda la humanidad, que no era ni es que unos hombres son luz y otros tinieblas. Es decir, que no era que unos eran hijos de la luz y otros hijos de las tinieblas. Sino que todos éramos y podíamos ser hijos de la Luz e hijos de las tinieblas. Llamándonos Él a ser y comportarnos ya no como hijos de las tinieblas sino como hijos de la Luz.

Pero, ¿qué era, qué significaba ser hijo de la luz o hijo de las tinieblas que habían y hay en nosotros?

Viendo y entendiendo finalmente, después de largos y extenuantes años sumida en tal discernimiento y experimentación total y extrema en Cristo Jesús en el Espíritu Santo junto con el hombre amado y todos mis seres amados, que ser hijos de la luz o hijos de las tinieblas no solo pasa por una actitud o manifestación de estilo o forma de vida o conducta conforme a los preceptos y leyes religiosas, sino sobretodo y principalmente, por ser exterior e interiormente coherentes en un todo con nosotros mismos en Él.

Coherentes y consecuentes en nuestra manera de pensar, sentir, ser y obrar conforme a la más perfecta integración y realización en Él de nuestras tres partes constitutivas. De nuestro espíritu, razón y carne. Siendo y mostrándonos en un todo tal como somos. De manera tal que así como llegamos a conocernos y aceptarnos en un todo en Él y ante Él somos, de igual manera seamos y nos demos a conocer y aceptar por los demás. Para de igual manera llegarlos a conocer y aceptar tal cual son en Él.

De manera tal que toda nuestra vida y corazón estén constantemente a la luz en el conocimiento de los demás, y ya así en nada en las tinieblas. Les guste o no a lo demás así como somos y nos terminamos de manifestar, de revelar en Dios somos.

Para lo cual, primero tenía que conocerme, aceptarme, amarme y darme a conocer a, aceptar y amar por los demás tal como en mente, espíritu y carne era y soy. Santa y pecadora, buena y mala. Según la concepción de santidad y de pecado, como de bondad y de maldad tenida por la humanidad conforme a los criterios de este lugar del Abismo y de la Muerte.

Soy como soy, soy lo que soy, así soy. Y siendo así como soy Dios me amó, me ama y me amará.

Gracias a Dios hoy todo mi ser –mi espíritu, mi razón y mi carne, tal como en un todo y en lo particular cada una de esas partes es- está ya no en las tinieblas sino a la luz del conocimiento de los demás. Les guste, me acepten y amen o no como en la resultante de la final realización en los hechos de esas tres partes que soy, soy.

Hubo un tiempo primero de seguimiento de este dictado y camino aceptado recorrer en Cristo en el Espíritu Santo en Ushuaia durante el cual pensé y creía que habían muchas cosas que eran malas, no de Dios sino del mundo existentes en mí que debía dejar de hacer. Cosas, muchas de ellas, que me causaban y causaran mucho bienestar cuando las realizara. Tal como bailar. Me encantaba y encanta bailar. Así como igualmente en su momento reír. Pero creyendo tener que ser religiosamente seria y sobria en todos mis actos y manifestaciones, comencé a dejar de practicar muchas de ellas. Cuando realmente, tanto el baile como la risa, sin exageraciones ni mal intencionados son acciones verdaderamente liberadoras, sanadoras, renovadoras en el Espíritu Santo.

Haciendo lo mismo respecto a mi cuerpo durante mucho tiempo. Pensando que para no ser piedra de tentación y caída tenía que verme fea, deforme, gorda, usar ropas anchas, sueltas, no arreglarme, no maquillarme, no pintarme, no embellecerme, no ponerme linda, no usar ropa de llamantes o atrayentes colores sino oscuras para pasar desapercibida...

Llevándome a ver y entender finalmente el Señor qué equivocada estaba en todo ello. ¡Cuanta desdicha, malestar, destrucción innecesaria en tal sentido me causara todos estos años por pensamientos, sentimientos, acciones y omisiones de esa índole. Siendo una cosa muy distinta haberme sometido libre, conciente y por amor a la misma pasión, crucifixión, muerte y sepultura de esta manera todos estos años a fin de permitirle al Padre terminar de sacar todo esto a la luz de Jesucristo Resucitado desde el hacerme una previamente también en el Espíritu Santo con Jesucristo Crucificado.

Pero, bueno. En definitiva, todo formó parte de las tinieblas que de ese modo quisiera y necesitara permitir el Señor me dominaran todos estos años no obstante tenerme y mantenerme en el Espíritu Santo aún en medio de las mismas en el sepulcro siempre en Su luz.

Para llegada esta última hora a la luz de todo lo aceptado, experimentado y padecido en tal sentido terminar viendo y entendiendo que no es sola ni aislada encerrada en un sepulcro ni una celda ni en un desierto en donde me quiere y necesita para terminar de manifestarse a los hombres tal cual en tal cual somos, sino inmersa en la cotidiana realidad de todo ser humano. Padre, madre, hijo, hija, amigo, vecino, ama de casa, obrero, empresario, estudiante, indigente, abandonado, marginado, político, rico, pobre... Dándome a conocer a todos tal como soy en Él, con Él, por Él y para Él en el amor en el Espíritu Santo. ¿Cómo soy? Como todos. Ni más ni menos. Como todos. ¡Gloria a Dios!

Creyendo que realmente eso es haber llegado y estar en la luz. Conociéndome, amándome, aceptándome y queriéndome feliz y libre en Dios de toda coartante, alienante, opresora, destructora tiniebla dominante aún en mí por sobre Él durante todos estos años.

Seamos y mostrémonos como somos. Sin dobleces, ni medias tintas.

Así es como lo viera y veo. Por ende, como lo pongo por escrito y se lo comparto a todo aquel o aquella que pueda llegar a serle igualmente de utilidad.

Siendo por ello que veo y entiendo es perentorio llevar a total término el servicio aceptado asumir y asumido en Ushuaia en Él en el pleno desentrañamiento y consumación final de este designio de amor y procreación tenido y querido por Él para toda la humanidad, con la puesta en común del testimonio del camino así emprendido y recorrido en Cristo Jesús en el Espíritu Santo desde el sí final que en 1991 le diera a tal fin allí en Ushuaia.

¡BENDITO Y ALABADO SEA DIOS UNO Y TRINO, QUE POR SIEMPRE SEA BENDITO Y ALABADO!

La paz esté con ustedes.





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gladysruth

Fecha: 16:26 11/17 2006
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Luz y tinieblas
Santidad y pecado
Bueno y malo


Juzgando también necesario y conveniente a los fines de lo que en Jesucristo en el Espíritu Santo me viera y sintiera llamada y enviada a hacer en el mismo Espíritu del Padre en Él suscitado desde Ushuaia igualmente en mí, ser preciso mostrarme, darme a conocer no solo ante Sus apóstoles en el pueblo al que a tal fin me sintiera enviada en Cristo Jesús, sino a la humanidad entera, tal como en un todo veía, entendía, sentía y sabía en mi ser, en mi humanidad era. Santa y pecadora. Buena y mala.

Santa y buena en Dios, por el mismo Espíritu del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo por la Inmaculada Concepción de María existente, concientemente reconocido y dejado obrar en mí a imitación Suya desde el sí dado en Ushuaia. Pecadora y mala por mi humanidad herida en el origen de muerte, como la de todos los demás seres humanos.

Viendo y entendiendo ser preciso terminar haciéndolo de esa manera, luego de escuchar varias veces a distintas personas decirme, por un lado, que yo podía pensar y sentir como pensaba y sentía respecto a amar a toda la humanidad sin acepción de personas porque era buena, porque era naturalmente buena no existiendo maldad ni pecado en mí, y por otro lado a otras, decirme que era una falsa, que era una hipócrita.

Viendo y entendiendo que para poder hacer prosperar y terminar de llevar a total buen término lo que veía y entendía en Ushuaia el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo me confiaran y yo aceptara, tenía, por un lado, que hacerles ver y entender a las primeras que no era así como pensaban, creían y decían de mí. Y, por otro lado, a las segundas, que sí, que tenían razón, que al igual que en todos también existía en mí como en todos una parte falsa, una parte hipócrita.

Para lo cual veía y entendía era inexorable terminarme de poner totalmente al descubierto ante todos tal como en todos los sentidos de mi ser, de mi humanidad veía, entendía, sentía y sabía que era. A fin de impedir al mismo tiempo que el enemigo tratara de seguirme poniendo impedimentos o paralizándome de parte de los demás, en el camino de la total realización de lo que para mayor bien de todos, veía y entendía fuera enviada y viniera a decir y hacer en Cristo Jesús en el Espíritu Santo ante el pueblo y humanidad a la que a tal fin me viera y sintiera llamada y enviada por el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

Lo cual era veía y entendía, terminar de sacar a luz la verdad total. Viendo y entendiendo que la verdad total también pasaba por ello. Por hacer tomar conciencia a todos los hombres que no fuera sino dentro nuestro estaba la clave para hacer de este mundo un mundo más justo, lleno de amor y de paz de lo que históricamente fuera y era.

Por ser dentro nuestro en donde residía el misterio de nuestro origen, la razón de ser en este mundo sometidos a las tinieblas, al error, a la enfermedad y a la muerte, así como, por consiguiente, nuestro destino final.

Por ser dentro nuestro en donde residía principalmente el bien y el mal. Dios y el enemigo. Siendo en tal sentido todos los hombres buenos y malos, justos e injustos, santos y pecadores, como para que no creyéndonos solo buenos, justos y santos por creer cumplir todos los preceptos y leyes religiosas, nos creyéramos con derecho de juzgar a los demás como malos, injustos y pecadores. Creyéndonos estar en la verdad.

Viendo y entendiendo ser preciso quitar a la humanidad la venda que en tal sentido aún tenía interiormente ante sus ojos y el tapón de cera que obstruía su perfecta audición interior, que le permitiese recién en todos comenzar a tomar real conocimiento de la verdad respecto de todas las cosas. No desde la soberbia de creerse o considerarse mejor que los demás, sino desde la humildad de saberse y ser conciente de ser tanto o más pecador o sujeto de pecado, injusticia y maldad que aquellos a los que creía y consideraba como tales.

Viendo y entendiendo ser para eso también en principio y fin que el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo habían querido constituirme y enviarme en Su mismo Espíritu. Para terminar de hacer ver a los ciegos, oír a los sordos, andar a los paralíticos, hablar a los mudos, liberar a los oprimidos y dejar ir libre a los que estaban presos de sí mismos, conforme a la palabra de Isaías que Él leyera al comienzo de Su misión aplicándosela a Sí mismo. Aplicación que le valiera ser expulsado e intentado matar por los miembros de Su mismo pueblo, manifestando que ningún profeta era bien recibido entre su gente.

¿Cómo hacer lo que veía y entendía fuera también en tal sentido enviada a hacer en ese Su mismo Espíritu querido suscitar también a tal fin desde Ushuaia en mí?

Vi y entendí, en un primer momento, haciéndolo conmigo misma, desde mí misma. Luego, también con y desde todos los bautizados en Cristo en la persona de mis seres queridos, del hombre amado, comunidad parroquial e Iglesia Católica, que viera y entendiera también a tal fin fuera predestinada y puesta junto a mí en el total discernimiento y consumación del designio de amor y procreación aceptado en Ushuaia.

Es decir, tomándonos y exponiéndonos públicamente, desde el tomarme y exponerme en primer lugar, en el testimonio que sabía y sé viniera igualmente a terminar de dar a luz para la humanidad entera, con todas nuestras cosas buenas y todas nuestras cosas malas. Con toda nuestra santidad y toda nuestra condición de pecado. Como santa y pecadora viera y entendiera era y es la Iglesia Católica por estar constituida justamente por hombres y mujeres santos y pecadores, buenos y malos, todos y cada uno de los que la integrábamos e integramos, en nuestra misma persona. En nuestra misma humanidad.

Por supuesto que en este último testimonio que estoy poniendo aparte de estas reflexiones por escrito, no voy a dar cuenta de todo ello en forma particular, sino en un rasgo generalizado.

Porque el testimonio que en ese otro sentido particular viera y entendiera en su momento igualmente fuera enviada y viniera a dar ya lo diera en el conocimiento de los apóstoles que a tal fin les competía en su momento tomar conocimiento de ello. Para en esta hora apoyarme sobre ellos en todo su conjunto para dar fuerza y respaldo en un todo a este testimonio final que fuera enviada y viniera así mismo a dar para conocimiento de todos los hombres, de todos los pueblos y naciones de la tierra sin acepción de persona.

Siendo el propósito buscado en todo ello el hacer tomar conciencia a todo hombre y mujer sobre la faz de la tierra, de lo que también a tal fin quisiera igualmente en su momento el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo hacerme tomar conciencia.

De ser buena y mala, santa y pecadora. Para hacer tomar conciencia a todos los hombres que todos somos buenos y malos, santos y pecadores en nuestra misma y propia humanidad por mucho y más que ya nos creamos, sepamos y estemos en Dios, siguiendo y haciendo Su voluntad en un todo.

A fin de no caer en la tentación y pecado de por considerarnos o creernos buenos, santos y estar en la verdad absoluta respecto de todas las cosas, excluir a los demás, por considerarlos y juzgarlos malos, pecadores y estar en la mentira, quedando de ese modo al final nosotros mismos excluidos al excluirlos en nuestra tremenda ceguera, sordera y falta de conciencia de ser igualmente malos, pecadores y estar en parte de nuestro ser en la mentira como a los que de ese modo consideramos, no viendo y pudiendo llegar a reconocer que también en los demás, en todos los hombres del mundo entero, hay una parte buena, santa, que está en la verdad.

Por consiguiente vi y entendí necesario hacerles ver que al contrario de lo que algunos decían de mí, no era buena por naturaleza o de nacimiento, sin pecado. Sino que también en mí como en todos, así como en todos existía la misma parte buena, santa y verdadera que algunos veían y dejaba ver de mí a través de todos mis actos y manifestaciones, existía la misma parte mala, pecadora y tendiente a la mentira, a la falsedad, a la hipocresía que en todos existía.

Solo que si ante todos, o ante la gran mayoría, de quienes me conocían y trataban era juzgada y tenida como buena, santa, sin pecado, era por estarme haciendo constantemente gran violencia interior en Cristo por sobre esa otra parte mala, pecadora y mentirosa, falsa, hipócrita existente en mí, que sabía estuviera y estaba también en todo tiempo queriendo llegar a tener y tomar el total control de mi persona por sobre la parte buena, santa y verdadera en Dios existente también en mí como en todos.

De manera tal que no había sido ni era sin extrema mortificación, sacrificios y constantes contiendas interiores contra la misma, para que en un todo fuera solo la parte buena, santa y verdadera la que terminara imponiéndose y manifestándose a los demás, tratando de ese modo en un todo solo construir y hacer bien en mi paso por la vida de los demás, que el bien que solo veían en mí, en mis palabras y obras, lograba terminarse imponiendo y manifestando a los demás por encima del mal existente también en mí.

A fin de que no se equivocaran ni fueran engañados en la creencia tenida respecto de mí. Por un lado, para que no me creyeran o exigieran ser perfecta, sabiendo que no lo era. Dejándome ser imperfecta, por ende, equivocarme. Como sabía todos los seres humanos lo éramos y nos equivocábamos muchas veces en la vida.

Por otro lado, para que no creyéndome buena por naturaleza, trataran de justificarse y excusarse a sí mismo para no hacer igualmente el mayor esfuerzo de su parte a fin de que también Dios, el bien, pudiera hacer y obrar en ellos lo que veían obraba en mí por sobre el mal, el pecado, más bien por sobre las erráticas tinieblas existentes junto con Su luz en todos.

Con la misma finalidad viera y entendiera conveniente reconocer abiertamente ante quienes me acusaban de ser una hipócrita y falsa, que sí, que siendo en un todo como todos los seres humanos, también en mí existía como en todos junto con el espíritu de la Verdad en Dios Uno y Trino que me llamaba y llevaba a buscar constantemente alcanzar la santidad y perfección interior en todos mis pensamientos, sentimientos, manera de ser y actos, tratando de amar a todos como sabía Él amaba a todos sin acepción de persona, igualmente existía en mí como en todos el mismo espíritu tendiente a la maldad, a la tentación, a la caída, al pecado, a la mentira, a la falsedad, a la hipocresía.

Espíritu contra el cual sabía y sabe Dios luchara incesantemente en todo momento, desde que comenzara a ser conciente de su existencia también dentro de mí desde la pubertad. Por lo que sí, tenían razón. Así era: una mezcla de verdad y de mentira. De bondad y de maldad. De santidad y de pecado.

Pero, una mezcla de verdad y de mentira, de bondad y de maldad, de santidad y de pecado, que sabe Dios Uno y Trino, conociéndome como me conoce mejor que nadie, como nadie, que manteniéndome constantemente en pie como la más aguerrida y obstinada de todas las guerreras y guerreros de la tierra en medio del campo de batalla constituido por el continuo conciente combate en mí de ambas dualidades y condiciones de mi ser, me exigiera hasta el extremo, hasta la muerte y muerte en Cruz de todo lo mentiroso, falso, hipócrita, malo y pecador existente en mí, en todo tiempo y al final fuera solo la verdad, la bondad, la justicia, la santidad, quien terminara imponiéndose y venciendo en mí por toda la eternidad.

No anhelando ni queriendo otra cosa que el que en todos los hombres llegara a ser igual. Es decir, que fuera la verdad, la bondad, la justicia y la santidad, por sobre la mentira, la maldad, la injusticia y el pecado, por consiguiente el Espíritu de Dios por sobre ese otro espíritu contrario el que terminara venciendo igualmente para sumo bien personal de todo y cada hombre sobre la faz de la tierra, por toda la eternidad. Para vivir todos juntos de vida eterna junto a Él por toda la eternidad en el Cielo.



¡GLORIA A DIOS!


La paz esté con ustedes.



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gladysruth

Fecha: 16:33 11/21 2006
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Por la no consecución final del amor humano tan largamente prometido y, por ende, buscado y esperado incesantemente toda la vida en Jesucristo,me sentía y siento estéril. Sin embargo siento y sé en Dios en el Espíritu Santo en mi corazón que no es así. Sino que en Su amor y este amor por el hombre, pueblo y humanidad amado y amada, Él me ha querido fructificar enormemente.

Siendo de hecho tales frutos los que he querido y quiero seguirles compartiendo a través de este medio, como de la publicación final del testimonio de vida en Cristo Jesús que de todo esto he escrito y presentando a la Iglesia Católica durante todos estos años.

Frutos nuevos y añejos, dulcísimos, muy dulcísimos y gratificantes cosechados en el Amado, en Jesucristo, que quiero seguirles compartiendo a través de estas palabras que les comparto.

A continuación voy a transcribirles algunos de esos frutos añejos escritos durante los años pasados en este constante caminar hacia el encuento con nuestro Amado Jesucristo en la Casa del Padre.

Tomen...recíbalos...


Neuquén, 05/06/2004

Sin duda, han sido muchas las letras de las canciones que cantadas o escuchadas durante estos trece años de cumplimiento del mandato Divino que en Ushuaia recibiera, me ayudaran a sobrellevar y mantenerme hasta el fin, firme, fiel e inquebrantablemente clavada en la cruz encomendada y aceptada desde el Padre en mi Amado Jesucristo en el Espíritu Santo en abril de 1991.

Canciones inspiradas de igual manera por el Espíritu Santo en su momento a unos u otros hermanos en Jesucristo, para por su medio llegar también con Su fiel y consoladora Palabra a todos los hombres y mujeres del mundo entero que pudieran llegar a escucharlas.

Hermanos constituidos a tal fin en el mismo Espíritu de Cristo Resucitado en el mundo de similar manera a como personalmente lo fuera, como instrumentos bajo el poder del Espíritu Santo para permitirle al Padre y al Hijo, en nuestro Señor Jesucristo en nosotros, terminar de anunciar y hacer llegar a todos los hombres el anuncio de la Buena Nueva que viniera a traernos.

Buena Nueva que momentáneamente hace 2000 años debiera dejar aún medio como en secreto bajo el exclusivo cargo y poder de unos pocos. De los apóstoles que a tal fin eligiera, por no encontrarse aún por aquel tiempo la humanidad en todo su conjunto preparada en apertura y madurez para recibir clara y abiertamente la plenitud de la Verdad que el Hijo desde el Padre en el Espíritu Santo viniera a comunicarnos.

Proclamación de la Buena Nueva en virtud de la cual viera y entendiera no tenía que guardarme o retener egoísta o temerosamente nada de cuanto el Espíritu me revelara, manifestara y anunciara en su momento para conocimiento de todos, sin acepción de persona.

Proclamación en virtud de la cual, para dar autoridad y credibilidad a la Palabra que fuera enviada a recordarles y proclamar en el Espíritu Santo, dada la precariedad, debilidad y limitación de mi condición humana a la luz y consideración de la cual veía y entendía no habrían de escucharme ni prestarme la más mínima atención de buenas a primeras si no lo hacía de esta final manera, a imitarle en un todo en Su incondicional entrega y sacrificio en Cruz por amor a toda la humanidad.

Dándome, entregándome como alimento y bebida de esa manera a imitación Suya por entera a todos, Al tiempo de hacer propia, de encarnar en mi propia humanidad toda Palabra y manifestación escrita dirigida por el Padre hacia Él y por Él mismo a los apóstoles también en su momento.

Dándome como tal a imitación Suya, no solo a mí misma, sino a cuantos me diera amar y de verdad más amara en este mundo. A tal punto que solo quisiera no solo para mí sino para todos ellos, luego para todos ustedes, lo mismo y único que Él quisiera para Él y para los apóstoles y discípulos que para seguirse comunicando visible y audiblemente a la restante humanidad hasta tanto llegara esta hora en la que por medio del Espíritu Santo habría de venir a terminarnos de revelar toda la verdad que en su momento debiera dejar como dicha a medias y en lo oculto en el conocimiento y testimonio de tan pocos.

Dándome, y dándolos en Jesucristo al mundo entero como alimento y bebida viva y verdadera para saciar el hambre y sed de Dios Vivo, que se me llevara a ver y oír se levantaba espiritualmente desde todos los rincones de la tierra, clamando a Dios misericordia y justicia,

Por lo que, entiendo que de igual manera también todas las palabras contenidas en las letras de las distintas canciones inspiradas por el Espíritu Santo a quien fuera que por su mayor apertura y predisposición a poder escucharle quisiera inspirárselas también para escucha, consuelo y beneficio de todos, no deben ser guardadas ni retenidas como propiedad exclusiva de nadie.

Sino que deben ser dadas, entregadas y cantadas gratuitamente por todos los medios a su disposición posibles como verdadera comida y verdadera bebida espiritual bajada del Cielo para ayudar a atenuar el hambre y sed de Dios existente en todos los hombres de la tierra.

Dios no es monopolio de nadie. Por lo tanto, tampoco ninguna de Sus Palabras, inspiraciones y revelaciones lo son ni pueden llegar a serlo jamás. Porque todo lo que Él nos dice a los oídos de nuestra alma nosotros debemos proclamarlo desde los más altos techos del mundo para que todos puedan escucharlo y saberlo, sentirse amados, escuchados y consolados por Él por medio de Su Santo Espíritu Divino. De manera que el que quiera oír que oiga, el que quiera ver que vea y el que pueda entender que entienda.


Por lo que, conjuntamente con el compartirles la letra de una que otra canción que en estos oscuros como luminosos años de incesante trabajo en el Señor, contribuyeran a ayudarme a mantenerme firme, fiel e inquebrantable en el cumplimiento de la voluntad Divina que me fuera rebelada, voy a ir terminando el mismo.

Conclusión final del trabajo venido a realizar en Cristo que entiendo puede llegar a ser entre este fin de semana y el siguiente (esto fue escrito en el 2004), por ver finalmente llegada la hora en la que dando por concluida la primer etapa de la misión que en el Espíritu Santo en tal sentido se me encomendara, entiendo del mismo Espíritu emprender ahora el viaje de vuelta al Padre y al Hijo que en el Espíritu Santo me enviara a llevar a cabo esta manifestación final en representación Suya ante todos los hombres, para hacerle entrega de la tarea concluida y dar paso así a la celebración y consumación final de la boda que también les anunciara.

(Reitero que esto fue escrito en el 2004, según lo que en ese momento veía sería la conclusión de todo este trabajo y designio compartido; llegando ahora al término de todo ello viéndome y sintiéndome en lo humano abismalmente sola. Aunque no así en lo Divino. Porque en lo Divino, en todo esto, todo el Cielo ha estado y está de principio a fin incesantemente día y noche conmigo.).

Agradeciendo de este modo, a través de la trascripción de la letra de algunas de esas canciones, como ésta, a todos aquellos hermanos o hermanas que por su parte aceptaran servir al Señor en su inspiración y escritura, tanto de la letra como de su música.

Acompañándome y ayudándome también todos ellos en todo este camino recorrido mediante su constante escucha y consolación a sobrellevar el monumental peso de la cruz aceptaba y llevada así conjuntamente por Nuestro Amado Señor Jesucristo a no claudicar.

A no dejarme abatir. A levantarme y ponerme siempre nuevamente de pie ante cada caída como a evitar las tentaciones, a superar las confusiones, a curar todos los golpes y las heridas recibidas. A saber que al final (fuera solo Dios a saber cuando ese final habría de ser) debía tratar y esforzarme el máximo por seguir sonriendo siempre.

Aún, y más aún, cuando a sabiendas de haber hecho solo y todo cuanto de Él en el Espíritu Santo juzgara conveniente hacer para mayor bien y liberación final de todos, viera, no con los ojos del espíritu sino del cuerpo que todo al final terminara aparentando ser el más rotundo de los fracasos quedándome humanamente definitivamente sola, como bien decía la letra de esta canción que quiero a continuación compartirles.

“Mírame, Señor,
no soy digno de que entres en mi casa.
Háblame, Señor,
tu Palabra bastará para sanarme.
Sáname, Señor,
Tú conoces cuántas luchas en mis límites.
Quiero dar a luz
el misterio que descansa en mi interior.

De tu Cuerpo
Brota Sangre y Agua Viva;
va cayendo suavemente en mi interior.
Te recibo con asombro
y me conmuevo.
Cristo vivo
Dios está presente
en mi pobre corazón.

Mírame, Señor,
yo no sé confiar en medio de tormentas.
Llámame, Señor,
Tú me alientas y camino sin temor.
Cuídame, Señor,
Nadie más sostiene mi vida entregada.
Te suplico, Dios,
serte fiel hasta la cruz
y cruz de amor.

De tu Cuerpo
brota Sangre y Agua Viva...

Te amaré, Señor,
aunque tenga que olvidarme de mí mismo.
Tomaré mi cruz,
seguiré tus pasos sin mirar atrás.
Sonreiré, Señor,
aunque todo fracasara y quede solo.
Y si estoy muy mal,
tu Palabra ardiente mi liberará.

De tu Cuerpo
brota sangre y Agua Viva...


Lavaré, Señor,
mis vestidos en tu sangre de Cordero.
Cantaré, Señor,
y tu fuego abrasará mi corazón.
Me aliviaras, Señor,
con el paso de tu Cuerpo en mis entrañas.
Y te bendeciré,
Contemplando el crecimiento que anidé.

De tu Cuerpo,
brota Sangre y Agua Viva...”


Canción que desde 1995 quisiera el Espíritu del Señor hacer llegar también a nuestra comunidad de San Antonio de Padua de Plottier por medio del P.C.C. y del movimiento de la Palabra. Ayudándome a mitigar el dolor, así como toda esterilidad final hallada por las palabras y hechos finalmente consumados en un todo en Cristo. Llenándome de enorme sensibilidad y consuelo cada vez que la escuchaba y cantaba. A ponerme nuevamente en pie y seguir adelante, hasta el fin en lo que veía, entendía, sentía y sabía era mi razón de ser en Dios entre los hombres.

Sobretodo durante los últimos cinco años. Durante los que ahondando detenidamente en la meditación de cada palabra expresada en tan profundísima letra, pensando en todo lo que aún vislumbraba me quedaba por delante, y lo que fuese que en definitiva viese aún se esperaba Celestial y terrenalmente de mí, le preguntara al Señor, ¿qué sucedería si al llegar al final del camino emprendido en la consecución de Su amor en el amor humano, puesto ya de manifiesto al final del mismo abrazaría en la medida en que previamente hiciera todo cuanto más viera y entendiera convenía hacer para convertirlo finalmente de imposible en posible, ese encuentro y abrazo de amor al final nunca llegaba a ser posible entre los hombres, aunque en Él, en él, en ese hombre y sacerdote amado, y en mí lo fuera?

¿Viéndome, sintiéndome y sabiéndome total y definitivamente sola? ¿Sonreiría, como decía la letra de esa canción? ¿Podría ser capaz de sonreír, de volver a reír, no obstante todo, si mis brazos al final jamás terminaban cerrándose en el abrazo y la consumación final del amor tan largamente esperado y postergado por el previo ingreso y participación también de toda la restante humanidad en todo esto?

Cantando esta canción asiduamente para fortalecer mi espíritu en poner toda confianza, esperanza y amor solo en Él para que no obstante toda esterilidad final posiblemente cosechada sonriera y fuera dichosa en Él, con Él, por Él y para Él a pesar de lo terriblemente sola y decepcionada que pudiera llegar a verme y sentirme.

En realidad todas las letras de las canciones que domingo a domingo, lunes a lunes, para Cuaresma y Semana Santa cantábamos en la misa, siempre calaron muy hondo mi alma sumamente sensibilizada. Crucificada en cruz en y con Jesucristo como por todos me sabía libre y voluntariamente crucificada a fin de que por medio de mi reclusión y encadenamiento total, Él pudiera llegar nuevamente con Su Palabra a todos los hombres. Y particularmente a aquellos que más lejos y apartados como desconocedores de Él y de su Palabra se encontraran.

Me daban fuerza. Me levantaban el ánimo. Seguían día a día y semana a semana dando sentido y credibilidad a lo que ante el casi absoluto desconocimiento de todos me encontraba silenciosamente realizando allí, en Plottier para el mundo entero, por entera iniciativa, querer y mandato Divino. Pues, me sentía profunda y totalmente identificada con todo cuanto el Espíritu Santo decía en todas y cada una de las bellísimas y conmovedoras palabras de tales canciones.

Por lo que, habiéndome ayudado en su momento, hoy quiero irlas compartiendo también con todos ustedes. Para que si lo necesitan puedan ayudarles a recobrar fuerzas, A superar todas las dificultades, problemas, tempestades y adversidades.

Sabiendo que no son solo las letras mismas o las personas que las escribieran las que están tratando de ayudarlos en tal propósito sino que en verdad es Dios Mismo, el Padre y el Hijo quien por medio del Espíritu Santo inspirador y consolador quien está acercándose a todos y cada uno de ustedes también por medio de las mismas para decirles “No temas, Yo te amo y estoy contigo ahora y siempre..”

A continuación, quiero compartirles también tres mensajes que el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo me inspiraran durante el año pasado (2003) y el presente para dirigírselos en especial a todos los soberanos del mundo entero.

Entendiendo como tales no solo a los que tienen a su cargo el gobierno de las naciones y de los pueblos, sino también a todos los hombres y mujeres que tienen a su cargo una función, una familia, un grupo. Y particularmente a aquellos que se sienten o quieren llegar a sentirse, saberse y ser soberanos de sus propias personas sin que exista absolutamente nada en este mundo que los domine, instruya o le determine lo que debe o no hacer, lo que le está permitido o no realizar. Los soberanos de sí mismos.

(continúa)

La paz esté con ustedes.




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gladysruth

Fecha: 05:11 12/04 2006
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Queridos amigos y amigas, hermanos y hermanas de espíritu que estén o me hayan estado siguiendo y acompañado en los distintos mensajes subidos en este foro:


Por razones de dinero y de tiempo, (ya que para subir y compartir estos mensajes con ustedes tengo que venir necesariamente a un ciber, lo que implica pagar por ello), a partir de hoy me veo en la obligación de reducir todos los foros mantenidos hasta aquí a dos. A los dos más visitados de todos. Que son los siguientes:  http://www.civila.com/comun/foros/topic.asp?TOPIC_ID=33868  y http://www.todoslosforos.com/miscelanea/ftopic1105.html.


Por lo que a quienes está realmente intereseados en conocer este testimonio de vida en Cristo Jesús en toda su plenitud los invito a visitar cualquiera de esas dos direcciones web para seguirme acompañando en su exposición para la humanidad entera.


Desde ya, gracias por haberme seguido y acompañado hasta aquí. Esperando lo sigan haciendo.


Que el Señor los bendiga.


La paz estè con ustedes y todos sus seres amados.


 


 


 



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